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Hacer la apuesta del marxismo revolucionario para las jóvenes generaciones

Francia: gran éxito en el inicio del ciclo de conferencias “¿Por qué Trotsky?”

18/10/2012

Sala llena el martes 16 de octubre en la Librairie Résistances de Paris. Setenta personas asistieron a la primera conferencia del ciclo “¿Por qué Trotsky?” organizada por Révolution Permanente, la revista de Courant Communiste Révolutionnaire (Corriente Comunista Revolucionaria) del NPA. Dos horas y media no fueron suficientes para introducir el ciclo e iniciar un primer intercambio con los camaradas presentes, estudiantes, trabajadores, algunos militantes del NPA, activistas de los movimientos o militantes sindicales, interesados en saber más sobre el pensamiento de Trotsky; un pensamiento que en Francia formó parte de la vanguardia obrera y estudiantil, a pesar del manto de plomo estalinista, pero que en los últimos años fue olvidado o vaciado de su contenido, incluso por la extrema izquierda.

Daniela Cobet, que abrió la discusión, presentó el ciclo de conferencias. A través de un extenso panorama histórico y biográfico referido a León Trotsky, a su combate político y el de toda una generación de revolucionarios, se pudo ver cómo el marxismo revolucionario podía ser un poderoso instrumento de comprensión de la realidad social, política, económica e ideológica en este comienzo del siglo XXI. El fracaso del ascenso obrero y popular de los años 1970, que conmovió las cuatro esquinas del globo terrestre, dio lugar a un triunfalismo de la clase dominante que repitió hasta el cansancio que el capitalismo era el único horizonte deseable, incluso posible. Con la profundización de la crisis del sistema, la insubordinación y los procesos revolucionarios que se han distinguido en las dos orillas del Mediterráneo regresaron a la escena política la bronca, la indignación y el deseo de cambio y transformación radical, a veces con violencia. No es menos cierto que estos movimientos tienen dificultades para encontrar una traducción táctica y estratégica de sus deseos de cambio. Se lo puede entender fácilmente, no solamente como continuación del repliegue de nuestra clase luego de los años 1970 y la ofensiva de la burguesía, sino también por la manera en que el marxismo ha sido degradado, o en el mejor de los casos, sólo subsistió al margen, en el mundo universitario o intelectual simplemente.

De allí el interés de restablecer la relación con la que hoy sigue siendo la teoría más lograda del marxismo victorioso, el de 1917, y que en consecuencia ha sabido seguir yendo radicalmente a contracorriente, analizar y proponer pistas de resistencia frente al Termidor soviético y al reformismo. Esto es lo que han destacado varios camaradas del NPA que estaban presentes en la sala, agradablemente sorprendidos por el número de participantes. El marxismo revolucionario, el trotskismo, más aún en estos tiempos de crisis, está lejos de ser un fantasma que espantaría a los más jóvenes o a los trabajadores que vuelven a luchar. Si no son las ideas del marxismo las que sirvan para formar la nueva generación, serán las del reformismo, que en todas partes de Europa goza de un nuevo impulso. Durante mucho tiempo el NPA se ha negado, en nombre del “nuevo periodo”, a hablar abiertamente de revolución y de trotskismo. Sin embargo estas dos ideas de ninguna manera son un obstáculo para atraer nuevos camaradas. A la escala de nuestra pequeña corriente, la discusión del martes da testimonio de esto.

Pero el debate recién empieza. Dentro de quince días, el martes 30, luego de esta primera introducción general, abordaremos la cuestión de la Teoría de la Revolución Permanente a la luz de los procesos revolucionarios árabes. Apostamos a que haya mucho por debatir, al igual que durante los siguientes encuentros, sobre la temática del Programa de Transición y la crisis del capitalismo, el 13 de noviembre, y la cuestión del poder, la autoorganización y el partido el 27. Se podrá debatir y también discutir lo que sería posible y necesario hacer, de manera organizada. De esto da testimonio toda la vida de Trotsky y de los revolucionarios de su generación. El marxismo no es ni un dogma, ni una identidad, sino una práctica política para cambiar el mundo, radicalmente, de cabo a rabo. Y esto es más necesario que nunca ¡Encontrémonos nuevamente el 30 entonces!

17/10/12

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