El 6/5 se realizaron elecciones generales y municipales en el Reino Unido. En medio de una crisis económica que viene afectando seriamente al país, como su 11,5% de déficit y su alta deuda lo indican, y luego de las las guerras en Irak y Afganistán, el fin a 13 años de gobiernos del Nuevo Laborismo era un resultado esperable. El 29% de votos obtenidos por el Laborismo confirmaron esta hipótesis. Sin embargo, los Conservadores, con un 36,2% de los votos, no lograron mayoría absoluta para gobernar. En tercer lugar les siguió el Partido Demócrata Liberal con un 23% de los votos.

Según el sistema de voto en el Reino Unido, el primer ministro es el líder del partido con mayor cantidad de bancas parlamentarias sobre un total de 650 distritos electorales, las cuales a su vez se ganan por mayoría simple. En las elecciones del 6/5 los conservadores obtuvieron 306 bancas, los laboristas 258 y los demócratas liberales 57 bancas, estos resultados no le asignaban a ningún partido las 326 bancas necesarias para gobernar en mayoría, haciendo necesario la adopción de un gobierno de coalición.

Este resultado abrió una crisis en el régimen político al quebrar la histórica hegemonía bipartidista entre los laboristas y los conservadores, cuya sumatoria de votos bajó del 81% en 1971 al 65% en 2010 y fue de tal importancia que mantuvo en suspenso la designación de la composición del nuevo gobierno y el parlamento durante 5 días.

Seis meses antes de las elecciones las encuestas de opinión vaticinaban una victoria abrumadora para el Partido Conservador, pero, en las semanas previas a las elecciones se había empezado a barajar la posibilidad de que el resultado arrojara un ‘hung parliament’ –es decir un parlamento donde ningún partido tiene mayoría propia, lo que llevó a una polarización en la campaña electoral.

El pronóstico no deseable por la burguesía de un gobierno sin mayoría propia fue aprovechado por el partido demócrata liberal para hacer campaña por su caballito de batalla – un sistema de voto de representación proporcional – y entrar de este modo en la escena política del país proclamando la necesidad de cambio. Con esta situación de fondo el líder de los demócratas liberales se fue transformando en un personaje de gran influencia en la política británica, sobre todo a nivel mediático, rompiendo la clásica rivalidad “laborista-Conservadores”. Aunque los demócratas liberales sólo sacaron 1% más de votos que en las elecciones anteriores, su porcentaje de voto es 23% pero sólo poseen 56 bancas parlamentarias cuando el laborismo y los conservadores juntos poseen 564 bancas – casi diez veces más –un 65% de los votos.

La necesidad de Gobiernos Nacionales – como se llama en el Reino Unido a las coaliciones – fue siempre un recurso al que se recurrió en momentos de grandes crisis. En 1931, en medio de la gran depresión, con una crisis enorme de desempleo y un alto déficit presupuestario, el gobierno laborista de Ramsay MacDonald se dividió y formó un gobierno de coalición con Liberales y Conservadores. El otro ejemplo fue cuando el primer Ministro Conservador Neville Chamberlain, ante las críticas recibidas por su liderazgo al inicio de la Segunda Guerra Mundial, se vio obligado a renunciar en mayo de 1940 y fue seguido por una coalición Conservadora –Laborista- Liberal comandada por Winston Churchill. No es una coincidencia que en períodos de crisis, las alianzas sirvan para descargar la crisis sobre los trabajadores. Pero los líderes de la nueva coalición, David Cameron y Nick Clegg, saben muy bien que se ven frente a un gran peligro – se ven obligados a imponer recortes que van a ser por lo menos tan duros como los de los 1980 y probablemente peor, y serán muy conscientes de las palabras del gobernador del Banco Central Mervyn King unas semanas previo a las elecciones; “el partido que gane esta elección tendrá que imponer recortes tan brutales que se va a encontrar fuera del poder por una generación entera”.

