La cuestión agraria y campesina en América latina y la vigencia de la revolución permanente
01/12/1998
* Con la colaboración de Juan Chingo
1. La vigencia de la revolución permanente
Desde principios de los 90 venimos asistiendo a un resurgir de las luchas campesinas en América Latina. Desde el levantamiento campesino de Chiapas, pasando por el cerco campesino de la ciudad de Florencia en Colombia, las tomas y ocupaciones de tierras en Brasil, hasta los violentísimos enfrentamientos en el Chapare, Bolivia.
La lucha por la tierra y la subsistencia es un problema histórico en el campo de América Latina, condenando al campesinado a una economía de subsistencia en sus tierras, y de brutal explotación en manos del hacendado o terrateniente y haciendo de la tierra un problema constitutivo en esta región del mundo.
La cuestión agraria y la independencia nacional, son parte de las tareas democrático-estructurales inconclusas que las burguesías de las naciones semicoloniales en la época imperialista no pueden resolver.
Mientras que de conjunto y por diversas vías, la revolución burguesa en Europa, y mas tardíamente en Estados Unidos, abrió el paso al desarrollo capitalista de la agricultura, generalizando la pequeña propiedad con inversión capitalista, abarcando la producción de alimentos para reproducir la fuerza de trabajo, y creando un mercado interno; en América Latina, la propiedad latifundista se mantuvo, de donde el proceso de formación de la burguesía fue a partir, primero de la diferenciación interna dentro de la clase de los grandes terratenientes y a la asociación luego, territorializando sus ganancias aquélla y capitalizando su renta ésta, y a partir de su sujeción y asociación a la burguesía imperialista. De esta manera es que resultaba imposible que la burguesía resolviera el problema de la tierra en forma progresiva como lo había hecho la burguesía en la revolución burguesa en Europa, especialmente en Francia, debido al temor a la movilización revolucionaria del campesinado, y a su imbricación con la clase rentística.
El dominio imperialista del mundo, condenaba a las semicolonias de América Latina, a un lugar claramente delimitado en la división internacional del trabajo: América Latina debería concentrar su producción en satisfacer la demanda de materias primas y alimentos baratos para satisfacer las necesidades de la industria y mantener bajo el costo de su fuerza de trabajo. Por eso se mantuvieron esencialmente como economías agroexportadoras, que no necesitaron cambiar la estructura latifundista de propiedad de la tierra. La producción latifundista orientada al mercado mundial y subordinada a los monopolios imperialistas (por ej. la Argentina como "granero del mundo" o el papel de la United Fruit Co. en Centroamérica) [1], convivía con la pequeña parcela, y que con el dominio de los grandes monopolios, serían la base del futuro proceso de industrialización anormal, o pseudo-industrialización, en palabras de Milcíades Peña, de estas naciones, que se daría primeramente bajo el llamado proceso de sustitución de importaciones [2].
Es que ésta es la forma que adquiere la ley general del desarrollo histórico formulado por Trotsky: "El desarrollo desigual que es la ley mas general del proceso histórico, no se nos revela, en parte alguna con la evidencia y la complejidad con que lo patentiza el destino de los países atrasados. Azorados por el látigo de las necesidades materiales, los países atrasados se ven obligados a andar a saltos. De esta ley del desarrollo desigual, se deriva otra que, a falta de nombre mas adecuado, calificaremos de ley del desarrollo combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino, y a la combinación de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas.
Sin acudir a esta ley enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible comprender la historia de Rusia, ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera sea su grado" [3].
Es decir, es la ley del desarrollo desigual y combinado, "enfocado en la integridad de su contenido material", la teoría del imperialismo de Lenin, las que explican esta amalgama de formas "arcaicas y modernas" que describimos mas arriba, la coexistencia de grandes latifundios y pequeñas parcelas con una industrialización parcial y grandes conglomerados urbanos. Este proceso no se dio pacífica y evolutivamente, sino que se vio obligado a "avanzar a saltos", explicación última de las luchas campesinas en el siglo XX , al mantener la existencia de la explotación latifundista con la parcelaria haciendo constitutivo el problema de la tierra en el campo latinoamericano.
