FT-CI

Crisis económica europea

Frente a la debacle de la Europa del Capital. Por los Estados Unidos Socialistas de Europa

12/11/2011

La crisis en Europa ha entrado en una nueva y peligrosa fase. La posibilidad de una moratoria en Grecia, ya sea unilateral o dictada por los poderes de la Unión Europea, es cada vez más probable. Esto en el marco de la extensión del contagio en el mes de agosto no sólo al Estado Español, sino a Italia y ahora a los bancos de la eurozona, en especial los grandes bancos franceses, puede generar un cataclismo económico financiero no visto desde la Gran Depresión. Un nuevo Credit Anstalt[1].

Es que el plan de rescate no funcionó. La responsabilidad de tal desastre reside, sin lugar a dudas, en la más violenta política deflacionaria impuesta a una economía capitalista avanzada por la troika (UE, FMI y BCE), que llevó a una contracción brutal de la economía: el PBI se redujo 7,3% el segundo trimestre del año (en el primer trimestre fue 8,1%). En este contexto, las metas de recaudación no se han alcanzado. Como predijimos, el año pasado, los planes de rescate terminaron por hundir a la economía de ese país.

El unilateralismo alemán o la lucha nacionalista de todos contra todo

Frente a este fracaso anunciado, un sector de la burguesía busca un default ordenado. El ministro de economía alemán y jefe del Partido Liberal (FDP), Philipp Rösler, plantea que "No puede haber tabúes para estabilizar el euro, eso incluye, si se hace necesario, una quiebra ordenada de Grecia, si están disponibles los mecanismos necesarios"[2]. La respuesta de Grecia a esta provocación no se hizo esperar “…donde el primer ministro, Yorgos Papandreu, declaró que su país debe, ‘defenderse como si estuviera en estado de guerra’ y mencionó la ‘mala voluntad’ de algunos europeos, sin mencionar a Alemania”[3].

Sin embargo ésta no ha sido la única reacción. Así es que, hablando para el diario sensacionalista y populista Bild, el socio de la coalición de Angela Merkel, Horst Seehofer, primer ministro de Baviera y jefe del CSU, explícitamente no descartó una salida de Grecia de la eurozona, a la vez que se opone a toda mayor integración en Europa: ni mayores competencias a Bruselas, no a un ministro de finanzas europeo y no a los Estados Unidos de Europa. “La constitución alemana no nos permite disolver a Alemania de una manera rampante”[4]. En dirección opuesta en relación a la UE, pero en la misma dirección con respecto a Grecia, el primer ministro holandés, Mark Rutte y su ministro de finanzas, Jan Kees de Jager, sostuvieron que la Unión Europea debería nombrar un nuevo zar presupuestario con poderes para dictar impuestos y gastos en los países de la eurozona, alertando que los “Países que no quieren someterse a este régimen pueden elegir dejar la eurozona”. “En el futuro, la sanción final puede ser obligar a los países a dejar el euro” [5]. Por último, el economista argentino Mario Blejer, quien dirigió el banco central de ese país luego del default en 2002, dijo que “Grecia debe ir al cese y hacerlo en gran escala”. Blejer, un hombre próximo a Mervyn King, presidente del Banco de Inglaterra entre 2003 y 2008, planteó que a su criterio, “los rescates programados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo generan acciones recesivas. Tanto que dejarán a Atenas con más deuda en relación con el producto bruto interno durante años y una economía ahogada. Un cese griego – añadió – precipitará a Portugal e Irlanda por un camino similar”[6].

