FT-CI

Debate con el Partido Obrero (Argentina)

Altamira vota por Evo Morales, el aliado de Lula, Kirchner y Chávez

10/12/2005

Las elecciones del 18 de diciembre en Bolivia, con una posible victoria de Evo Morales, tienen importancia continental. Después de cinco años de embates de masas desde la “Guerra del Agua” de 2000, con dos grandes levantamientos de características insurreccionales en Octubre de 2003 que derribó al masacrador “Goni” y este año las Jornadas de Junio que terminaron con su sucesor “progresista” Carlos Mesa, en Bolivia está abierto un proceso revolucionario de significación histórica. La clase dominante montó el “desvío electoral” para canalizarlo hacia las urnas. Pero este “desvío” no hubiera prosperado sin la colaboración del MAS [1], que como en todo momento crítico, jugó su peso para contener la fuerza de las masas y apuntalar al régimen burgués.

Comprendemos las ilusiones de muchos compañeros que ven en un gobierno del MAS la posibilidad de “refundar el país” y compartimos su odio por Tuto Quiroga y Doria Medina, políticos burgueses vendidos al imperialismo. Sabemos que entre muchos hermanos de la colectividad boliviana en Argentina también Evo despierta expectativas. Pero alertamos: el MAS se apresta a proseguir esta tarea de salvataje del Estado burgués desde el “Palacio Quemado”.

Aunque se presente un triunfo de Evo como el “acceso al poder de un indígena por primera vez en la historia de Bolivia y América Latina”, lo cierto es que su gobierno no será un gobierno de los trabajadores, ni representará los intereses de los campesinos pobres y los pueblos originarios. Evo quiere cerrar el camino abierto en Octubre y Junio, el de la movilización hacia el poder de los trabajadores, el único capaz de garantizar la nacionalización del gas y las demandas obreras y populares, incluso el derecho a una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana, vale decir revolucionaria.
Por eso, ante la ausencia de una alternativa política obrera y socialista, los socialistas revolucionarios llamamos a votar en blanco o nulo y a seguir peleando por la organización política independiente de los trabajadores.

En Argentina, los dirigentes del Partido Obrero escribieron más de una vez sobre el rol de contención reformista del MAS. Pero ahora Jorge Altamira llama “a votar a Evo Morales y al MAS” [2]. Adopta así una posición similar a la de grupos de izquierda oportunistas como el MST argentino que también apoya al MAS. Esto no es una “cuestión táctica” sino un problema político fundamental -la llegada al gobierno del “frente popular” de colaboración de clases con la burguesía que encarna el MAS- cuando el proceso boliviano es un test para todas las corrientes de izquierda que se reclaman revolucionarias.

Evo Morales: colaboración frentepopulista con la burguesía

En varios artículos los dirigentes de PO insistieron que Bolivia vive una “etapa revolucionaria” y criticaron al MAS considerando que “el crimen de Evo Morales” [3] es el permanente salvataje del régimen burgués. Para Altamira las elecciones “son la expresión, tanto de un ‘desvío’ de la tendencia insurreccional del pueblo (que sigue latente como ‘desvío’), como la expresión de la incapacidad del imperialismo de derrotar a las masas por las vías tradicionales.” Pero lo que no dice Altamira es que precisamente cuando la burguesía no está en condiciones de “derrotar a las masas por las vías tradicionales” mediante el golpe bonapartista o el fascismo; surge el frente popular como recurso contra las tendencias revolucionarias. Como decía Trotsky, la función histórica del frente popular es salvar al capitalismo (incluso al costo de algunas reformas), posibilitando la derrota de la revolución sin necesidad de apostar a la guerra civil. Si fracasa en reestabilizar la situación, entonces al menos habrá ganado tiempo, confundiendo a las masas, para que la burguesía recupere fuerzas y prepare la “solución final” fascista. Al respecto, la historia del Siglo XX y en particular la latinoamericana está llena de amargas lecciones que el proletariado pagó con sangre y derrotas.

Extraña que Altamira y PO hablen tanto de enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución y “olviden” convenientemente que el candidato a cumplir el papel del frente popular es el MAS.

Evo Morales y García Linera [4] mantienen una alianza política con “la sombra de la burguesía”, es decir con elementos empresariales y de la burguesía “chola” industrial y comercial y sus “representantes de izquierda”: curas, “profesionales” y alrededor de 300 ONG que colaboran con el MAS (muchas de ellas ligadas a la “cooperación europea” y a la iglesia).