Recuperación electoral del laborismo

Luego del desgaste de trece años en el poder que incluyó el alineamiento de Tony Blair con Bush en la guerra de Irak, la manipulación del dossier para justificar la guerra y el escándalo de los gastos de corrupción de los diputados durante el Gobierno de Brown, las encuestas vaticinaban que el Partido Laborista podría salir tercero en las elecciones generales de 2010. Sin embargo, más 8 millones de trabajadores votaron al laborismo. Dada la situación de crisis económica internacional y europea en particular con niveles de lucha de clase altos como en Grecia, el voto al laborismo se puede entender como una forma de hacer frenar el avance Tory; es decir un voto ‘anti-tory’ de táctica de ‘mal menor’ de los sectores de trabajadores que tienen muy presente el resultado amargo de casi 20 años de gobiernos conservadores entre 1979 y 1997. Bajo Margaret Thatcher la clase trabajadora y los sectores más pobres de la población vivieron la desindustrialización del país, con el cierre de la industria minera, la privatización de las empresas del estado y la implementación del ‘poll tax’ y de leyes antisindicales que recortaron los derechos de huelga. Un ataque a la clase obrera de tal magnitud sólo fue posible luego del triunfo de imperialista en la Guerra de Malvinas bajo el mandato de la ‘dama de hierro’, lo que le permitió infligir una derrota de magnitud histórica a la clase obrera británica en la huelga minera de 1984-85.

A su vez, la polarización manifestada durante la campaña electoral, con la alta posibilidad de una coalición conservadora-demócrata liberal, y la perspectiva de un gobierno tory, llevó a que aumentara la participación de voto de la base del laborismo lo que se expresó en el hecho de que en zonas de alta concentración obrera e industrial hayan ganados los candidatos laboristas, revertiendo la tendencia que se había dado en las últimas elecciones en las cuales la propia base del laborismo se había abstenido de darle su apoyo en las urnas. Los resultados también expresaron la polarización entre las regiones y los sectores sociales; los Conservadores ganaron sus bancas en los distritos rurales y los suburbios de clase media, mientras que el laborismo mantuvo su hegemonía sobre todas las grandes ciudades, al igual que en Escocia donde sacó el 42% de los votos, comparado con los Tories que terminaron en cuarta posición y sólo ganaron una banca.

Por su parte, el ala de izquierda del laborismo, agrupada alrededor del Labour Representation Committee, que presentó a figuras activas en las campañas contra la guerra ha obtenido un muy buen resultado electoral. Jeremy Corbyn, diputado de la zona de Londres Islington North, figura importante del movimiento antiguerra y columnista del diario del Partido Comunista Británico The Morning Star, aumentó su porcentaje de voto en un 3,3% con respecto a las elecciones de 2005 y salió primero con el 54,5% de los votos. John McDonnel, diputado que también se opuso a la guerra y trató de disputar el liderazgo del partido en 2007, obtuvo el 54,8% de los votos.

El mismo día se llevaron adelante las elecciones para las administraciones municipales y solamente al laborismo le fue mejor, ya que ganó 15 municipalidades y 412 concejales, mientras que el resto de los partidos sólo descendieron los votos. Un dato importante es que ganó todas las bancas de concejales en el municipio de Barking, en el este de Londres, que antes estaba en manos de extrema derecha BNP. También derrotó al BNP en otras áreas del país.

Muchos trabajadores votaron al laborismo con la expectativa de frenar un ataque del partido conservador. Pero es una ilusión creer que bajo un gobierno laborista habrá menos recortes porque dada la actual crisis económica que vive Europa, sea cual sea el partido en el gobierno están todos dispuestos a hacer los recortes necesarios para cubrir el salvataje de los bancos. Según el diario de la burguesía financiera británica, el Financial Times (24/IV/10), “la gama de recortes que tendrá que hacer el próximo ministro de economía indica que estos afectarán a toda la población, ya que se verá obligado a hacer recortes de 30 y 40 mil millones de libras esterlinas para reducir el déficit a la mitad”. El mismo artículo plantea que, de acuerdo a las cifras dadas por el gobierno, un recorte de tal magnitud requeriría a modo de ejemplo las siguientes medidas: “5% de recortes en el sector público, congelamiento de los beneficios de desempleo por un año, asignación familiar por hijo sólo luego de comprobar los recursos económicos (actualmente es universal); abolición del pago de subsidio para gastos de energía en el invierno y licencias de televisión para los jubilados, cancelación de los pases de autobús para los jubilados, suspensión de la construcción de dos portaaviones, retraso por tres años de la conexión ferroviaria de Londres; reducir en un 50% el mantenimiento de las carreteras; dejar de construir escuelas; reducción en un 50% el gasto empleado para el pago de los maestros auxiliares (o de apoyo), en salud dental pública y el recorte en un 10% del financiamiento que le da a Gales y Escocia”.

