Blog El violento oficio de la crítica
El 27 de octubre, lo viejo y lo nuevo
28/10/2013
Más allá de las cuestiones inmediatas que arroja el resultado de la elección (sobre la que ya hay exceso de análisis en los medios), la hipótesis que queremos esbozar es que muy posiblemente estamos asistiendo a un momento crucial de la Larga Marcha de Domesticación del Peronismo (y a su vez de la experiencia que la clase trabajadora hace con este partido). Luego de casi sesenta años de reinventarse, viviendo de unos cuántos mitos y algunas realidades y cuando cada uno de sus "avatares" fueron versiones degradadas del peronismo de los orígenes.
En su momento planteamos que por el lado de la sucesión de CFK, todos los caminos conducían a Scioli ("sciolismo o barbarie"), mientras Massa era una especie de "continuación del sciolismo por otros medios". La excesiva "kirchnerización" de Scioli lo dejó en el incómodo lugar de los grandes derrotados de la noche de ayer (aunque todavía en carrera). Y si bien lo que prima es el "fin de ciclo" del kirchnerismo, del que queda poco y nada como fenómeno político de respuesta el 2001 (la campaña vacía de Insaurralde, lo terminó de demostrar), también hay un cierto agotamiento del peronismo, en términos de generar "avatares" que lo resignifiquen como identidad política y al mismo tiempo le permitan mantener el poder. "La desorganización organizada", "el movimiento caótico", no puede vivir eternamente de algún lejano pasado glorioso, cada vez más lejano y cada vez menos glorioso para las nuevas generaciones.
En este sentido, si bien Massa todavía tiene que ver si puede arbitrar los medios para realmente constituirse como una corriente política nacional (el triunfo en PBA es estratégico, necesario, pero no suficiente, sin armado como mínimo en Córdoba y Santa Fe, o el NOA y el NEA, según el caso), el PJ bonaerense sale golpeado y es de esperar que si se sigue haciendo más popular Massa, los mazorqueros se hagan los distraídos con la identidad peronista y empiecen a aparecer con la botellita de agua mineral y la barrita de cereal. O como lo dijo gorilamente Pagni, a mostrar un peronismo que empieza a comer con los cubiertos. Un peronismo republicanizado.
En este sentido, el fenómeno de Massa (o su contracara Scioli) de "gestión sin tanto relato piantavotos y confrontación", además del resultado no querido de la "hiperpolitización" operada por el kirchnerismo es la expresión de que luego de un ciclo centroizquierdista, el peronismo no puede volver a un peronismo tradicional sin más, como tampoco a una resurrección del menemismo (por lo menos sin un cambio de la relación de fuerzas, social y política). Desde este punto de vista, después de la dictadura, el menemismo y el kirchnerismo, estamos asistiendo a una disminución de la "creatividad histórica" del peronismo en lo que a generación de avatares se refiere y por ende comienza a perder los contornos de su identidad histórica para comenzar a constituirse como una "centroderecha" estereotipada más adaptada a los modos republicanos.
Un peronismo vacío de política, que el kirchnerismo ayudó a reconstruir (o a restaurar) cuando pasó del abuso irresponsable de la "hiperpolitización" y la ensalada "ideológica" ("camporismo", "setentismo", "derechos humanos", "evitismo"), a la descafeinización política de Scioli, hasta los bordes de la tinellización con Insaurralde y Jesica Cirio. Dejando a la intemperie a amplias franjas de una juventud que compartió el nuevo "clima de época" y hasta el relato, pero no el cinismo de una presunta real politik pragmática y del "vale todo".
Sin dejar de reconocer al peronismo como el actor central de lo que se está tejiendo como "poskirchnerismo", hay que destacar que ese "poskichnerismo" tiene bastante de "posperonismo". El hecho de que Hugo Moyano tuviera que viajar hasta Neuquén para festejar el triunfo del candidato emepenista Guillermo Pereyra (Secretario General del sindicato petrolero y segundo de la CGT conducida por el camionero), cuando antes estuvo en el centro de la alianza sindicatos-gobierno durante el mandato de NK y parte del de CFK, es un buen indicador de esto.
