Argentina
¿Hacia una nueva crisis nacional?
22/10/2008 La Verdad Obrera N° 300
El anuncio de Cristina Kirchner de estatizar las AFJP recibió un duro rechazo de los sectores del capital financiero que ensayaron un primer golpe de mercado contra la medida que califican de “incautación” y un atentado a “la propiedad privada”. No sólo se derrumbó la bolsa local, los bonos de la deuda y subió el riesgo país, sino que metió de lleno a la Argentina como un factor actuante en la crisis internacional siendo el detonante del desplome bursátil de más de un 8% en España. El diario La Nación califica la jornada del miércoles 22 como “la más activa y nerviosa jornada de negocios desde que, en 2001, se descontaba el fin de la convertibilidad y los inversores se desesperaban por eludir o minimizar las pérdidas ante el previsible y abrupto cambio de reglas que sobrevendría con aquel colapso”. Los diarios de los países imperialistas responden ahora irónicamente a las chicanas que Cristina Kirchner les hizo en Wall Street sobre el ‘efecto jazz’: “Lo que no comenzó como una crisis de mercados emergentes - por la debacle financiera internacional- ahora devino en una”. Junto a Brasil -donde Lula acaba de ordenar un salvataje estatal a los banqueros en quiebra- y las caídas de la bolsa en Hungría que abre las puertas de la crisis a Europa del Este (ver nota Pág. 14), Argentina, lejos del “desacople”, pasó a transformarse en uno de los más“vulnerables” de los países semicoloniales y dependientes .
El zig-zag de los Kirchner
Después de fracaso tras fracaso en los intentos de recuperar el crédito externo con el pago al Club de Paris y el inicio de las negociaciones con los bonistas defaulteados en 2001, es decir de buscar infructuosamente un giro decidido hacia el capital financiero, los Kirchner no encontraron más alternativa que dar un rodeo estatista para poder enfrentar los vencimientos de la deuda externa de 20 mil millones de dólares en el 2009. La crisis los obligó a reflotar el discurso “antineoliberal” del Kirchner de los primeros días y arremeter contra lo que ellos mismos apoyaron en el 94 con Menem y Cavallo, acaparando para el Estado los 97 mil millones de los fondos de la AFJP con un proyecto de ley de liquidación de la jubilación privada. El giro obedece también a la necesidad política de financiamiento para remontar la alicaída obra pública que es la principal causa de la pérdida de 60 mil puestos de trabajo en la construcción. Todo un problema político cuando intentan relanzar la campaña electoral del oficialismo y recomponer la liga de gobernadores e intendentes que dependen de esos fondos.
El rechazo y las presiones del capital financiero contra la estatización de las AFJP, no descarta nuevos bandazos del gobierno. Apenas un día después de haber anunciado el envío del proyecto de ley del nuevo sistema jubilatorio al Congreso, el Ministro De Vido debió recorrer los despachos de los gerentes de Repsol, Telefónica y de los principales inversores extranjeros para transmitir “tranquilidad” y decir que en la Argentina “las empresas tienen seguridad jurídica”. Lejos de poder meter el bisturí en el “capital especulativo” sin tocar al “productivo”, la estatización de los fondos jubilatorios afectó a más de 40 empresas en las que las AFJP tienen entre el 15 y 25% de las acciones, desde las “industrialistas” Siderar de Techint o Molinos Río de La Plata de Pérez Companc hasta las privatizadas de energía y comunicaciones. En el negocio de la especulación financiera con los fondos jubilatorios viene participando toda la clase dominante.
Un saqueo que la estatización kirchnerista no restituye
La crisis internacional viene golpeando al negocio de las AFJP no sólo en Argentina. En México los fondos de pensión perdieron U$ 63.500 millones, en Chile otros U$ 21.000 millones. En Argentina los aportes a los fondos del sistema de capitalización perdieron un 20 % de su valor desde el inicio de la crisis financiera, mientras las casas matrices de los bancos en quiebra que controlan el 60% del mercado local de las AFJP (Banco Francés, el británico HSBC, la aseguradora MetLife Inc y el grupo holandés ING) fueron rescatados por sus respectivos gobiernos. De los 37.000 millones de dólares que los trabajadores aportaron a las AFJP desde las privatizaciones de Menem y Cavallo, quedan 30.000 millones.
En tanto los aportantes a las AFJP perdieron 7.000 millones de dólares las gerenciadoras privadas ganaron por su “gestión” 12.000 millones de dólares, en su mayoría en concepto de comisiones. La “estatización” de los Kirchner no solo deja ese robo en la caja de los especuladores y banqueros, sino que, por si fuera poco, el proyecto oficial contempla una indemnización que “no podrá superar el máximo del capital social de las AFJP”.
Esta saqueo ya impactó sobre los actuales jubilados del sistema privado, a tal punto que la mayoría (el 77% de 445.000 jubilaciones emitidas por las AFJP) recibe parte de sus haberes del sistema estatal. De esta manera los trabajadores que aportan al sistema público terminan financiando a quienes están en las AFJP produciéndose progresivamente una descapitalización del sistema de reparto. Con casi la mitad de los trabajadores en negro y la reducción de los aportes patronales, que sobrevive bajo los Kirchner desde la época de Cavallo, existen aproximadamente 6 millones de trabajadores activos que aportan al sistema y otros 6 millones que cobran jubilados. Si tenemos en cuenta que cada trabajador aporta el 11% y el patrón el 16% del sueldo bruto puede verse que es insostenible el pago de las jubilaciones. La mitad del ahorro del Anses se compone de letras del Tesoro y del Banco Central que hoy son difícil de cancelar. Aunque el gobierno hoy consigue el ingreso de 15.000 millones de pesos anuales, prepara el futuro colapso del sistema. El escenario de un nuevo desfalco “a lo Cavallo” está en el horizonte.
¿Hacia una nueva crisis nacional?
La crisis capitalista mundial llega a la Argentina por dos carriles que amenazan confluir en una nueva crisis nacional de características catastróficas, y que un gobierno debilitado desde la puja con las patronales agrarias intenta conjurar desesperadamente. Por un lado, aparecieron los síntomas de una crisis industrial que está empezando a golpear con despidos y suspensiones a los trabajadores, inclusive, en ramas claves del auge productivo de los últimos años; la construcción y las automotrices. El gobierno lo trata de contener apoyado en las direcciones oficialistas de los sindicatos: el empleo es, para millones, la única conquista obtenida desde el 2001 y lo que mantiene la adhesión pasiva de los trabajadores con un gobierno que ya ha perdido a las clases medias. La actual disputa abierta con el capital financiero por las AFJP, vuelve a poner en el centro una crisis fiscal en ciernes alimentada por la baja del precio de la soja que disminuye la recaudación por exportaciones y la tendencia a la caída del superávit comercial, mientras sectores empresarios de la industria y el campo presionan por una devaluación. Estamos viendo los inicios de una crisis que buscan descargar sobre los trabajadores y el pueblo.