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Internacional

Cuba. Avanza la restauración capitalista

11/03/2014

Cuba. Avanza la restauración capitalista

Tras 6 años de reformas graduales y parciales impulsadas por Raúl Castro, que arrancaron en 2007 y adquirieron un nuevo impulso y legitimidad con la aprobación por el VI Congreso del PCC en 2011 de los Lineamientos generales de la política económica y social, la sociedad cubana está mostrando cambios evidentes tanto en la andamiaje legal del Estado tendientes a una apertura económica al capital extranjero y el impulso del sector privado, como en su estructura social.

La reciente Cumbre de la CELAC realizada en La Habana fue aprovechada por altos dirigentes políticos internacionales como Ban Ki-Moon (ONU) y José Insulsa (OEA), que por primera vez visitan Cuba de forma oficial, y jefes de Estado latinoamericanos, para manifestar su conformidad y apoyo al proceso de reformas económicas que está teniendo lugar en el país caribeño.

¿Constituyen estos cambios y nuevos escenarios políticos la restauración capitalista de Cuba? ¿Han terminado de desmantelar las conquistas que quedaban de la revolución de 1959? ¿Cuál es el programa que debemos levantar los revolucionarios en la Cuba de hoy?
Los marxistas revolucionarios seguimos atentamente la situación en Cuba porque fue el primer estado obrero en Latinoamérica que, a pesar de su dirección burocrática, opuesta a la revolución socialista internacional, se convirtió en una conquista para la clase obrera latinoamericana y mundial que defendemos incondicionalmente, demostró que se puede vencer al imperialismo y dejó grandes lecciones para quienes hoy seguimos la lucha contra el capital y por la revolución social. Su regreso a la órbita del mercado mundial y la subordinación del país al gran capital internacional serían de la misma forma pero en sentido contrario un fuerte golpe para los trabajadores y pueblos oprimidos del mundo entero y un importante triunfo para el imperialismo. Por eso hacemos un análisis objetivo de la realidad concreta que nos permita establecer científicamente el programa y la estrategia necesarios en la situación actual.

Extendido apoyo internacional al proceso de “actualización” económica de la burocracia castrista

"Estoy muy interesado en el proceso de cambio que se está dando en Cuba y cómo las Naciones Unidas podemos apoyar este proceso", dijo el presidente de la ONU cuando arribó al aeropuerto internacional de La Habana José Martí invitado a la Cumbre de la CELAC. Desde el gobierno norteamericano, la Unión Europea, y los gobiernos latinoamericanos, también vienen dando muestras de aliento al plan de reformas que conduce Raúl Castro. A fines de 2013 vimos el gesto que significó el saludo durante los funerales de Nelson Mandela, entre Obama y Castro, interpretado por la mayor parte de los medios de comunicación como el comienzo de un “deshielo” en la relación bilateral, pese a que en su discurso Obama criticó abiertamente que algunos que reivindican a Mandela “no permitan la disidencia interna”. El inédito apretón de manos en Sudáfrica fue acompañado de declaraciones de dirigentes de primera línea de la Casa Blanca, como el propio John Kerry, de que la política confrontativa con Cuba no ha dado buenos resultados históricamente y que los cambios que se están implementando en la isla van en “el buen camino”. Aunque mantienen su exigencia de una apertura política, el gobierno norteamericano ha accedido a reabrir las negociaciones oficiales en materia migratoria tras casi 30 años de estar suspendidas, al tiempo que se viene incrementando enormemente el flujo de intercambio con los familiares cubanos residentes en EEUU a partir del levantamiento de las restricciones por parte de Cuba desde enero de 2013. Cada vez más sectores de la diplomacia estadounidense y analistas presionan a su propio gobierno para que abandone su histórica política agresiva contra Cuba. Para el ex diplomático estadounidense Wayne Smith, ex jefe de la misión diplomática estadounidense en La Habana, “‘no hay ninguna razón para que los países no tengan relaciones normales. Considero que nuestra política hacia Cuba es emocional, no es pragmática, no es sensata, y además va contra nuestros propios intereses’. Geoff Thale, del Washington Office on Latin America (WOLA), dijo que la política estadounidense hacia Cuba lamentablemente se ha quedado empantanada en el pasado. ‘Fue definida en la Guerra Fría y nunca ha sido reformada desde entonces’, argumentó. En su opinión, no tiene sentido en la actualidad” (El Universo, Ecuador, 01/02/14).