Pero esta salida, que para algunos sectores aparece como la mejor, es altamente traumática. Según un informe del banco suizo UBS, si un Estado “débil” deja el euro veríamos su quiebra, corridas bancarias, quiebras empresariales, caída en el comercio internacional, etc. Un coste económico estimado “conservador” según el banco sería de 9.500 a 11.500 euros por persona el primer año, es decir un 40 a 50% del PBN griego. Y el costo podría subir entre 3.000 y 4.000 en años sucesivos. Pero los efectos nocivos de esta medida no se limitarían a Grecia, sino que una suspensión de pagos afectaría a los principales bancos europeos y el efecto de contagio tendría repercusiones impredecibles. Alemania y Francia podrían recapitalizar a sus bancos vía sus presupuestos domésticos, pero otros países necesitarían ayuda externa, especialmente si un default griego lleva al aumento de las diferenciales de las tasas de interés (spreads) de los bonos en otros países. El BCE tendría que intervenir con cantidades sin precedentes de compras de bonos, algo así como introducir la flexibilización monetaria de la FED (el famoso QE) en Europa, medidas a las que por el momento se opone Alemania. No por casualidad, su canciller Angela Merkel afirmó que “los riesgos de contagio asociados a un cese heleno son demasiado grandes. Si se descontrolan, habrá turbulencias mundiales”[7][8].

Es interesante notar que, como decimos en “Año IV de la Crisis Mundial: El fin de las salidas fáciles”, el informe de UBS plantea que el régimen democrático burgués no sobreviviría a tal escenario, que abriría posiblemente una dinámica a la fragmentación de Europa. Así dice: “El costo económico es, de muchas maneras, la menos importante de las preocupaciones que los inversores deberían tener con respecto a la quiebra. La fragmentación del Euro podría conllevar costos politicos. Podría cesar la influencia internacional del “poder blando” de Europa (así como que el concepto de “Europa” como una integración política devenga un sin sentido). Vale la pena observar que casi ninguna unión monetaria se ha quebrado sin alguna forma de gobierno autoritario o militar, o guerra civil”[9].

El federalismo alemán o una nueva UE con más disciplina fiscal y económica y mayor hegemonía alemana

Frente a esta perspectiva ominosa económicamente y que puede disparar levantamientos sociales de envergadura, otros sectores de la clase dominante llaman a la prudencia. Estos sectores buscan evitar el riesgo de un default desordenado sobre las finanzas y la economía de la UE, con una mayor integración de ésta, pero endurecidas las reglas de juego actuales y con una mayor preponderancia de Alemania, la más fuerte economía de Europa, en la toma de decisiones.

Según Jean Quatremer, periodista de Libération especializado en la UE, a lo largo del verano se habría ido formando un nuevo consenso: “Lejos de las tergiversaciones que han marcado la gestión de la crisis de la zona euro, desde fines de 2009, por parte de la canciller Angela Merkel, tergiversaciones que contribuyeron a agravarla ’la gran mayoría de la clase política alemana nuevamente a partir de ahora está claramente a favor de una federación europea’, se alegra Thomas Klau del European Council on Foreign Relations, un think tank especializado en política exterior. Después de la movilización de los ‘padres de Europa’, su predecesor Helmut Kohl llevando la delantera al acusarlo de ‘romper mi Europa’ (ya sea el euro o la política exterior después de la desastrosa abstención sobre la intervención en Libia), es el turno de que se movilice la joven guardia . Así, Ursula von der Leyen, la ministra de Asuntos Sociales y vicepresidenta de la CDU, en una entrevista al semanario Der Spiegel de fines de agosto ha abogado a favor de los ‘Estados Unidos de Europa’, nada menos: ‘esto significa que los Estados y las regiones conserven muchas prerrogativas para las cuestiones concretas, pero para las cuestiones importantes como la política presupuestaria, la fiscal o la economía, utilizamos la gran ventaja que representa Europa...’. ‘Es revelador que von der Leyen, que nunca se había pronunciado sobre las cuestiones europeas y que tiene la ambición de suceder a Merkel haya estimado que el federalismo europeo era un tema promotor’, prosigue Thomas Klau”[10].

La oposición verde y socialdemócrata euro-federalista pareciera estar despertándose luego de un largo silencio: ambos se declaran partidarios de los eurobonos. Joschka Fischer, el antiguo hombre de estado de los Verdes, va más lejos, planteando los Estados Unidos de Europa. Sin embargo, más sorprendente, es que Gerhard Schröder, el antiguo canciller socialdemócrata, haya usado las mismas palabras. En una reunión reciente en Bruselas junto con antiguos líderes europeos, como Felipe González del Estado Español, Guy Verhofstadt de Bélgica y Matti Vanhanen de Finlandia, habló de eurobonos, poderes a la UE para sancionar impuestos y una federación europea.

