Editorial La Verdad Obrera N° 591
Enfrentemos el ajuste y a sus candidatos
20/11/2014
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La carrera del gobierno nacional por “llegar a enero” tuvo un respiro en las últimas semanas. Los cruces y sanciones a sectores empresarios le permitieron recuperar la iniciativa y tener al menos un control precario de la economía. La presión a las cerealeras, las operaciones contra el dólar “blue” y el canje de divisas con el Banco de China, aliviaron el problema del dólar. Pero no lo solucionaron.
Los cruces son coyunturales, porque las grandes decisiones siguen favoreciendo al capital, como seguir pagando la deuda externa o los nuevos negocios para el imperialismo que trae la “Ley Chevron”.
Pero la perspectiva para los negocios capitalistas no está resuelta. ¿Qué pasará en enero? Nadie lo sabe. Son todos parches y el cierre del año confirma la recesión. La industria cayó 7% interanual en octubre, caen 10% las exportaciones, cae la venta de vehículos, propiedades y el consumo de muchos alimentos.
Y los problemas estructurales siguen crujiendo luego de una década de crecimiento. El drama tras las inundaciones, los accidentes en los trenes que desmienten la “revolución ferroviaria” y la desidia que llevó a dos muertes en el Hospital Posadas son un signo de la década. Crímenes sociales a los que nos condenan quienes gobiernan la Argentina.
Salarios ajustados, empleo en baja
Los durísimos conflictos de Gestamp, Lear o Donnelley fueron una barrera contra el intento de las patronales y el gobierno de descargar los primeros signos de crisis sobre nuestras espaldas. Los “indomables” de Lear siguen de pie y en Donnelley están consiguiendo el primer paso, la expropiación. Por eso no pudieron seguir con los “golpes directos”. Pero el salario y el empleo la pasan mal.
Con una inflación entre 35 y 40%, este año los salarios reales caerán casi un 10%. El ingreso de la mitad de las familias es de menos de $8.000, muy lejos de la canasta familiar calculada en $12.000. Son millones de malabaristas.
¿El empleo? Tras reconocer que cayó durante este año, el gobierno pasó de festejar “los 5 millones de puestos de trabajo” a promocionar que la desocupación no llega a los dos dígitos. Aunque la crisis todavía no es profunda, la pérdida de puestos de trabajo no para. Despidos en algunos sectores, suspensiones, contratos que no se renuevan y un festival de retiros voluntarios silencioso pero extendido. Puestos de trabajo que se pierden y no se recuperan. Son 3 millones con problemas de empleo.
El relato y el reclamo
Para Kicillof “comparado con los ’90estamos tremendamente bien”. Para Capitanich “no hay motivos para reabrir paritarias ni modificar el impuesto al salario”.
Los trabajadores no piensan lo mismo. El malestar se nota en todos los lugares de trabajo. ¿Cuánta gana un ministro, cuánto gana un docente? se preguntan las maestras que marcharon y pararon contra Scioli. Los bancarios denuncian que los bancos tienen superganancias pero a ellos les cobran impuesto al salario. Los telefónicos fueron más lejos y lograron reabrir las paritarias.
Todas las cúpulas gremiales sintieron el murmullo salarial en sus cómodos despachos.
Entonces la CGT oficial pidió una entrevista con el gobierno, pero no ha movido un dedo ni por el salario ni contra los despidos. La CTA de Yasky hizo declaraciones, pero sólo se movió para hacer sus elecciones donde el grueso de los afiliados no votó. La CGT Moyano sigue en la tregua tras dos paros nacionales. Micheli marcha hoy, después de meses de pasividad, pero sin preparación ni fuerza para imponer los reclamos. Cada cual atiende su juego, mientras el ajuste avanza.
Con los sectores combativos tenemos que exigirle a las centrales sindicales un paro de 36 horas y un plan de lucha unificado, por todos nuestros reclamos.