La Unión Europea ya anunció que revisará durante 2014 la “posición común”, aprobada en 1996 en sintonía con el bloqueo económico norteamericano. En Latinoamérica, el gobierno mexicano del derechista y represor Peña Nieto manifestó por boca de su ministro de Exteriores “desarrollar con Cuba una relación muy cercana de pleno apoyo a su estrategia de actualización económica” (El País, 18-01-14) y viene tomando importantes medidas concretas de apoyo al curso que ha tomado la burocracia castrista condonando el 70% de la deuda que Cuba mantiene con el país azteca.

Es que más allá de las grandes diferencias políticas que los separan de la burocracia castrista, nadie quiere perderse el gran negocio de participar en la restauración del capitalismo en Cuba, un mercado potencial de 11,5 millones de personas y una mano de obra muy calificada para los estándares regionales y muy barata medida en dólares.

Brasil, nuevo socio regional

A este contexto internacional favorable a la política restauracionista de la burocracia, hay que sumar que a la vez que su principal aliado, el gobierno venezolano, atraviesa una gran crisis económica y política desde la muerte de Chávez, Cuba viene fortaleciendo lazos con la potencia regional brasileña con la que acaba de inaugurar con el marco de la Cumbre de la CELAC, el puerto de aguas profundas del Mariel. Este emprendimiento ejecutado por el gigante brasilero de la construcción Odebrech y financiado mayormente por el BANDES (con alrededor de un 25% del capital invertido por el estado cubano) se proyecta como el mayor puerto comercial del Caribe y un importante paso en el comercio interoceánico y que podría dar un gran salto con un eventual levantamiento del bloqueo económico norteamericano a Cuba. A solo 40km de La Habana, el Mariel será la base de una nueva zona franca libre de impuestos abierta a la inversión extranjera, de características similares a las que impulsó China a fines de los ‘70. A diferencia de las históricas inversiones extranjeras en Cuba que eran gestionadas por los altos jerarcas de la burocracia o en asociación con las empresas inversoras, el puerto del Mariel estará gestionado enteramente por la multinacional Autoridad Portuaria de Singapur. Mientras tanto, la actividad del actual puerto comercial de La Habana será reorientada hacia el negocio turístico.

Con la puesta en marcha de este proyecto (entre otros como en las áreas de biotecnología y agronegocios) Brasil ha entrado en el ranking de los mayores socios comerciales de la isla después de Venezuela, China, EEUU y Europa.

Las reformas en curso

Junto a los festejos por los 55 años del triunfo de la revolución, durante 2013 se ha visto un importante avance de las reformas pro mercado que impulsa el gobierno de Raúl Castro. Los trabajadores por cuenta propia ya son más de 450.000 (mientras que apenas superaban los 100.000 hace tres años). A este sector se le han reducido fuertemente los impuestos, entre ellos a la contratación de mano de obra (hasta 5 empleados). Ya desde fines de 2011 pueden tomar la opción de convertirse, al igual que las cooperativas, en contratistas o proveedores del Estado. En ese año también se liberó la compraventa de inmuebles y la utilización restringida (solo las propiedades con fines de “descanso o veraneo”) de los mismos como garantía para obtener los créditos bancarios habilitados también desde fines de 2011. Este año se sumó la libre compraventa de autos nuevos y usados al Estado (que sigue siendo el único importador y adjudicador).

