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Argentina

El movimiento obrero precarizado a la vanguardia de la lucha de clases

22/04/2006

El gobierno de Néstor Kirchner parece gozar de una situación económica extraordinaria y gran popularidad. El ultimo dato económico informa que “la producción industrial aumentó 7,2% en marzo respecto a un año atrás y ya lleva 40 meses seguidos de recuperación primero y de crecimiento después” (Clarín 20/04). Por otro lado la imagen presidencial tiene altísimos índices de aprobación. Sin oposición, habiendo superado la amenaza de un pico inflacionario mediante el acuerdo con ganaderos y supermercadistas en torno a los precios y con los sindicatos poner topes a los aumentos salariales del 19%, el kirchnerismo navega tranquilo en las aguas del poder.

Pero, una serie de luchas obreras de los sectores más precarizados de la fuerza de trabajo que vienen teniendo lugar en Argentina, enciende las luces rojas de la preocupación oficial. Primero fue el estallido del conflicto de los petroleros y obreros de la construcción de Las Heras, Santa Cruz, la provincia presidencial. Allí una huelga con piquetes dirigida por un cuerpo de delegados de base fue intentada quebrar deteniendo a su dirigente Mario Navarro lo que provocó una revuelta popular que liberó a Navarro con el saldo de un policía muerto. La respuesta oficial fue la ocupación militar por la gendarmería de Las Heras y las plantas petroleras, la detención de 19 trabajadores (hoy quedan 7 detenidos y procesados acusados del homicidio del policía muerto). La dirigencia sindical de petroleros -enrolada en el kirchnerismo- dio la espalda a este conflicto. La crisis desató una dura interna kirchnerista que le costó el puesto al gobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo y el reconocimiento público de Kirchner sobre apremios ilegales contra los detenidos.

Otro conflicto que tomó gran repercusión pública fue el de los empleados de las empresas tercerizadas del subte de la Ciudad de Buenos Aires, que pedían su pase al convenio colectivo de la Unión Tranviario Automotor (UTA) quienes el martes 11 de abril y el miércoles 12 impidieron el tráfico y ocuparon las cabeceras de las estaciones subterráneas. El mismo miércoles las fuerzas policiales por orden directa del ministro del interior Aníbal Fernández, desalojaron las ocupaciones en las estaciones Primera Junta, Federico Lacroze y Once. El cuerpo de delegados del subte, una dirección antiburocrática pero moderada levantó el paro a cambio de una promesa de negociación.

Muchos casos más, pero de menor repercusión publica como el de los contratistas de Telecom y Telefónica y otros que no salieron a la luz hablan de una nueva realidad de la lucha de clases argentina donde están germinando los primeros pasos de un nuevo movimiento obrero, precarizado y sin derechos en sus lugares de trabajo.

El precariado laboral

La existencia de una enorme fuerza de trabajo precaria es constitutiva de la situación actual de la clase obrera argentina. Son parte de ella “un 46% (poco más de 5 millones) de los asalariados, entre ellos los trabajadores inmigrantes bolivianos de la industria textil que sufren trabajo forzoso (...). También son precarios los “tercerizados”, producto del fraude laboral al que recurren las empresas para pagar menores salarios” (La Verdad Obrera 185 20/04). Hay que sumar a ello a los trabajadores desocupados.

La segmentación de la fuerza laboral es un resultado directo de las políticas flexibilizadoras aplicadas en la década del ’90 y su consecuencia es una fragmentación interna en el proletariado que se expresa en la desigualdad de las condiciones de trabajo y de las remuneraciones salariales. Actualmente los sindicatos están llevando a cabo negociaciones salariales, pero este sector laboral está por fuera de las negociaciones colectivas, que para algunos analistas, “sólo incluyen a una fracción del conjunto de los asalariados ocupados, 2.402.088 sobre un total de 10.948.395, es decir apenas un 21,9%” (La Verdad Obrera 185 20/04).

Gobierno, sindicatos y precariado

Kirchner busca fortalecer a los sindicatos como mecanismos de contención con la intención de evitar desbordes en las demandas salariales como ocurrió en el 2005. Así el dirigente de la Confederación General del Trabajo (CGT) el camionero Hugo Moyano se ha transformado en el aliado estratégico del kirchnerismo. Juntos han acordado topes para los aumentos salariales estipulados en un 19% que es lo que obtuvieron los camioneros. Empleados de Comercio, UPCN, bancarios, han acordado salarios respetando los topes. Esta realidad le permite al gobierno contar con la pasividad de los sindicatos que contienen a la franja de trabajadores en blanco que fue protagonista de las fuertes disputas salariales del 2005. Pero al hacerlo deja por fuera a la mayoría obrera precarizada, cuando la precarización es una de las razones de las actuales luchas obreras.

