Seminario | C. Castillo en la Facultad de Cs. Sociales
I Encuentro: El marxismo en Leon Trotsky
08/03/2012
Con cerca de 500 asistentes, con el aula 512 de la facultad de Sociales de la UBA desbordada en los pasillos y escaleras por cientos de jóvenes estudiantes y trabajadores de capital y oeste y con la presencia de docentes universitarios e intelectuales, comenzó este miércoles el seminario “El marxismo de León Trotsky”, organizado por la juventud del PTS y dictado por Christian Castillo ,dirigente nacional del PTS, sociólogo y docente de la UBA y la UNLP.
Christian Castillo comenzó explicando por qué estudiar a León Trotsky hoy, señalando en primer lugar que con la actual crisis histórica del capitalismo su legado revolucionario no sólo adquiere actualidad para luchar contra un mundo dominado por los monopolios capitalistas que condenan a la miseria, la desocupación y las guerras a los trabajadores y el pueblo, como vemos hoy en Europa y el Norte de África, sino que es el único marxismo “estratégico”, es decir, que mantuvo el objetivo político de la revolución socialista y la lucha por una sociedad libre toda explotación y miseria.
Retomó el cambio de época que implicó el surgimiento del imperialismo y los debates que suscitó en la II Internacional la Primera Guerra Mundial y cómo hasta ese momento los marxistas se movían en el terreno de la táctica (sindical, parlamentaria) porque no estaba en el horizonte la toma del poder por el proletariado, que planteaba a los revolucionarios que fundaron la III Internacional el problema de la estrategia.
Durante el siglo XX el estalinismo hizo del marxismo un dogma al servicio del poder de la burocracia estatal que parasitaba la URSS. Surgio el denominado “marxismo occidental”, desarrollado en la academia o a la vera de los partidos socialdemócratas y estalinistas, el marxismo revolucionario se mantuvo en la tradición de Trotsky y los trotskistas. Por eso a más de 70 años del asesinato de Trotsky por el estalinismo, es necesario volver a Trotsky porque él mantuvo, junto a Lenin y Rosa Luxemburgo, la continuidad del marxismo revolucionario de Marx y Engels en las nuevas condiciones sociales y políticas del siglo XX.
El marxismo es la síntesis de la experiencia teórica y práctica del movimiento social de la clase obrera de los siglos XVIII, XIX y XX. Marx y Engels aportaron al movimiento obrero, fusionándose con él, una concepción del mundo materialista y dialéctica y una crítica científica del capitalismo, las clases sociales y el Estado. El marxismo retoma una experiencia que incluye la aparición histórica del movimiento proletario en la revolución francesa, la emergencia de la clase obrera en las revoluciones del siglo XIX, desde la primavera de los pueblos en 1848 hasta la Comuna de París, y que se continúa en las revoluciones del siglo XX, con la experiencia de la revolución rusa y los grandes acontecimientos de la época imperialista. Una verdadera época de crisis, guerras y revoluciones que comenzó con la revolución rusa de 1905, donde Trotsky y Lenin hicieron sus primeras armas revolucionarias. Trotsky interpretó esas revoluciones que intentaron una salida a esa barbarie capitalista. Fue en gran medida un teórico “creativo” y contra toda repetición mecánica o dogmática, como las que hacían tantos en la II Internacional, de lo que Marx había dicho para una época en que el capitalismo podía aún desarrollarse. Con la tesis acerca de la revolución permanente pudo prever 12 años antes, las perspectivas de la revolución rusa, así como muchos otros fenómenos que se desarrollaron en el siglo XX.
Por eso el marxismo que reivindicamos lucha por conquistar el poder pero para construir “estados obreros transicionales” hacia una nueva sociedad socialista (“dictaduras del proletariado”, como las llamaba Marx). Como señalaba Trotsky “cuanto más Estados tomen el camino de la revolución socialista, tanto más libres y flexibles serán las formas que adoptará la dictadura y tanto más amplia y más profunda será la democracia obrera”. Y para esto es necesaria la extensión de la revolución a escala internacional y luchar por una planificación democrática de las fuerzas productivas mundiales, en función de satisfacer el conjunto de las necesidades humanas, abriendo lugar a las condiciones para la más amplia independencia y creatividad del hombre y que permita la construcción de una sociedad sin “clases sociales”, dinero ni Estado.
Para comprender estas ideas, el seminario continuará durante tres encuentros más, en los que Castillo desarrollará los temas centrales que hacen al pensamiento político de Trotsky: la “la revolución permanente”, la democracia soviética (o de los consejos obreros) y el socialismo y el programa de transición ante la crisis histórica del capitalismo.