La necesidad de un programa clasista de las mujeres contra la opresión y explotación
08/03/2007
El día 8 de marzo tiene que ser un marco para la lucha contra las opresiones que viven las mujeres y la intensa explotación a la que son sometidas las trabajadoras. De los más pobres del mundo, 70% son mujeres. Las mujeres trabajan el doble en relación a los hombres en trabajos no remunerados, como el cuidado de la casa y de los hijos, mientras el promedio de nuestro rendimiento en el trabajo, por hora en Brasil, es cercano al 21%. Las mujeres son el 55% de los trabajadores que reciben un salario mínimo de hambre.
Hoy vemos que buena parte de las organizaciones que tienen actuación en la cuestión de las mujeres y en la lucha contra nuestra opresión y explotación mantienen nuestras demandas en el marco de lo poco que nos puede dar el parlamento y el Estado burgués. No hacen un corte fundamental de clase que existe. Son las mujeres trabajadoras las que sufren con la doble jornada, los puestos más precarizados de trabajo y las que tienen que someterse a la explotación de los patrones (sean éstos hombre o mujer). Y en esta lucha las mujeres trabajadoras junto con nuestra clase son quienes tienen que estar al frente con un programa que responda a nuestras necesidades, combatiendo toda la opresión y explotación a la que somos sometidas.
Algunas organizaciones feministas, como la Marcha Mundial de las Mujeres, la principal organización de la coordinación del 8 de marzo en Brasil, dirigida por Democracia Socialista (DS)/PT, somete las demandas de las mujeres solo a las exigencias que hacen al gobierno Lula/PT. Por más que hablen, si esta diferencia no se expresa en el programa y en la actuación, mantenemos a las mujeres trabajadoras subordinadas al orden capitalista, a la opresión de clase y enganchadas a los ataques al conjunto de la clase y de la población pobre y oprimida que aplica el gobierno Lula.
DS estuvo en contra de la unificación de la lucha de las mujeres y la lucha antiimperialista en este 8 de marzo. Su argumento era que la venida de Bush no debería molestar la fiesta de las mujeres en el ocho de marzo. No es dificil entender porqué DS quería solo festejar. Su objetivo era intentar evitar que el 8 de marzo, al denunciar toda la política imperialista para Medio Oriente y América Latina, terminara denunciando también la colaboración que el gobierno del PT está dispuesto a dar a cambio de algunas migajas.
Es esta lógica la que permite que estas o demás organizaciones feministas luchen solo por reformas dentro del Estado burgués o que digan que podemos cambiar el mundo sin tomar el poder. Esta política es la que hace, por ejemplo, que diversas organizaciones, incluso MMM, luchen por más espacios para las mujeres en cargos en los gobiernos, en altos puestos de trabajo. Al no poner un marco claro de clase este programa permite que la opresión y explotación sigan existiendo sin grandes choques con la democracia burguesa, y a que cualquier patrón o empresario, independientemente del sexo, explote a sus trabajadores y apliquen las mejores formas para intensificar esta explotación.
Basta ver que fue el gobierno Lula/PT quien aprobó el Super-Simples (ley que otorga incentivos fiscales a pequeños y medianos empresarios y gatilla la desregulación de las leyes laborales, NdT) (contando con el voto de la senadora Heloísa Helena) y que ahora avanza con un paquete de medidas de más ataques a los trabajadores, siendo una de las propuestas congelar el salario mínimo de los empleados públicos y limitar el aumento del salario mínimo. Las mujeres trabajadoras, que son más de la mitad de las que reciben este salario de hambre, saben que nadie, menos aún una familia, puede sobrevivir con este salario. Y este es solo el preanuncio de más ataques que prepara el gobierno Lula, como la continuación de la reforma previsional y la reforma laboral.
El gobierno Lula ya aumentó el tiempo de trabajo de las mujeres para la jubilación en 5 años. Ni siquiera la constitución del ’88, que garantizaba a las mujeres el derecho a jubilarse con 25 años de trabajo, fue respetada. Y ahora, con la continuación de esta reforma, más ataques serán lanzados. En un escenario donde a cada 15 segundos una mujer sufre violencia en Brasil, 7 de cada 10 mujeres por sus maridos o compañeros, el gobierno Lula y las organizaciones feministas que festejan la creación de la Secretaría de Mujeres creada por el gobierno Lula muestran sus límites. La ley Maria da Penha aprobada por el Congreso, que aumenta los castigos a agresiones físicas o morales a las mujeres, sin embargo fue seguida por un recorte del 40% en las partidas destinadas a proyectos específicos para las mujeres. Mientras tanto, este mismo gobierno sigue haciendo proyectos como el PAC ( Programa de Aceleración del Crecimiento) que atiende a grandes sectores de la burguesía y cortando derechos de la clase trabajadora para beneficiar a los burgueses.