La coexistencia de grandes metrópolis con un fuerte proletariado urbano que se desarrollaría en el curso de las primeras décadas del siglo, en especial primero a través de los procesos de sustitución de importaciones, con la existencia de grandes latifundios que mantenían a su vera la propiedad parcelaria, planteaba una particular dialéctica de clases para la resolución del problema de la tierra y de la revolución en A.L. Es la permanencia de las tareas irresueltas de la burguesía asociada a los grandes terratenientes y monopolios imperialistas, la de la tierra en nuestro caso ahora, la que crea las condiciones objetivas para la dictadura del proletariado.
La burguesía que mantuvo la estructura de la tierra, aunque después obligada por la fuerza de los levantamientos campesinos debió modificar parcial y tan solo temporariamente con las reformas agrarias de los ´50 y ´60, no puede satisfacer hasta el final, en forma íntegra y efectiva, ninguna de las demandas del campesinado.
Los levantamientos campesinos, motorizados por la demanda de tierras, que recorrieron América Latina a lo largo del S. XX, por su lado, tampoco lograron resolver el problema de la tierra.
La dialéctica de clases que se plantea entonces es el de la alianza revolucionaria entre el campesinado y el proletariado para resolver las tareas democrático estructurales, la de la tierra en nuestro caso, que la burguesía dejó inconclusas. Esta alianza sólo puede darse en lucha irreconciliable contra la burguesía liberal nacional asociada a los terratenientes y grandes monopolios. Y sólo esta alianza es el punto de apoyo del proletariado para la toma revolucionaria del poder y la dictadura del proletariado que surge, sobre su base, de la necesidad de resolver las tareas democráticas estructurales, y plantea inmediatamente las tareas socialistas, dándole a la revolución un carácter permanente. Cuestión que desarrollaremos en la segunda parte de este trabajo.
2. Una explicación marxista del problema de la tierra: la renta agraria
La renta de la tierra es la categoría que explica la explotación del valor económico de la tierra bajo el régimen de producción capitalista, esto más allá de la forma que adquiere la propiedad de la tierra: "el monopolio de la propiedad territorial constituye una premisa histórica y se mantiene como base constante del régimen de producción capitalista y de todos los sistemas de producción anteriores basados bajo una u otra forma en la explotación de las masas. Ahora bien, la forma en que la producción capitalista incipiente se encuentra con la propiedad territorial la crea el propio régimen de producción capitalista al someter la agricultura al imperio del capital, con lo que la propiedad feudal de la tierra, la propiedad feudal y la pequeña propiedad campesina combinada con el régimen comunal se convierten también en la forma adecuada a este sistema de producción, por mucho que sus formas jurídicas puedan diferir" [4].
Este punto de partida es de fundamental importancia para comprender que la renta de la tierra es una categoría económica propia del capitalismo [5]. Sin embargo, para definir la renta agraria, debemos considerar su forma "pura", en condiciones de pequeña propiedad capitalista, tal como se dio en Europa y Estados Unidos. Así, la renta de la tierra es una suma que el arrendatario paga al propietario de la tierra por la autorización que le otorga para invertir su capital y explotarlo. Esta suma es una parte de la plusvalía que el capitalista paga al propietario una vez obtenida su ganancia: "La premisa de la que se parte, dentro del régimen capitalista de producción es, por tanto, esta: los verdaderos agricultores son obreros asalariados, empleados por un capitalista, el arrendatario, el cual no ve en la agricultura más que un campo especial de explotación del capital, de inversión de su capital en una rama especial de producción. Este arrendatario o capitalista paga al terrateniente, al propietario de la tierra explotada por él, en determinados plazos, por ejemplo anualmente, una determinada suma de dinero establecida contractualmente (lo mismo que el prestamista del capital-dinero paga el interés estipulado) a cambio de la autorización que aquel le otorga de invertir su capital en este campo especial de producción. Esta suma de dinero recibe el nombre de renta del suelo..." [6] Es decir, "la renta del suelo, la forma económica específica, independiente, de la propiedad territorial, basada en el regímen capitalista de producción" [7]. Es así que la renta es una parte de la plusvalía social total de la que se apropia el terrateniente. Plusvalía que el terrateniente puede apropiarse gracias al monopolio sobre la tierra y a su carácter limitado como recurso natural.