El nuevo gobierno: Una coalición reaccionaria e incierta

Con un 36.2 % de votos y ante la situación de un gobierno en minoría e inestable, los conservadores empezaron las tratativas para lograr una gobierno de Coalición y fue así como tras días de frenéticas negociaciones, reuniones y declaraciones que iban y venían los líderes del partido demócrata liberales se decidieron a darle su apoyo al partido tory y formar un gobierno de coalición Conservador-Demócrata Liberal. De más está decir que los demócratas liberales ofrecieron esta estabilidad a cambio de que se les concediera el cargo de vice-primer ministro para el líder de su partido y 5 ministerios de importancia. A su vez los conservadores se comprometieron a llamar a un referéndum – al cual se reservan a hacer campaña en contra – sobre una reforma electoral y acordaron un sistema de Voto Alternativo que no es lo que habían demandado en la campaña y puede terminar siendo menos proporcional que el actual sistema.

En pos de la alianza los Demócratas-Liberales han dejado de lado aspectos claves de su política como una amnistía para los inmigrantes ilegales (aceptando la línea ultra-reaccionaria de los Conservadores de un límite anual de la cantidades de inmigrantes que no son ciudadanos de la UE acordado con las empresas según sus necesidades; el mantenimiento del viejo sistema nuclear Trident; y su oposición a los planes de los Conservadores de recortar unos 6 mil millones de libras esterlinas extra del gasto público este año. Esto puede llevar a una crisis en la base del partido, que en la última década atrajo a muchos jóvenes “progresistas” de clase media y ciertas tensiones en la base joven de los demócratas liberales a los cuales el argumento de Nick Clegg de que “las coaliciones tienen su precio” no les sea suficiente explicación.

Sin embargo, en la crisis actual la burguesía necesita un gobierno sólido que le sea funcional a la hora de implementar los recortes necesarios, en este sentido el partido laborista por sus lazos con las comunidades de clase obrera y los sindicatos (los cuales aportaron la gran mayoría del financiamiento de la campaña electoral del laborismo y mantienen un importante peso interno) podrían dificultar esta tarea. Durante la huelga de los trabajadores de British Airways los analistas burgueses sacaron a relucir los argumentos de que el gobierno estaba manejado por los sindicatos, hablaban del “poder de los sindicatos” y que de ganar un gobierno laborista el país volvería a vivir una situación de caos similar al invierno del descontento. La mayoría de los grandes medios de comunicación se dedicaron durante la campaña a atacar de manera furiosamente al laborismo, culpando al gobierno por la crisis, criticando la importante expansión del sector público bajo sus 13 años de gobierno como la causa del déficit presupuestario actual. A su vez, el diario más leído, el sensacionalista The Sun, se dedicó a presentar a David Cameron como “la única esperanza” del país y “un hombre de hierro”, mientras que el “progresista” The Guardian demostró su verdadero instinto de clase, llamando a votar a los Liberal Democrats.

La alianza gobernante es profundamente reaccionaria porque busca estabilidad para implementar un recorte presupuestario para reducir el déficit presupuestario de 163 mil millones de libras (243 mil millones de dólares) – a fin de pagar a los banqueros responsables por la crisis capitalista más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Como parte de las primeras medidas anunciadas para reducir el déficit de 164 mil millones de libras esterlinas (aproximadamente unos 238 mil millones de dólares), el nuevo ministro de hacienda anunció el recorte de las asignaciones familiares para las familias de clase media, y recortes superiores al 15% en el sector público excepto en el área de salud.

Los resultados de la izquierda

Por otra parte la izquierda británica no pudo recuperarse de la crisis sufrida con la división de la alianza Respect, y es en este marco que debemos analizar el pobre resultado electoral obtenido por TUSC, la alianza de activistas sindicales del Socialist Party y el Socialist Workers Party, los dos partidos más importantes de la izquierda británica, que juntos apenas superaron los llegaron a los 1,057 votos en el distrito del norte de Londres donde se presentaron. Mientras que en Escocia, el ex diputado parlamento escocés del Scotish Socialist Party Tommy Sheridan bajó a 931 votos. El ex diputado por Respect, George Galloway tampoco logró ser electo y salió tercero con un 17,5% (8,160 votos) detrás del laborismo y los conservadores en el distrito Poplar del este de Londres, mientras que perdieron la banca y 7 de los 8 concejales que tenían en Tower Hamlets, también en el este de Londres, en una zona de alta concentración de la comunidad paquistaní.