Se podría objetar ¿de qué domesticación están hablando si el peronismo es el principal sostenedor del orden social en la Argentina? Precisamente para cumplir ese rol, ha asumido "modos" y "batallas culturales" que no han generado precisamente el beneplácito de la burguesía. Por eso, J.W. Cooke hablaba del "hecho maldito del país burgués" y le dijo al Che Guevara "En Argentina, los comunistas somos nosotros, los peronistas". En suma, la idea repetida hasta el hartazgo, de que el peronismo es la única "izquierda real" que puede haber en nuestro país (y que el resto solo era "izquierda cultural"). La evolución actual de la política Argentina nos marca que el peronismo está resolviendo "por derecha" la paradoja del "bonapartismo" que históricamente resolvió el problema del control de las grandes masas, haciéndole más concesiones de las necesarias desde el punto de vista "corporativo" de las patronales y creó una cultura política verticalista pero plebeya que hasta el día de hoy, aunque los principales dirigentes peronistas naden en guita, es repudiada, aunque muchas aceptada como necesaria, por los "republicanos".
Como contracara de este proceso, la emergencia del Frente de Izquierda, marca el inicio de la identificación de un sector de trabajadores con una fuerza de izquierda, que promueve la independencia de clase (a diferencia de las "izquierdas" que emergieron en las últimas décadas, aunque ninguna con la fuerza nacional y orgánica del FIT). Es decir, una identificación de fracciones de los trabajadores como clase y de esas fracciones de la clase, con la izquierda clasista.
Hay un aspecto de "contingencia" de la política en todo esto, pero que bien mirado tiene que ver con que la crisis del kirchnerismo generó con mucha velocidad fenómenos políticos difíciles de asimilar por el conglomerado de partidos y frentes que conforman el sistema político actual. En resumen, el kirchnerismo generó más centroizquierda de la que puede asimilar el peronismo, al mismo tiempo que deglutió el espacio de la centroizquierda tradicional, cuyos restos quedaron a merced del frente sojero (por circunstancias de fuerza mayor tanto como por voluntad propia). Más allá de las ilusiones en la candidatura presidencial de Cobos, sigue siendo difícil que el radicalismo se termine de recuperar como partido nacional al nivel del PJ (y mucho menos como "partido de gobierno"). Hay una conocida frase de Trotsky sobre que la política de masas siempre está rezagada en relación con los cambios que se van operando subterráneamente en el plano de la economía. En vistas de la realidad política argentina podría hacerse una paráfrasis diciendo que en este "fin de ciclo", los actores políticos están rezagados en relación con los fenómenos políticos que recorren los movimientos de la conciencia de las masas.
Hemos dicho que, a diferencia de otras experiencias "de izquierdas" (término socialdemócrata patético) como el Frente del Pueblo o Izquierda Unida, el FIT expresa otra cosa, por ser un frente de partidos que se reivindican trotskistas y por levantar abiertamente como bandera la independencia de clase (mientras en las experiencias anteriores había sectores como el PC abiertamente frentepopulistas con lo cual el planteo era más "de izquierdas" que de izquierda).
Se ha planteado que las tradiciones de "parlamentarismo revolucionario" de la clase obrera argentina son muchísimo más débiles que las de comisión interna, coordinadoras, huelgas urbanas con piquetes, tomas de fábricas y un largo etcétera, que podríamos englobar en la categoría "organización de base y acción directa". Si bien hubo experiencias de "parlamentarismo socialista" o de izquierda, en general fueron expresión de fenómenos electorales sin una relación orgánica con las organizaciones obreras.
Sin embargo, la hipótesis de que la clase obrera pueda avanzar en conquistar jalones de independencia de clase por la vía del desarrollo político parlamentario de la izquierda trotskista, combinado con ciertas posiciones estratégicas conquistadas en el movimiento obrero y estudiantil, es hoy una hipótesis absolutamente realista, cuyas potencialidades no podemos desaprovechar, empezando por tener muy claro que es necesario superar cualquier intervención parlamentaria rutinaria. En este sentido, está planteado profundizar la reflexión política sobre como los "espacios" conquistados devienen "posiciones" a partir de las cuales bregar por construir una izquierda revolucionaria enraizada en la clase trabajadora y la juventud.
Puede sonar trillado (por tanto mal uso), pero podemos esta en presencia de "lo viejo que no termina de morir (aunque muere un poco más) y lo nuevo que no termina de nacer" o, mejor dicho, que ya está naciendo.