Pero esto que es la base de la obtención de la renta agrícola, y que aparece como algo común a la explotación de todas las ramas de producción en el capitalismo, la extracción de plusvalía, no termina de explicar lo específico de esta forma particular de la plusvalía que es la renta: "lo que caracteriza a la renta del suelo no es el hecho de que los productos agrícolas se desarrollen hasta convertirse en valores y como valores, es decir, el que se enfrenten como mercancías a otras mercancías, mientras los productos no agrícolas se enfrentan también a ellos como tales mercancías, o el que se desarrollen como expresiones especiales del trabajo social. Lo característico de la renta del suelo es que bajo las condiciones en que los productos agrícolas se desarrollan como valores (como mercancías) y bajo las condiciones de la realización de sus valores, se desarrolla también la capacidad de la propiedad territorial para apropiarse una parte cada vez mayor de estos valores creados sin intervención suya, convirtiéndose así en renta del suelo una parte cada vez mayor de la plusvalía" [8]. Y esto es lo que demuestra el carácter parasitario de la renta: el terrateniente se apropia de una parte de la plusvalía "sin intervención suya", por el solo hecho de ser propietario de tierras. (Y por eso es que en las revoluciones burguesas progresivas de la Europa de los siglos XVIII y XIX, la burguesía impulsó la reforma agraria y la liquidación de los terratenientes; cuestión que en América Latina la burguesía no hizo, como vimos más arriba, dejando inconclusa esta tarea democrático-estructural).
Pero además Marx distingue dos tipos de renta, la renta diferencial y la renta absoluta. "La primera es el resultado de la limitación de tierras, del hecho de estar ocupadas por haciendas capitalistas independientemente en absoluto de si existe la propiedad sobre la tierra y de cuál sea la forma de régimen de posesión del suelo. Entre las diferentes haciendas agrícolas son inevitables las diferencias, derivadas de la distinta fertilidad de las tierras, de la situación de los lotes con respecto al mercado, de la productividad del capital suplementario invertido en la tierra. Para abreviar, se puede resumir estas diferencias (sin olvidar no obstante el origen diverso de unas u otras) como diferencias entre tierras mejores y peores" [9]. Ya que la producción de las tierras mejores no alcanza por si sola a satisfacer la demanda, el precio de producción [10] lo determinan las tierras peores, y es la diferencia entre el precio individual de producción y el precio superior de producción lo que forma la renta diferencial.
Por otra parte continúa Lenin, "la renta absoluta procede de la propiedad privada sobre la tierra. En esta renta hay un elemento de monopolio, de precio monopolista. La propiedad privada de la tierra impide la libre concurrencia, impide la nivelación de la ganancia, la formación de la ganancia media en las empresas agrícolas y no agrícolas. Y como en la agricultura la técnica es más baja, como la composición del capital se distingue por una mayor proporción de capital variable, en comparación con el constante, que en la industria, el valor individual del producto agrícola es superior al medio. Por eso, la propiedad privada de la tierra, al frenar la libre nivelación de la ganancia de las empresas agrícolas con las no agrícolas, permite vender el producto agrícola no por el precio superior de producción, sino por un valor individual aún más elevado del producto (pues el precio de producción se determina por la ganancia media del capital, pero la renta absoluta no permite que se forme esta ganancia media, asegurando por vía monopolista un valor individual más elevado que el medio)."
