Año IV de la Crisis Mundial
El fin de las salidas fáciles
03/11/2011
Las renovadas y más profundas convulsiones que está sufriendo la economía mundial, con la perspectiva de una nueva caída en el crecimiento ya anémico de la economía norteamericana e incluso una recesión a la vez que el nuevo salto en la crisis financiera en torno a la crisis de la deuda soberana que sacude a la UE, confirman el pronóstico de los marxistas al inicio de esta crisis que estamos frente a una crisis de carácter histórico del capitalismo mundial. El fracaso de las salidas fiscales y monetarias masivas que se aplicaron hasta ahora, plantea que se han acabado las salidas fáciles y que estratégicamente puede comenzar a incubarse una reorganización general del estado capitalista frente a la ruina capitalista, es decir salidas bonapartistas a derecha o izquierda según los desafíos de la lucha de clases, lo que hace prever combates de clases decisivos y tensiones y choques entre los estados. Aunque esto último no es todavía el escenario presente, está inscripto como perspectiva estratégica debido a la magnitud y profundidad de la crisis y ninguno que se precie de revolucionario puede no contemplarlo si verdaderamente quiere formar los cuadros, los oficiales y los soldados para los grandes combates por venir.
La Segunda Gran Contracción
La creencia de los inversionistas que luego de la fuerte caída de la producción capitalista mundial de fin de 2008 y 2009, se estaba desarrollando una recuperación normal, cíclica se han chocado con la dura realidad: los estímulos fiscales y monetarios con los que los gobiernos han tratado de revivir a las economías han sido de corta duración. La persistencia de la crisis ya no deja lugar a dudas que no estamos frente a una crisis más. Esto es lo que dicen algunos economistas burgueses, como Kenneth Rogoff, ex economista en jefe del FMI: “La frase "Gran Recesión" crea la impresión de que la economía está siguiendo los patrones de una recesión típica, sólo que de manera más severa – algo así como un resfrío muy fuerte. Es por eso que a lo largo de esta crisis, los expertos y analistas que han intentado hacer analogías con anteriores recesiones de posguerra de EE.UU. han errado tanto. Es más, demasiados diseñadores de políticas se han basado en la creencia de que, al fin y al cabo, esta es sólo una recesión profunda que puede ser doblegada mediante una generosa ración de herramientas convencionales de política, ya sea política fiscal o de rescates masivos.
Pero el verdadero problema es que la economía mundial esta gravemente sobreapalancada y no existe ninguna salida rápida sin un esquema para transferir riqueza de los acreedores a los deudores, ya sea a través de cesaciones de pago, represión financiera, o inflación.
Un término más preciso, aunque menos tranquilizador, para la crisis actual es la "Segunda Gran Contracción"...La primera "Gran Contracción", por supuesto, fue la Gran Depresión... La contracción afecta no sólo a la producción y al empleo, tal como ocurre en una recesión normal, sino también a la deuda y crédito, y al desapalancamiento que típicamente tarda muchos años en consumarse”1.
Dicho de otra manera, el equilibrio capitalista (llamado neoliberal) que permitió una salida parcial a la crisis de los años 1970 está roto definitivamente y lejos estamos aún de un nuevo equilibrio sustentable. Entramos en un periodo de largos años donde habrá nuevos episodios dramáticos. El ejemplo de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial es ilustrativo. La crisis actual sin lugar a dudas no será una excepción.
El fracaso de las políticas de salvataje
Hasta el año pasado, los distintos gobiernos de las principales potencias capitalistas, en especial los EEUU, han aplicado una bateria de medidas ineditas con el objetivo de revivir la economia. Estimulos fiscales, tasas de interés de casi cero, dos rondas de "flexibilización cuantitativa", billones de dólares en rescates y provisión de liquidez para los bancos y entidades financieras. Ninguna de estas medidas han logrado una recuperacion economica solida. Por el contrario, muchos paises en el primer trimestre de 2001 aun se encontraban con niveles de PBI mas bajos que al comienzo de la crisis. Es por ejemplo el caso de Japon, del Estado Español, Italia o el Reino Unido. Esto significa que hay una perdida durable del crecimiento. Y en el caso de los paises que como EEUU o Alemania y Suecia (Francia no está lejos) lograron recuperar el nivel anterior a la crisis, la diferencia entre el crecimiento modesto actual y su potencial de crecimiento previo a la crisis es enorme, lo que pone de manifiesto que tambien en estos casos estamos frente a una perdida irremediable. El desempleo de masas que no baja es su manifestacion mas aguda. Los ultimos datos del empleo en EEUU, por ejemplo, muestran que el nivel de empleo en EEUU no es mas alto que lo que era en 2004. La proporcion de la poblacion con mas de 16 años con trabajo es la misma que en los años 1950. A nivel de la produccion el retroceso es tambien significativo. La contrucción de nuevas casas y la venta de automobiles estan 75% y 30%, respectivamente, de sus picos de 2006.