Se extendió, también en 2013, la habilitación para formar cooperativas en actividades no agropecuarias, es decir en las ciudades. Estas podrían tener un importante desarrollo en rubros como en el comercio, la construcción o el transporte. “A partir del primero de julio comenzaron a funcionar 124 cooperativas: 12 en la construcción a partir de trabajadores por cuenta propia, 99 en el comercio que surgen de anteriores empresas estatales, dos en el reciclaje de materias primas y 11 en el sector de transporte” (La política económica en Cuba, José Luis Rodríguez, 18/12/13). Se estableció asimismo la posibilidad de ceder en usufructo o alquilar las propiedades estatales a este tipo de “emprendimientos” y se les permite contratar mano de obra hasta un 10% de las horas de trabajo que suman los socios. Más del 70% de estas empresas contó con créditos bancarios para comenzar sus actividades. Para fines de ese año ya existían más de 250 cooperativas operando.
La extensión de las cooperativas se ha transformando en una importante herramienta en manos del gobierno para el “ordenamiento” de las deficitarias empresas estatales. El objetivo es cerrarlas y despedir a sus trabajadores. Ya en 2011 Castro anunció que sobraban 1,1 millones de trabajadores en el estado. Pero la burocracia teme la respuesta y la resistencia de los trabajadores, por lo que con la forma de las cooperativas y el verso de la “autogestión” o la “propiedad social” (política levantada incluso por sectores ubicados a la izquierda dentro del PCC como Pedro Campos) ha encontrado una manera de disimular y disfrazar el desguace y cierre de los centros productivos nacionalizados. Ahora deberán resolver sus pérdidas y sus deudas de forma autónoma, reduciendo costos, aumentando su productividad y consiguiendo nuevos clientes o mercados, o bien deberán achicarse (echar gente) o incluso cerrar la empresa.

El campo

En el campo, la entrega de tierras ociosas y de baja productividad superó el millón y medio de hectáreas en beneficio de más de 170.000 campesinos y en desmedro de las grandes empresas agrícolas estatales que eran improductivas y están siendo desmanteladas. Con la aplicación de los Decretos-Ley 259 (2008) y 300 (2012) ya alrededor del 70% del campo cubano es explotado por campesinos privados y cooperativas (The Economist, 20/07/13). Con esto, el abastecimiento en pueblos y ciudades está mejorando, “no se siente un efecto a nivel macroeconómico, pero por ejemplo encuentras verduras en cualquier barrio, por la puerta de la casa te pasan vendiendo incluso carretilleros. Por ejemplo, hay tomate todo el año por primera vez, hay cebolla todo el año, y producidos en Cuba, no importados” (“Entrevista a Fernando Ravsberg, corresponsal de la BBC en La Habana”, 17/01/14). Sin embargo la productividad continúa siendo baja y Cuba sigue importando casi el 80% de los alimentos que consume.

Por eso, desde mediados de 2013 se implementaron nuevas medidas para estimular al sector permitiendo que los agricultores privados puedan vender su producción directamente en el sector turístico (con un CUC devaluado equivalente a unos 10 pesos nacionales) y a fines de ese año se comenzó a implementar en algunas provincias y en forma de “prueba piloto” la comercialización directa del productor a los puntos de venta a la población, todo lo cual hasta ahora era mediado por el Estado (“El 2013 en la política económica”, José Luis Rodríguez, 28/12/13). También se está desarrollando un mercado mayorista en pesos convertibles donde privados y cooperativas puedan proveerse “libremente” de insumos, maquinarias y herramientas.

Así, tanto en las ciudades como en el campo, se está avanzando en el desmantelamiento del aparato productivo estatal y en favor del sector privado que a través de impuestos ya se calcula que representa un 18% del presupuesto estatal (Semanario Opciones, 03/10/13). No obstante, estas transformaciones en curso siguen teniendo grandes límites. En el campo, las tierras fueron entregadas en usufructo y todavía no pueden venderse o arrendarse a terceros. Desde 2012 se exceptúa de esta restricción a cooperativas si el campesino se integra a ellas como socio. Esta última reforma dio gran importancia a las nuevas cooperativas y a las antiguas cooperativas UBPC creadas a principios de los ’90. Ese año también se comenzó a vender las construcciones (bienhechurías) existentes en las tierras a los usufructuarios, y a reconocer la propiedad privada sobre las nuevas que construya el usufructuario (previa autorización estatal y que tampoco puede venderse a terceros), lo que era una vieja reivindicación del sector y que posiblemente de lugar en el futuro a reclamos sobre la propiedad las tierras. Las tierras se entregaron en pequeñas extensiones a razón de hasta 13 hectáreas por campesino particular o 67 hectáreas si están vinculados a una cooperativa o granja estatal.

De esta manera aún no puede generarse, al menos legal y abiertamente, una concentración de tierras tal que dé origen a importantes empresas agrícolas y a una clase capitalista en el campo. Por otra parte muchas granjas privadas y cooperativas, siguen dentro del sistema presupuestado donde el Estado determina qué se produce, en qué cantidades y en qué plazos como ocurrió históricamente con las UBPC.

