Honduras
La OEA encubre a los golpistas
27/08/2009
El 24 de Agosto llegó a Honduras la misión de la OEA (Organización de Estados Americanos) con el objetivo de lograr a último momento una salida negociada e intentar “normalizar” el clima antes de que comience la campaña electoral en ese país. La misión diplomática, de la que participó –entre otros– el canciller argentino Jorge Taiana, se reunió con los golpistas y representantes de todas las instituciones, incluidas las Iglesias Católica y Evangélica. Unos días antes de la llegada de la misión diplomática, se conoció el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dependiente de la OEA, encargada de “fomentar” los derechos humanos. El informe vuelve a mostrar el cinismo de este organismo, cuyas medidas y diálogos no han hecho otra cosa que consolidar el régimen de los golpistas, encabezado por Roberto Micheletti. Con muecas de alarma el informe de la OEA confirmó “la represión ejercida contra las manifestaciones a través de la colocación de retenes militares, la aplicación arbitraria de toques de queda, detenciones de miles de personas, tratos crueles, inhumanos y degradantes, y malas condiciones de detención” en Honduras.
Después del fracaso de todas las negociaciones impulsadas por Estados Unidos, apoyadas directa o indirectamente por todos los gobiernos de la región, la OEA volvió a insistir en el diálogo con un régimen que en dos meses se ha cobrado la vida de (al menos) cuatro personas, es responsable de desapariciones, golpizas, violaciones de mujeres y de reprimir cualquier signo de protesta contra el gobierno de facto liderado por Micheletti.
Violaciones, abusos y censura
Desde el 28 de junio, cuando el golpe cívico militar derrocó al presidente Manuel Zelaya, se han multiplicado las denuncias y las pruebas de violación de los derechos humanos y la inexistencia de las garantías mínimas democráticas como el derecho a reunión y la protesta, con toques de queda y retenes militares que bloquean las movilizaciones. La censura a los medios de comunicación ha sido otra marca registrada del golpe hondureño, con la ocupación por parte del ejército de las instalaciones de canales de TV y radio; también hubo cortes de energía eléctrica que afectaron sólo a los medios críticos del régimen golpista.
Los abusos sexuales y la especial saña contra las mujeres que participan de las movilizaciones, muchas de las cuales denunciaron haber sido manoseadas y golpeadas mientras les gritaban “esto te pasa por estar protestando en lugar de estar en tu casa”, reafirmaron una vez más la violencia de la que son blanco las mujeres en el marco de la represión policial y militar. Así lo muestra incluso la propia CIDH: “bajo el control directo de agentes de las fuerzas de policía y Ejército, numerosas mujeres fueron objeto de un tratamiento abusivo y denigrante, que incluyó, entre otros, el manoseo de senos y vagina. En otros casos, la Comisión recibió información de que a algunas mujeres les abrieron las piernas y les tocaron los genitales con los bastones policiales”.
Más aire para los golpistas
Con este nefasto telón de fondo, la OEA pasó por Tegucigalpa y volvió a legitimar a los golpistas a pocos días del comienzo de la campaña electoral previa a los comicios programados para el 29 de noviembre. El gobierno norteamericano anunció cínicamente que como “medida de presión” suspendería las nuevas visas a los golpistas, pero mantiene las que están vigentes. Al mismo tiempo, conserva la relación con el ejército golpista de Honduras mediante la base militar de Palmerolas y a su embajador, que conserva aceitadas relaciones con el régimen de facto. Como señalan algunas fuentes, los días previos a la llegada de la OEA, “sectores golpistas negociaron en secreto en la embajada estadounidense” (Página/12, 26/08) y como si fuera poco pedían “más garantías” para su impunidad y límites para un hipotético retorno de Zelaya. ¡Como si el Acuerdo de San José no hubiese sido suficiente! Vale recordar que el Acuerdo de San José, que incluía la restitución de Zelaya sin ningún poder real y rodeado de un gabinete de golpistas, ya había sido rechazado por Micheletti, aun cuando incluía todas las garantías de impunidad para el ejército y todas las instituciones que avalaron el golpe.
Como se venía anunciando, el viaje de la OEA terminó en fracaso al mismo tiempo que volvió a darle aire al régimen golpista, que se prepara para seguir hasta las elecciones y consumar así definitivamente el golpe.
Ningún resultado favorable a los trabajadores, las mujeres, la juventud, los campesinos y el pueblo pobre saldrá de estos intentos de “diálogo” y “normalización” que busca la OEA y que sólo favorece a los golpistas. No podemos esperar garantías democráticas ni defensa de los derechos humanos de parte de quienes apoyan y apañan a los golpistas. Por eso no podemos depositar ninguna confianza en las negociaciones promovidas por la OEA y Estados Unidos y apoyadas por todos los gobiernos de la región. Hoy más que nunca es necesario redoblar las movilizaciones en todo el continente. La única garantía de castigo a los torturadores, violadores y asesinos es derrotar a los golpistas con la movilización independiente de los trabajadores, las trabajadoras y el pueblo de Honduras y toda América Latina.