Argentina | Editorial La Verdad Obrera N° 586
Buitres, patotas y caranchos
11/09/2014
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EL VIDEO recorrió el mundo. Un comandante de Gendarmería nacional corría por la ruta Panamericana, y se arrojaba sobre el auto de un manifestante. Un hombre canoso, supuesto testigo del hecho, empezaba a gritar órdenes militares.
El ingenio popular los bautizó “los gendarmes caranchos”. En pocos días inspiraron videojuegos, posters de películas, relatos futbolísticos.
La escena, rodada en una caravana solidaria por los obreros de Lear, tuvo como protagonistas estelares al gendarme Juan Alberto Torales, y al militar infiltrado Roberto Galeano. Todo dirigido por el Secretario de Seguridad Sergio Berni, hombre de confianza de la Presidenta.
El caso provocó una crisis política en el gobierno. Pero además expresó el creciente protagonismo social y político de la izquierda.
Un complicado equilibrio
Ya nadie duda del deterioro de la economía. La devaluación, los tarifazos y los topes salariales empujaron al enfriamiento. La crisis de la deuda, la inflación, las suspensiones y el temor por el desempleo, confirman la recesión. Se palpa en la calle, aunque no estamos ante una crisis generalizada ni una oleada de despidos. Por eso la burocracia sindical aún puede contener la bronca que se va acumulando.
En ese escenario recesivo, el “arbitraje” que propone el gobierno es golpeado por ambos lados. Por derecha, los empresarios critican medidas limitadas como la Ley de Abastecimiento, y mantienen tironeos, como el sector automotriz que “encanuta autos” o los sojeros que no liquidan dólares. Aunque administra la suba del dólar y niega que vaya a devaluar, el gobierno puede repetir la historia de enero cediendo a las presiones de los especuladores.
Por izquierda, luchas emblemáticas contra los despidos, como las de Lear y Donnelley, han recibido un enorme apoyo. Se suma ahora el repudio al accionar de la Gendarmería y las patotas del SMATA.
Los intentos bonapartistas tienen, en todo caso, los límites que impone el fin de ciclo: cuando las acciones oficiales se pasan de la raya, se producen crisis como las de estos días.
El Papa Francisco, consciente de la crisis, convocó a la Presidenta al Vaticano. “Hay que cuidar a Cristina”, repite a quienes lo visitan. Los gestos buscan que la transición hacia 2015 sea ordenada. Las internas en el PJ y en la coalición del gobierno amenazan que todo sea más complicado.
Un pago nada soberano
La aprobación de la Ley de Pago Soberano dejó claro que el lema “patria o buitres” es solo para la tribuna. George Soros y David Martínez Guzmán son solo algunos de los multimillonarios que se beneficiarán con la nueva ley. Son especuladores profesionales, tan buitres como los que litigan en Nueva York. Con esa ley también saldrán airosos los bancos que operan en el país, que tienen $73 mil millones en bonos. La foto de los patriotas se completa con la J.P. Morgan (ahora “la gloriosa JP” en los pasillos oficiales), Citibank y otros grandes bancos imperialistas que tienen la cartera llena de títulos del Estado argentino. Ellos son la “patria” en el relato oficial.
No está claro que la nueva ley destrabe la encrucijada en que el juez Griesa metió al gobierno. Como planteó Nicolás Del Caño, rechazamos el pago a todos los especuladores. Este planteo nos diferencia también de la oposición patronal, aún más cipaya que el oficialismo.
Con la Ley de Pago Soberano, la Ley de Abastecimiento y la discusión con las automotrices, el gobierno quiere mostrarse tomando decisiones que mejoren la situación económica, pero termina desnudando la impotencia de sus medidas ante una recesión que avanza.
Protagonismo social y político
El escándalo de los gendarmes caranchos no fue ningún “hallazgo mediático”. Durante semanas, los abogados del CeProDH y del PTS denunciaron que en las acciones solidarias con los despedidos de Lear, los trabajadores y militantes sufrieron atropellos por parte de la Gendarmería: causas armadas, la brutal detención de una nieta recuperada, infiltración de miembros de las fuerzas de seguridad, violación de los fueros de los diputados Nicolás del Caño y Christian Castillo (del PTS-FIT).