La crisis es mundial: los países de la periferia capitalista no se han desacoplado
A diferencia de la crisis de 1930, en donde el crack económico y financiero llevó a un rápido avance del estatismo y a una intervención de éste en los mercados financieros, de cambios y de comercio con el ascenso del proteccionismo y la desarticulación del mercado mundial capitalista, la crisis actual que se arrastra por ahora ha evitado esta debacle. Esto ha dado lugar coyunturalmente, en especial en 2010 y en lo que va de 2011, a una desigualdad en el crecimiento de la economía mundial: mientras los países centrales están estancados, con crecimientos raquíticos o en retroceso absolutos, los países de la periferia capitalista, es decir los países semicoloniales o dependientes, en especial el llamado BRIC, luego de fuertes bajas a fines de 2008 y en la primera mitad de 2009, viene creciendo vigorosamente. Esto ha dado lugar al espejismo del desacople de estas economías de la crisis mundial. Nada más falso. Lo que ha sucedido es que la transmisión de la crisis de unos a los otros se ha postergado. Pero una vez que el boom de inversiones y las distintas burbujas de crédito e inmobiliarias inducidas por la abundante liquidez que huye de los países centrales termine, los países de la periferia capitalista van a ser duramente golpeados por la crisis capitalista mundial y debido a sus debilidades estructurales en sus modelos de desarrollos y su rol subordinado en el sistema capitalista mundial pueden convertirse de nuevo, como ha sido la constante en el siglo XX, en los eslabones más débiles de la cadena imperialista mundial.
Ya en la crisis de acumulación capitalista de la década de 1970 se había dado un fenómeno similar. En ese momento fue el reciclaje de los petrodólares que evito que la primer gran crisis capitalista desde el fin del boom de la posguerra golpeara inmediatamente a la periferia, dando lugar a un período de “plata dulce”. Con la nueva recesión de 1980-81 en los países centrales, el endurecimiento de las condiciones crediticias y la consecuente crisis de la deuda, la mayoría de esos países atravesaron lo que se dio en llamar la “década perdida”, siendo esta más aguda en los países que mejor estaban durante el boom (como fue el caso del llamado milagro brasilero
Hoy, la caída estructural de la demanda tanto productiva como el consumo en los países centrales pone en cuestión la vigencia de los patrones de desarrollo de muchos de estos países basado en la exportación. Por el momento esta caída ha sido ocultada por el salto de la expansión crediticia y por el boom de las inversiones y el consiguiente aumento del precio de los activos y materias primas. Pero el aumento de la composición orgánica del capital a nivel excesivos y las fuertes expresiones de sobreacumulación que se están desarrollando , pueden ser una enorme draga que exacerbe las perspectivas de crecimiento futuro de estos países , poniendo fin a su expansión, en especial del último de los milagro económicos, el de China. Aunque aun minoritarias, ya son crecientes las voces que empiezan a hablar que más temprano que tarde deberemos acostumbrarnos a un bajo crecimiento en China, cuya economía basada en las exportaciones y en la inversión, podría llegar a reequilibrarse hacia una un poquito más orientada al consumo con gran dificultad2. Es que la masiva sobreinversión y la concomitante acumulación de deuda es la verdadera vulnerabilidad del modelo chino. En este marco, según cálculos de algunos economistas, si el consumo Chino crece a un ritmo igual que el de la década pasada el crecimiento debería caer a un 3 o 4 % para lograr un reequilibrio. Sean estos números u otros, está claro que la masiva sobreinversión la cuestión es que Cuando este escenario se concretice toda la cháchara sobre el desacople de los BRICs, será otra moda más3 que permitió mientras duro hacer grandes negocios y especulaciones a algunos pero sin ningún fundamento sólido en la economía real.
¿Quién va a pagar los costos de la crisis en el plano nacional?