La huelga de Metrovías (subte) puso en el debate público el tema de la precarización y se advierten las señales de alarma. Como define un editorialista “La huelga en subterráneos es la semiplena prueba de que con Hugo Moyano y la CGT de aliados no alcanza para apaciguar el frente social.” (Pagina 12 15/04). Da cuenta así de una realidad peligrosa, la ausencia de representación sindical del precariado y por lo tanto de mediaciones que contengan. En este sentido el analista sindical Julio Godio, explica que “El conflicto (...) con los trabajadores de una empresa que terceriza los servicios de seguridad de Metrovías debería ser incluido en una visión más amplia de cierto tipo de conflictos laborales (...) En todos estos conflictos existe una exasperación de sectores de trabajadores por salarios y condiciones de trabajo. Ahora bien, esa exasperación no tiene aún canalización político-institucional y ha desembocado en huelgas salvajes y en enfrentamientos cruentos.” Por ello recomienda a los dirigentes que “Para evitar que esto ocurra, sería necesario canalizar sistemáticamente sus demandas. (...) Se debe regular claramente a los trabajadores de empresas tercerizadas que tienen derecho a sindicalizarse o a participar en los grandes sindicatos.” (Julio Godio Pagina12 13/04) Pero la responsabilidad de los sindicatos en la actual situación de los trabajadores por la complicidad de la dirigencia sindical con el neoliberalismo en la década pasada y con las políticas patronales inhiben a estas organizaciones, en manos de la burocracia, para llevar adelante la tarea de organizar y darle representación a esta capa del proletariado. Frente a ello y si el activismo se inclina hacia la izquierda la única respuesta posible del gobierno es la represión a la vanguardia obrera.

Por nuevas organizaciones de base

El despertar del precariado y las organizaciones de base (comisiones internas y cuerpos de delegados) conquistados a la burocracia permiten pensar la recomposición de la fuerza del movimiento obrero y su unidad desde abajo. Como sostenemos en La Verdad Obrera (185 20/04) “Se puede empezar a dar pasos en la unidad de la clase trabajadora en cada lugar de trabajo. La lucha de los petroleros de Las Heras mostró el ejemplo de asambleas comunes y un cuerpo de delegados unificado de los trabajadores bajo el convenio petrolero y los tercerizados de la UOCRA. Recientemente, en la Línea B de subterráneos se realizaron asambleas con los compañeros de las empresas tercerizadas para decidir los pasos a seguir luego de la represión del gobierno. Pero esta unidad en la lucha no puede ser casual, hay que prepararla. Las organizaciones de base de los trabajadores, las comisiones internas y los cuerpos de delegados, deben darle a los compañeros precarizados los derechos que le niegan las patronales y el Ministerio de Trabajo. Se necesitan cuerpos de delegados e internas que representen a todos.” Luchar por esta perspectiva implica también luchar contra el espíritu corporativo y economicista que siembra la burocracia entre los trabajadores sindicalizados.

La unidad de demandas y la organización democrática común, así como la autodefensa frente a la represión, son las tareas planteadas para permitir que el conjunto de la clase trabajadora avance en el camino de la recuperación de sus organizaciones en manos de la burocracia, para realizar su experiencia con el gobierno y para que vaya destacando una vanguardia dispuesta a luchar por la independencia política de clase.

Un desafío para la izquierda obrera y socialista

El 24 de marzo el gobierno puso en el centro del debate público a la izquierda, calificándola como una “izquierda siniestra”. Era un ataque preventivo mientras negociaba con los burócratas sindicales los topes salariales. Temen que la izquierda logre ser representativa de los sectores avanzados en lucha. La emergencia de una nueva camada de la vanguardia obrera combativa brinda la posibilidad para que la izquierda obrera y socialista que milita en la lucha de clases agrupe fuerzas tras un programa y una estrategia independiente de la burocracia sindical y el kirchnerismo. Desde el PTS hace tiempo que venimos planteando la coordinación efectiva de las luchas obreras y los luchadores en organizaciones democráticas, para ir preparando los conflictos, rodeando de solidaridad las luchas existentes, para luchar por recuperar las comisiones internas, los delegados y las seccionales sindicales, enarbolando un programa de lucha antiburocrático, anticapitalista y contra el gobierno. Sectores sindicalistas como los compañeros del Movimiento Intersindical Clasista (MIC) se han negado a esta perspectiva para no chocar con algunos burócratas sindicales de la CTA, y mantenerse neutrales frente al kirchnerismo. La misma actitud tomo la izquierda socialista partidaria como el PO y los MST.

El desafío es claro: estructurarse fuertemente en la clase trabajadora para oponer al gobierno que garantiza la continuidad del dominio imperialista y de la clase capitalista, la lucha por la independencia política de los trabajadores bajo un programa socialista. Intervenir junto a los activistas y luchadores en las luchas presentes y por venir con el claro fin de prepararnos para pesar decisivamente cuando las ilusiones en el reformismo light de Kirchner den lugar a un nuevo auge de luchas políticas de la clase trabajadora.

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