Post de El diablo se llama Trotsky
El oro y la plata se quedan en el Vaticano… y en #Brasil sólo habrá discursos “pacificadores” (hacia el pueblo pobre y trabajador)
23/07/2013
Como no podía ser de otra manera (LaNación hizo una sección especial en su portal), los medios locales fueron completamente genuflexos y funcionales ante el flamante papa “argentino y peronista”… y hasta llegaron a llamar “revolución”(!?) lo que generó en su primer día de visita al Brasil Jorge Bergolio/Francisco.
Algunas cuestiones.
Dijo el papa: “no tengo oro ni plata”… pero ¿no habrá querido decir “no traigo”? ¿Acaso no hay oro –¡y mucho!– en el Estado Vaticano? Esos fueron (algunos de) los metales que se robaron, de nuestra América, los países conquistadores europeos junto a las “cruzadas” vaticanas-cristianas, haciendo yugar a los pueblos originarios, hace ya cientos de años (que alguien le pase Las venas abiertas de América Latina a este hombre, para que recuerde cómo saquearon nuestras tierras con la espada y la cruz…). Entonces ¿para qué “traerlos” (devolverlos), no?
Todas las melifluas frases de Francisco son funcionales a la pacificación de un país… militarizado hasta los tuétanos. Como si no fuera poco lo que ya se ha hecho en esta materia, previo a las grandes movilizaciones de junio –por ejemplo años antes con “operativos” en las favelas–, con la visita del nuevo papa, se incrementaron las “medidas de seguridad”, aumentando la hostilización hacia la población pobre y trabajadora de Brasil.
Esto decía una nota resumiendo las medidas tomadas por el gobierno del PT para Río de Janeiro ante la llegada de Francisco: “Pocas veces en la historia de la ciudad se ha visto semejante despliegue de las fuerzas de seguridad. Hay 10 mil integrantes del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea en puntos considerados de seguridad máxima. Otros 5 mil militares están acuartelados, listos para ser movilizados en cualquier momento, si es necesario. Las fuerzas policiales de Río fueron movilizadas en su totalidad: más de 14 mil efectivos. Hay tropas de la Fuerza Nacional de Seguridad distribuidas en puntos estratégicos. Todos éstos, más agentes disfrazados y oficiales de inteligencia esparcidos por las calles. Un total de poco menos de 50 mil hombres de seguridad vigilan la estancia de Francisco. El costo total del esquema de seguridad será de unos 35 millones de dólares.” Esto sí que es “opción por lo pobres”: tomar “la opción” de gastar millones… para amedrentarlos.
Que el papa haya “roto los protocolos” (tal como hacía el finado Néstor Kirchner cuando asumió la presidencia en 2003, en medio de una crisis monumental, del descrédito de las castas políticas) y se haya “lanzado hacia la gente que lo quiere” es solamente una muestra más del “populismo” (demagogia) que caracteriza a una de las misiones que tiene que llevar a cabo el nuevo pontífice, en una iglesia católica sumida en una crisis muy profunda, que ha perdido millones de fieles en Brasil –en este caso, en manos de otros “cultos”, como el evangelismo– y en todo el mundo. (Cliqueando acá pueden leer la cantidad de posts que hemos hecho en este blog referido al tema.) De ahí el aggionamiento, que incluye el uso las “modernas” “redes sociales”… y la aceptación de esta “realpolitik” (pragmatismo) por parte de algunos blogs peronistas.
La presidenta Dilma Rouseff, por supuesto, chocha de la vida: llega un “aliado espiritual” para (intentar) pacificar el convulsionado clima social y político del país. (Dijo la sucesora de Lula respecto al papa: “Un hombre que viene del pueblo latinoamericano, de nuestra vecina Argentina, agrega más condiciones para crear una alianza (entre el gobierno brasileño y la Iglesia Católica) de combate a la pobreza y de diseminación de buenas experiencias”…)
Y sin embargo, pese a estas alianzas reaccionarias de los gobiernos populistas de la región con una de las principales instituciones contrarrevolucionarias del planeta (Emir Sader –él mismo un simpatizante del PT– analiza y dice que, con una “imagen simpática”, el discurso de Francisco se mantiene “conservador en los temas básicos que interesan a la juventud y en los que podría renovarse el mensaje de la Iglesia: el papel de las mujeres en esa comunidad, aborto y divorcio, entre otros”), se convocan a marchas y protestas –reprimidas–.
De todas maneras, al parecer, hay muchos sectores de manifestantes opositores al gobierno brasilero que, sin embargo, no se proponen protestar “contra el papa del pueblo” (ubicación o “perfil” conscientemente elegido por el sucesor de Ratzinger), sino aprovechar la “concentración mediática mundial” para mantener y difundir aún más las protestas que comenzaron contra el aumento del boleto de transporte, y se extendió luego hacia otras demandas contra la vida precaria… (como bien ha explicado en un reportaje el sociólogo brasilero Ricardo Antunes en la revista Ideas de Izquierda, la movilización que comenzaron sectores amplios de clases medias fueron el “prólogo” para que luego se ampliara a los de clases asalariadas y “faveladas”…)
Así las cosas, las movilizaciones de masas tienen un “doble enemigo” a enfrentar. Como plantea una columna de análisis hoy, tanto el Vaticano como el Estado y gobierno brasileros enfrentan desafíos parecidos: escuchar “la voz de las calles”, so pena de ser –tarde o temprano– “destronados”…