Medio Oriente
El terror, un factor constitutivo del Estado de Israel
10/06/2010
La masacre de nueve activistas pacifistas que integraban el convoy naval humanitario a Gaza, cometida por comandos de élite reveló con toda crudeza el carácter terrorista del Estado de Israel. Los ojos del mundo quedaron atónitos ante semejante saña criminal que generó una crisis sin precedentes, aislando al Estado judío y desatando el odio de las grandes masas (ver recuadro). Esa indignación también se expresó en las calles de Tel Aviv, donde se concentraron 20.000 personas, entre las cuales figuraban grupos sionistas de “izquierda” del movimiento Paz Ahora y partidos como Meretz y Jadash, así como manifestantes pacifistas y antisionistas.
El “campo pacifista” estuvo al borde de la extinción por haber confiado en el Partido Laborista, que en esencia demostró ser igual que sus socios del Likud en la actual coalición de gobierno presidida por Benjamín Netanyahu, así como cuando un sector del mismo liderado por Shimon Peres se asoció con el genocida Ariel Sharon para formar el partido Kadima y bajo el gobierno de Ehud Olmert demostró ser igual de belicista, lanzando la guerra del Líbano y la Operación Plomo Fundido sobre Gaza.
Es que la brutalidad del gobierno de Netanyahu irradia elementos de crisis entre las bases del Estado sionista y los ciudadanos judíos que reivindican la “democracia” y los “derechos humanos”, del mismo modo que miles de judíos de diversos países toman distancia del guerrerismo israelí como el recientemente formado grupo de “Judíos Europeos por el Llamado a la Razón”. En este sentido, el bloqueo a Gaza como escarmiento al pueblo palestino por haber votado a Hamas en las elecciones de 2006 remite a los clásicos métodos de “castigo colectivo” empleados por los nazis como represalia contra la población civil. Por el mismo andarivel, la amenaza de retirar la ciudadanía a la diputada árabe Hanin Zuabi, acusada de “traición” por viajar en la flota humanitaria a Gaza, amenaza que afecta potencialmente a 1,5 millones de “árabes israelíes” si cuestionan al Estado sionista, tal como contempla la ley Nakbah, guarda mucha similitud con la leyes raciales de Nuremberg, cuando en 1935 Hitler revocó los derechos de ciudadanía de los judíos.
Mientras Netanyahu entabla la parodia de una “investigación interna”, EE.UU. se dispone a enviarle a su aliado estratégico nuevos pertrechos de guerra con bombas ultrasofisticadas.
Para desbaratar la burda maniobra acusatoria de “antisemitismo”, dirigida contra todo aquel que establezca críticas contra esta política de barbarie, los judíos que se reivindican democráticos deben condenar esta masacre y exigir el castigo de sus responsables materiales e intelectuales, así como la ruptura de las relaciones diplomáticas.
Un poco de historia
El terror criminal empleado por los comandos contra un grupo de pacifistas encierra en sí la fisonomía orgánica de ese Estado de naturaleza colonialista y racista basado en un ejército de ocupación permanente que expropió compulsivamente las tierras históricas del pueblo palestino. Cuando la Corte Suprema israelí sancionó la legalidad de la tortura y los “asesinatos selectivos” no hizo más que reafirmar la política del sionismo en la historia.
A principios del siglo XX, los colonos judíos apenas sumaban 5000 miembros mientras la población árabe superaba las 650.000 personas. El imperialismo británico administraba el protectorado de Palestina apoyándose sobre la minoría judía para mantener a raya a la mayoría árabe. Bajo la perspectiva de edificar un Estado judío, David Ben Gurión (futuro primer ministro) sostenía que el principal enemigo era el campesinado palestino que no quería desprenderse de sus tierras, a diferencia de los efendi (latifundistas) que eran fácilmente corruptibles. Los colonos sionistas instalaban granjas colectivas y asentamientos en el medio de las aldeas palestinas para obstruir las vías de comunicación y así obligar a los campesinos a vender sus propiedades. En 1920 pusieron en pie la Haganá, la primera organización paramilitar que sembró el terror entre el campesinado palestino para extender la ocupación de tierras.