Los enormes aumentos de la productividad media del trabajo agrícola, que ha sido una de las principales características del desarrollo capitalista en el S. XX, y en realidad han superado la tasa de crecimiento de la productividad del trabajo industrial, han alterado completamente la relación entre oferta y demanda para los alimentos básicos en los países capitalistas avanzados. La renta diferencial de la tierra surgida como producto de una escasez de la oferta, debido a la existencia de monopolios naturales, y de la existencia de una demanda que no alcanza a satisfacer, va perdiendo peso en la producción agrícola capitalista, aunque no puede desaparecer totalmente en el régimen capitalista de producción. La renta absoluta de la tierra, que descansaba en última instancia en el atraso relativo de la agricultura con respecto a la industria, tiende a desaparecer en los países centrales. Como dice Mandel: "Marx, quien insistió en ese atraso relativo, observó que no era una característica fija y final del modo capitalista de producción, sino algo que podía ser superado más tarde o más temprano. Pero cuando la agricultura se vuelve más industrializada, cuando la sustitución del trabajo vivo por trabajo muerto (maquinaria, fertilizantes, etc) se aplica en escala cada vez mayor en ese ramo de la producción, cuando surge la agroindustria contempóránea, la diferencia del capital agrícola comparado con el industria tiende a desaparecer. En consecuencia desaparece también la base material de la renta absoluta de la tierra."
Como veremos a lo largo de este artículo, en América Latina, por el carácter atrasado de la producción capitalista, cuestión que la penetración imperialista como vimos más arriba sostuvo y desarrolló, la renta absoluta de la tierra perdura una mayor cantidad de tiempo. Es más, como puede verse en el artículo de Brasil, esta sigue siendo hoy día una realidad tangible del capitalismo brasileño. Claudio Katz correctamente plantea que las tendencias de la renta están determinadas por las direcciones de los procesos de valorización y acumulación capitalista. Y sigue, "Marx se apoyó acertadamente en este presupuesto para rechazar la interpretación naturalista de Ricardo, que pronosticaba el uso creciente de tierras de menor fertilidad y el aumento inexorable de la renta diferencial a costa de la ganancia. Al situar las relaciones sociales dominantes en cada economía nacional como determinantes de la distribución de la plusvalía entre terratenientes e industriales, Marx dejó abierto un abanico de posibilidades, que tomaban especialmente la caída de la renta diferencial clásica (RD1) mediante un aumento del beneficio extraordinario logrado con inversión y tecnología agraria (RD2). Los países imperialistas protagonizaron este proceso y lo ahogaron en los países oprimidos" [11].
De lo que planteamos más arriba se desprende que la renta de la tierra es la base de la lucha de clases en el campo. De un lado los terratenientes y los campesinos ricos, asociados a la burguesía industrial y los grandes monopolios, que intentan mantener esta estructura agraria para apropiarse de la renta nacional. De otro lado, los campesinos pobres y medios y el proletariado agrícola que luchan contra el empobrecimiento y de explotación al que lo someten estas condiciones.
3. Modelación rentística de las economías de América Latina y existencia de una agricultura tradicional
En el desarrollo de la agricultura en América Latina, como refracción de los movimientos que se dan en los países imperialistas y la economía mundial, podemos determinar tres grandes períodos: 1) el primero con dos fases: de 1880 a 1930 y de 1930 a mediados de 1950 con la existencia de una agricultura de tipo tradicional; 2) de mediados de 1950 a fines de 1970 con la transición mediante la llamada "revolución verde" a una agricultura de tipo empresaria; 3) el período que se abre en 1970 con la crisis de acumulación del capital y el salto a la agricultura empresaria propiamente dicha; que se entiende se trata de una tendencia y que no domina toda la producción agrícola en América Latina.