El MAS subordina a los “movimientos sociales” que dirige y sus demandas, a esta alianza para “humanizar” el capitalismo semicolonial boliviano. Se trata de “darle a la economía boliviana nuevamente una cabeza en torno del Estado. Y, alrededor de esta cabeza, articular inversión extranjera, inversión privada local, sectores campesinos, comunitarios y microempresariales-artesanales, en una perspectiva de shock productivo”. [5]

Para ello plantea un programa de gobierno declaradamente burgués, con algunas reformas seminacionalistas/desarrollistas. No detallaremos este programa pero baste decir que transforma la demanda de nacionalización del gas en una simple renegociación de los contratos petroleros; mantiene la Ley INRA de contrarreforma agraria, ofrece algunas tímidas reformas políticas y culturales como paliativo a la secular opresión indígena y ruega la “condonación” de la deuda externa por el G7. En cuanto a demandas obreras, podría resumirse en que es “todo para los empresarios, nada para los trabajadores” pues en 185 páginas no figuran el “aumento de salarios” ni el “derecho a sindicalización”, aunque no se olvida de promover la “capacitación y formación de cultura empresarial (en base a casos exitosos de empresarios bolivianos).”

Es cierto que una parte considerable de la burguesía y el imperialismo es hostil a un gobierno de Evo (aunque otros, como los “gobiernos amigos” de Lula, Kirchner y Chávez y un sector del imperialismo europeo lo apoyen). Es posible que el intento de renegociar los contratos petroleros de lugar a fricciones mayores, pero lo que temen la reacción y Washington no es tanto a Morales sino que detrás suyo hay un movimiento de masas en ascenso que movido por sus mismas ilusiones, podría desbordar al MAS.

En todo caso, esto demuestra que el frente popular en las semicolonias puede tener importantes choques con la reacción y el imperialismo. Naturalmente, ante el ataque contrarrevolucionario estamos en la misma trinchera militar de un Salvador Allende, u hoy de un Chávez o Evo Morales, pero sin brindarle el menor apoyo político. En concreto, estamos junto a las masas para alentar la lucha por sus reivindicaciones, defendemos su derecho democrático a votar a quien quieran y contra cualquier conspiración de los “cívicos” [6], PODEMOS [7], la Embajada de EE.UU. y los “factores de poder” para impedir el acceso del MAS al gobierno si gana las elecciones; pero no le damos ni sombra de apoyo político, ni siquiera “crítico”, como hacen PO y el CRCI.

Una recaída en la teoría menchevique [8] y lambertista [9] de los campos

Escribe Altamira que “En el choque (...) entre la candidatura del MAS y el imperialismo y la oligarquía local, la única posición revolucionaria admisible es del lado del MAS contra el imperialismo, pero no con la política o la estrategia del MAS sino con una política y una estrategia realmente antiimperialistas. Esta es la peculiaridad de las elecciones próximas en Bolivia.” Este tipo de razonamiento reemplaza por una concepción de “campos enfrentados” entre los que hay que elegir sí o sí, el punto de partida marxista de la posición de clase. Así operó siempre el oportunismo para justificar su apoyo más o menos crítico al “mal menor”, argumentando que no había que “aislarse de las masas”, que “las fuerzas de los revolucionarios eran débiles” y que “no había tiempo para construir un partido revolucionario” [10].

Durante la Revolución Española Andrés Nin y el POUM [11], cedían al “campo republicano” para enfrentar al “campo fascista”. Por eso, después de criticar muchas veces correctamente a los partidos reformistas, llamaron a votar al Frente Popular en 1936 y terminaron sumándose al gobierno burgués republicano (del que Nin fue Ministro de Justicia) con el argumento de la “situación excepcional” y “para no quedar al margen de las masas” y presentar “su propio programa”. Esta política, justificada en la situación “peculiar” española, era centrismo puro, es decir, poumismo, opuesto por el vértice a la política trotskista, que defendía la necesidad de estar en el mismo campo militar de la república contra el fascismo pero sin deponer el combate político contra las direcciones traidoras. Por eso Trotsky en plena guerra civil decía que en las Cortes (Parlamento) no votaría el presupuesto militar del gobierno republicano, pues eso equivalía a brindarle apoyo político. Sólo así era creíble el sostener una política y una estrategia distintas a la del Frente Popular.

