Gran Bretaña
Jornada nacional de lucha
03/05/2008 LVO 275
En lo que fue un verdadero día de lucha, el pasado jueves 24 de abril miles de docentes y empleados estatales y municipales protagonizaron un paro de 24 horas contra la medida del tope salarial por debajo del nivel de inflación impuesta por el gobierno de Gordon Brown. Los distintos sectores en lucha organizaron marchas comunes en distintas ciudades de Inglaterra en una jornada apodada por muchos como “jueves de descontento”, en una alusión simbólica al “invierno de descontento”, como se conoce la oleada de huelgas iniciadas por el sector público y que se extendió a sectores del proletariado industrial en diciembre de 1978-febrero de 1979 contra el congelamiento salarial del entonces gobierno laborista.
Los medios calculan que más de 100 mil empleados públicos, 30 mil docentes secundarios y 250 mil docentes primarios se sumaron a la huelga. El alto grado de acatamiento a las medidas de fuerza y la alta participación en las marchas son una expresión de la bronca frente a un gobierno que, en continuidad con la política de Tony Blair, destina miles de millones de libras en aventuras belicistas, salvar a bancos privados, otorgarles millonarios sistemas de premios y bonos a los empresarios y favorecer los negocios de las grandes empresas capitalistas.
La fortaleza de la economía bajo el mando de Gordon Brown fue uno de los pilares que permitió la continuidad de Blair en el poder por 10 años. A su vez, fue en esta reputación en lo que se basó Brown para ocupar el puesto de Primer Ministro. Sin embargo, su receta económica era (es) un modelo a semejanza del de EE.UU., es decir, un crecimiento basado en la expansión de los mercados financieros, pero paradójicamente, ahora se está viendo la vulnerabilidad de la economía británica producto de su atadura a ellos.
Bronca ante la pérdida del poder adquisitivo
Es en este marco de crisis económica, con una gran pérdida del poder adquisitivo, la inflación más alta en los últimos veinte años y una serie de ataques a los sectores más vulnerables, que los docentes y estatales salen a hacer frente al gobierno.
Recordemos que, en Gran Bretaña, el nivel de la lucha de clases viene de muy atrás, por ejemplo en el caso de los docentes primarios se trata del primer paro de escala nacional en 21 años, y no estamos hablando de un sector pequeño de trabajadores, todo lo contrario, el sindicato que los agrupa, NUT, es el sindicato docente más grande de Europa. Hay mucha bronca entre los docentes, no sólo por el tema salarial sino también por las condiciones de trabajo, ya que cada vez se les exige más trabajo extraescolar y las clases son cada vez más numerosas. En sus testimonios cuentan que trabajan entre 50 y 55 horas por semana y tienen clases de más de 30 alumnos, (Socialist Worker N° 2097, abril 2008). Los maestros jóvenes ingresan a su primer trabajo ya ahorcados económicamente porque tienen que ‘devolverle’ al gobierno los préstamos que pidieron para poder pagar sus aranceles del magisterio.
Esto es gracias a Tony Blair que reemplazó las becas universitarias masivas gratuitas para pagar los aranceles universitarios, por un sistema de ‘préstamo-crédito’ que se descuenta automáticamente a partir del primer salario. Frente a la pérdida del poder adquisitivo los docentes salieron a rechazar la negociación de un 2,45% de aumento, frente al 10% que pedían. El ofrecimiento del 2,4% es una bofetada cuando el aumento de los productos básicos está muy por encima: se calcula que los alimentos aumentaron un 7,4%, la gasolina 20%, el agua 5,5%, el gas 12,3% y electricidad 7,9% (datos del Índice de Precios de Venta al Consumidor). Además sus salarios vienen negociándose por debajo del nivel de inflación desde hace cuatro años. Los docentes hicieron escuchar su demanda de “¡Salario justo para los maestros!”. Por su parte, los trabajadores de algunas dependencias del sector estatal y municipal se movilizaron con la consigna “Salario justo para todos” reclamando un aumento, como mínimo, equivalente a la suba de los precios al consumidor.
Lo novedoso de esta jornada de lucha es la unidad de distintos sectores de trabajadores con la particularidad de que en muchos lugares de trabajo se organizaron piquetes y se marchó hasta el lugar de convocatoria central. Contaron además con el apoyo de piquetes montados en las puertas de otras dependencias estatales que no estaban en huelga porque tienen otro convenio. Ambos sectores han dicho que el 24 de abril ha sido el primer paso en una serie de protestas contra la devaluación del salario y al cierre de esta edición ya han anunciado nuevas acciones de lucha.