No hay salida en términos capitalistas a una crisis de deuda como la que actualmente están atravesando los países centrales que mediante un ajuste. Este proceso es altamente político, pues de lo que se trata de decidir quién se hace cargo del grueso del pago. Obviamente que para todos los sectores capitalistas son primeramente los trabajadores, como lo muestra a uno y otro lado del Atlántico, el aumento de la desocupación, el ataque a los subsidios a los desocupados, las rebajas salariales, el aumento de la carga de trabajo, todas medidas deflacionistas par que la crisis la paguen los trabajadores ¿Pero afectara también el ajuste a las clases medias a través de la confiscación de sus ahorros? ¿O serán los pequeños empresarios lo que deben también pagar en la forma de crecientes impuestos? ¿Que fracciones del gran capital resultaran perdedoras ya sea mediante impuestos y/o nacionalizaciones? ¿Se afectara a al capital extranjero y/o a los acreedores? Debido a que los intereses en juego son tan altos y que nadie quiere ceder, el proceso se torna bien tortuoso, trabado, desgastando a los partidos en cursos y tensionando al máximo los fusibles de la democracia burguesa, impidiendo una rápida toma de resoluciones Es esto lo que estamos viendo en el momento actual de “crisis dentro de la crisis”: las disputas paralizantes entre demócratas y republicanos en EEUU; el desgaste de casi todos los gobiernos europeos, la dificultades de los trámites parlamentarios como es el caso de Alemania, etc., etc. Es precisamente las dificultades de la burguesía y sus instituciones normales para reconciliar los intereses opuestos que el proceso político puede degenerar, imposibilitando por ende la resolución de la crisis y aumentando sus costos. Es esta dinámica la que puede radicalizar el proceso de salida capitalista empujando a variantes extremas hoy en día impensables políticamente, como la las salidas bonapartistas o el plan burgués de “estado autoritario”. Pero si pensamos la crisis estratégicamente y si continúa las actuales dificultades de la burguesía para llegar a un consenso de cómo salir, un salto en la crisis económica y/o financiera puede disparar un salto en la crisis política que obligue a salidas extremas de este tipo.
Frente al proceso en curso, cobra toda su actualidad “Un Programa de Acción para Francia”, programa que es un antecedente del Programa de Transición cuando dice, en junio de 1934 y cuando la crisis mundial había llegado tardíamente pero ya decididamente al Pentágono, lo siguiente: “Para tratar de salir del caos en que ella misma ha sumergido al país, la burguesía francesa debe comen zar por resolver el problema monetario. Un sector de ésta quiere hacerlo mediante la inflación, es decir mediante la emisión de papel moneda, la devaluación de los salarios, el alza del costo de la vida, la expropia ción de la pequeña burguesía; otro sector confía más en la deflación, o sea en la disminución del nivel económi co de los trabajadores (rebaja de los salarios y sueldos), ampliación del desempleo, ruina de los pequeños pro ductores agrarios y de la pequeña burguesía de las ciudades.
Ambas alternativas significan más miseria para los explotados. Optar por uno u otro de estos métodos capitalistas equivaldría a elegir entre dos instrumentos con los que los explotadores se preparan para degollar a los trabajadores.
El primer paso del plan de los capitalistas franceses consiste en una deflación brutal. Se despoja a los trabajadores del subsidio por desempleo; el seguro social está amenazado; se reducen los salarios. Los empleados públicos comienzan a sentirse afectados; los próximos serán los pequeños productores rurales.
Esto no significa que mañana, si le conviene, la burguesía no vaya a emplear también el otro método: el de la inflación. La Alemania hitlerista es ejemplo de ello. ¡Los explotados deben oponerse vigorosamente a este plan de la burguesía!
Al programa de deflación, de reducción de sus medios de vida, los trabajadores deben oponerle su propio programa de transformación fundamental de las relaciones sociales mediante la completa “deflación” de los privilegios y ganancias de la banda de los Oustrics y los Staviskys que explotan al país!4 Este es el único camino hacia la salvación”.
¿Resistirá a la crisis el bloque hegemónico neoliberal?
Lo anterior está ligado a la respuesta a esta cuestión. Hasta ahora a pesar de que desde el estallido de la crisis hemos visto a los gobiernos de EEUU y Europa (especialmente al primero) aplicar un amplio bagaje de políticas desarrollado como aprendizaje de las crisis (especialmente pero no sólo de lo que fue la crisis del ’30), estas se dieron en el marco de no cuestionar la alianza de clases “neoliberal”, hegemonizada por las instituciones financieras5 pero también por las multinacionales. El modo en que se llevaron a cabo los salvatajes (que rescataron a los bancos pero manteniendo intacto el valor de sus activos, es decir las deudas que pesan sobre quienes deben afrontar el pago de una hipoteca), como las políticas demasiado cuidadosas en materia monetaria (precavidas de la inflación en un momento donde más ominosa parecería ser la amenaza opuesta de deflación), dan cuenta de lo que son tabús para el actual bloque dominante. Sin embargo, este bloque conducido por el “capital financiero” difícilmente pueda seguir dictando los límites de las políticas si la situación se deteriora cualitativamente, en particular en EEUU. Es que la persistencia de una política neoliberal puede entrar en contradicción con la continuidad de Norteamérica como principal potencia hegemónica o al menos enlentecer su declive. Es esta una de las grandes diferencias con el hundimiento de la burbuja accionaria e inmobiliaria en Japón, quien optó por un proceso deflacionario lento que no trastocara su conservador sistema político y social a costa de perder posiciones como potencia emergente. En el caso de Norteamérica es poco probable que acepte esta salida y se resigne a una perdida cualitativa de su liderazgo y en el caso de Europa, por otros motivos, también es impensable que la clase obrera y los sectores populares acepten las medidas deflacionarias casi sin chistar como fue el caso de Japón en la década de 1990.