Un programa clasista para la organización de las mujeres tiene que responder a toda la opresión y explotación que vivimos. La lucha por el empleo digno, donde no seamos más obligadas a trabajar en los puestos más precarizados de trabajo, estos donde la mayoría de las mujeres son las mujeres negras. Los patrones saben muy bien que la mayor explotación de las mujeres, y más aún la de las mujeres negras, es lo que permite dividir a la clase trabajadores entre los que tienen más o menos derechos y con eso ganar más. Esta es la forma que consigue dividir huelgas y dificultar la organización de los trabajadores. Así, la lucha unitaria de la clase trabajadora por el salario mínimo del Dieese (Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos), de R$1.565,61, es fundamental para armarnos contra la división de la clase y contra la superexplotación de las mujeres. Por esto luchamos por un salario igual para trabajos iguales, con base en el salario mínimo del Dieese.
Ocupamos los puestos de trabajo más precarios: son las mujeres las que cuidan de todo el trabajo doméstico y de los cuidados con los hijos. Esta es la doble jornada donde las mujeres trabajadoras trabajan además horas en sus casas y no reciben ningún tipo de remuneración por esto. Pero quien deja de pagar esto es la patronal, la burguesía y el Estado burgués, poruqe dejan de invertir en lavaderos, comedores y guarderías públicas para ganar más o atender mejor sus intereses. Luchamos por el fin de la doble jornada de trabajo que sobre el sudor extra del cuerpo de cada mujer la burguesía mantiene mejor sus intereses. Luchamos por la garantía de guarderías y escuelas infantiles públicas de tiempo integras, bajo control de las educadoras y usuarias. Así también por la construcción de lavaderos y restaurantes públicos, que puede ayudar a la mujer a liberarse de la doble jornada a la que somos sometidas y que exista un salario digno por este trabajo.
La la licencia por maternidad es otro derecho que el gobierno quiere recortar. Toda mujer que tiene un hijo tiene que tener su licencia por maternidad garantizada de como mínimo seis meses y que tenga la jornada de trabajo reducida en 2 horas hasta los dos años de edad del niño para amamentar y todos los cuidados con el hijo.
No podemos permitir más que la patronal, el gobierno Lula y el Estado burgués creen divisiones en nuestra clase para aplicar más ataques y ganar más. De esta forma, contra el congelamiento de salarios y la restricción del derecho a huelga de los trabajadores propuestos por Lula tenemos que organizarnos en defensa de nuestros derechos e impedir un nuevo ataque de Lula a nuestra clase. La única forma de conquistar los derechos de las mujeres y los derechos de la clase trabajadora, contra la precarización del trabajo y toda la opresión es tener un programa clasista luchando por la unidad de la clase contra los grandes enemigos que tenemos.
Día 25 de marzo, en el Encuentro de Conlutas y la Intersindical, tenemos que avanzar no solo en un programa clasista, sino también avanzar en medidas concretas para la organización de las mujeres trabajadoras en cada lugar de trabajo. Es una necesidad urgente que Conlutas y la Intersindical impulsen una política para romper los límites impuestos a las mujeres por la sociedad capitalista, en vista de que ellas tomen la delantera en las decisiones políticas en sus sindicatos y lugares de trabajo y hacer que los trabajadores incorporen las demandas específicas de las mujeres como propias. El 8 de marzo es solo el principio de la organización de las demandas de las mujeres y de la lucha contra la superexplotación y opresiones a la que somos sometidas.
¡Trabajo en blanco para todas las trabajadoras!
¡Fin de la precarización!
¡Castigo a las empresas que discriminen a las mujeres con salarios menores y precarización! Estabilidad en el empleo para las mujeres!
¡Por la ampliación de la licencia por maternidad!
¡Trabajo igual, salario igual!
¡Por el fin de la doble jornada: construcción inmediata de guarderías, lavanderías y restaurantes en los barrios, lugares de estudio y trabajo!
¡Por un salario mínimo del DIEESE de R$1.565,61!
¡Reajuste salarial automático de acuerdo con el costo de vida!
¡Por el derecho al aborto seguro, gratuito y garantizado por el Estado!
¡Basta de opresión y explotación de las mujeres!