No sé qué “milagro” (reaccionario, por supuesto) intentará hacer el Papa Francisco cuando esté allí, a fines del mes de julio, para ayudar a las clases dominantes; pero hoy, Brasil lleva ya tres semanas de importantes luchas y demandas en las calles. Lo que comenzó como un reclamo contra el aumento del boleto del transporte público terminó siendo una protesta de cientos de miles en las principales ciudades del país, discutiendo y reclamando por la inflación, la corrupción de los funcionarios públicos (algo en lo que el PT, desde hace ya varios años, demostró no ser distinto al resto de las fuerzas políticas burguesas) y la brutalidad de las represiones de la Policía Militar.
(Hay cientos de fotos y videos que son impresionantes, y que se han “viralizado”, por internet, urbi et orbi: ver acá, acá y acá, por ejemplo.)
Como dijo una manifestante al diario El País, “Aún tenemos que escuchar que nos estamos manifestando por 20 céntimos”, lamenta Debora Ungaretti, estudiante de derecho de 23 años. “El acto no es solo contra esta subida puntual, es contra un aumento histórico durante 15 años en los que el billete ha subido mucho más que la inflación”. La represión de estos días fue tan feroz, que incluso las clases medias, aun debatiéndose ante la cobertura de los medios y los discursos del PT, PSDB, etc. que acusan de “vándalos” a la juventud, terminaron –como cuenta esta “carta de lector” al Folha de Sao Paulo–, viendo que las protestas eran pacíficas, insultando a la policía desde las ventanas de sus departamentos. La prensa también recibió balas de goma –¡las mismas que fabrica la empresa brasilera “Cóndor”, que se venden y usan para reprimir también en Turquía!–, y hay un fotógrafo que puede perder la vista. Los/as detenidos/as son cientos.
Como bien plantean nuestros compañeros y compañeras de LER-QI, organización hermana del PTS, en polémica con el Movimento Passe Livre (quienes aceptarían una política de millonarios subsidios del Estado a los empresarios privados del transporte), hay que luchar para parar el aumento, imponer el boleto gratuito para desempleados y estudiantes y estatizar el transporte bajo control de trabajadores y usuarios.
Los objetivos de la lucha, de “lo económico”, pasaron a “lo político” (“Gobernador puede escoger, cae la tarifa (del transporte) o cae usted”, se grita) y, como dijimos al comienzo, se ampliaron:
“Quiero que Brasil despierte. No es solo por los pasajes, sino porque la educación y la salud son malas”, dijo a la AFP Diyo Coelho, de 20 años, que marchaba en Sao Paulo junto a un grupo de amigos y llevaba flores en las manos.
En Rio, decenas de miles se manifestaban pacíficamente frente al Teatro Municipal.
“Estoy aquí para mostrar que Brasil no es sólo fútbol. Aquí no hay sólo fiesta. Hay otras preocupaciones, como la falta de inversiones en cosas realmente importantes, la salud y la educación”, dijo a la AFP la abogada Daiana Venancio, de 24 años, que protestaba en Rio con una nariz de payaso.
Entre algunos varios datos, una encuesta de Datafolha –reproducida en la prensa local– dice de los manifestantes que:
Poco más de la mitad, un 53%, tiene menos de 25 años y un amplio 71% participó por primera vez de la ola de manifestaciones este lunes, la quinta jornada de protestas en Sao Paulo.
Entre las razones para salir a la calle, la principal es el aumento del pasaje en el transporte público, con un 56%. En Sao Paulo, el alza fue de 7%, de 1,5 a 1,6 dólares, un precio alto en un país donde el salario mínimo mensual es de 339 dólares.
Un 40% de los participantes declaró estar manifestándose contra la corrupción, mientras que un 31% lo hizo contra la violencia y la represión. […]
Un 27% protestó para exigir un transporte de mejor calidad, en una metrópoli de 20 millones de habitantes con un tráfico caótico y un sistema de transporte público insuficiente. Un 14% de los manifestantes pedía la gratuidad en la tarifa.
Contra los políticos, además, dijo protestar un 24% de los participantes.
Entonces, hay aquí un “modelo” que encuentra sus límites (aunque hace asistencialismo a gran escala y dice que muchos asalariados/as serían ahora “clase media”…), al mismo tiempo que diversas instancias (la Copa Confederaciones –donde también hubo protestas y fuertes represiones–, el Mundial de Fútbol en 2014, y la visita del Papa… que incluye robots) permiten al Estado y al gobierno militarizar por doquier –cosa que ya se venía haciendo en las zonas de favelas con la excusa del “combate al narcotráfico–, y donde, además de la juventud en las calles, tenemos a una clase trabajadora “ejercitándose” en diversas luchas (como la del subte de Sao Paulo), recomponiéndose luego de tres gobiernos de contención del Partido “de Trabajadores”… ¿Será, como aventura un intrigado periodista de El País, que los pobres ahora “quieren más”?
(Incluso los jóvenes más politizados, reconocen que las demandas (contra las castas políticas y su aparato represivo, contra la farsa de la democracia capitalista) que levantan son las mismas que los miles y miles de indignados que protestan en otras partes del mundo (por caso, Turquía actualmente). Este elemento de “política internacional” es muy progresivo, más allá de las diferencias específicas de cada situación nacional.)
Más allá de los discursos reaccionarios de los gobernadores y alcaldes del PT, PSDB, etc., tanto Dilma Roussef (quien quiere la reelección) como Lula (su antecesor y personaje de la política nacional e internacional de peso) se han mostrado cautos en sus reacciones y discursos, diciendo que están a favor “del derecho a protestar en democracia” (Dilma “les tiende la mano a los indignados”, dice la prensa con alivio) y a que se negocie alguna solución al amplio reclamo que, como ya es evidente, no pasa solo por el tema “del boleto”, sino que esta amplia vanguardia juvenil ha despertado a amplios sectores de las masas (estamos presenciando movilizaciones históricas, sólo comparables a las de 1985, cuando cayó la dictadura; o a las de 1992, cuando se echó a Collor de Melo), que seguramente seguirán en movimiento durante el próximo período, generando nuevos fenómenos políticos.
En lo inmediato, ya son 11 las ciudades que han reducido el valor de la tarifa del transporte, un primer triunfo (incluso Haddad, alcalde-intendente de Sao Paulo, quien negaba rotundamente que retrocedería ante las protestas por el aumento ya dijo que “revisará” los números) y sal mismo tiempo una seria “advertencia” para (todos) los políticos del régimen.
Según apunta este blog argentino citando planteos de Emir Sader, hay un “movimiento contradictorio donde está desde la derecha hasta la ultra-izquierda disputando hegemonía”. La LER-QI, aunque es una pequeña organización militante (obrera y juvenil), interviene con todas sus fuerzas y apuesta a confluir con los mejores elementos de la vanguardia juvenil, obrera y popular, para derrotar la represión (feroz, como la de Río de Janeiro) y organizarse desde las bases, en comités, para tirar abajo el aumento del gobierno y los empresarios y desarrollar un programa de hegemonía obrera para ir por más.
|