Los terratenientes, asociados a los grandes monopolios imperialistas, fue la fracción de la clase de propietarios nacionales, y luego capitalistas, que modeló el desarrollo de esta región.
Fue en base a la producción y exportación agrícola que el capitalismo en América Latina se desenvolvió aproximadamente entre 1880 y 1930, principalmente en base al control del transporte y los puertos para la exportación del trigo, el banano, el cacao o el café, y de los frigoríficos y las grandes plantaciones. Siendo la producción agrícola principalmente una producción de materias primas y alimentos para las naciones imperialistas industrializadas.
Inclusive mas tarde, a partir de los 30 o 40, con la pseudo-industrialización mediante el llamado proceso de "sustitución de importaciones", esta se hizo en base a los excedentes de las exportaciones agrícolas. Con la nueva ola de "industrialización" basada en las inversiones extranjeras directas en los 50-60, la industrialización quedó en manos de los monopolios extranjeros y la producción agrícola, los terratenientes, etc., volvió a reapropiarse de la renta sin redistribución de esa parte de la plusvalía hacia la industria [12].
De todas maneras como es a todas luces evidente, la modelación rentística asociada a los grandes monopolios imperialistas de estas naciones en su conjunto, no dio lugar a un desarrollo industrial capitalista independiente ni podía darlo. Pero tampoco ni mucho menos, dio lugar a inversiones productivas en el campo mismo.
Esto es porque la renta de la tierra, en las condiciones de apropiación predominante por el terrateniente, traba el desarrollo de las fuerzas productivas, la formación de un mercado interno, y por lo tanto produce la pauperización del campesinado, manteniendo la auto-subsistencia del mismo, las formas arcaicas de la propiedad de la tierra, que son su condición a su vez. La renta de la tierra impide el desarrollo de las fuerzas productivas porque el terrateniente dueño de inmensas extensiones, no se ve obligado a reinvertir productivamente su capital mas que para conservar o extender su producción en vista de las demandas existentes.
También, por supuesto la renta de la tierra determinó la estructura del campo. Hasta le década del 50, la agricultura en el subcontinente fue de tipo tradicional, basada en la producción latifundista para abastecer al mercado interno principalmente y el externo, siendo la principal proveedora de productos agropecuarios a Europa, en cuanto alimentos y materias primas, y que le permitiría conservar una agricultura de subsistencia en las parcelas campesinas. En el curso de la década del 50 en adelante, esto comenzaría a dar un vuelco.
4. La transición a la agricultura empresaria: la revolución verde y sus consecuencias en el mercado agrícola mundial y en América Latina
El "boom de la posguerra" [13] produjo un enorme excedente de capitales en los países imperialistas que en parte, producto de la explotación capitalista en pequeñas propiedades que obligaban la inversión de capital, fue invertido en la agricultura de estas naciones. Se iniciaría lo que se dio en llamar "la revolución verde", una mayor utilización de maquinarias, el uso de semillas científicamente tratadas, etc. Hobsbawn, mas allá de sus consideraciones describe bien este proceso: "(...) los países desarrollados industrializados con una o dos excepciones, también se convirtieron en los principales productores de productos agrícolas destinados al mercado mundial, y estos al tiempo que reducían constantemente su población agrícola, hasta llegar a veces a porcentajes ridículos. Todo esto se logró evidentemente gracias a un salto extraordinario en la productividad en un uso intensivo de capital por agricultor. Su aspecto más visible era la enorme cantidad de maquinaria que los campesinos de los países ricos y desarrollados tenían a su disposición, y que convirtió en realidad los sueños de abundancia gracias a la mecanización de la agricultura (...) visibles aún, aunque igualmente significativo, fueron los logros cada vez más impresionantes de la agronomía, la cría selectiva del ganado y la biotecnología. En estas condiciones la agricultura ya no necesitaba la cantidad de manos sin las cuales, en la era pretecnológica, no se podía recoger la cosecha, ni tampoco la gran cantidad de familias con sus auxiliares permanentes.
