DECLARACIÓN DEL MRT DE BRASIL
¿Cómo debe ubicarse la izquierda ante la operación sobre Lula y el impeachment?
04/03/2016
Los trabajadores, la juventud y la izquierda necesitan una política independiente frente a la crisis política.
Declaración del MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO DE LOS TRABAJADORES
Hoy en todos los lugares de trabajo y estudio no se habla de otro tema que no sea la enorme operación de la Policía Federal (como parte de la nueva fase de las investigaciones sobre los esquemas de corrupción en Petrobras, conocida como “Lava Jato”) que llevó por la fuerza a declarar al ex-presidente Lula. Esto se combina con las noticias sobre la declaraciones contra Lula del “arrepentido” Delcídio do Amaral, senador del PT, que todavía no han sido confirmadas ni negadas en su contenido y que colocan a Lula y a Dilma en el centro de la relación con las constructoras contratistas y la corrupción en Petrobras. Esto sucede en la misma semana en que el gobierno entregó al imperialismo las enormes reservas petroleras de la zona marítima conocida como el Pre-sal. Toda esta situación pone nuevamente sobre el tapete la política de impeachment (juicio político), un reaccionario mecanismo impulsado por los sectores más conservadores y de derecha del Congreso Nacional. Combinado con eso el Poder Judicial avanza en acciones “bonapartistas” sin la condena de hecho, recurso utilizado para dirimir disputas entre los propios intereses capitalistas, imperialistas y los partidos que los representan, pero que mañana serán utilizados contra el movimiento obrero y sus organizaciones, como fue en la dictadura.
El sentimiento de muchos trabajadores y jóvenes es en primer lugar de indignación con la corrupción, que alcanza a todos los partidos del orden, en un momento en que el gobierno avanza cada vez más en los recortes de presupuesto. Es también un sentimiento de indignación con los despidos que comienzan a sentirse de forma cada vez más cruel en especial en la industria, no sin resistencia. Un sentimiento de revuelta cuando vemos la situación de las escuelas y universidades, la situación en que están los profesores en nuestro país, supuesta “patria educadora”. No por nada comienzan a generalizarse huelgas en la educación en todo el país, con centro en Rio de Janeiro.
Muchos trabajadores y jóvenes tienen ilusiones en que la justicia pueda ser una alternativa efectiva en el combate a la corrupción. Sin embargo, ya no faltan muestras de que los jueces, que ni siquiera son elegidos por el pueblo, no son imparciales y tienen múltiples relaciones con los políticos, los empresarios y el imperialismo. Basta ver cómo las denuncias contra Cunha, los tucanos (PMDB) y la derecha del país no tienen el mismo peso en las investigaciones de corrupción que las realizadas contra el PT. Los jueces deberían ser todos electos por el pueblo por sufragio universal y las decisiones judiciales deberían ser tomadas por jurados populares, es la única forma en que la justicia podría ser imparcial. Solo así la corrupción podrá ser verdaderamente investigada y castigada.
Este sentimiento de revuelta e indignación no puede ser canalizado por la derecha, como quieren hacer todos los partidos de oposición burguesa como el PSDB, DEM, entre otros, al convocar a una manifestación para el día 13 de marzo defendiendo el juicio político, y que en ese momento lo único que quieren es garantizar el juicio político para implementar un plan de ajustes aun más duro que el que está siendo implementado por el gobierno de Dilma. Un impeachment reaccionario como este no solo facilitará los ataques de la derecha sino que le seguirá un ataque frontal a la clase trabajadora y sus instrumentos de lucha, como a toda la izquierda, en la que el PT hace ya mucho tiempo no está incluido.
Por eso, ante esta situación hay que rechazar el impeachment y organizar a los trabajadores y a la juventud en forma independiente para enfrentar los ajustes y ataques del gobierno del PT, luchando a través de una fuerte movilización popular para imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, enfrentando a este régimen de 1988, que fue pactado con militares y torturadores de la dictadura, donde sea la población que decida los rumbos del país, imponiendo que todo político, juez y funcionario público de alto escalafón gane el salario de una docente, que todo político que no cumpla con el mandato popular sea inmediatamente revocado de cualquier cargo por la propia población, que no se pague la deuda pública para poder destinar esos fondos a la salud, y que los trabajadores reviertan todos los acuerdos económicos con el capital extranjero contra la población, como la entrega del Pre-sal, y que esto sea destinado enteramente a la educación. Esta ruptura con el imperialismo pasa también por la abolición del latifundio y la más amplia reforma agraria al servicio de los trabajadores del campo. Para que estas demandas sean llevadas adelante es necesaria la más fuerte movilización independiente, como hicieron los estudiantes secundarios de San Pablo, pero ahora en todo el país, para tomar en nuestras manos los grandes problemas y que la crisis no sea descargada sobre nuestras espaldas.