A su vez, los más prominentes banqueros centrales de la zona euro están comenzando a hacer campaña por un nuevo tratado constitucional. Mario Draghi, presidente designado del BCE, se pronunció a favor de un cambio mayor de los tratados de la UE en una reciente conferencia en París, cuando pidió reglas atadas legalmente sobre reformas estructurales, la mejora de la competitividad y el crecimiento para ser incluidas en el nuevo tratado. Sus propuestas parecen hacer eco con planteos anteriores de Jean-Claude Trichet y repetidos en la misma conferencia que demanda la creación de un Ministro de Economía europeo con el derecho de intervenir directamente en políticas nacionales, presupuestarias y económicas. Aún el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha insinuado que hay una opción de crear una unión fiscal hecha y derecha en la eurozona si los países miembros consiguen un mandato democrático para tal importante cambio.

Toda esta presión estaría influyendo al gobierno alemán, quien a partir de ahora se muestra más predispuesto a modificar los tratados, según expresó Angela Merkel. Wolfgang Schäuble, el ministro de Economía del gobierno de Merkel, a fines de agosto, se sumó "a título personal" a la idea de Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, de crear un "ministro de las finanzas europeas" y estimó que sería necesario modificar los tratados europeos con el fin de dar más poderes a las instituciones europeas en los terrenos económicos y financieros.

En otras palabras, los partidarios de esta salida, a pesar de su grandilocuencia con términos como los Estados Unidos de Europa que esconden un avance a una UE mas disciplinada presupuestaria y económicamente y con mas injerencia a nivel nacional por parte de las potencias más fuertes, en especial el Estado alemán, no son capaces de curar el cuerpo gangrenado de la UE, inoculando otra enfermedad.

El peligro nacionalista

Aún es prematuro saber cómo se resolverá la disputa abierta entre los distintos sectores de la clase dominante alemana. Así, mientras el fallo del Tribunal Constitucional alemán de Karlsruhe no declara inconstitucional el programa bilateral de rescate a Grecia así como el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, de carácter temporal, pone obstáculos (¿insalvables?) para la aprobación de los eurobonos que algunos consideran como el mecanismo esencial para salir de la crisis. Sin embargo, no debemos olvidar que cuando Alemania Occidental absorbió a su par oriental también violó las reglas y no le importó; es que la anexión imperialista era su prioridad y todo lo demás se subordinó (hasta el despropósito de canjear marcos orientales a la par cuando cotizaban a razón de 7 a 1). Otro hecho que causo enorme estupor: la renuncia de Jürgen Stark, ex secretario de Estado en las finanzas de Helmut Kohl y uno de los padres del Pacto de estabilidad, a la BCE. Para algunos, su ida deja el camino abierto para la presencia de sectores menos ultra-liberales y ortodoxos en la cúpula de la BCE y permite que éste siga avanzando en la compra de bonos de los países afectados[11], mientras para otros la forma y el momento en que fue hecha fue pensado para torpedear (¿definitivamente?) todo intento de salida ordenada, cuestionando a la vez la posibilidad de definir conjuntamente el destino de la moneda común, cuestión que es un duro golpe en la cara para Merkel y Sarkozy. En última instancia, la llegada a una posición mayoritaria en la cúpula alemana dependerá de cuestiones geopolíticas que no tocamos en este artículo[12], así como de la resistencia a los distintos caminos capitalistas de la clase obrera alemana como del resto de la UE. Lo que sí está claro que ambas vías llevan a un resurgimiento del nacionalismo europeo.

La crisis de la UE ha hecho resurgir la primacía del estado nación. La existencia de este gran obstáculo que choca con la existencia del desarrollo de fuerzas productivas que excedieron hace ya largo tiempo su marco y sus fronteras y que en el siglo XX llevó nada más y nada menos que a dos guerras mundiales, era y es la base por la que los marxistas siempre señalamos el carácter utópico de la unificación europea de manos de la burguesía imperialista. Hoy en día esta idea se ha convertido desgraciadamente en una dura realidad.