Pero no son sólo los sectores de “cuello blanco” los que salieron a la huelga esta semana. Es sintomática también la emergencia de una lucha obrera en una refinería de petróleo en Escocia, donde los 1.200 obreros abandonaron la planta, obligando a la patronal a cerrar la refinería, para plegarse a una huelga de 48hs. contra el aumento de la edad jubilatoria de 60 a 65 años en una profesión totalmente insalubre y con extenuantes jornadas de trabajo, mientras la empresa contratista hace ganancias exorbitantes.
Un nuevo ‘sondeo’ para el gobierno
A esta situación se suma el masivo repudio a la nueva reforma fiscal de Brown (ver aparte). En este marco, el 1° de mayo se celebran elecciones locales y municipales en Inglaterra, Gales, y de Intendente de Londres. Seguramente estarán teñidas por el descontento proveniente de distintos frentes como expresamos, y serán sin duda un termómetro para el nuevo laborismo que viene perdiendo votos en el último tiempo, facilitando el fortalecimiento de los demócratas liberales y la recomposición de los conservadores.
Al igual que Blair cuando tuvo que enfrentar una rebelión parlamentaria al tomar la decisión de atacar Irak en marzo de 2003, Gordon ha enfrentado una rebelión en sus filas por la reforma fiscal. El gobierno actual arrastra la impopularidad de Blair antes de su renuncia, pero dado el actual marco económico, tiene menos margen de maniobra para hacer frente a la crisis.
El laborismo ya ha demostrado que no tiene nada bueno que ofrecer a los trabajadores y la izquierda, cuyo grupo más numeroso es el Socialist Workers Party (SWP), que se negó a levantar una perspectiva de clase porque se dedicó a construir Respect, un alianza-partido oportunista con grupos religiosos y ajenos a los intereses de los trabajadores. Pagó caro su oportunismo, ya que Respect se dividió y para las elecciones a intendente de Londres van separados: George Galloway, llama a votar por el candidato del laborismo, Ken Livingstone, y el SWP presenta su candidatura propia con Lindsey German.
Jornadas de lucha como la que vimos el 24 reflejan nuevos síntomas incipientes de combatividad que ponen en otra perspectiva los problemas de un gobierno ya debilitado, y crean las posibilidades para empezar a discutir la necesidad de una alternativa independiente para los trabajadores.
La reforma fiscal:
Nuevo ataque a los más pobres
Como si los docentes y estatales no tuvieran suficientes motivos para salir a pelear, al gobierno no se le ‘ocurrió’ nada mejor que lanzar una medida antipopular una semana antes de la huelga: la modificación del sistema de impuestos a la renta. Hasta ahora, los impuestos estaban comprendidos en bandas de tal manera que el sector con salarios más bajos pagaba 10% de impuesto, la segunda banda 20% y la tercera, de grandes ingreso, 40%. Bajo el nuevo sistema se elimina la banda más baja, lo que representa un aumento de los impuestos a los contribuyentes con salarios más bajos, que pasa así del 10 al 20%.
Esta media provocó la ira no sólo en los sectores más afectados sino incluso en sectores que son base social del laborismo, que ven cómo este partido se aleja cada vez más de sus premisas de protección a los sectores más necesitados. Hubo una amenaza de ‘rebelión’ entre un grupo de diputados laboristas para quienes esta reforma ya era demasiado, y se agruparon para votar en contra. De haberse llevado adelante la votación, era muy probable que el gobierno perdiera, provocando una crisis de alto nivel, con la posibilidad de que se pidiera un voto de confianza al gobierno (mecanismo parlamentario para ratificar o quitar el apoyo al Primer Ministro). Tal fue la serie de críticas que despertó esta reforma, que el gobierno ha tenido que salir a dar ‘compensaciones’ a esta medida anunciando promesas que seguramente no cumplirá: aumento del salario mínimo, créditos para el pago de combustible en invierno para los jubilados y ayudas a padres solteros. Dada la impopularidad de esta medida y la posibilidad de que se le volviera como un boomerang contra el gobierno, no han faltado las comparaciones con el poll tax durante el gobierno de Margaret Thatcher, un impuesto a la vivienda ‘por cabeza’ (se calculaba según la cantidad de personas que habitaban una vivienda, afectando a las familias numerosas de ingresos más bajos) que generó una militancia de base organizada en comités que duró un año y terminó en la marcha del 31 de marzo de 1990 en la célebre Trafalgar Square donde se protagonizó uno de los riots (disturbios) más grandes en la ciudad de Londres.