Simultáneamente, la Histadrut (central obrera sionista) afiliaba sólo a trabajadores judíos separándolos de los trabajadores árabes, con los cuales mantenían relaciones fraternales que se rompieron recién después de los atentados terroristas. La Haganá llegó a contar con 60.000 colonos y fue utilizada por los británicos para reprimir la huelga general de 1936 y el levantamiento palestino de 1938-1939, aunque también sirvió para hostigar a los judíos que se oponían a poner en pie un Estado confesional, llegando al asesinato del poeta y activista antisionista Jacob Israel de Haan. El movimiento sionista mantuvo esta orientación hasta 1947, cuando a instancias de EE.UU. y la burocracia soviética, la ONU sancionó la partición de Palestina concediendo el 55% de las tierras a los judíos que ni siquiera constituían un tercio de la población total, una propuesta que fue rechazada por los palestinos que constituían la predominante mayoría.
El historiador israelí Ilan Pappé señala que en 1948 se produjo un salto cualitativo en la escalada del terror, con la planificación de la limpieza étnica del pueblo palestino en gran escala mediante la centralización de la violencia de múltiples bandas terroristas, entre ellas la Haganá, Irgún Tzvai Leumí, Palmaj, etc. Munidos del denominado Plan Dalet, los colonos sionistas arrasaron 531 aldeas y 11 ciudades, consideradas “bases militares”, de las que no quedó ni rastro en los mapas. La masacre de la aldea de Deir Yassin todavía se recuerda por la crueldad implementada en el asesinato a sangre fría a infinidad de aldeanos, incluso niños y la violación de mujeres.
Asimismo, los colonos ocuparon Galilea y el Neguev, cercaron las ciudades “enemigas” con la voladura de puentes y la militarización de los caminos, aislaron las zonas árabes de Tel Aviv, Haifa y Jerusalem e interrumpieron el suministro de alimentos, agua y electricidad. Así, tras la “Guerra de Independencia”, los sionistas consumaron la fundación del Estado de Israel mediante la expulsión de un millón de palestinos que constituían el 70% de la población árabe. La colonización se había impuesto.
La utopía reaccionaria de “dos Estados”
Gracias al terror de nueve guerras formales, el Estado de Israel expandió progresivamente sus fronteras hasta ocupar el 80% de la Palestina histórica, reduciendo al pueblo palestino a dos pequeñas porciones de tierra aisladas en Gaza y Cisjordania. Desde 1967, EE.UU. financió con U$200.000 millones la construcción de colonias en Cisjordania, que ocupó el 50% de las tierras palestinas cisjordanas con 120 colonias oficiales junto a un centenar de asentamientos que establecieron 500.000 colonos, gran parte armados hasta los dientes. Asimismo, el trazado del Muro del Apartheid expropió las tierras con las principales reservas de agua dulce y separó las vías de comunicación entre las ciudades palestinas.
Las propuestas de “paz” en base a dos estados ya se han convertido en una discusión ridícula. Resulta una caricatura de Estado palestino las dos porciones de tierra en Gaza y Cisjordania sin unidad territorial, con ciudades aisladas y atravesadas de torretas y puestos de control del ejército israelí. ¿Qué clase de soberanía estatal es posible sin el control de recursos estratégicos como el agua y la energía, así como el control de las fronteras en manos del ejército israelí?.
¿Qué clase de Estado independiente podría ser Palestina sin el derecho de retorno de 4 millones de palestinos que residen en campos de refugiados desperdigados por la diáspora?. La traición de Yasser Arafat y Al Fatah suscribiendo la propuesta de dos estados en los Acuerdo de Oslo de 1993 tiene continuidad en la política colaboracionista de Mahmoud Abbas y la Autoridad Palestina, los que sin pruritos llaman a reiniciar las negociaciones de “paz” sobre la sangre de los nueve pacifistas asesinados y el avance de la construcción de colonias en Jerusalem oriental y Cisjordania, así como en 2007, en acuerdo con el imperialismo, intentaron derrocar a Hamas, que se mantiene en el gobierno de la Franja de Gaza. Los socialistas revolucionarios del PTS defendemos a Hamas de las agresiones del Estado sionista y el imperialismo, pero luchamos contra su estrategia reaccionaria de instaurar un Estado islámico basado en la Sharía, que discrimina a los árabes cristianos y a los homosexuales y constituye una valla insuperable para que los trabajadores judíos rompan con el sionismo y su política belicista.
