Casi un mes de ausencia de Chávez
Entre el secretismo bonapartista y la fragilidad del proyecto chavista
30/06/2011
La ausencia de Chávez en el país hace más de tres semanas luego de una intervención quirúrgica de emergencia en La Habana, según informaciones oficiales, y el hermetismo con que se ha venido manejando el gobierno sobre su estado de salud, no ha dejado de causar cierta agitación a nivel nacional, alimentada por los rumores que han empezado a correr tanto a nivel nacional como internacional a medida que su ausencia se alarga más allá de lo previsto. Si bien en los últimos dos días se han difundido videos de Chávez con Fidel Castro y familiares desde Cuba donde aparenta buen estado de salud, causó nuevo revuelo el hecho de que se haya suspendido la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) prevista para el 5 y 6 de julio, cuando ya se daba por seguro, y así lo indicaban todas las comunicaciones oficiales, que estaría presente para ese evento. Como afirma el comunicado oficial de Estado sobre la suspensión del CELAC, este encuentro latinoamericano constituye “un hito histórico trascendental, a la altura de la celebración del Bicentenario de la Independencia de nuestras repúblicas”, por lo que el gobierno de Chávez se había jugado para hacerlo coincidir con la efeméride del bicentenario nacional. Aunque desde el gobierno, se ha insistido que estará presente para las festividades por la independencia de Venezuela, el 5 de julio, la suspensión del evento latinoamericano pone en tela de juicio tales afirmaciones, lo que de ser así podría abrir alguna crisis institucional de gobierno. En lugar de aclarar la situación de la salud de Chávez como se estila en la mayoría de los países, desde el gobierno se ha preferido manejarlo como un gran secreto de Estado, lo que abre a miles de especulaciones.
El secretismo bonapartista
En el país tenemos un gobierno con fuertes rasgos bonapartistas, donde todo gira alrededor del “hombre fuerte” de la nación. Este entramado político, donde el “representante del estado” se eleva en esa aparente independencia con relación a las clases, necesita de la “firmeza” del jefe y de su presencia permanente abarcando él mismo prácticamente todos los ámbitos de las decisiones y relaciones políticas del régimen, no habiendo momento en que no esté presente su figura, su voz y mando. Todo aquello que sugiera incertidumbre sobre el “arbitro de la nación”, cuando no puede explicarse, debe sostenerse sobre esa armazón que Marx llamaría el mundo secreto bonapartista. La ausencia de Chávez no podría dejar de estar por fuera de ese secretismo que prevalece sin dar partes médicos ni mayores informes. Pero lo que no deja de estar en duda, y es lo que se ha revelado con la ausencia de Chávez es la debilidad estructural de estos proyectos del nacionalismo burgués que al desaparecer el "árbitro" abren crisis profundas.
Sobre la base del secretismo bonapartista con que se mueve todo el aparataje gubernamental y de partido, la incertidumbre sobre Chávez abre miles especulaciones que van tomando cuerpo a medida que la ausencia se ha ido prolongando, sobre todo para un Presidente acostumbrado a una presencia mediática casi diaria. Para algunos, sobre todo en los sectores de la oposición, se trataría de una opereta montada para crearle un apoteósico recibimiento al hombre que superó las dificultades de la enfermedad y retoma el mando de la “nación” luego de la adversidad. Si esto fuese así, para un gobierno que está en una dinámica de crisis sería una acción signada de riesgos imprevisibles, aunque tal acción maquiavélica no podría descartarse. Es que el declive del chavismo en los últimos años se ha venido acentuando, y se le han ido sumando un mar de problemas políticos y sociales, como se ha expresado recientemente en la gran crisis energética al que no le terminan de encontrar salida y que merma la incipiente recuperación económica, como así también la explosión de la crisis carcelaria con motines y rebeliones internas que tienden a expandirse.
Para otros, podría estar encubriendo una enfermedad más grave, que frente al desasosiego que pueda crear la sensación de una ausencia más prolongada, se cubre de todo ese secreto para que supuestamente no cunda el nerviosismo y evitar la crisis política donde se desaten fuerzas que no puedan conjurar. Sea como fuere, en el marco ya de un período electoral en curso, en ese secretismo de Estado no es secreto para nadie que las dificultades para recuperarse políticamente son cada vez más cuesta arriba, seguramente más que la recuperación de su propio estado de salud, si juzgamos por los videos recientemente difundidos.
Una derecha incierta y eventuales rivalidades entre las fracciones del chavismo
Si bien la hipótesis de algún tipo de enfermedad terminal ha tenido poco eco en el espectro nacional, las recientes afirmaciones del Canciller Nicolás Maduro de que Chávez batallaba por su vida, vinieron a caldear las supuestas enfermedades de Chávez, y a especular con la existencia de una situación más grave de la que el secretismo de Estado está dispuesto a mostrar. Lo cierto es que Chávez no ha hecho sentir su voz ante la población tan acostumbrado a verlo en los medios televisivos en las constantes cadenas nacionales. De esta manera, frente a la incertidumbre reinante marcada por el hermetismo del régimen, la oposición de derecha no se ha quedado de brazos cruzados, aunque sin animarse a presionar demasiado a sabiendas de que pueda desatar fuerzas que le resulte un boomerang.
Primero fueron sus argumentos sobre la legalidad del Presidente fuera del país por el extenso tiempo sin la autorización de la Asamblea Nacional, luego de cómo es que estuviera gobernando desde Cuba y firmando decretos oficiales, para luego intentar jugar la ficha planteando que el vicepresidente Elías Jaua se juramentara asumiendo la presidencia provisional ante la ausencia de Chávez. El vicepresidente inmediatamente se negó a esa hipotética eventualidad de asumir la presidencia, pero no tanto para demostrar que Chávez seguía al frente del gobierno estando en el lugar que fuere, sino más bien para evitar azuzar las luchas intestinas entre las distintas fracciones de poder dentro del mismo chavismo, donde la rivalidad entre las fracciones puede ser el inicio de una lucha política mucho más amplia.
Una situación con muchas incógnitas y pocas variantes
El presidente de la Asamblea Nacional, Fernando Soto Rojas, acaba de declarar que para el 5 de julio Chávez estaría en Caracas con motivo del bicentenario de la independencia de Venezuela, y alrededor de lo cual se han creado grandes expectativas desde el propio tren ministerial y de la cúpula del PSUV, pero las que ya comienzan a ponerse en duda. Lo cierto es que al momento no hay crisis política abierta, mucho menos vacío de poder, lo que no quiere decir que no pueda abrirse alguna crisis institucional de gobierno de prolongarse esta situación. Venezuela no es Cuba para que el actual sistema de gobierno soporte las presiones generadas para una larga ausencia y los fusibles podrían explotar cargados por las grandes tensiones por donde menos se lo espera. De ser así, una fuerte crisis política nacional se aferraría con un vacío de poder en el entramado interno y la gobernabilidad del país con la incertidumbre dentro del movimiento de masas. Pero bien vendría para los trabajadores, los campesinos y los sectores populares, avanzar hacia una dinámica independiente de todas las variantes patronales, incluyendo la del chavismo, en lugar de depender de los humores de un proyecto político en decadencia, funcional al sistema de explotación del capitalismo semicolonial del país.
30 de junio de 2011