La burocracia restauracionista refuerza sus posiciones

El impulso al cuentapropismo y a la formación de cooperativas es una política de la burocracia para crear una base social que presione por más y más profundas reformas de mercado. Por otro lado intenta que este sector absorba parte de los cientos de miles de despidos que se vienen implementado (cerca de 600.000), ya que un golpe económico semejante podría generar una gran protesta social que el régimen quiere evitar a toda costa. Sin embargo, este sector aunque sus capas más altas están haciendo un importante negocio, no tiene la capacidad de convertirse en motor de la economía ni perspectivas de crecer lo suficiente como para transformarse en una nueva clase burguesa local. Pese al dinamismo que ha tomado (y está por verse por cuánto tiempo), los 450.000 trabajadores en este segmento económico no dan cuenta de más que el 10% de la población económicamente activa, calculada en torno a los 4 millones y medio de personas.

El gran agente que pretende transformarse en la nueva clase capitalista y quedarse con el grueso del botín es la propia burocracia en el poder que dirige las empresas más importantes del país así como el control del comercio exterior y las asociaciones con el capital extranjero. Estos grandes burócratas sobre todo generales de las FAR, cuyas empresas gerenciadas generan la mayor parte del PBI y de las exportaciones, vienen desde hace años fugando divisas a cuentas en el extranjero como forma de “apalancarse” (término que utilizó el intelectual cubano Esteban Morales cuando denunció esta situación en 2010 y por lo que fue expulsado del PCC) financieramente y poder apropiarse de las empresas y negocios que controlan actualmente cuando las condiciones legales y políticas les sean propicias.

Es por eso que el proceso de “actualización” económica va acompañado de mantener el régimen de partido único y no incluye una apertura política como pretende el imperialismo (libertad para los partidos burgueses, sufragio universal, división de poderes, etc), siguiendo el modelo de restauración aplicado en China o Vietnam. Hasta ahora la burocracia sólo ha concedido algunas libertades elementales como la flexibilización para entrar y salir del país a principios de 2013, pero en el marco de mantener intacta la estructura política del régimen.

Luego de sobreponerse al cimbronazo que significó la ausencia política casi total desde 2006 de su líder histórico Fidel Castro, y lograr encuadrar relativamente a las distintas alas de la burocracia estatal y del partido, tanto a las resistentes a las reformas (porque ven perder sus privilegios y prebendas) como a las que pretenden avanzar rápidamente, ha depurado los organismos centrales de dirección del partido y del Estado y emprendido un camino de “recambio generacional” expresado en nuevos dirigentes más jóvenes como Miguel Díaz Cane y Esteban Lazo asumidos en 2013 por los dirigentes históricos Machado Ventura y Ricardo Alarcón, o Murillo ministro de economía a cargo de la implementación de las reformas. De esta manera, la burocracia castrista quiere preservar su lugar al frente del estado para dirigir ellos mismos el proceso de restauración en alianza con los monopolios extranjeros.

El plan por delante

A fines de 2013 se aprobó lo que es sin dudas una reforma aún más importante que aquellas transformaciones en el trabajo por cuenta y las cooperativas que ya hemos comentado, la modificación del Código de Trabajo. Esta reforma está íntimamente relacionada al objetivo de favorecer las inversiones de capitales extranjeros cercenando derechos laborales, incluyendo por ejemplo el mecanismo muy socialista de ligar el salario a la productividad del trabajador y a las ganancias de las empresas, habilitación para realizar despidos según las necesidades empresarias, etc. En el cierre de las sesiones ordinarias de la Asamblea Nacional, el 21 de diciembre de 2013, Raúl Castro saludó la votación del nuevo Código que tiene como objetivo “la creación de un ambiente de mayor disciplina y de reafirmación de la autoridad y responsabilidad de la administración”. Es importante señalar el rol pérfido que juega la Central de Trabajadores Cubana que cuenta con 3,4 millones de afiliados (incluyendo a la gran mayoría de los trabajadores por cuenta propia) y fue la encargada de “mejorar” el proyecto inicial y responsable de legitimarlo a través de “asambleas” masivas en todo el país, completamente amañadas donde los trabajadores no pueden organizarse libremente y tienen prohibido el elemental derecho a huelga o manifestaciones. La CTC es una organización completamente burocrática que acaba de realizar su XX Congreso conducido directamente por funcionarios de la primera línea del gobierno como Miguel Cané, Salvador Mesa y Machado Ventura y cerró las sesiones el propio Raúl Castro. Una vez más como era de esperarse reafirmó su compromiso con la “actualización del modelo” que el gobierno lleva adelante y descaradamente avaló el despido de casi 600.000 estatales registrados de 2010 a la fecha.
Así mismo, Castro puso fecha de 2014 a la “discusión” y aprobación de otras leyes clave que hacen a la estructura económica del país. Pese al hermetismo oficial que reina en torno a los contenidos concretos de las mismas, podemos adelantar algunos trazos generales del plan de la burocracia que continúa y profundiza la línea que viene aplicando en los últimos años.

