Mexico
Asume un nuevo gobierno contra los trabajadores y el pueblo
02/12/2006 Estrategia Obrera N° 57
Este 1° de diciembre asume la presidencia Felipe Calderón, con el Congreso ocupado por el Estado Mayor Presidencial y cercado por la PFP para prevenir y contener cualquier muestra de descontento popular contra el fraude electoral. Y en medio de fuertes trifulcas entre las bancadas parlamentarias del PAN y del PRD. En Oaxaca, las fuerzas federales sostienen a Ulises Ruiz (URO) e intentan quebrar a sangre y fuego la resistencia de la APPO. Con Calderón, las tendencias a la polarización política y social, es decir, a un mayor enfrentamiento entre las clases, van a agudizarse.
La alternancia: al servicio del imperialismo y los patrones
El sexenio foxista culmina con un saldo negro para los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre. La alternancia en el gobierno representó la continuidad de los bajos salarios, la carestía de la vida, el desempleo, la pérdida de conquistas laborales, la intervención de los sindicatos por el estado, la entrega del patrimonio nacional y la miseria en el campo. La ultima muestra de esto son los recientes aumentos en el precio de la leche Liconsa y de los combustibles.
La respuesta a las demandas populares ha sido la represión a los luchadores y los movimientos sociales, como en Atenco y Oaxaca, con cientos de presos políticos calificados como “delincuentes de alta peligrosidad”, con asesinatos y torturas perpetradas por los cuerpos policiales y las bandas parapoliciales al servicio del estado, como en las mejores épocas del Priato.
El régimen “democrático” instalado desde el 2000 y el “gobierno del cambio” foxista, sirvieron para golpear los intereses populares en beneficio del imperialismo y los multimillonarios “nacionales”. Felipe Calderón dará continuidad a esta política. Su gabinete económico estará integrado por priístas neoliberales y otros personajes vinculados a las trasnacionales que buscarán avanzar en la privatización del sector energético; en el ataque a las jubilaciones y pensiones, a la seguridad social y la educación pública; en la ofensiva contra los sindicatos y la clase obrera, con una reforma laboral esclavista que precarice aun más las condiciones de trabajo y liquide el derecho de huelga.
El gabinete político y social le ha sido concedido a la derecha panista. La designación de Francisco Ramírez Acuña como secretario de gobernación, es un claro gesto de que habrá mano dura contra los que luchan. A su vez, la brutal ofensiva de la PFP y los comandos armados de URO en contra de la APPO, busca asestar un golpe reaccionario que fortalezca a Calderón, para que pueda hacer frente al enorme cuestionamiento popular en su contra.
Un gobierno con escaso apoyo popular
Calderón cuenta con el respaldo del imperialismo norteamericano y europeo, de la burguesía nativa y de sectores acomodados de las clases medias. Ha pactado con el PRI, que gobierna la mayoría de los estados pero está desprestigiado ante las masas, como muestra el repudio generalizado a su gobierno en Oaxaca. Aunque el nuevo presidente lograse cierto margen de maniobra para aprobar, por ejemplo, las reformas estructurales con la mayoría del PRI y el PAN en el Congreso, al mismo tiempo acrecentarán su distancia con los trabajadores y el pueblo. Es por eso que, por su deslegitimación ante las masas que desconfían justamente del derechista líder panista, el nuevo gobierno asumirá débil. Sin embargo, justamente por eso es que buscará apelar a métodos autoritarios y represivos para poder imponerse. Por todo esto, el nuevo gobierno tendrá grandes dificultades para estabilizar la situación política y evitar nuevas crisis institucionales.
Los cientos de miles que se congregaron el 20 de noviembre en el Zócalo, para asistir a la “toma de protesta” de López Obrador como “presidente legítimo”, muestran que hay una profunda crisis en el régimen, con un sector del mismo, agrupado en el Frente Amplio Progresista, “desconociendo” a Calderón y planteando la necesidad de un reforma de las instituciones. Esto se hizo evidente en los pasados días, con los enfrentamientos y trifulcas entre los diputados del PAN y del PRD, que demostró a los ojos de las masas (y recorrió el mundo) la crisis existente en el régimen. En el fondo de esta crisis, está el creciente desprestigio de las instituciones, identificadas por sectores de las masas como las responsables de la antidemocracia y la miseria que impera en el país.