Luego de las masivas marchas contra la guerra donde casi 2 millones de personas se movilizaron en las calles del Reino Unido y se formaron comités en los barrios y lugares de trabajo alrededor de la campaña Stop the War, el principal partido de izquierda británico, el Socialist Workers Party, se montó en el sentimiento contra la guerra para conformar una alianza electoral, Respect. Para ello no dudó en aliarse con líderes musulmanes, sectores burgueses y el figurón de George Galloway, que había sido expulsado del laborismo, con la esperanza de atraer a la oposición laborista y conquistar puestos parlamentarios. De esta forma la bronca contra la guerra no fue utilizada por el SWP para desarrollar la movilización de las masas y amplios sectores de trabajadores detrás de una estrategia de clase sino para consolidar una alianza electoral oportunista con sectores que nada tienen que ver con la lucha obrera ni el socialismo. Basta con recordar que algunos de los concejales electos por las listas de RESPECT se pasaron incluso al partido tory. Ante la falta de una estrategia de clase, este proyecto de tipo de partido tuvo una vida corta – un diputado y 8 concejales – que terminaron rompiendo con el SWP y se quedaron con el nombre de Respect.

Por su parte el Socialist Party de Escocia, también se dividió y terminó apoyando el proyecto “No 2 Europe” (No a Europa) con algunos sindicatos de corte chauvinista. Frente los fracasos de los proyectos de la izquierda, que se preocuparon más por construir atajos electoralistas que de tener una orientación revolucionaria consecuente, termina desmoralizando al activismo que ve como única posibilidad electoral de izquierda al ala opositora del laborismo. Lamentablemente la izquierda, en particular el SWP por ser el partido más importante de la izquierda no ha sacado ninguna conclusión de sus propios errores que le costaron pérdida de militantes y dirigentes.

En el último año hemos visto las primeras respuestas obreras a la crisis, como fueron las huelgas de los trabajadores del Correo, ferroviarios y British Airways y las ocupaciones de la autopartistaVisteon y la fábrica de porcelana y cristalería Waterford Crystal Factory en Irlanda. Los trabajadores de BA votaron ir a la huelga a partir del 17 de mayo, en cuatro etapas de 5 días cada una. Va a ser la primera huelga de la nueva coalición en el poder. Estas medidas de lucha son muy alentadoras pero no llegaron a desarrollarse para presentar una salida de clase frente al laborismo. Apostamos a que esta huelga y las que seguramente seguirán se desarrollen y sean los primeros pasos para la formación de una alternativa independiente de los trabajadores por fuera de los partidos patronales.

Claves:

Reino Unido: abarca Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte – está divido en 650 distritos electorales. Cada distrito electoral tiene una cantidad pareja de aproximadamente 40 a 50 mil habitantes. Este sistema de votación favorece indudablemente a los partidos mayoritarios que son los únicos que pueden ganar un distrito y ha dado lugar a que por años exista un sistema bipartidista. En escasas circunstancias sectores de izquierda han ganado como fue el caso de George Galloway en el apogeo de la campaña contra la guerra. Pero también ha sido el caballito de batalla de la campaña de los demócratas liberales por años, ya que con un 23% de los votos sólo obtuvieron 57 bancas

Partido Laborista: creado en el anio1900 por organizaciones sindicales y socialistas con la idea de representar los intereses de la clase obrera y las masas. En

Partido Conservador o Tory: es el partido histórico de la aristocracia terrateniente y la burguesía británica. Profundamente anti-obrero y anti-inmigrante, su sector más duro se opone fuertemente a la Unión Europea. Cameron es el ala modernizadora del partido.

Partido Demócrata Liberal: de centro derecha, fue fundado en 1998 de una fusión entre el Partido Liberal y el Partido Socialdemócrata (SDP), que estuvieron en alianza por siete años. El PS es una evolución del viejo partido liberal de la burguesía del siglo XIX y el PSD una escisión de derecha del laborismo luego de la derrota de éste en el 1979.