Atacan una diputada demócrata
Crece la polarización política en Estados Unidos
13/01/2011
El ataque contra la diputada demócrata Gabrielle Giffords en Tucson, Arizona, vuelve a poner sobre el tapete la creciente polarización política en Estado Unidos. El ataque perpetrado el sábado 8/1 por el joven de 22 años Jared Loughner dejó seis personas muertas y heridos de gravedad, entre ellos la diputada que se encontraba en medio de una actividad política.
Giffords había sido reelecta en las legislativas de noviembre al imponerse sobre el candidato republicano y del movimiento derechista Tea Party, Jesse Kelly. La campaña de este último, apadrinada por Sarah Palin como portavoz del T ea Party, había llamado a sus seguidores a “vaciar un M-16 (ametralladora)” contra Giffords.
El ataque en Tucson se inscribe en un contexto de fuerte polarización, con la profunda crisis económica como telón de fondo y la desilusión de importantes sectores con el gobierno de Barack Obama. Y así lo demuestra la campaña del movimiento Tea Party (alentada y financiada por sectores del Partido Republicano). Mientras en Arizona el ex marine Kelly llamaba a “vaciar el cargador”, a nivel nacional Sarah Palin marcaba los distritos donde el Tea Party debía “eliminar” a los demócratas con mirillas de fusil. Una de esas mirillas llevaba el nombre de Giffords, quien ya había denunciado el asalto a su local y repetidas amenazas de muerte.
Giffords y Arizona
El ataque a Giffords no es un hecho aislado ni es una casualidad que se haya dado en Arizona. Giffords, a pesar de pertenecer al ala centro del partido demócrata, reunía lo más odiado por los sectores de derecha en este estado, se opuso a la ley racista promulgada por la gobernadora republicana Brewer y apoyó el Plan de Salud de Obama (uno de los grandes motores del odio del movimiento Tea Party). A su vez, que el ataque se haya dado en Arizona muestra su gran contenido político, más allá de las motivaciones exactas del joven que disparó. Luego de la votación de la ley antiinmigrante, que habilita a la policía a interrogar a cualquier persona de la que se sospeche sobre su estatus migratorio, Arizona se convirtió en un estado modelo de la polarización social y política que atraviesa Estados Unidos, donde el racismo y la xenofobia crecen al ritmo que se profundizan las consecuencias de la peor crisis económica en décadas: cerca del 10% de la población está desempleada y millones de familias dependen de la ayuda estatal (cupones de comida, planes de desempleo, ayuda médica) para sobrevivir, mientras el gobierno y la elite política salva a las empresas y los bancos.
Locura y política
La mayoría de las explicaciones oficiales apuntan contra un “loco suelto” que llegó y disparó contra la diputada y todo aquel que se le cruzara. Esta explicación no solo deja un gran signo de interrogación sino que es un velo de hipocresía al que acudieron por igual demócratas y republicanos, de Obama a Sarah Palin, para no discutir qué representa el atentado para la política norteamericana actual. El presidente demócrata, al igual que los líderes de la oposición republicana en el Congreso, realizó un llamado a la unidad nacional. Nunca como hasta este atentado salieron a la luz las consecuencias de un discurso derechista que se endurece cada vez más, mientras la Casa Blanca ensaya un giro “hacia el centro” como respuesta al castigo electoral que recibió en noviembre de 2010.
En este escenario político, en los últimos dos años crecieron un 40% los crímenes de odio (especialmente contra latinos e inmigrantes “sin papeles”) y los grupos racistas y de extrema derecha ya superan los 1.200 (amparados a nivel institucional por 350 leyes antiinmigrantes promulgadas en 2009 y la continua financiación de la militarización de la frontera con México). En el plano de la élite política esto se ve reflejado en el informe del Departamento de Seguridad Interna que indicó que durante 2010 se triplicaron las amenazas contra legisladores. Y en medio de este clima se dio la última campaña, en la que el Tea Party y el Partido Republicano capitalizaron en clave reaccionaria la gran desilusión con el gobierno de Obama echando mano a una dura retórica derechista y apelando al conservadurismo y el miedo de millones que vieron cómo desaparecían sus puestos de trabajo y se ejecutaban sus hipotecas mientras una minoría cada vez más minúscula seguía (y sigue) enriqueciéndose.
Imperialismo y violencia
En este escenario, en una sociedad cruzada por la violencia y la opresión que ejerce el imperialismo norteamericano fronteras afuera, las campañas de “vaciar un cargador” contra un funcionario encontraron eco. Esta sociedad donde hoy se multiplican las editoriales sobre la violencia y la política es la misma que recluta a sus jóvenes con avisos publicitarios que emulan matanzas de videojuegos para ser parte del ejército ocupante en Irak y Afganistán, donde los crímenes, violaciones y vejámenes perpetrados por los soldados norteamericanos quedan impunes. Esta es la base de la violencia que se expresa hoy fronteras adentro, alentada por la crisis económica y la perspectiva sombría que ofrece hoy el capitalismo imperialista a las mayorías obreras y populares.