Los trabajadores salen a luchar
La lucha de clases en México se sigue desarrollando. A pesar de la brutal represión que obligó al movimiento a replegarse, la crisis en Oaxaca difícilmente va a cerrarse y este 1° de diciembre decenas de miles salimos a manifestarnos contra el nuevo gobierno. Se muestra así el gran rechazo popular que se espera para todo el sexenio; las masas estrenan al nuevo gobierno con una gran movilización.
De igual forma, en las últimas semanas distintos sectores de trabajadores impulsaron acciones por sus propias reivindicaciones: como los trabajadores azucareros, que paralizaron 58 ingenios en todo el país, o los trabajadores del Colegio de Bachilleres, que han estado en huelga durante varias semanas exigiendo su homologación salarial, demanda que es también de todo el magisterio nacional.
A pesar de la represión y los golpes sufridos, el ejemplo de Oaxaca puede -junto al descontento popular y la crisis de las instituciones-, alentar a que los trabajadores salgan a luchar en defensa de sus conquistas. Si la clase obrera entra en escena, puede darle un carácter aún más convulsivo a la situación nacional, obstaculizar la política reaccionaria del gobierno, evitar que en Oaxaca se imponga una derrota e inclinar la balanza a favor de todo el movimiento popular. Sin embargo, para eso es urgente que estas luchas superen los límites gremiales y se unifiquen, tomando como primera demanda el apoyo a Oaxaca, la salida de la PFP, la liberación de todos los presos políticos y el fin de la represión.
Contra esta perspectiva conspira el rol de contención que juega el CT-CTM y la dirección del magisterio nacional que le ha prometido lealtad a Calderón. Por su parte la UNT, aunque mantiene un discurso “opositor”, en el sexenio foxista se mostró siempre dispuesta a avalar el ataque contra los trabajadores, lo que probablemente también hará con Calderón. Y ahora, Hernández Juárez le ofrece el “beneficio de la duda”, mostrándose dispuesto a servir al nuevo gobierno burgués. Esta política puede acrecentar la crisis de los charros y neo charros en los sindicatos, alentando la lucha por la democracia sindical, retomando las importantes experiencias antiburocráticas de los trabajadores del IMSS y sectores de trabajadores en Oaxaca.
Por una salida obrera y popular a la crisis
Para aprovechar la crisis del régimen en favor de los explotados y oprimidos, imponer sus demandas y evitar nuevas trampas que busquen recomponer las maltrechas instituciones, es necesario que - lejos de confiar en el Congreso y en la reforma del “marco institucional” (como propone AMLO)- impulsemos la movilización de los trabajadores y el pueblo, con independencia del régimen y los partidos patronales. La movilización de este primero de diciembre puede ser un primer paso, para lo cual hay que articular un programa propio para que la crisis la paguen los capitalistas y terratenientes.
El camino que enseñó la Comuna de Oaxaca y que hay que extender a todo México, es que el movimiento obrero y popular sólo puede confiar en sus propias fuerzas. La tarea del momento para todos los trabajadores del país es salir a las calles a enfrentar la represión en Oaxaca y evitar que le impongan una dura derrota a nuestros compañeros. ¡Si tocan a uno, nos tocan a todos! Es necesario definir un plan de acción unitario para enfrentar la represión e imponer nuestras reivindicaciones, que pasa hoy en primer lugar por impulsar un paro nacional de emergencia en apoyo a la APPO. Hay que exigirle a los sindicatos que se reclaman opositores, y en primer lugar a la dirección del SME y de las distintas secciones de la CNTE, que convoquen ya mismo a este paro en solidaridad, así como a una coordinadora nacional de organizaciones obreras y populares en apoyo a Oaxaca. Esta lucha debemos impulsarla en una perspectiva de enfrentar al nuevo gobierno proimperialista y derechista de Calderón, resolviendo en ese encuentro un pliego único de demandas, que retome la lucha contra el aumento de tarifas al combustible y la leche Liconsa, las demandas sectoriales como la rezonificacion reclamada por bachilleres, la lucha contra las privatizaciones y el ataque al ISSSTE y al IMSS, así como incorporando las demandas de otros sectores oprimidos como los campesinos e indígenas pobres.
Debemos orientar esta movilización para frenar el ataque del gobierno de Calderón, preparando el terreno para un verdadero plan de lucha hasta derrotar al antidemocrático y represor régimen de la alternancia, e imponer un gobierno de los trabajadores y los campesinos. Hay que desarrollar una gran lucha a nivel nacional, para lo cual hay construir un gran partido de trabajadores revolucionario, socialista e internacionalista, que pueda impulsar un programa y una estrategia para triunfar.