EEUU
Se movilizan un millón de inmigrantes
06/04/2006 La Verdad Obrera 184
La situación reaccionaria abierta desde los atentados en septiembre de 2001 viene sufriendo algunos cambios. La guerra en Irak ha resultado un error estratégico para el imperialismo, (a tal punto que tuvo que hacer públicas sus negociaciones con Irán sobre la empantanada situación en Irak), y ha tenido que enfrentar críticas por los enormes gastos y las bajas estadounidenses en su propio país.
Diferentes crisis, desde el huracán Katrina hasta las divisiones republicanas, han erosionado la imagen de Bush, llevándolo a los niveles más bajos de popularidad. Desde las movilizaciones anti-guerra en 2003, donde participaron mayoritariamente sectores medios blancos (estudiantes y jóvenes), Estados Unidos no ve semejantes manifestaciones políticas.
La iniciativa de Bush sobre los “trabajadores huéspedes” es casi una de las únicas que se mantienen de la agenda de gobierno que prometió llevar adelante después de su reelección en 2004. Se profundizan las divisiones en el partido de Bush, que salieron a la luz con la venta del control de los puertos a una empresa árabe, lo cual provocó declaraciones y votaciones contra el presidente. A este escenario se suman las elecciones legislativas en 2006 y las presidenciales en 2008, donde la inmigración ya se veía como tema importante, así como también de los latinos en general que representa un poderoso fenómeno y en estados como California, Texas o Florida es decisivo electoralmente.
Millones a la sombra de la explotación
La realidad de los millones inmigrantes ilegales que viven hoy en Estados Unidos es una sola: opresión y explotación. Desde su llegada a la “tierra prometida”, huyendo de la miseria de sus países, deben enfrentar la persecución de la policía migratoria, el Estado, patrones abusadores y racismo en una sociedad profundamente dividida y gobernada por una elite blanca y multimillonaria.
Existen en el país cerca de doce millones de inmigrantes ilegales (entre los latinos la mayoría viene de Centroamérica y México), una porción considerable está trabajando actualmente a pesar de su status de “ilegal”.
Realizan cualquier tipo de trabajo (especialmente aquellos de muy bajos salarios y que los norteamericanos no hacen).
La mayoría de las personas que entran ilegalmente a EE.UU. lo hacen justamente huyendo de la situación de sus países de origen, sometidos a los dictados económicos imperialistas (el 71% de los inmigrantes ilegales son latinos). México es el ejemplo más paradójico: profundamente sometido a estos dictados, hace diez años es parte del acuerdo NAFTA con EE.UU. y sus trabajadores arriesgan sus vidas cruzando la frontera para llegar al mismo país que impone los planes que aplican Fox y compañía. Un manifestante latino en Los Angeles decía: “Es por eso (por el saqueo de Estados Unidos) que somos pobres, porque hay desempleo, pobreza y hambre”.
Los trabajadores latinos se transformaron en un sector importante del proletariado, expresión de los “nuevos” sectores de bajos salarios, pocas conquistas y una débil (pero creciente) organización, sobre todo en el sector de servicios y agrícola. La central sindical de EE.UU. (AFL-CIO) se mantuvo en silencio durante décadas, recién hace pocos años impulsó la organización de inmigrantes pero nunca enfrentó la política del gobierno. La fuerte presencia latina se vio durante la importante huelga de supermercados en el sur de California en 2004 (que movilizó 70.000 trabajadores y trabajadoras). Los latinos, junto con otros de los sectores más explotados de la clase obrera como los negros y las mujeres, participaron durante los últimos años en luchas defensivas e incluso de las marchas anti-guerra.
Leyes imperialistas: ninguna alternativa para los trabajadores
En diciembre de 2005 se impuso en la Cámara de Diputados la ley de reforma migratoria, que convierte el cruce ilegal de la frontera en un crimen (hasta ahora sólo una infracción civil), aumenta el presupuesto de las patrullas fronterizas (y sin decirlo, alienta a los racistas que vigilan la frontera escopeta en mano). Esta ley es el blanco de las marchas.
Hoy hay tres bloque principales, uno ultra-reaccionario encabezado Sensenbrenner (republicano) y su ley HR 4437, que expresa las aspiraciones de los sectores más conservadores. El segundo, los senadores encabezados por McCain (republicano) y Kennedy (demócrata) apoyados por la mayoría demócrata y un ala republicana. Por último está Bush ubicado en el medio con su propuesta de “trabajadores huéspedes”, que apoya en general el proyecto de los senadores.
La ley “McCain/Kennedy” es apoyada por muchas organizaciones (incluida la AFL-CIO). Esta ley mantiene intactos los pilares centrales de la política imperialista frente a la inmigración (sembrando expectativas en legalización), pero no sólo eso: los sectores que se beneficiarán claramente con esta ley son los empresarios que buscan mano de obra de barata con un “marco legal”.
Por primera vez hace décadas los inmigrantes indocumentados han salido de las sombras de la ilegalidad de una forma inesperadamente ruidosa. A pesar de la presencia mayoritaria de trabajadores, el carácter de estas movilizaciones es policlasista, son encabezadas por líderes religiosos (católicos en su mayoría), empresarios y varias figuras demócratas, como el alcalde de Los Angeles (Antonio Villaraigosa, demócrata de origen inmigrante). Hasta hoy las marchas expresan un amplísimo frente opositor a la ley HR 4437, que los demócratas y empresarios intentan canalizar hacia el apoyo a la ley propuesta en el Senado sembrando ilusiones en una ley que hará viable una nueva “esclavitud legalizada”. Intentan recortar la potencialidad de este movimiento y limitar el impacto que pueda tener entre los trabajadores organizados (en su mayoría blancos), que son los principales aliados en la lucha por los derechos de los inmigrantes dentro de EE.UU. La movilización de los inmigrantes puede jugar un rol muy progresivo hoy en la situación que atraviesa toda la clase obrera, frente a los ataques de la patronal (la misma que apoya la ley de “trabajadores huéspedes” y responsabiliza a los indocumentados por la falta de trabajo). La burocracia sindical está entregando sus conquistas como el seguro médico y las jubilaciones, como en la automotriz Delphi. Sin embargo algunos sectores comenzaron a mostrar síntomas de cambio, como mostró la huelga del transporte en Nueva York o de la Boeing que se impuso ante la patronal con duras medidas de lucha.
La unidad de las filas obreras es vital, frente a la propaganda anti-inmigrante y las divisiones que históricamente ha usado la patronal. Cada trabajador inmigrante perseguido y deportado debilitará la lucha del conjunto de la clase obrera.
En nuestro continente las organizaciones obreras y de izquierda debemos apoyar y seguir con atención la movilización de los inmigrantes, ya que representan un sector importante de nuestro aliado estratégico en lucha contra el imperialismo, su propio gobierno. Una clase obrera norteamericana fuerte es un gran aliado para derrotar la política de saqueo en nuestro continente, y la movilización independiente de los inmigrantes en su seno fortalecería esta perspectiva. Un triunfo de los inmigrantes sería un duro golpe para el gobierno de Bush, el mismo que impone las leyes de hambre y miseria en América Latina.
AUDIOS: Escuche el reportaje a James Petras sobre las manifestaciones de los inmigrantes en EEUU del programa radial "Pateando el Tablero"