La creación de la UE, pergeñada por EE.UU. buscó superar a su manera esta contradicción entre esa reliquia del pasado, el estado nación y las fuerzas productivas. Mientras las cuestiones de seguridad quedaron reservadas a la OTAN y a Estados Unidos, el objetivo fue aprovechar la prosperidad económica y regular el mercado creando una burocracia central que pudiera superar el nacionalismo sin suprimir la identidad nacional. Este proyecto, que siempre avanzó a los tumbos y que fue readecuado luego de la unificación imperialista de Alemania para evitar el resurgimiento de ésta a través de una mayor integración pero solo de la política de tasas de interés (BCE) y de la moneda (creación del euro), hoy en día choca con la necesidad de avanzar en otros terrenos (política fiscal y presupuestaria, competitividad, etc.) ya que nadie está dispuesto a ceder soberanía voluntariamente en terrenos tan espinosos que hacen a la vida o la muerte no solo de las masas de cada país sino de las burguesías nacionales de los mismos. Por eso, podemos decir que con el fin de la prosperidad se evaporó una parte importante que justificaba la UE y reemergen los conflictos. La crisis está replanteando cómo se distribuye la prosperidad en Europa, el euro está en cuestión así como la zona de libre comercio. La lucha por quién paga los costos de la crisis no solo a nivel de cada estado nacional sino entre los distintos países de la UE está rompiendo todo atisbo de cooperación entre los estados, que incluso tendieron a unirse en el primer pico de la crisis en 2009. El aprovechamiento de la crisis por los países más poderosos, en especial el imperialismo alemán, para imponer el grueso de la carga sobre los imperialismos más débiles hace dudar si países como Grecia o Portugal, por no hablar del Estado español o Italia se van a dejar semicolonizar sin oponer resistencia. Esta es la base profunda del resurgir del cáncer nacionalista. Aunque éste está en sus etapas iniciales, ha comenzado el proceso de acumulación de agravios y de odios del que puede reabrir nuevamente una de las páginas más oscuras de la historia europea.

Para parar de cuajo ésta dinámica, es central que los trabajadores levanten una perspectiva y un programa claro frente a la crisis de la Europa del Capital, que no solo les permita lograr en primer lugar la unidad de sus filas frente al cáncer xenófobo que divide obreros nativos de inmigrantes sino ganar a otros sectores sociales como los pequeños artesanos, comerciantes y ahorristas que si no son ganados por los trabajadores pueden ser la base social de las salidas más reaccionarias en su desesperación frente a los saltos que se prevén de la crisis. Un programa que tenga como norte los Estados Unidos Socialistas de Europa. Ésta es la única perspectiva progresista frente a los dos planes burgueses que se disputan el futuro (y no tan futuro) de la UE[13], ya sea todo intento de fortalecer las instituciones de la UE para “salvar a Europa”, como de hacer una Europa a dos velocidades, entre un núcleo fuerte con Alemania, Holanda, Austria y otros países del norte y el núcleo débil del sur y Mediterráneo, que es en última instancia a lo que apuntan los partidarios de las salidas más unilateralistas. Frente a ambas salidas que por distintos caminos solo agravan y empujan al peligro nacionalista, los Estados Unidos Socialistas de Europa es la única salida progresista.

Contra todos los programas de austeridad, los despidos, rebajas salariales y todo intento de hacer pagar la crisis a los trabajadores. Que la crisis la paguen los que la crearon: ¡Expropiación de los bancos privados sin indemnización y nacionalización del crédito bajo gestión de los trabajadores!

En el cuadro de la agitación propagandista por los Estados Unidos Socialistas de Europa, es necesario encontrar las consignas más inmediatas para desatar la movilización de los trabajadores contra sus gobiernos actuales y los planes de la UE.

