México
Contra la privatización de PEMEX
24/04/2008
El intento del gobierno de privatizar la petrolera estatal PEMEX causó un descontento general que amenaza con provocar una crisis de magnitud. La oposición a este intento privatizador se agudizó la última semana con la “toma” del Congreso por parte del FAP, encabezada por el ex candidato presidencial López Obrador. Entrevistamos a Mario Caballero, dirigente de la Liga de Trabajadores por el Socialismo de México.
– ¿Qué expresa la toma del Congreso?
La “toma” del Congreso que ya lleva más de una semana, muestra una clase política profundamente dividida y un Congreso debilitado. Y donde la acción del FAP -bajo la dirección de López Obrador (AMLO)- dio por tierra con la imagen de esa institución clave del régimen como sacro santuario legislativo.
Las barricadas con bancas en el salón de plenos del Palacio Legislativo y que los senadores tengan que sesionar en “sedes alternas” del mismo edificio del Congreso, son hechos inéditos que expresan una profunda división interburguesa y un salto en la polarización social y política nacional. Se podría decir que en México se abrió una importante crisis institucional del sistema de partidos. Nunca se había dado una acción así que además estuviera coordinada con una impactante movilización popular. Son las consecuencias de la política del gobierno de profundizar la entrega del país al imperialismo en una situación nacional signada por una tendencia ascendente a la movilización y entrada en escena de importantes sectores del movimiento de masas, desde la lucha contra el fraude en 2006, la heroica comuna oaxaqueña, hasta la multitudinaria movilización contra el TLC el 31 de enero de este año.
La “toma” además es acompañada por acciones radicales y movilizaciones a nivel nacional, como los plantones y “cercos” al Senado impulsados por AMLO, a los que ahora se suma el plantón del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y distintas marchas en el país: tomas de congresos (provinciales), tomas simbólica de edificios públicos o plantones en refinerías como la Salina Cruz. La lucha contra el TLC y contra la ley del ISSSTE (reforma de sistema de seguridad social), al combinarse con la defensa de PEMEX, puede potenciar esta coyuntura, que también puede ser dinamizada por el endurecimiento de la campaña mediática contra el movimiento encabezado por AMLO.
Este movimiento además se da en medio de luchas obreras y sindicales en el país, y de mucho descontento popular por el alza en los artículos básicos y los servicios, lo que lo hace potencialmente muy explosivo.
– ¿Cómo repercuten estas tensiones al interior de los partidos del régimen?
De prolongarse la “toma” y la movilización popular es probable que se abran nuevas fisuras en “las alturas”: ya no sólo entre el FAP y el PRI-PAN, sino también entre los bloques partidarios de derecha y en el mismo gobierno. Por ejemplo, es sabido que un sector del PRI se opone a la reforma energética del presidente. Es que para llevar adelante esta ofensiva, que está por fuera de la relación de fuerzas, Felipe Calderón necesariamente debe contar con el apoyo del PRI, lo que puede profundizar las contradicciones abiertas. Del otro lado está la presión de negociar con AMLO y el FAP, porque hoy por hoy esta es la dirección que puede desactivar -aunque sea coyunturalmente- la movilización contra su gobierno y las instituciones, apuntando a cerrar la crisis abierta.
Por otra parte, también se acentúa la crisis y la división al interior del PRD, el principal partido de oposición, entre un sector más conciliador y el sector de AMLO, que se vio obligado a tomar acciones más radicalizadas intentando aglutinar el descontento popular. Esta dinámica en el PRD, que provoca incluso manifestaciones separadas en la protesta contra la reforma energética, junto a las discusiones por la próxima elección de la presidencia partidaria, abre la posibilidad de una ruptura a mediano plazo.
En definitiva, la debilidad del gobierno, el fuerte enfrentamiento interburgués y la persistencia del masivo movimiento dirigido por AMLO hablan de una fuerte crisis del régimen. El consenso burgués se comienza a romper y el descontento se está expresando a través de la movilización callejera.
– ¿Cuál es el rol de AMLO?
La crisis de los partidos (principalmente la del PRD), las disputas tramposas en el Congreso y las tomas de tribunas muestran una democracia burguesa cada vez más degradada, donde un caudillo como AMLO, apoyado en la CND y el FAP, se fortalece como una fuerte mediación de tipo nacionalista -decadente, cabe señalar-, que podría jugar eventualmente un rol en la recomposición del régimen democrático burgués.
