LA NACION - 14-09-2011
El dilema de Merkel: salvar su propio capital político o el euro
14/09/2011
La crisis global / Presión sobre Berlín
El dilema de Merkel: salvar su propio capital político o el euro
La canciller alemana está cada vez más presionada para que tome una decisión
Por Nicholas Kulish | The New York Times
.
La canciller alemana, Angela Merkel, ayer, en Berlín. Foto: EFE BERLIN.- Mientras Europa lucha por revertir una caída de la confianza financiera, el mundo espera que la canciller de Alemania, Angela Merkel, haga una elección fundamental. Ella, más que ningún otro político europeo, tendrá que convocar a todo el liderazgo para rescatar el euro o conceder que no hay voluntad política para ello.
Merkel enfrenta decisiones de largo alcance sobre cómo lidiar de manera definitiva con la crisis de deuda en Europa y, de manera más inmediata, si permitir que Grecia entre en default o incluso que abandone la unión monetaria. Los funcionarios estadounidenses temen que, si Merkel no actúa de manera más decisiva, los préstamos bancarios podrían congelarse y el resultado sería otra marcada caída financiera en ambas márgenes del Atlántico.
Los temores de un agravamiento de la crisis deudora golpearon los mercados de valores europeos anteayer. Esta agitación se sumó a la preocupación de que la crisis griega sea difícil de contener sin una acción más vigorosa de Alemania y, en última instancia, de sus contribuyentes.
El proyecto de integración europeo, que se inició en los años difíciles que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, también está en cuestión. Si Grecia fuera obligada a abandonar el euro, tal como lo exigen cada vez más voces de la derecha alemana, sería una nota discordante para la solidaridad del continente.
Los críticos dicen que Merkel se ha concentrado demasiado en proteger su prestigio político dentro de Alemania al colocar su cargo de canciller por encima de la necesidad de un liderazgo audaz, capaz de asumir los riesgos, con el propósito de rescatar la zona monetaria de Europa. Pero eso significaría hundir más dinero alemán en una unión económica cada vez más profunda por la que los votantes han manifestado antipatía.
Su gobierno de coalición ya ha empezado a dividirse en lo referido al salvataje griego, y su partido, la Unión Demócrata Cristiana, sufrió golpes en las elecciones estatales, incluso este mes en el estado de Mecklenburgo-Pomerania Occidental, que es su propio distrito parlamentario.
Los esfuerzos de Merkel por complacer a ambos bandos en el tema de la deuda -por medio de duras manifestaciones sobre el fracaso de Grecia, por un lado, y con una serie de garantías condicionales de la deuda destinadas a reforzar al niño problemático de Europa, por otro- sólo han logrado no complacer a nadie.
Sus partidarios argumentan que Merkel ha trabajado a su manera, con bajo perfil y metódicamente en una situación difícil, con el propósito de ganar conformidad para rescates impopulares mientras exigía responsabilidad fiscal de las naciones más gravemente endeudadas.
La renuncia del viernes de Jürgen Stark, miembro alemán de la junta ejecutiva del Banco Central Europeo, ofreció una prueba de la intensidad de la oposición alemana a las medidas que Berlín y el banco central ya han tomado al decidir el rescate de las naciones más débiles del Sur.
"El abismo entre lo que hace falta en términos de política económica y lo que es posible en términos de la política doméstica y la política partidaria es cada vez más ancho", dijo Cornelius Adebahr, un experto europeo del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores de Berlín. "Merkel necesita demostrar un liderazgo más fuerte, pero hasta ahora ni siquiera ha revelado en qué dirección verdaderamente quiere avanzar."
Los acontecimientos parecen estar obligando a Merkel a una definición. Con el último ataque de esta semana contra las instituciones financieras francesas, el desborde de la crisis deudora ha llegado ahora hasta la frontera alemana. Con las consecuencias sentidas primero en Italia, y ahora en Francia, los problemas que antes eran desestimados, y considerados confinados a la distante periferia de Grecia y Portugal, llegaron al centro de Europa y, con ellos, las inevitables preguntas sobre el futuro del continente.
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, espera lograr que Merkel entre en un compromiso más profundo para crear un gobierno económico de la zona monetaria, lo que convertiría una vez más a Francia y Alemania en el motor de la integración europea que ambos países han sido desde su reconciliación, después de la Segunda Guerra Mundial.
"Si se pusieran de acuerdo en alguna solución específica, digamos para el default de Grecia, yo vería una posibilidad relativamente baja de que la eurozona también entrara en default o se destruyera", dijo Michael Schröder, director del Centro Europeo de Investigación Económica de Mannheim, Alemania. "Lo que realmente es un peligro es este caos que padecemos en este momento."
En los últimos días, muchos de los aliados de Merkel en el Parlamento, conservadores y partidarios del libre mercado, e incluso respetados economistas alemanes, se manifestaron aún más duramente en contra de Grecia. El estribillo entonado por la derecha, que no sólo pide que se elimine la ayuda, sino también que se obligue a Grecia a abandonar la eurozona, se ha vuelto cada vez más audible.
Los eurobonos -emitir deuda común europea que cualquier miembro de la zona monetaria podría aprovechar- son una solución popular entre los funcionarios de la Unión Europea en Bruselas. Pero los analistas dicen que, obligados a elegir, con seguridad, los aliados de Merkel votarían negativamente, una derrota parlamentaria que podría derrumbar el gobierno de la canciller. "Eso -dijo Adebahr- sería el final del camino."
Traducción de Mirta Rosenberg