LACAPITAL.COM.AR - 30/01/2011
El ejército egipcio se cuida de mostrar sus cartas
30/01/2011
El Cairo. – Cientos de manifestantes se concentraban en la céntrica plaza de Tahrir de El Cairo, exigiendo la dimisión del presidente Hosni Mubarak: “Han robado y saqueado el país” acusaban, y por eso el presidente debe ser llevado a los tribunales. Algunos de ellos intentaban entablar conversación con los soldados que tomaron posiciones en todas las plazas centrales de la capital. Pero los militares no se dejaban llevar por el entusiasmo. “Estamos aquí sólo para proteger al pueblo y la propiedad del Estado”, decían.
Una posición que es respetada por muchos egipcios. Porque al contrario que la policía, considerada en todas partes brutal y corrupta, el ejército tiene una relativa buena consideración en Egipto. Y eso pese a que algunos oficiales en los años posteriores a la revolución de 1952 se hicieron con propiedades estatales.
Pero al mismo tiempo impera la desconfianza. Muchos egipcios con formación se preguntan cómo es posible que el jefe del Estado Mayor, el teniente general Sami Hafis Anan, precisamente se encontrara el viernes en Washington en un momento en el que en su país el pueblo estaba saliendo a la calle. De ahí que muchos egipcios no descarten que esta revuelta impulsada por la oposición, a la que después se unieron la Hermandad Musulmana y jóvenes violentos de asentamientos ilegales, sea en realidad un golpe de Estado encubierto del ejército con la bendición del gobierno estadounidense.
Ningún secreto. Y es que no es ningún secreto que el presidente Barack Obama y algunos otros socios occidentales de Egipto no están satisfechos con la actitud de Mubarak y su séquito sobre democracia y derechos humanos. Además, el apoyo de Washington al premio Nobel de la Paz Mohammed el Baradei, quien llegó el viernes a El Cairo, fue muy evidente.
Posiblemente los estadounidenses hayan encontrado aliados en la cúpula militar egipcia que quieran también echar al anciano Mubarak por su insistencia en volver a ser candidato en las presidenciales de este año, o intentar imponer la candidatura de su hijo Gamal. Sobre el estado de salud de Mubarak padre se especula desde hace mucho tiempo. Y Gamal, considerado amigo de la elite de nuevos ricos, no es especialmente popular en los círculos militares (nota: ayer se aseguraba que Gamal había huido a Londres junto con su familia).
Las valijas hechas. De momento, sólo algo es seguro: si el ejército y el nuevo gobierno del país no logran poner fin a los saqueos y la violencia rápidamente, Egipto vivirá una huida masiva de las clases altas. Una parte de los empresarios que no lloraría la caída de Mubarak está desde hace tiempo con las valijas a medio hacer por la inestabilidad de los últimos meses. El empresario turístico Samih Sawiris, un cristiano copto, trasladó hace tiempo la sede de su empresa a Suiza.
La gran cuestión es ahora si Mubarak se exiliará o si el ejército lo apoyará, o si al menos una parte de los militares lo hará. ¿Cómo son, entre bambalinas, las luchas de poder internas en El Cairo? La situación es aún poco clara y quizá se precipite quien ya esté celebrando la caída de otro régimen que no organiza elecciones limpias y permite la tortura.