Frente al grito de los "indignados" de la Puerta del Sol, Plaza Catalunya en el Estado Español o Plaza Sintagma en Grecia de anulación de todos los programas de austeridad, los despidos, rebajas salariales y todo intento de hacer pagar la crisis a los trabajadores, debemos plantear que necesitamos un programa que vaya hasta el final, que no salve una fracción del capital contra otra, ni a un país europeo contra otro, sino que ataque al gran capital.

El repudio generalizado al papel de la banca y de los estados por sus salvatajes descarados mientras sus ejecutivos siguen ganando millones incluso cuando cayeron las ganancias de sus grupos o estos utilizaban el dinero del estado, ha servido para cuestionarlos de conjunto. Frente a esta política de clase que solo ha servido para mantener al bloque neoliberal parasitario agravando la crisis, sólo la nacionalización de la banca en manos de los trabajadores, sin pago, como parte de la lucha por un gobierno de los trabajadores, podrá permitir una real planificación económica en función de las necesidades del pueblo trabajador y crédito barato a los pequeños productores. Esta es la verdadera interpretación del Programa de Transición y no la que hacen sus epígonos pseudo-reformistas (ver recuadro), que sintetizando los combates y experiencias para luchar contra la Gran Depresión en la década de 1930, decía: “Imposible dar ningún paso serio hacia adelante en la lucha contra la arbitrariedad monopolista y la anarquía capitalista si se dejan las palancas de comando de los bancos en manos de los bandidos capitalistas. Para crear un sistema único de inversión y de crédito, según un plan racional que corresponda a los intereses de toda la nación es necesario unificar todos los bancos en una institución nacional única. Sólo la expropiación de los bancos privados y la concentración de todo el sistema de crédito en manos del Estado pondrá en las manos de éste los medios necesarios, reales, es decir materiales, y no solamente ficticios y burocráticos, para la planificación económica.
La expropiación de los bancos no significa en ningún caso la expropiación de los pequeños depósitos bancarios. Por el contrario para los pequeños depositantes la banca del Estado única podrá crear condiciones más favorables que los bancos privados. De la misma manera sólo la banca del Estado podrá establecer para los campesinos, los artesanos y pequeños comerciantes condiciones de crédito privilegia-do, es decir, barato. Sin embargo, lo más importante es que, toda la economía, en primer término la industria pesada y los transportes, dirigida por un Estado mayor financiero único, sirva a los intereses vitales de los obreros y de todos los otros trabajadores.
No obstante, la estatización de los bancos sólo dará resultados favorables si el poder estatal mismo pasa de manos de los explotadores a manos de los trabajadores
”.

En este marco, solo poniendo al centro un programa como éste, es nuestro deber participar de toda lucha progresiva si los "indignados" o algún sindicato plantean la "anulación de la deuda", pero planteando que nuestro objetivo no es la reforma del capitalismo sino aprovechar esta crisis histórica para enfrentarlo conscientemente. Es que el planteo de la “anulación de la deuda” en sí mismo, en particular en países imperialistas como Francia o Alemania[14], no plantea una clara perspectiva de lucha anticapitalista ni antiimperialista ni internacionalista. Es que no hay solución al conjunto de “problemas financieros y de deuda”, de la estabilidad de las monedas y otros varias calamidades sin una modificación radical, que sólo puede ser obtenida mediante la nacionalización del crédito, es decir, mediante la expropiación del gran capital industrial y bancario y la participación directa de los trabajadores en su gestión.

Solo una medida de este tipo puede impedir que sean los trabajadores los que paguen “sus” deudas y “su” crisis, proteger verdaderamente el ahorro de los pequeños ahorristas frente a las perspectivas de corralitos y la confiscación de sus tenencias frente a la bancarrota de los bancos y destruir la tiranía del capital financiero.

Por eso, desde el CCR luchamos porque el NPA lance ya mismo una campaña por la expropiación de la banca privada y la nacionalización del crédito bajo gestión de los trabajadores (lo cual implica obviamente que se anulan las deudas de esos bancos con el estado que los expropia), como parte de la lucha por los "Estados Unidos Socialistas de Europa".

