Argentina:
La alianza estratégica de los Kirchner
01/08/2007
Inviertan con seguridad”, le dijo Kirchner a los grandes empresarios en México entre los cuales estaban el magnate Carlos Slim y Carlos Salazar, dueños en la Argentina de CTI y Coca Cola. Lo mismo que les pidió Cristina, en su anterior viaje, a las multinacionales de España. En contrapartida, a los trabajadores se nos impone un techo salarial que está por debajo de la inflación, se quita la doble indemnización por despido, el 43% de los trabajadores están en negro y ni con la rebelión de los trabajadores de Puerto Deseado se eliminó totalmente el impuesto al salario. El segundo mandato de los Kirchner será, más aún que el primero, un gobierno enteramente entregado a los grandes empresarios nacionales y extranjeros. ¡Y la CGT pide “participar” en ese gobierno!
Debemos luchar para que se extienda la elección de nuevos delegados y comisiones internas, para organizar oposiciones clasistas en los sindicatos que puedan presentar una alternativa a las direcciones burocráticas de la CGT y la CTA en las luchas, y para reunir a todas las organizaciones combativas y de la izquierda clasista para empezar, desde ahora, a dar pasos en la construcción de un gran partido de la clase trabajadora que prepare una salida a favor de la mayoría popular.
¿Qué se discute en estas elecciones?
Al no presentarse Macri a las presidenciales de octubre, ya no se discute que la candidata oficial tiene, con el aporte del caudal de votos del ex menemista Scioli en la provincia de Buenos Aires, todas las de ganar. Pero han aparecido los primeros síntomas de agotamiento del “modelo”: las presiones inflacionarias, la crisis energética y ahora las implicancias del inicio de una crisis financiera internacional con la caída de las bolsas en todo el mundo. Si bien en lo inmediato esto no detendrá el crecimiento económico, la crisis es la perspectiva de mediano plazo. Lo que se discute, en medio de la campaña electoral, es la preparación de cada sector de la clase dominante y las distintas variantes del “partido de los empresarios” ante una crisis a mediados del mandato de Cristina Kirchner.
A diferencia de las pasadas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires (donde Macri ocultaba su programa de derecha con el maquillaje de sola promesa de una gestión ordenada y el oficialismo posaba de antineoliberal), en estas presidenciales comienzan a aparecer esbozos de los programas de distintos sectores de la clase capitalista para descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y los sectores populares. Por ejemplo, todos reconocen la mentira oficial de los datos del INDEC y que hay más inflación, pero las soluciones que se plantean son todas contra los trabajadores. ¿Cómo los trabajadores podríamos defendernos de la inflación? Con la escala móvil de salarios, es decir, imponiendo en todos los convenios colectivos de trabajo una cláusula gatillo, que reajuste automáticamente los salarios según la inflación partiendo de un salario igual a la canasta familiar. Pero, al revés, los industriales de la UIA que pusieron al nuevo ministro de economía dicen que el dólar debería estar aún más alto porque la inflación les sacó “competitividad” y aplauden la propuesta del “pacto social” con el gobierno y la CGT para volver a ponerle un techo al aumento de salarios, como vienen haciendo estos años. Los mismos que nos dieron el golpe de la devaluación con Duhalde, es decir, Techint, Fiat, Arcor y las multinacionales de la alimentación, vuelven a proponer devaluar un poco más el peso con que pagan los salarios mientras ellos aumentan las ganancias exportando en moneda norteamericana y empujando el alza de precios internos. Por su lado, las empresas privatizadas también dicen que el INDEC miente y hay más inflación, pero lo hacen para reclamar el aumento de las tarifas como las de luz y gas, inclusive Telefónica, que en el primer semestre de este año facturó más de 907 millones de dólares, un 22% más que en 2006. Los capitalistas que hacen negocios financieros con los bonos de la deuda argentina, también ponen el grito en el cielo por la inflación pero porque quieren que se les reajuste el valor de los bonos y sacar más dividendos en la especulación. Todos ellos tienen sus candidatos en estas elecciones, que están dominadas por la discusión de los intereses de los distintos grupos capitalistas. Empezando por Cristina Kirchner, que les promete a todos un poco, y hasta Elisa Carrió que se fotografía en La Rural con la oligarquía pidiendo liberación de precios en la carne como reclaman las corporaciones patronales del campo.
En el caso de la crisis energética o en el colapso del transporte público es lo mismo. La solución sería nacionalizar los recursos estratégicos de gas y petróleo, y los servicios públicos que se entregaron bajo el menemismo, y ponerlos bajo administración de los trabajadores y usuarios populares en función de un plan para satisfacer las necesidades de la mayoría nacional. Pero lejos de esto, Kirchner y Cristina muestran más señales de amistad con el capital internacional, como muestran sus recientes viajes a España y México, donde se reunieron con los grandes empresarios. Las privatizadas obtienen el compromiso de aumento de tarifas para después de octubre (la nafta ya aumentó este año el doble de lo que marca la inflación oficial), porque de lo contrario dicen no pueden “invertir”. Grandes corporaciones de la construcción aprovechan la crisis energética para nuevos negociados en las obras de infraestructura, pero no para redes de gas natural que faltan a 14 millones de personas sino para nuevos gasoductos orientados a la exportación. Los industriales de UIA exigen subsidios y créditos del Estado y, ya desde ahora, como pasó en varias empresas ante la falta de gas, nos muestran que no dudarán en aplicar suspensiones de personal y despidos si se frena el crecimiento económico. Los empresarios piratas del transporte se asocian cada vez más al Estado para seguir siendo mantenidos con subsidios para trenes que no funcionan y subterráneos insuficientes, mientras la gran inversión capitalista está puesta en la producción y boom de venta de automóviles que atestan el tránsito de la Capital y el Gran Buenos Aires. Ante semejante irracionalidad, la salida “ingeniosa” de la transición Telerman-Macri es cobrar más peaje (símbolo de los ‘90 si los hay) al “automovilista solitario”.
Mientras difunden la idea de un “pacto social”, es decir, de un compromiso de conciliación entre el capital y el trabajo, en realidad se preparan para defender intransigentemente sus ganancias y sus privilegios contra los trabajadores. Puede verse en la actitud de la Telefónica de España, que se niega a conceder el aumento salarial más allá del piso que pactaron con la CGT, y se prepara para introducir cláusulas de mayor productividad; o en las patronales del pescado contra la dura lucha de los trabajadores en Mar del Plata y en Puerto Deseado.
El PTS viene difundiendo desde La Verdad Obrera la necesidad de la preparación de la clase trabajadora con un programa y una organización independiente de los empresarios y sus partidos, y ganar el apoyo de los sectores pobres de las clases medias, que serán castigados en una nueva crisis. En los meses que vienen redoblaremos los esfuerzos para que se extiendan las experiencias de elección de nuevos delegados y comisiones internas, para organizar oposiciones clasistas en los sindicatos que puedan presentar una alternativa a las direcciones burocráticas de la CGT y la CTA en las luchas, y la propuesta de reunir a todas las organizaciones combativas y a la izquierda clasista para empezar, desde ahora, a dar pasos en la construcción de un gran partido de la clase trabajadora.