En Francia, la corriente lambertista justificó con esta “teoría de los campos” su negativa a combatir al gobierno social-imperialista de Mitterrand en los ‘80. Seguramente muchos militantes de PO conocen estas experiencias. Les preguntamos con el ánimo de ayudar a reflexionar ¿qué política corresponde aplicar en Bolivia, la de Nin y Lambert o la de Trotsky? Como Lora, Altamira se justifica con la “situación excepcional” y “peculiar” de Bolivia, pero la principal diferencia con esos ejemplos es que Nin sucumbió en medio de los más dramáticos acontecimientos del Siglo XX; en cambio Altamira no resiste las presiones de una coyuntura electoral a distancia.

Por una política obrera independiente en Bolivia

Frente a la cuestión electoral confrontan dos concepciones políticas: la del “apoyo crítico” y la presión oportunista sobre el MAS, expresada en el llamado a votar a Evo; y la lucha por una política independiente de los trabajadores, que, en ausencia de una opción obrera y socialista, obliga a llamar a votar en blanco o nulo.

Desde la LOR-CI dimos una dura batalla en los Ampliados [12] y debates sindicales, como integrantes electos de la Comisión Política de la COB [13] , defendiendo la necesidad de un instrumento político de los trabajadores, basado en los sindicatos y con democracia obrera, por la independencia política del proletariado y una salida obrera y campesina a la crisis. Su construcción podría haber opuesto una alternativa de clase al reformismo del MAS también en el terreno electoral; pero la concepción frentepopulista de la mayoría de los dirigentes sindicales y el abstencionismo sectario del POR [14] frustraron esta posibilidad dejándole el campo libre al MAS.

Hay que decir que en esa importante lucha política la OT, núcleo simpatizante del CRCI en Bolivia, no jugó ningún rol y PO tampoco le dio importancia. Ahora, con el argumento de “tomar partido en una crisis política” Altamira presiona a sus militantes: “Los partidos, tendencias u organizaciones de diferente tipo, que no han logrado ocupar un lugar de lucha en el escenario electoral, por las razones que fuere, no pueden valerse de su propia incapacidad para desconocer el terreno que está planteado.” E insiste “En el caso de Bolivia, en particular, los sectores que se encuentran a la izquierda del MAS han fracasado políticamente en forma completa. No pueden presentar reclamos.” Con estas palabras increíbles los desarma ante el discurso del MAS de que todo lo que no sea apoyarlo, “es divisionista y sirve a la reacción” y los educa dentro y fuera de Bolivia en que en una “situación excepcional” los principios y estrategia del trotskismo no sirven y sólo resta tomar partido por el “campo progresista”. No es casual que la OT, después de un largo curso de adaptación oportunista apañado por PO, haya llegado a su virtual disgregación.

Pero, ¿es cierto que el no dar el apoyo electoral al MAS condena a la “marginalidad”? Falso. Si bien es una lucha “contra la corriente” hay importantes posibilidades de intervención en el proceso de recomposición del movimiento obrero y de diálogo con sectores de vanguardia que criticaron duramente a Morales por su actuación en las crisis nacionales y desconfían de la derechización del MAS, aunque lo votarán como “mal menor” frente a los partidos de la derecha. Por ejemplo, en Huanuni, hay gran desconfianza en la vanguardia porque es sabido que el MAS entregará la administración de la política minera a los jefes cooperativistas aliados a las empresas extranjeras. El sintomático proceso de reorganización sindical, con el surgimiento de varios sindicatos, como en la planta de Senkata o en el estratégico aeropuerto de El Alto (SITRASABSA) no está encuadrado por el MAS y permite una intervención política desde una posición de clase, aunque muchos obreros voten a Evo.

Otro ejemplo de que la hegemonía del MAS no es tan “aplastante” como teme Altamira es que el periódico de la COR alteña, Rebeldía, plantea en tapa e interiores que “el pueblo alteño seguirá luchando bajo el próximo gobierno, cualquiera que sea”. Y bajo esta línea, la “cumbre obrera y popular” convocada por la COB, la FSTMB [15] y la COR [16] para el 8, 9 y 10 de este mes prepara un “reposicionamiento” a izquierda de sectores descontentos con el MAS.