El caso de Torales y Galeano produjo una crisis política al gobierno. Pero además, brindó un dato objetivo de la política nacional: el protagonismo social y político de la izquierda clasista.
Antes del cierre de esta edición, otro hecho de trascendencia política nacional confirmó este fenómeno. En la Cámara de Diputados, Nicolás del Caño denunciaba la gravedad que implicaba que no le permitieran ejercer sus derechos como legislador, participando de movilizaciones de trabajadores. “Berni pasó de las palabras a los hechos. Primero amenazó y después nos mandó a la Gendarmería para impedir que ejerzamos nuestro mandato”, dijo.
Pero lo más notable fue que el oficialismo había reservado el palco preferencial para una nutrida patota del SMATA. Los enviados de Ricardo Pignanelli, que parece transitar el camino de José Pedraza, se dedicaron a insultar y hostigar al diputado del PTS-FIT.
El hecho había sido facilitado por el Presidente de la Cámara, el kirchnerista Julián Domínguez. Justo en el mismo momento, y movido por los mismos intereses, el gerente de Lear liberaba a otros miembros de la Lista Verde para golpear a los delegados combativos en la planta. No quedan dudas que la burocracia sindical se propone como fuerza de choque de las patronales y el peronismo en el poder, como en otros momentos históricos.
El hecho generó el repudio de los bloques opositores, y tuvo amplia repercusión. La izquierda clasista volvió a exponer la alianza del gobierno “nacional y popular” y la burocracia sindical, y su defensa constante de las libertades democráticas y las luchas de los trabajadores.
En estos transcendentes hechos, en la calle y el parlamento, ha resaltado la figura emergente de Nicolás del Caño, joven diputado de nuestro partido.
Por una izquierda de los trabajadores
El sindicalismo combativo ha emergido como defensor consecuente de los puestos de trabajo y las conquistas obreras. La izquierda está claramente ligada a esos procesos, que tiene como ejemplos más avanzados a Lear y Donnelley. Unos, mostrando cómo luchar duramente contra los despidos y las persecuciones. Otros, que ante el cierre patronal la salida es la ocupación y puesta en producción bajo gestión obrera.
El PTS tiene el orgullo que ser parte de esos conflictos, con delegados y militantes que comparten el puesto de lucha junto a compañeros independientes.
Para apoyar a estas peleas, a los ferroviarios del Sarmiento atacados por Randazzo, a los despedidos de Felfort, Calsa, Shell y Honda y a todos los que enfrentan ataques, es necesario reunir y movilizar al sindicalismo combativo y la izquierda. Para seguir exigiendo a las centrales sindicales que rompan su subordinación al gobierno y a las patronales (Caló, Yasky) o a sus fuerzas políticas opositoras (Moyano, Barrionuevo), reclamando la convocatoria a un paro nacional activo de 36 horas, y un plan de lucha contra los despidos y suspensiones, el impuesto al salario y por la reapertura de las paritarias. Para impulsar un gran encuentro nacional unitario de todas las corrientes combativas y clasistas.
Pero este protagonismo de la izquierda, que enfrenta al poder político y protagoniza duros conflictos, tenemos que transformarlo en un salto en militancia e influencia política.
Desde el lugar conquistado, queremos llegar a los centenares de miles que buscan una salida por izquierda ante el fin del ciclo kirchnerista. Con ese objetivo, la semana próxima lanzaremos Izquierda Diario, una iniciativa del PTS abierta a la izquierda. Será un diario de información y opinión, con los más diversos temas y el punto de vista de la izquierda, con corresponsales en 15 países y más de 30 ciudades argentinas (ver contratapa).
Junto a la publicación quincenal y masiva de La Verdad Obrera para llegar a los lugares de trabajo y facultades, y la revista de política y cultura Ideas de Izquierda, será parte de una revolución de nuestro “sistema de publicaciones”, con la ambición de recrear un “leninismo del siglo XXI”. Queremos utilizar los mejores recursos para que avance la influencia de la izquierda revolucionaria entre los trabajadores y la juventud, hacia la emergencia del gran partido de trabajadores revolucionario que necesitamos para vencer.