La existencia del Estado de Israel resulta incompatible con el legítimo derecho a la autodeterminación nacional del pueblo palestino y las aspiraciones de paz entre judíos y árabes. Los socialistas del PTS nos pronunciamos por el desmantelamiento del Estado de Israel y defendemos el derecho del pueblo palestino a tener su propio estado en todo su territorio histórico, un objeto que sólo podrá ser posible en una Palestina obrera y socialista, donde convivan en paz árabes y judíos, una pelea que sólo puede ser llevada adelante por los trabajadores y los campesinos de la región enfrentando al imperialismo y a las burguesías árabes colaboracionistas.
Repudio internacional
Miles de personas volvieron a marchar esta semana alrededor del mundo en repudio al ataque del Estado terrorista de Israel. Más de 17.000 manifestantes desfilaron en las principales las ciudades de Francia. En Estambul, 10.000 personas quemaron banderas israelíes y otras miles marcharon por las calles de Londres. En Suecia el Sindicato de Trabajadores de Puerto se comprometió entre los días 15 y el 24 de junio a bloquear a todos los barcos que comercien con el Estado hebreo, impidiendo la entrada y salida de productos.
Claves del conflicto israelí–palestino
1920: Gran Bretaña recibe el “mandato” de la Sociedad de Naciones sobre Palestina. La población árabe se levantará repetidas veces contra la ocupación imperialista, pero será aplastada por los ingleses ayudados por los colonos sionistas.
1947: La ONU aprueba la partición de Palestina. Los árabes palestinos que siendo el 70% de la población poseían el 92% de la tierra, fueron reducidos al 43% del territorio del país. Comienzan los enfrentamientos por “razones de seguridad”. Los judíos ocupan el 80% de Palestina.
1948: Se crea en forma artificial el Estado de Israel, basado en la limpieza étnica de la población palestina.
1967: En la “Guerra de los 6 días”, Israel ocupa la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Oriental, los Altos del Golán y la Península del Sinaí.
1978: Acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel. A cambio de la devolución de la Península del Sinaí a Egipto, éste se compromete a reconocer al Estado de Israel y no reclamar la creación de un Estado Palestino.
1987: Estalla la 1ª Intifada palestina.
1993: Acuerdos de Oslo. Arafat (OLP) reconoce por primera vez al Estado sionista y se crea la Autoridad Nacional Palestina.
1994: Acuerdos de paz entre Israel y Jordania. Se fijan las fronteras definitivas y Jordania reconoce al Estado de Israel.
2000: Estalla la 2ª Intifada.
2005: Israel realiza la “retirada unilateral” de la Franja de Gaza, con el objetivo de retener la mayor parte de los territorios ocupados en Cisjordania. Comienza la construcción del muro del “Apartheid”.
2006: En enero Hamas gana la mayoría parlamentaria, agudizando las tensiones en el gobierno palestino con el sector colaboracionista, Al Fatah.
2007: Después de agudos enfrentamientos, Palestina queda dividida entre Cisjordania (controlada por Al-Fatah) y la Franja de Gaza (controlada por Hamas).
2008: En junio se realiza un acuerdo, con Egipto como mediador, para un alto el fuego de seis meses.
2008-2009: Se lleva adelante la operación “Plomo fundido”, durante la cual el ejército israelí bombardea sistemáticamente la población civil de Gaza, y destruye un centro de refugiados de las Naciones Unidas, además de escuelas, hospitales y los edificios del gobierno de Hamas.
Nueva protesta en Buenos Aires
En el marco de estas nuevas jornadas de protesta, el 4/6, más de 6.000 personas protestaron frente a la embajada de Israel en Buenos Aires. Christian Castillo, dirigente nacional del PTS, denunció la masacre del ejército israelí contra la flota de ayuda humanitaria a Gaza y exigió “la ruptura de relaciones de Argentina con Israel y el tratado de libre comercio entre ese país y el MERCOSUR”. El PTS participó también en el acto de repudio en Rosario y otras ciudades del país.