EN LOS MEDIOS: Le Monde
19/10: Sarkozy juega al endurecimiento … porque no tiene alternativa
19/10/2010
¿Nicolas Sarkozy estaría a punto de imitar a su enemigo, Dominique de Villepin, durante la crisis del CPE de 2006: jugar al endurecimiento frente a la protesta? “El mayor desborde sería no cumplir mi deber y no prever el financiamiento de las jubilaciones de hoy y de mañana”, insistió el jefe de Estado en Deauville. La idea de un endurecimiento con la gente en las calles no era para contrariar, a principios de octubre, al consejero político de Sarkozy, Patrick Buisson. El ex director de la redacción de Minute y de Valeurs actuelles veía en esto un medio para hacer volver al seno de la derecha al electorado centrista desorientado por el veranito que privilegia los problemas de la seguridad pública y la estigmatización de los roms, pero inquieto por la violencia en las calles. Entendamos.
El ejecutivo tiene una nueva consigna, explicar que Francia está de vuelta al trabajo y que es víctima de los radicales. “El movimiento social alcanzó un techo, comienza a fracasar”, explicó, el martes 19 de octubre, el primer ministro, François Fillon, ante los diputados UMP (Unión Movimiento Popular). “Hoy, la movilización probablemente estará en retirada. Pero paralelamente, el movimiento se radicaliza”, continuó Fillon. En la tarde, Fillon denunció, ante la Asamblea “la toma de rehenes” de los franceses. El primer ministro anunció la continuación del desbloqueo de los depósitos y la realización de un plan de envío de combustible. La idea es romper el frente sindical, entre la dirección de la CGT y sus bastiones más duros, entre los mismos sindicatos. Hacer regresar a los liceístas con sus familias en el feriado de Toussaint, el 1 de noviembre.
MANO TENDIDA DE FRANÇOIS CHÉRÈQUE
Esta táctica es improvisada: durante semanas, el gobierno estimaba que la coreografía de la reforma de las jubilaciones pasaría bien, demasiado bien, con las jornadas de acciones regulares de los sindicatos acompañadas de concesiones más o menos fuertes, a lo largo de los debates parlamentarios. Hasta que la huelga en las refinerías, los bloqueos de depósitos de combustible y el movimiento de los liceístas vinieron a perturbar este movimiento demasiado bien aceitado. El gobierno estaba tan seguro de sí mismo que no agarró la mano tendida por François Chérèque a principios de septiembre, que proponía postergar el aumento del retiro a la jubilación a tasa plena de 65 a 67 años: sin cesar, el Palacio de l´Elysée repetía que la CFDT no quería acuerdo, al haber perdido demasiado en 2003 durante la reforma precedente.
A mediados de septiembre, los íntimos de Sarkozy elogiaban el apogeo del sistema Soubie, ese consejero social que sabe orquestar tan bien posturas y cosas no dichas con los sindicatos. La maniobra amenaza ir a la ruina y se complacen en lamentar no haber seguido los consejos de Xavier Darcos: el ex ministro de trabajo pregonaba una reforma brutal en junio y fue despedido luego de la derrota de la derecha en las elecciones regionales. Hoy, hay que encontrar una puerta de salida, mientras que el jefe de Estado ha hecho de la reforma de las jubilaciones la madre de todas las batallas, la reforma que hará corregir su balance en alza.
LA REFORMA DE LAS JUBILACIONES, UN COMIENZO
Durante la campaña para las elecciones europeas de junio de 2009, el periodista Jean-François Kahn, candidato del MoDem, desafiaba a sus interlocutores en sus mitines que le citen “una gran reforma de Nicolas Sarkozy”. Eran totalmente incapaces. La situación podría cambiar con el aumento de la edad de la jubilación. Por efecto de contagio, permitirá ver con nuevos ojos las otras reformas emprendidas por el jefe de Estado: reforma de la constitución, autonomía de las universidades, representatividad de los sindicatos, supresión de la tasa profesional, para citar los temas de los que se vanagloria Sarkozy.
Por lo tanto, la reforma de las jubilaciones ya no es un fin, sino un comienzo. Desde las elecciones regionales de marzo de 2010, el jefe de Estado daba a entender que marcaría una pausa, contentándose con poner en marcha la dependencia de personas de edad avanzada en la constitución de su nuevo gobierno. “Hay un tiempo para sembrar, un tiempo para cosechar”, explicaba sabiamente Brice Hortefeux. Este otoño, Sarkozy cambió de opinión: reformará hasta el final. La reforma de las jubilaciones, por lo tanto, debe ser un éxito.
EL DESTINO DE LIONEL JOSPIN
Perdiendo su éxito en las encuestas, Sarkozy teme sufrir el destino de Lionel Jospin, que había concluido las reformas dos años antes de la elección presidencial de 2002 y renunció a dedicarse al dossier de las jubilaciones. El voluntarismo de Sarkozy es obligado: el proyectil político del escudo fiscal, rebajado a 50 % en 2007, es juzgado tan injusto que es absolutamente necesario desembarazarse de él antes de la elección presidencial de 2012. Entonces, Sarkozy ha decidido desde 2011 poner en marcha la fiscalidad francesa. Finalmente se agrega la reforma impuesta de la justicia y del arresto provisional: la Corte de Casación y el Consejo Constitucional han censurado el arresto provisional a la francesa, acusado de no respetar la Constitución y la Convención Europea de los Derechos del Hombre. Estas reformas impuestas podrán estar perdidas en un discurso de seguridad pública, encarnado por el ministro del interior, Brice Hortefeux, que ha lanzado, instigado por Sarkozy, la idea de tener jurys populares en tribunal correctional, para compensar la supuesta tolerancia de los jueces.
Finalmente, Sarkozy quiere cumplir, porque teme una degradación de la nota de Francia por las agencias de notación financiera. Esto llevaría a un reencarecimiento del crédito, inclusive a una separación aún más profunda con Alemania, amenazante para el euro. Según el entorno del jefe de Estado, la reforma de las jubilaciones es un medio eficaz de reducir la deuda latente de Francia, sin tener que decidir un plan de austeridad, con alza generalizada de impuestos y baja de salarios.