Argentina | Editorial La Verdad Obrera N° 531
Giro a la derecha de CFK
18/07/2013
CÉSAR MILANI AL FRENTE DEL EJÉRCITO Y ENTREGA DEL PETRÓLEO A LA CHEVRON
El acuerdo con Chevron acaba de enterrar uno de los discursos más sonoros del gobierno: la recuperación de YPF. Esa “medida de soberanía” terminó siendo una entrega a la multinacional norteamericana. Sin festejos ni votación en el Congreso que disfrace el saqueo con tintes democráticos. Apenas un decreto presidencial. Muchos recordaron al menemismo, pero la entrega de los recursos naturales no le pertenece sólo a los gobiernos neoliberales. A fines de los ‘50 Perón negoció la explotación del petróleo a la misma Chevron, en ese entonces llamada Standard Oil. Después Arturo Frondizi, que asumió con un discurso de denuncia a la entrega, también terminó capitulando ante las petroleras norteamericanas.
Ahora Chevron tendrá concesiones inauditas para explotar el 3,3% del yacimiento de Vaca Muerta. Ni siquiera le aplicarán retenciones por lo que exporte (el 20% de la producción después de 5 años) y dispondrá libremente del 100% de esas divisas.
Cuando en 2012 Cristina nacionalizó parte de YPF, muchos se asombraron de que Obama no dijera palabra. Ahora se sabe por qué. La jugada “nacional y popular” preparaba un regalo para la multinacional yanqui, experta en expoliar países y destruir el medio ambiente. No por nada Obama acaba de anunciar que apoyará a Cristina en sus ofrecimientos a los fondos buitres.
El otro acontecimiento que mostró el giro a derecha de CFK es la designación de César Milani al frente del Ejército. El especialista en Inteligencia cumplió tareas en el Batallón 601 durante la dictadura, está acusado de participar en la desaparición del conscripto Alberto Ledo en 1976, de amenazar al detenido Ramón Olivera en un interrogatorio y de haber tomado funciones durante el Operativo Independencia en Tucumán. Con tal de garantizarse un jefe militar afín, el gobierno que se dijo “hijo de las Madres de Plaza de Mayo” se sacó la careta. El CELS de Verbitsky y otros organismos de DD.HH. oficialistas encubren el pasado de Milani. Estela de Carlotto dijo que éste no tenía antecedentes y que si hizo “algo” había que probarlo. Está afirmando que Milani sería inocente hasta que se demuestre lo contrario, cuando dos ex presos políticos lo acusan y hasta la madre del propio desaparecido, que es Madre de Plaza de Mayo riojana pide que se reabra la causa frente a las denuncias. La designación de Milani es toda una señal, además, de que se busca reforzar el espionaje a los luchadores. En esto también Cristina venía mostrando la hilacha. Mientras se ofendía por el espionaje de EE.UU., negaba el Proyecto X, un sistema de espionaje ilegal local que nada tiene que envidiar a los métodos norteamericanos.
El hundimiento de los discursos de “soberanía” y “derechos humanos” golpea en el ala “progresista” de un gobierno que viene debilitado por la crisis de sucesión y la división del peronismo con la presentación de Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires. La estrategia electoral K es atar su suerte a la del conservador Daniel Scioli, a quien la presidenta le cargó a la campaña electoral en esa provincia.
El descrédito del relato y el cinismo opositor
La debacle del relato K es directamente proporcional al cinismo de la oposición patronal. Clarín y La Nación chillan por el acuerdo con Chevron y reclaman el mismo trato para todos los empresarios. A su zaga va la oposición. ¿De qué soberanía pueden hablar? De Narváez puso millones para la campaña del privatizador Menem. Los radicales como Stolbizer, Alfonsín o Gil Lavedra, que en la Ciudad de Buenos Aires, comparten lista con los “nacionales y populares” Solanas y Donda, gobernaron con la Alianza, siguiendo al neoliberalismo menemista. El único que se calló la boca ante lo de Chevron fue Sergio Massa. No es porque sea mejor. Es un hombre de la embajada norteamericana. Cuando fue el conflicto de Kraft en 2009 almorzaba con la embajadora yanqui Vilma Martínez y le aconsejaba cómo “solucionar” el conflicto contra los obreros.
La misma hipocresía de estos políticos se ve en materia de derechos humanos. Los radicales votaron el punto final y la obediencia debida con Raúl Alfonsín, el peronismo avaló los indultos de Menem. Y ningún opositor patronal pide hoy algo elemental: que se abran los archivos de la dictadura para juzgar hasta el último genocida. Todos son grandes amigos del papa Bergoglio, que anima la “reconciliación nacional” con las FF.AA. y fue cómplice, como la cúpula de la Iglesia, de la dictadura.
Junto a los trabajadores y el Frente de Izquierda
Hay que darle la espalda a todos los políticos patronales. El FIT está haciendo una gran campaña militante y levanta entre sus planteos la anulación inmediata del acuerdo con Chevron. En su programa propone la nacionalización integral del gas y el petróleo, sin indemnización y bajo administración y control de sus trabajadores. No nos referimos a la burocracia que dirige los sindicatos petroleros, cómplice de la entrega, sino de los que van todos los días a trabajar. Los que pararon las perforaciones cuando los manifestantes del pueblo Mapuche ocuparon los pozos y denunciaron las consecuencias ambientales. Ellos pueden decidir qué hacer con los recursos estratégicos, empezando por rechazar los acuerdos de entrega a los imperialistas que sólo se guían por el lucro.
Lo nuevo no va a venir de esta casta de políticos al servicio de las multinacionales. Lo nuevo viene de la clase obrera que hoy en Sudamérica comenzó a dar clase de lucha pese a los límites que imponen las direcciones sindicales burocratizadas, que buscan impedir cualquier lucha seria. En Brasil comenzó a despertar un gigante, y los trabajadores salieron al paro por sus demandas, sumándose a las movilizaciones de millones de jóvenes y sectores de la clase media contra los negociados en el transporte y la casta de políticos corruptos. La clase obrera boliviana viene de protagonizar un gran proceso de lucha con 15 días de huelga general con bloqueos de caminos contra la ley de Pensiones de Evo Morales. En Chile, tras la lucha estudiantil, los trabajadores fueron al paro y la jornada se transformó en una gran acción obrera combativa. En noviembre del año pasado, en nuestro país, la clase obrera hizo un paro masivo el 20N. La burocracia moyanista abandonó toda medida de lucha para subordinarse a la oposición peronista de derecha en la campaña electoral. Sin embargo, la bronca contra la inflación, los despidos, por dejar la vida en las fábricas está viva en centenares de luchas. Como en Lear, en Pepsico, en el puerto de Buenos Aires, en los ingenios del norte, en Has, en Kromberg, en Fate y en Alicorp. Desde el PTS peleamos para coordinar estas luchas en cada zona, para que los trabajadores levanten un programa que ataque los intereses de los capitalistas y una las demandas de todos los oprimidos, y para que en estas elecciones se exprese con fuerza una alternativa política de los trabajadores: el Frente de Izquierda.