La política del gobierno (y del PRI) de debilitar al PRD, ha empujado a éste a ubicarse como oposición “radical” bajo la dirección de AMLO y a expresar mucho más directamente el descontento obrero y popular.
La defensa de la industria energética vía el rechazo a la privatización de PEMEX y la democratización del sindicato petrolero, hacen que la ubicación del PRD sea superior a la del año pasado con el movimiento antifraude, de carácter meramente democrático y centrado en lo electoral. Sin embargo, si bien el PRD llama a movilizar contra PEMEX, bajo la dirección de AMLO, tiene una política que apunta a “democratizar” las instituciones sin sacar los pies del plato de este régimen entreguista; y es bajo esa lógica de “perfeccionar” y preservar el régimen que busca arrancarle al PAN el compromiso de un referéndum o cuando menos la “garantía” que no se votará en “periodo extraordinario”. Un pacto o acuerdo en el Congreso entre los tres partidos podría ser la vía para contener el descontento, desviándolo hacia la ilusión en una agenda de “discusión” donde, en definitiva, estarían ausentes los trabajadores y el pueblo que quiere derrotar la reforma privatizadora.
Uno de los principales límites de este movimiento es que hasta ahora la clase obrera no se ha expresado de forma independiente, lo que le da un mayor margen de maniobra a la dirección burguesa de AMLO.
– ¿Cuál es el programa que están levantando desde la LTS?
El movimiento contra la privatización de PEMEX es altamente progresivo frente a la rapiña imperialista y la entrega que la burguesía cipaya profundizó en los últimos años. La privatización de PEMEX significaría para México la pérdida de una conquista histórica de los trabajadores, un atraco a la nación y un retroceso en su acotada soberanía, sometiéndola más a los dictados del imperialismo.
El rechazo popular a la privatización es un factor de inestabilidad y el principal obstáculo del gobierno, como mostraron los masivos mítines en el Zócalo del 18 y 25 de marzo convocados por AMLO. Es urgente profundizar la más amplia movilización contra el plan de privatización, de forma independiente del régimen y todos los partidos patronales oficialistas u opositores. Hay que impulsar un gran movimiento nacional contra la entrega de PEMEX y el TLC. En ese camino, es fundamental que la clase trabajadora se ponga a la cabeza de esta gran lucha, especialmente los trabajadores petroleros (grandes ausentes en el discurso de AMLO). Para esto los sindicatos, y en particular aquellos que se reclaman opositores y democráticos, tienen que convocar a un paro nacional contra la entrega, como parte de una gran lucha obrera y popular contra el conjunto de los planes de Calderón y el imperialismo.
La clase obrera y el pueblo de México tienen hoy un importante aliado en los trabajadores y pueblos latinoamericanos, para enfrentar unidos la opresión imperialista, en defensa de su soberanía y sus recursos naturales.
Para los socialistas revolucionarios, la lucha contra la privatización de PEMEX debe estar planteada en la perspectiva de romper todos los pactos que atan al país al imperialismo, como el TLC y la deuda externa, cómo la única forma de conquistar una auténtica soberanía nacional.
– La privatización de PEMEX
– Entrega: la propuesta enviada al Congreso pretende privatizar la exploración, refinación, transporte, refinamiento, almacenamiento y distribución de gas y petróleo y químicos hoy en manos de la petrolera estatal.
– Despidos: la “reestructuración” en marcha, contempla el despido de 32.000 empleados no sindicalizados para concesionar sus labores a compañías privadas, además de la eliminación de conquistas, cambios en las jubilaciones y pensiones, horas extra, entre otras.
Claves
– PRD: Partido de la Revolución Democrática.
– AMLO: Andrés Manuel López Obrador, ex candidato presidencial del PRD.
– FAP: Frente Amplio Progresista, coalición que incluye al PRD y partidos menores.
– PRI: Partido de la Revolución Institucional, gobernó el país durante más de 70 años hasta 2000.
– PAN: Partido de Acción Nacional, el actual presidente Felipe Calderón pertenece a este partido.
– CND: Convención Nacional Democrática, fue convocada por AMLO y el FAP con el fin de desconocer el resultado fraudulento de las elecciones presidenciales de 2006 en las que se dio como ganador a Calderón.