Inglaterra
Segunda huelga de los trabajadores de British Airways
03/04/2010
El martes 30 de marzo terminó la segunda huelga de los 11.000 trabajadores de tripulación y cabina de British Airways contra los recortes de personal que la empresa quiere implementar a través de un plan de retiro voluntario. Una de las consecuencias del plan de esta patronal gigante es la intensificación del trabajo, ya que busca imponer la reducción de la cantidad de tripulantes por vuelo.
La primera huelga consistió en un paro de 72 horas, los días 20, 21 y 22 de marzo, y como relatamos en nuestro número anterior, contó con un alto grado de acatamiento y se vio una gran presencia de trabajadores en los piquetes. Esta segunda medida de fuerza consistió en una huelga de 96 horas a partir del sábado 27 que logró afectar gran parte de los vuelos tanto de cabotaje como los intercontinentales. Al igual que la huelga de la semana pasada, el plan de contingencia de BA representó un gran gasto para la empresa que tuvo que gastar millones en alquiler de aviones y personal temporario para que la “huelga no se notara”.
Esta emblemática empresa utilizó todos los recursos a su alcance para que la población creyera que su principal interés era la seguridad de los pasajeros y su objetivo era brindar un buen servicio. Sin embargo, las prácticas aplicadas por la empresa dejan bien en claro que su máximo interés es derrotar la organización sindical e infligir una derrota a los trabajadores para poder avanzar en sus planes de recortes. Hasta el día de hoy no se han previsto nuevas negociaciones, lo que quiere decir que BA no piensa dar un paso atrás en su plan de despidos voluntarios.
BA sanciona a los trabajadores en lucha
Luego de la primera huelga, la empresa anunció que retiraba los beneficios y extras, entre ellos la facilidad de contar con un 80% de descuento en viajes, para los trabajadores que se habían adherido a la medida de fuerza. Este tipo de beneficios extra no es poca cosa, ya que hacen más atractivo un salario básico que de por sí es muy bajo, se trata de un mecanismo patronal para no aumentar los salarios y, además, como estos beneficios no se derivan de los contratos, los pueden retirar cuando les plazca, en este caso, para castigar a los trabajadores que ejercen su justo derecho a hacer huelga. BA además retiró a los delegados sindicales de Unite las horas que les corresponden para desempeñar tareas sindicales, en un claro ataque el ejercicio sindical. Estos nuevos ataques han provocado mayores enfrentamientos entre la patronal y los trabajadores, a sus demandas originales le suman el reintegro de sus beneficios y el reestablecimiento de los derechos sindicales de los delegados.
La aplicación de una medida que atenta contra el derecho de libertad de expresión y el uso de prácticas y métodos patoteriles llevó a que más de un centenar de reconocidos académicos en el área de asuntos laborales de las universidades más prestigiosas del país firmaran una carta, que fue publicada en el matutino The Guardian (25/03/10). En la misma denuncian que “en su batalla contra el personal de tripulación y cabina la empresa está tratando de quebrar al sindicato Unite, y de lograrlo, podría erosionar los derechos de los trabajadores a lo largo de todo el Reino Unido.”
Uno de los principales argumentos expresados en la carta es la negativa de la empresa a poner sobre la mesa de negociaciones una propuesta antes de que el sindicato pudiera ponerlo a consideración entre sus miembros. Destacan la falta de voluntad de la empresa de sentarse a negociar con el sindicato Unite a pesar de que su secretario general, Tony Woodley, había prometido que levantaría la medida de fuerza si BA presentaba una propuesta, lo que según los firmantes “sólo podría explicarse por el deseo de querer quebrar su organización sindical a pesar de que BA lo niegue”.
Tanto esta carta como en otros medios se ha denunciado en particular la actitud del presidente de BA Willie Walsh, el principal negociador y figura pública patronal en la disputa. Este personaje nefasto, ex líder sindical famoso por ser un “negociador duro” ahora convertido en empresario se ha ganado el apodo de “Macho Walsh” por su conocida práctica de acoso contra los trabajadores para imponer nuevas condiciones laborales e impedir el ejercicio de sus derechos sindicales.
La carta concluye alertando que si BA logra imponer condiciones laborales por fuera del marco de negociación con los sindicatos, se verá una mayor desigualdad de representación en las relaciones laborales en el Reino Unido lo que pondrá en peligro los derechos de los trabajadores y sus ejercicios democráticos, y llaman a apoyar a los trabajadores y su sindicato en vez de desprestigiarlos.
Si bien las medidas de fuerza han provocado sólo una interrupción parcial de los vuelos, esto ha sido a un alto costo para la empresa, sólo la primera huelga de 72hs le representó un costo de 21 millones de libras esterlinas en alquiler de aviones y personal para mantener un servicio parcial.
¿El poder de los sindicatos y el movimiento obrero?
