PAGINA 12 - 09-10-2011
Abiertas, francas, nobles y participativas
09/10/2011
Por Eduardo Febbro
Desde París
El Partido Socialista francés logró captar la atención de la sociedad con el proceso de elecciones primarias organizado para elegir a un candidato para las elecciones presidenciales de 2012. Abierto, inédito en la historia francesa, noble, franco y participativo, el debate entre los seis postulantes (cinco socialistas y un radical de izquierda) que este domingo participan en la primera vuelta permitió ver sin sombras las tendencias de una formación política que antes dirimía sus diferencias a puertas cerradas y luego con venganzas públicas. Los electores saben al fin qué partido tienen enfrente. El PS borró su imagen de formación asediada por las luchas intestinas y protagonizó un civilizado y un poco aburrido ejercicio de democracia ciudadana. Primera novedad: la elección está abierta a todos los ciudadanos, sean o no socialistas, a condición de que paguen un euro y firmen una carta de adhesión a los valores de la izquierda. De esta manera, el partido de la rosa transfirió el poder de decisión a los electores y no a las negociaciones a puertas cerradas entre los ángeles guardianes del socialismo francés, los llamados “elefantes” que detentan las llaves del aparato. El PS calcula que la participación de un millón de personas en la primera vuelta sería un signo de éxito rotundo. Segunda: los debates y la campana pública por la candidatura sirvieron como una suerte de síntesis de las ideas del PS. De allí se desprenden dos claras tendencias: una suerte de socialdemocracia tímida y una izquierda combativa, férrea enemiga de la globalización, partidaria de que los bancos paguen el tributo del desastre que provocaron y de que se mantenga el papel central del Estado como arbitro y factor de equilibrio.
Los seis contendientes expusieron sus ideas evitando siempre la confrontación excesiva. De estos meses de campaña emergió una figura con estatuto de hombre de Estado, el ex primer secretario del PS, François Hollande, y dos personajes opuestos en sus principios pero que marcaron las conciencias con sus ideas: a la derecha del PS Manuel Vals, a la izquierda Arnaud Montebourg. Con 45 por ciento de las intenciones de voto, François Hollande es el favorito para ganar la candidatura socialista. De todos, es el que más beneficios sacó con la campaña interna. Tenía fama de gordito chistoso, de tipo poco serio, de eterno abonado al segundo puesto. Pero adelgazó y, en plena tormenta del caso de Dominique Strauss-Kahn (el ex director gerente el FMI acusado de una agresión sexual en Nueva York y luego absuelto), lanzó su candidatura. Serio, riguroso, con un discurso centrista, Hollande no tardó en desbancar a la actual primera secretaria, Martine Aubry, y a todos los demás.
Aunque no tengan, en principio, posibilidades de ganar, Manuel Vals, el intendente de la localidad de Ivry, y el diputado Arnaud Montebourg han salido muy beneficiados. Desde la juventud de ambos –49 y 46 años– estos dos candidatos operaron como la síntesis pública del PS. Vals es la derecha, el social-liberal partidario de una política inmigratoria firme y de un rigor presupuestario extremo. Montebourg es la izquierda antiglobalización, defensor a ultranza de la “desglobalización” y del principio de que es la política la que debe asumir el control de los bancos y del sistema financiero. François Hollande es la corriente mesurada, una suerte de social democracia rigurosa, sin rupturas innecesarias ni confrontaciones con el capital. Su avance en los sondeos se explica más por lo que no dijo que por sus ideas. En cambio, Martine Aubry es la izquierda que osa, el socialismo serio, el que fue capaz, como entre 1997-2002, de imponer al patronato la semana laboral de 35 horas sin pérdida de salario. Aubry es la ecuación imposible que busca encarnar un socialismo respetuoso de los déficit públicos y de las obligaciones europeas con un proyecto de profunda transformación social.