¿Cuál será el elemento disparador de una crisis en este bloque hegemónico, responsable de la actual crisis pero que los primeros años de la misma salió reforzado, como demuestran su presión especulativa contra la deuda soberana en Europa o su crítica al acuerdo alcanzado por Obama para reducir el déficit por timorato en sus ataques a la seguridad social? No lo sabemos, pero una nueva recesión en los países centrales; una catástrofe financiera como la bancarrota del Lehman (¿la caída del Bank of America? ¿el default griego y la bancarrota de grandes bancos europeos? , etc.); un salto en la crisis del dólar o la aceleración de la perdida de preeminencia de los EEUU a nivel internacional podrían serlo.
En este marco, esto es de acumulación de crecientes dificultades y bajo la presión de los acontecimientos, no pueden descartarse intervenciones mucho más contundentes y agresivas de los estados sobre sus economías cuyas formas particulares estarán asociadas en gran parte a los ritmos que adopte la lucha de clases. Que, aunque aún no llegó ese momento (y que por ahora están intentando seguir emparchando con medidas de ajustes neoliberales que cada vez dan menos resultado), la pérdida por la burguesía y sus gobiernos del control de la gestión de la crisis, reactualizarán la posibilidad de intervenciones estatales tipo New Deal o en el otro extremo Mussolini o Hitler y todo tipo de forma intermedia o hibrida de esos planes extremos. La duración y profundidad de la crisis actual que ya lleva 4 años nos obliga a pensar estratégicamente, y siguiendo el método de Marx, -que afirmaba que las formas superiores de todo fenómeno daba la clave de las formas inferiores- debemos ver que hoy las lecciones históricas de la crisis del 30 (aunque todavía la magnitud de la actual no llega hasta ahí) es una fuente de enseñanzas para pensar el porvenir de la economía, la lucha de clases y la relaciones entre estados. Que bajo la presión del previsible deterioro de la principal economía del mundo y la agudización de la lucha de clases, había que pensar lo “impensable” y que no podemos razonar las políticas burguesas en situaciones de desesperación, sólo en términos de bloques económicos existentes y de sus posibilidades de reconfiguración pacificas. Por ejemplo en la década del 30, Roosevelt que estaba por origen estrechamente ligado al capital financiero, dio un giro bonapartista, enfrentándose a ese sector de clase y a otros sectores burgueses que sólo posteriormente y viendo los “éxitos” del New Deal, lo apoyaron. En este sentido tenemos que buscar una visión más íntegra que piense más allá de las configuraciones económicas actuales de las clases dominantes y que de profundizarse mucho la crisis, habrá sin duda intentos de reeditar con mayor o menor éxito fenómenos desaparecidos de la escena histórica como los “capitalismos de Estado”, ya sea de forma más bonapartista-fascista o bajo algún tipo de alianza con los sindicatos (según como se desarrolle la dinámica de la lucha de clases), frente a la impotencia y los reiterados fracasos de los lineamientos y las políticas aplicadas hasta ahora. En estas condiciones previsiblemente aumentarán las disputas entre las diversas potencias, en un marco general de decadencia del poderío norteamericano.
