1° de mayo en Estados Unidos
Marchan los inmigrantes contra la ley racista
07/05/2010
Este 1° de mayo, las comunidades latina e inmigrante volvieron a ser protagonistas de las movilizaciones por el Día Internacional de los Trabajadores (que no es feriado como en nuestro país y casi todo el mundo) en Estados Unidos. Cientos de miles de personas marcharon en las principales ciudades: las acciones más importantes fueron en Los Angeles, Chicago, Nueva York y Washington.
La consigna principal de las movilizaciones, las más grandes desde las multitudinarias de 2006 contra la reaccionaria Ley Sensebrenner, fue “Abajo la ley racista de Arizona”. Al mismo tiempo, se exigía al gobierno demócrata de Barack Obama la reforma migratoria, que saque de la clandestinidad a los más de 12 millones de trabajadores y trabajadoras sin papeles que viven en EE.UU..
Contra la “ley Arizona”
La bronca que desató la ley promulgada por la gobernadora republicana de Arizona, Jan Brewer, se expresó una vez más el 1/5, reafirmándolo como un día simbólico de la lucha de millones de inmigrantes que exigen que sean reconocidos sus derechos democráticos elementales. La ley SB1070, que le permite a la policía detener personas por considerarlas sospechosas de ser “ilegales”, es una legalización virtual del racismo y da luz verde a la brutalidad policial contra los inmigrantes, que ya soportan cotidianamente redadas en lugares de trabajo, allanamientos y deportaciones.
La ley incluso ha cosechado críticas entre diputados, alcaldes y hasta el propio Obama, que dijo estar “preocupado” y solicitó la revisión de la ley. Pero al margen de las críticas y las amenazas de parte de la Casa Blanca y el Ministerio de Justicia de impugnación, la ley promulgada el 23/4 está en pie. Lo único que preocupa al gobierno estadual de Arizona son las recurrentes denuncias y la extendida campaña de boicot que puede costarle al estado millones de dólares (en turismo, comercio, etc.).
La discusión sobre la ley racista de Arizona reabrió el debate sobre la reforma migratoria, que desde 2006 ha dividido al país: por un lado, los sectores reaccionarios y conservadores, que ven en la inmigración una amenaza a sus “valores” nacionales y alientan la división racial en las filas de la clase obrera y los sectores populares; por el otro, trabajadores, jóvenes y mujeres, junto con millones de personas de origen latino que conforman hoy sector de gran importancia política por su peso social y electoral. Para estos últimos, la llegada de Obama al gobierno había generado enormes expectativas, que más temprano que tarde cayeron en saco roto.
La política Obama
Una vez en el gobierno, Obama confirmó que la reforma migratoria no sería una prioridad de su administración y pidió “paciencia” a los inmigrantes, mientras la peor crisis económica comenzaba a multiplicar el desempleo. Como era previsible, las primeras víctimas de los despidos fueron las y los inmigrantes, especialmente aquellos que no tienen papeles, quienes son tratados -sin eufemismos- como variables para abaratar costos y son desechados sin indemnizaciones ni seguro de desempleo. En este marco, los sectores reaccionarios han venido impulsando activamente medidas contra los inmigrantes y sus familias, que con su trabajo sostienen porciones enteras de sectores económicos como los servicios, el procesamiento de alimentos o la agricultura.
El “pedido de paciencia” de Obama sólo ha significado que durante 2009 se votaran más de 350 leyes estaduales relacionadas con la inmigración... ninguna de ellas favorables a los inmigrantes, como sospechará el lector.
Nuevas movilizaciones
Estos ataques a las y los inmigrantes no hacen más que debilitar la lucha de la clase obrera de conjunto que, al contrario de lo que arengan los empresarios y los sectores conservadores, solo verá debilitada su lucha por mejorar sus condiciones de trabajo y salarios.
Como ya mostró la negativa del gobierno demócrata a garantizar los más elementales derechos democráticos a millones de personas que viven y trabajan en EE.UU., solo la movilización puede hacer retroceder a los sectores reaccionarios y arrancarle a la democracia imperialista las justas demandas de los inmigrantes.
Pero esta vez las y los inmigrantes no deben permitir que la energía de sus movilizaciones sea derrochada en los pasillos parlamentarios. Al contrario, es necesario desarrollar una movilización independiente de los partidos Demócrata y Republicano, que demostraron no tener ningún interés en conceder siquiera derechos elementales. Para alcanzarlas, las y los inmigrantes sin papeles sólo encontrarán aliados en la clase obrera, la juventud y las comunidades afroamericana y latina de Estados Unidos, y en los trabajadores, campesinos y jóvenes de toda América Latina.