A casi 15 años de la derrota infligida por el gobierno conservador de Margaret Thatcher a la gran huelga minera en Inglaterra, golpe que marcó el inicio de una serie de ataques a los derechos sindicales del movimiento obrero, se vuelve a poner sobre el tapete la discusión sobre el “poder de los sindicatos” y su influencia sobre los gobiernos laboristas. Los trabajadores de cabina de BA están agrupados en Bassa (por sus siglas en inglés), una rama del sindicato Unite, éste es el sindicato más grande de Gran Bretaña, que con 2 millones de miembros es el mayor contribuyente al Partido Laborista. En un ambiente teñido por las campañas electorales, el partido conservador, basándose en las contribuciones de Unite al Labour Party y en el hecho de que Charly Whelan, ex vocero del actual primer ministro Gordon Brown entre 1992-1999, es el actual secretario General de Unite, ha montado una campaña contra ‘el poder de los sindicatos’ para tratar de definir el electorado a su favor con argumentos contra el derecho a huelga.
Figuras prominentes del Partido Conservador declararon que la oleada de huelgas indican que estamos viviendo una “primavera del descontento” [1] llegando incluso a acusar a los actuales dirigentes de las huelgas de ser la “nueva tendencia The Militant” – en referencia al grupo trotskista que en la década del 70’ y los 80’ desarrolló una táctica de entrismo dentro del Laborismo con la idea de ganar la dirección, luego expulsada en 1983. No hay nada más ridículo que esta acusación. En primer lugar, el hecho de que lo característico de esta recesión sea la reducción salarial y que en los últimos 13 años se hayan perdido más de un millón de puestos de trabajo en el sector, muestran que los que gobiernan el país son los capitalistas, los empresarios y el capital financiero y no los trabajadores y sus organizaciones. Según el analista Dhaval Joshi de RAB Capital, “es la recuperación más injusta de la historia económica moderna”.
Desde que el Nuevo Laborismo asumió el gobierno, el capital financiero ha adquirido más peso que el movimiento obrero y, como comenta un editorialista en la casa de gobierno, “en lugar de cerveza y sándwiches lo que se ve es champagne y canapé”. Esta relación no ha cambiado bajo el actual primer ministro Gordon Brown.
En estas últimas semanas además de la huelga de BA, se vio una serie de medidas de fuerza en el sector docente, los empleados públicos y hay llamada una huelga de los ferroviarios. Los trabajadores del sector de mantenimiento y señaleros de Network Rail votaron a favor de ir a la huelga en protesta a los planes de recortar 1.500 puestos de trabajo que son claves en el mantenimiento de la seguridad del servicio y la imposición de nuevos turnos de trabajo. El sector de mantenimiento parará 96 horas a partir del martes 6 de abril y los guardavías pararán de 6 a 10 y de 18 a 22 horas durante los 4 días de la huelga. Pero estas huelgas son provocadas por los ataques a sus salarios, condiciones de empleo y pérdidas de puestos de trabajo. Gordon Brown salió en persona a decir que la huelga de BA era injustificable. Es mentira que bajo el Laborismo los sindicatos y los trabajadores han ganado protagonismo. Lo que ha aumentado es la prepotencia patronal, el acoso no es exclusivo de los jefes de BA: el 82% de los 8.000 trabajadores de British Gas, agrupados en GMB, han votado ir al paro en contra de la “permanente actitud acosadora de la empresa”, maltrato de parte de los gerentes y superiores a los empleados de BG.
Si bien hay que diferenciar al Partido Conservador que llama “provocadores” a quienes convocan una huelga y cuyo candidato, David Cameron, acaba de declarar que está preparado a ser tan odiado como Margaret Thatcher, en su afán por implementar los cambios necesarios del gobierno laborista, es necesario decir que el laborismo, a pesar de recibir la mayor contribución de manos de los sindicatos, ha venido favoreciendo al mundo del capital y las finanzas, orientación que no cambiará. Pareciera que los laboristas y conservadores se están peleando para ver quién hace los recortes más drásticos. La semana pasada durante el anuncio del presupuesto anual quedó claro el plan de recortes, congelamiento salarial y pérdidas de puestos de trabajo – se estima que por fuera de los servicios esenciales de salud y escuelas, los recortes podrían llegar al 20-25% y anunció que se venían tiempos más duros que los vividos bajo Thatcher.
Si estos anuncios y promesas son parte de la campaña electoral para ganar votos, no es difícil imaginarse la gravedad del ajuste una vez que estén en el poder – cualquiera sea el partido que gane en las próximas elecciones. Las huelgas actuales muestran que hay una disposición a la lucha, aunque incipiente y parcial, su triunfo puede alentar a otros sectores, por eso la solidaridad de los académicos a los trabajadores de BA es una iniciativa alentadora. Es hora de flexionar los músculos y desarrollar la organización de los trabajadores para impedir los ataques que ambos partidos están preparando. Para ello, hay que rodear de solidaridad las luchas actuales y coordinar su apoyo como primer paso para empezar a preparar una alternativa de lucha a los nuevos ataques que preparan.
NOTASADICIONALES
[1] En alusión al “invierno del descontento”, como se llamó a la oleada de huelgas protagonizadas en el invierno de 1978- 79, cuando el gobierno laborista de James Callaghan rehusó a conceder aumentos salariales para hacer frente a la inflación que había llegado al 26,9%. El movimiento huelguístico fue iniciado por los trabajadores de la Ford y luego se extendió al sector público. El descontento fue desviado y dio lugar al gobierno conservador de Margaret Thatcher.