Desde mi banca del PTS en el FIT, presentamos a principios de año un proyecto para que cada diputado gane lo mismo que un docente, y cada docente un salario mínimo igual a la canasta familiar. El reclamo cuenta para todos los trabajadores, claro. Esta semana presentamos un proyecto que exige al gobierno y las patronales el pago de un bono salarial de emergencia de $4.000 antes de fin de año, y de $3.000 mil para jubilados y beneficiarios de planes sociales.
Esa pelea la impulsamos desde las agrupaciones clasistas en los gremios donde estamos (pág. 5). Y la pelea por un bono de fin de año y contra el impuesto al salario no puede dejar un minuto de lado la causa de los sectores más explotados y la unidad de las filas obreras.
La escuela menemista, el (des) UNEN y la centroizquierda papal
A menos de un año de las elecciones, los principales candidatos patronales ya están lanzados, aunque siguen tejiendo y destejiendo alianzas. Scioli, Macri y Massa corren con ventaja y suman coincidencias. Vienen de un pasado similar – la escuela menemista y neoliberal – y su programa pasa por mejorar los negocios de los capitalistas con ajuste al pueblo trabajador. El kirchnerismo viene adelantando parte del trabajo, es cierto, por eso los que intentan sucederlo comparten el slogan “cambios con continuidad”.
Scioli aparece, en ese escenario, como el candidato que al tiempo que unifica al peronismo atrae a sectores empresarios que no sienten al kirchnerismo como “gobierno propio”.
La alianza FA-UNEN está estallando en mil pedazos. Los radicales discuten si alquilar el partido a Macri o Massa. Carrió fracasó en su propuesta de interna con el PRO y se fue de UNEN insultando a sus aliados.
La centroizquierda de De Gennaro lanzó su campaña desde el Vaticano, el escenario más hostil para cualquier causa progresista, popular y de los sectores oprimidos que se les podría haber ocurrido.
Cómo fortalecer el Frente de Izquierda
En un año en que la recesión pegó fuerte, el gobierno tomó banderas de la derecha votando leyes reaccionarias o reprimiendo, y los candidatos opositores se pelean por mostrarse confiables a las patronales sin fracasar en las urnas, la izquierda ganó protagonismo político y social. Y lo ganamos en las calles, con la defensa de las libertades democráticas, de los luchadores obreros y la denuncia antiimperialista.
Por eso la izquierda clasista que ganó peso propio en cada una de esas batallas, puede postularse como alternativa política frente a millones de trabajadores y jóvenes. Es el gran desafío del Frente de Izquierda.
Desde el PTS este año hemos confluido con la vanguardia obrera que da las luchas más duras, como Lear y Donnelley. Y con miles de mujeres que se organizan para pelear por sus derechos. Y con la juventud que construye centros de estudiantes combativos, o se rebela contra la miseria que ofrece el kirchnerismo a millones de jóvenes trabajadores y pobres, los que menos “ganaron en la década”.
En la pelea por expresar y organizar la fuerza de todos ellos, de los trabajadores, las mujeres y la juventud, está el futuro del Frente de Izquierda como fuerza transformadora.
Desde el PTS presentamos nuestros precandidatos para fortalecer el Frente de Izquierda. En buena hora, hemos comenzado con los compañeros del Partido Obrero e Izquierda Socialista un debate sobre cómo desarrollar el FIT y cuál es la mejor propuesta para expresar esas fuerzas que queremos organizar, contra los candidatos de los patrones.
Pero además, para cerrar este gran año de luchas e intervención política, y seguir dando pasos en la construcción de una izquierda de los trabajadores, queremos ser miles en el acto que realizaremos el 6 de diciembre en el estadio cubierto de Argentinos Juniors. Allí levantaremos un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. Junto a los parlamentarios del PTS en el Frente de Izquierda estarán los dirigentes de importantes luchas obreras desde Jujuy a la Patagonia, pasando por el Gran Buenos Aires. Los referentes de las luchas contra la represión estatal y por las libertades democráticas. Las mujeres que pelean contra la violencia y por el derecho al aborto en fábricas, escuelas y facultades. Los jóvenes, y todos aquellos que se están sumando a las ideas y la militancia con la izquierda revolucionaria para pelear por un gobierno de los trabajadores que termine con este sistema de explotación.