El proceso de ajuste no solo es nacional sino internacional
La política comercial y de cambios de los próximos años va a decidir quien asume la mayor carga en la contracción del mercado mundial. Los países de la periferia que vienen basando sus patrones de desarrollo en el modelo exportador y en los superávits comerciales consiguientes, son reticentes a modificar sus políticas comerciales que tanto éxito les han traído las últimas décadas. Dicho de otra manera se niegan a tomar los pasos necesarios para ajustarse. Pero el control de la demanda por los países deudores y con déficits comerciales, en especial los EEUU, puede darle la llave para parar en seco el ascenso de estas países como China y exigirle condiciones a cambio de mantener abierto sus mercados. Hasta ahora el actual bloque dominante norteamericana se ha negado a usar una política proteccionista ya que han sido precisamente las multinacionales y las altas finanzas que se han beneficiado del patrón de crecimiento norteamericano en crisis terminal y que lleva no solo a la deuda, al déficit insostenible sino a una des-acumulación. Pero la continuidad de la crisis y la persistencia y profundización del desempleo puede llevar a dejar atrás esta política de libre comercio y cambio. Este fue el caso de Gran Bretaña en 1930-31, lo que le permitió amortiguar la crisis (a diferencia por ejemplo de los EEUU, que haciendo abstracción de las demás diferencias – era como China hoy, el país con el superávit comercial más grande) e imponerle a su vez fuertes concesiones a sus socios comerciales que necesitaban desesperadamente seguir exportando a su gran mercado interno.
Esta política dura en el plano comercial puede cambiar la relación de fuerzas en especial con países ultra dependientes del mercado mundial como China, que en el marco de sus propias contradicciones internas y desequilibrios, pueden verse obligados a medidas aperturistas y privatizadoras sobre sus principales activos: las grandes empresas del estado. En otras palabras, la decisión de Suiza de fijar una parida fija a su moneda con respecto al euro, devaluando fuertemente el franco a lo que puede seguir próximamente en igual sentido Japón, son los primeros disparos de una guerra cambiaria y comercial cuyas municiones más grandes aún no se han disparado.
Hacia crisis en las alturas y oportunidades para la lucha de clases
Estratégicamente, en el marco de la acumulación de problemas de los años por venir, son políticamente factibles escenarios hoy día impensables por el enorme peso y reforzamiento del bloque hegemónico neoliberal en los primeros momentos de la crisis. Pero la existencia de éste último elemento, plantea que cualquier transición desde el ángulo de la cúpula burguesa no será fácil. La resistencia del actual bloque hegemónico a ceder puede generar fuertes crisis en las alturas. La dificultad y lo gigantesco de las tareas a encarar para restablecer un nuevo equilibrio capitalista pueden llevar a debilitar la unidad y cohesión de la clase dominante, lo que puede abrir oportunidades inéditas para la clase obrera y los sectores populares. Sin embargo, si esta por la ausencia de preparación o por falta de una dirección determinada al no lograr sacarse en el periodo previo el rol nefasto de las direcciones sindicales traidoras y la influencia de los partidos de centroizquierda y/o reformistas, puede desaprovechar el momento y permitir que sus fuerzas se desgaste y sean variantes de extrema derecha (¿Una nueva variante más radical que los “neocon”?) o de centro-derecha las que dan una salida a la crisis
Por eso a cuatro años de la crisis mundial, ya no solo se trata de interpretarla sino de transformarla revolucionariamente al servicio del proletariado. Todo otro pensamiento es mero economicismo o adaptación a los regímenes democráticos burgueses en decadencia, y no avanzar en sentar las bases de un nuevo pensamiento estratégico del proletariado que al igual que el rearme ideológico y estratégico de Lenin en el media de la Primera Guerra Mundial le permita al proletariado transformarse otra vez en clase hegemónica, capaz de dar una salida a todos los sectores explotados y oprimidos frente a la catástrofe que nos amenaza.
1. Project Syndicate, 2/8/2011
2. El consumo de los hogares en China alcanza el 35% del PBN, desequilibrio que no tiene precedentes históricos y es una muestra de la repartición de la renta nacional totalmente en detrimento de los trabajadores
3. ¿Alguien se acuerda del fin de los ciclos en relación a la economía norteamericana de la segunda parte de la década de 1990? ¿O de la “Nueva Economía” y de los nuevos paradigmas de la economía basada en internet? ¿Y de los NICs y nuevos NICs? Igual destino sufrirá la nueva moda de los BRICs.
4. Albert Oustric: banquero francés cuyas especulaciones arruinaron muchos bancos y provocaron en 1930 la caída del gabinete Tardieu. Serge Alexander Stavisky fue otro banquero cuyas oscuras operaciones incluían abultadas entregas de dinero a la policía y a políticos burgueses. Su misterioso suicidio en enero de 1934 fue tan comprometedor para sus amigos del gobierno Chautemps que éste cayó. La derecha que intentó el golpe de estado del 6 de febrero de 1934 utilizó mucho este escándalo en su agitación.
5. Hoy en día una elite de 9 entidades domina las finanzas globales. Están son: JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Deutsche Bank (del que Alan Greenspan es asesor), el suizo UBS; la británica Barclays; Credit Suisse; Bank of America; y Citigroup (accionista de la calificadora Moody’s).