Los militantes de la LOR-CI, que llamamos a votar en blanco o nulo, intervenimos junto a sindicatos combativos como SITRASABSA, llamando a confiar sólo en las fuerzas de los trabajadores, multiplicar la organización sindical y prepararse para la lucha independiente por la nacionalización del gas, la tierra, el trabajo y el salario y las demandas de los pueblos originarios; sin depositar la menor confianza en un gobierno de Evo y García Linera, y retomando la lucha por la organización política independiente de los trabajadores, para intervenir también en la futura Constituyente. Sólo una clara delimitación política hoy permitirá definir una política correcta frente a un eventual gobierno del MAS. En todo caso, sólo la evolución concreta de la lucha de clases y dependiendo de la relación que éste establezca con las masas, podrían plantearse tácticas de exigencia de ruptura con la burguesía que permitan desarrollar la experiencia política de los trabajadores y campesinos con ese gobierno y la creación de órganos de doble poder.

Con la orientación de Altamira, cualquier simpatizante de PO que quisiera “intervenir en la crisis política e interesar a las masas inquietas por el desenlace electoral” quedaría desarmado y sin poder ganar para una alternativa obrera independiente a las tendencias más combativas de la vanguardia.

La única forma de forjar una alternativa obrera, revolucionaria y socialista con influencia de masas, capaz de llevar al triunfo a la revolución boliviana, es derrotar a las organizaciones reformistas. El POR nunca logró dar este salto porque siempre, en las cuestiones decisivas, claudicó ante el nacionalismo, el reformismo y la burocracia sindical lechinista [17]. El abstencionismo político del POR -una forma de adaptación sectaria- encuentra su contracara en el oportunismo de Altamira. En ambos casos la voluntad de derrotar al reformismo es reemplazada por la ilusión oportunista de que “presionándolo” es posible ganar a las masas.

Por el contrario, mantener una posición marxista independiente, en las cuestiones claves del proceso revolucionario, es elemental para ayudar a las masas a superar el obstáculo del frente popular masista (algo ligado a la posibilidad de aplastar a la reacción proimperialista), y sentar las bases de una dirección obrera, revolucionaria y socialista. Es cierto que hoy no existe un genuino partido de los trabajadores y que las condiciones para construirlo son difíciles. Pero es posible dar pasos hacia el reagrupamiento revolucionario de la vanguardia a condición de combatir desde una política de clase, enfrentando consecuentemente al MAS y a cualquier variante frentepopulista. Parte de esta tarea es diferenciar a los revolucionarios de los centristas que hablan todos los días de revolución pero que en los momentos cruciales ceden al reformismo, como hace lamentablemente PO.
Compañeros de la OT, de PO y del CRCI, los invitamos fraternalmente a reflexionar, revisar el apoyo electoral al MAS y corregir el rumbo ante los problemas claves de la revolución boliviana.

* Eduardo Molina es miembro de la LOR-CI y editor de Palabra Obrera

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  • [1MAS: Movimiento al Socialismo, corriente liderada por Evo Morales.

    [2“El Obrero Internacional” N°4, publicación del PO, así como una nota del dirigente griego del CRCI Savas Matsas, en PO N° 90.

    [3Prensa Obrera N° 890.

    [4Intelectual boliviano, candidato a vicepresidente en la fórmula de Evo Morales.

    [5García Linera, Álvaro. “Cómo lograr MAS sin salir de un “capitalismo andino”, Entrevista con P. Stefanoni.

    [6Uno de los sectores de la derecha política boliviana. Los más conocidos son los de Santa Cruz.

    [7Corriente de la derecha a la que pertenece el candidato Jorge “Tuto” Quiroga.

    [8Una de las fracciones en que se dividió el marxismo ruso, de orientación socialdemócrata (la otra fue la Bolchevique encabezada por Lenin).

    [9Corriente del movimiento trotskista liderada por Pierre Lambert con centro en Francia.

    [10Así, en la Revolución Rusa los mencheviques argumentaban que no había más remedio que apoyar al “campo democrático” representado por Kerensky contra el “campo zarista” mientras que Lenin y Trotsky defendieron una política independiente del proletariado revolucionario.

    [11Partido Obrero de Unificación Marxista, fundado en España en 1935 como resultado de la fusión de varios grupos marxistas. Su figura más destacada fue Andrés Nin.

    [12Reuniones sindicales abiertas. La COB realizó algunas reuniones de este tipo durante los levantamientos.

    [13Central Obrera Boliviana.

    [14Partido Obrero Revolucionario, encabezado por Guillermo Lora.

    [15Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia.

    [16Central Obrera Regional.

    [17Denominada de esta manera por su dirigente Juan Lechín.

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