1) Modificación de la Ley de inversiones extranjeras, cuya aprobación está proyectada en marzo. Como dijo Raúl Castro en el discurso citado, apuntan a fomentar la entrada de capitales extranjeros para dinamizar la economía y resolver problemas estructurales como la falta de alimentos. Habrá mayores concesiones a las inversiones externas, reducción de impuestos, menor control del Estado sobre importaciones y exportaciones, mayor flexibilidad en la contratación de mano de obra (hoy controlada por el Estado), y hasta es probable el salto de la modalidad de empresas mixtas que fue la norma durante el Periodo especial de los ’90 a inversiones 100% privadas como ya se hizo en casos excepcionales como con algunas empresas venezolanas desde 2003. Parte importante de esta orientación es el puerto del Mariel que ya mencionamos.

2) Ley de reunificación monetaria, que eliminará el CUC (que en 2003 absorbió la circulación del dólar estadounidense generada en la economía paralela de los ’90). Teniendo en cuenta los grandes “desequilibrios” de la economía cubana (las empresas estatales tienen sus balances financieros –la mayoría en rojo- calculados con una paridad falsa de 1 CUP= 1 CUC) y para evitar grandes cimbronazos en la estructura económica y financiera y sobre todo inestabilidad social y política, se anunció en octubre pasado un largo cronograma de implementación de la medida de alrededor de 3 años y del cual se desconocen muchos detalles. Sin embargo es evidente que implicará golpes a los trabajadores y las masas cubanas. El 6/3/14 anunciaron una reestructuración de los precios igualándolos a los del mercado mundial y un nuevo tipo de cambio para las empresas (no todavía para la población) que no ha sido informado y que entrará en vigencia cuando se apruebe la unificación monetaria. Por las señales que viene dando el gobierno, y las medidas parciales que se vienen aplicando, pareciera que tratarán de combinar una devaluación moderada de los activos (nominados en CUC) de alrededor del 50% en dos o tres años, con un fuerte aumento de la productividad laboral y pérdida de conquistas de los trabajadores y un crecimiento de la desocupación. El prestigioso semanario británico TheEconomist, decía a mediados de 2013 que “el lógico paso sería unificar las dos monedas devaluando el CUC y revaluando el CUP, aunque esto acarrearía inflación y un aumento en la demanda de importaciones. En lugar de esto, funcionarios del gobierno dicen que en las próximas semanas muchas industrias –comenzando por la azucarera, biotecnología y pesca- serán habilitadas para empezar a funcionar con diferentes tasas de cambio. Pavel Vidal, antiguo funcionario del Banco Central de Cuba y hoy profesor de la Universidad Javeriana en Cali, Colombia, opina que estas compañías obtendrán 12 pesos por cada dólar obtenido por exportaciones y lo pagarán para la importación a 7 pesos y para las importaciones de combustible desde Venezuela a 4 pesos” (“La economía cubana. El dinero comienza a hablar”, 20/07/13).

3) También se anuncia para 2014 una importante reforma en las empresas estatales profundizando el camino que ya mencionamos con la reconversión en cooperativas. Este sector conocido como “presupuestado”, agrupa más de 3000 empresas que se mantienen todavía bajo una cierta planificación burocrática. Las ganancias son remitidas al Estado, éste asigna las metas de producción para el siguiente periodo y otorga el financiamiento correspondiente a través del Banco Central. La nueva reforma está orientada a implementar una mayor autonomía a las empresas y les permitirá retener el 50% de las ganancias netas (después de pagar los impuestos) que perciban y que podrán reinvertir o distribuir entre los trabajadores. Es un mecanismo similar al de transformar las empresas estatales en cooperativas y dejarlas libradas a su suerte. Aquellas que no puedan revertir sus déficits y no sean rentables, serían liquidadas.