Esta campaña debe ir acompañada del planteo de que los trabajadores deben unirse en toda Europa para defender incondicionalmente sus derechos y las conquistas sociales. Debemos pelear por intentar unificar sus luchas contra la austeridad que se impone en todos los países de Europa, imponiendo de ser posible a las Confederaciones Sindicales la lucha por una huelga general europea, al igual que los primeros programas de la Segunda Internacional frente a la Guerra, luego traicionados trágicamente al comienzo de la Primera Guerra Mundial por los partidos socialdemócratas aliados cada uno a su burguesía y votando los créditos de guerra que permitieron la cacería imperialista. Frente a la exacerbación de los odios nacionales a las que las distintas burguesías europeas están llevando a Europa, el renacimiento de un internacionalismo proletario no solo programático sino práctico se torna de vital importancia frente al período que se abre.

    [1] En la Gran Depresión, la bancarrota del banco austriaco Credit Anstalt disparó una serie de caídas bancarias y defaults de deuda.

    [2] Die Welt, 12/9/2011

    [3] “Alemania se prepara para la quiebra griega”, Rafael Poch, La Vanguardia 12/9/2012

    [4] “Griechenlands Austritt aus dem Euro ist möglich”, Bild, 7/9/2011

    [5] “Dutch PM calls for Europe budget tsar”, Financial Times 7/9/2011

    [6] “Greece Should ‘Default Big,’ Says Man Who Managed Argentina’s 2001 Crisis”, Blooberg 14/9/2011

    [7] Es esto lo que le preocupa a Tim Geithner , secretario del Tesoro norteamericano, que el viernes 16/9 viajara especialmente a una reunión de los ministros de finanzas de la zona euro.

    [8] Esta es la opinión de Willem Buiter, antigua editorialista del Financial Times y hoy economista jefe del Citigroup. “La salida griega de la moneda única puede causar un contagio incontrolable a otros miembros débiles del euro, llevando a una quiebra generalizada del euro. Si los ciudadanos griegos acaban de ver el valor de sus depósitos bancarios cortado al medio como fue devaluado el drachma, ¿por qué alguien mantendría sus depósitos bancarios en otros aproblemados miembros del euro? Willem Buiter del Citigroup planteó ayer que la consiguiente corrida bancaria podría ser tan desastrosa que la eurozona debe tratar de mantener a Grecia dentro del euro a cualquier precio” (“Why Merkel fears a ‘disorderly’ Greek default”, Gavyn Davies, Financial Times 14/9/2011).

    [9] “Euro break-up – the consequences”, UBS Investment Research, 6/9/2011 Global Economic Perspectives

    [10] “La fin de la tentation du ‘chemin solitaire’ (Sonderweg) allemand place la France devant ses responsabilités”, Jean Quatremer, 8/9/2011.

    [11] El BCE ha intensificado su programa de compra de bonos de deuda soberana y ya ha adquirido 143 mil millones de euros en bonos de España, Grecia, Irlanda, Italia y Portugal.

    [12] Sobre este punto recomendamos leer el acápite “Fisuras en las bases políticas y geopolíticas del euro y de la UE” en Chingo, J. : ¿Cuáles son las perspectivas de Grecia y la Unión Europea (http://www.ft-ci.org/article.php3?id_article=4278).

    [13] Incluso también para las salidas devaluacionistas que, al calor de los costos y del fracaso de la austeridad, pueden crecientemente ir planteado algunos sectores de las burguesías de los imperialismos de segundo orden de la UE, y que ahora equivocadamente plantean algunos economistas progresistas como el griego Costa Lapavitsas, quien propugna y pone como ejemplo una salida “a la argentina”, de reestructurar las deudas y salir del euro.

    [14] A diferencia de los países semicoloniales, donde la anulación de la deuda soberana o deuda externa pública es en general una medida de "emancipación nacional", ya que la exigencia de pago de la deuda fue uno de medios – bastante privilegiado en la década de 1980 y 1990 – utilizados por los países imperialistas que dominan el mercado mundial capitalista para someter a esos países dependientes a sus dictados no solo económicos sino también políticos.

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