De ponerse en práctica estas reformas estructurales, en el contexto internacional favorable para la burocracia que ya comentamos, se terminarían de liquidar los elementos de planificación económica que todavía se conservan sobre gran parte de la economía cubana, se eliminarían la mayor parte de las restricciones que aún pesan sobre la actividad de los capitales extranjeros en la isla y la economía nacional quedaría mucho más expuesta y subordinada al mercado mundial al eliminar la dualidad monetaria que hoy actúa como una “línea de defensa”. Asimismo se terminaría de desbaratar el control del comercio exterior que aún conserva el Estado sobre la mayor parte del intercambio comercial que realiza el país.

Un programa revolucionario para salvar las conquistas sociales

En 2010 frente a las medidas pro capitalistas y de ajuste al pueblo trabajador que venía tomando el gobierno decíamos: “La única forma de evitar esta perspectiva (de ataque a los trabajadores y restauración capitalista) es luchar por una revolución política encabezada por los trabajadores, en alianza con los campesinos y sectores populares, que partiendo de la defensa de las conquistas de la revolución, derrote el bloqueo imperialista y ponga fin a la burocracia y sus privilegios. Esta revolución está íntimamente relacionada con las perspectivas de la revolución social en todo el continente (…)

Contra el régimen burocrático de partido único y contra el programa de establecer una democracia burguesa parlamentaria, luchamos por tirar abajo el régimen burocrático y establecer un estado obrero revolucionario basado en consejos de trabajadores, campesinos y soldados, y por la plena legalidad para los partidos que defiendan las conquistas de la revolución y los que se reivindiquen anticapitalistas.

La primera tarea de estos consejos de obreros, campesinos y soldados, apoyados en milicias populares, es revertir las medidas de ajuste, como los despidos y los recortes de beneficios como los comedores obreros, revisar de manera exhaustiva y radical las medidas adoptadas durante el “período especial” y el gobierno de Raúl, incluyendo las concesiones al capital extranjero, y orientar la economía en beneficio de los intereses de la revolución y de los trabajadores, los campesinos y las masas populares cubanas, estableciendo una planificación democrática de la economía.

Para esto es indispensable el control obrero de la producción y de las empresas, hoy en manos de la burocracia y los altos mandos de las FAR; terminar con los privilegios de funcionarios estatales y toda la burocracia, permitiendo así un aumento general del salario obrero que, junto a la eliminación de la dualidad monetaria, disminuya las desigualdades sociales; y recuperar plenamente el monopolio del comercio exterior, seriamente socavado durante las últimas décadas, para contrarrestar las fuertes presiones del mercado mundial capitalista” (Declaración de la Fracción Trotskista, setiembre 2010).

Hoy creemos que lo fundamental de este programa sigue vigente. Sin embargo, los avances en el desmantelamiento de la economía nacionalizada y la redoblada apertura al capital extranjero que se avecina, hacen necesario cada vez más resaltar y profundizar en los aspectos sociales del programa de la revolución política. Junto a la lucha contra el imperialismo y su criminal bloqueo económico, y por tirar abajo a la burocracia restauracionista, se vuelve de vida o muerte para la clase obrera cubana, detener el proceso de desguace y cierre de las empresas estatales, organizar democráticamente a los trabajadores y las masas para revisar todas las concesiones hechas al capital extranjero, poner bajo control obrero aquellas que sean necesarias, acabar con todos los privilegios de la burocracia, restablecer la planificación económica y el monopolio del comercio exterior según los intereses del pueblo trabajador, integrando a los trabajadores por cuenta propia con pequeños y medianos negocios así como a las pequeñas y medianas cooperativas que democráticamente decidan continuar bajo esa modalidad.
Sólo con un programa de estas características que sea tomado en sus manos por la clase obrera en alianza con los campesinos pobres y medios, trabajadores por cuenta propia y de pequeñas y medianas cooperativas, se podrán combatir los planes restauracionistas tanto del imperialismo como de la burocracia, que cada vez más actúan en consonancia. Solo de esta manera Cuba podrá volver a ser trinchera de la revolución latinoamericana y mundial.

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