(...) En las regiones mas pobres del mundo la revolución agrícola no estuvo ausente aunque fue mas incompleta (...). Sin embargo en conjunto los países del tercer mundo y parte del segundo mundo dejaron de alimentarse a si mismos, y no producían los excedentes alimentarios exportables que serían de esperar en el caso de países agrícolas. Como máximo se les animaban a especializarse en cultivos de exportación para los mercados del mundo desarrollado, mientras sus campesinos cuando no compraban los excedentes alimentarios subvencionados de los países del norte, continuaban cavando y arando al viejo estilo con uso intensivo del trabajo" [14].
Antes de continuar, una observación fundamental: la concepción evolucionista vulgar, antidialéctica (de formas pre industriales e industriales, pretecnológicas a tecnológicas, etc.) que recorre el trabajo de Hobsbawm, e impide, a pesar de la correctas descripción, explicar el proceso: no se explica por la invención tecnológica en si misma, sino que esta es posible por el carácter de la tenencia de la tierra y el carácter imperialista de "los países desarrollados industrializados".
Lo que aquí queremos remarcar es que se trata de los inicios de un lento proceso de tránsito de la agricultura tradicional a una agricultura empresaria, orientada mas directamente a exportar al mercado mundial, aunque ahora dominado completamente casi por las naciones imperialistas, subordinado a las condiciones de producción que ellas imponían, mayor productividad producto de la inversión de capital, perdiendo la producción agrícola de AL su lugar en el mercado mundial pero también paulatinamente, y en parte, en el mercado interno. Los latifundios evidenciaban su inviabilidad (hablando siempre en términos generales y tendenciales).
El salto de la productividad en la agricultura de las naciones imperialistas con la revolución verde, produjo un importante cambio en las condiciones del mercado mundial amenazando con apropiarse una parte cada vez mayor de la renta de los terratenientes de América Latina, lo que sentaría las bases para el futuro proceso de dominio directo de las grandes corporaciones transnacionales en todo el proceso desde la producción a la comercialización; el salto al agrobusiness.
Este proceso que comienza a desarrollarse entre los ’50 y fines de los ‘70, presiona a la apropiación directa de tierras por los grandes monopolios y al terrateniente a extender sus tierras, y esta misma necesidad de tierras es la que impulsa también al campesino a pelear por su obtención. La misma necesidad de tierras de dos sectores de clase enfrentados explica las grandes luchas campesinas de fines de los ’50 y los ’60. Los procesos de reformas agrarias, que se vio obligada a hacer la burguesía no tuvo más objeto que frenar el ascenso campesino y la radicalización del proletariado urbano producto del triunfo de la Revolución cubana. Y por quedar en manos de las burguesías nacionales es que en ningún caso, salvo México décadas antes (producto de la revolución interrumpida de 1910) y parcialmente Bolivia (producto de la revolución de 1952), se dará extensamente. Inclusive tanto en Bolivia como en México retrocederá años más tarde. Este ascenso campesino tuvo dos momentos: uno entre 1945 y 1960 con Brasil, Perú y Bolivia, por ejemplo; otro en los ’60 en Paraguay que terminaron, en su mayoría, en una integración reaccionaria del campesinado a los regímenes existentes entonces. Por otro lado, las reformas agrarias de entonces se hicieron bajo el signo de la Alianza para el Progreso dirigida por Washington que fue la respuesta de Estados Unidos a la radicalización de las grandes masas del continente ante el triunfo de la Revolución cubana [15]. Lo importante aquí es que no se resolvió el problema estructural de la tierra en América Latina.
5. El salto a la agricultura empresaria: el agrobusiness
Los cambio que planteamos más arriba en el mercado mundial, llevarían a una transformación de la vieja agricultura tradicional en una agricultura de tipo empresaria. Este proceso, está ligado a una penetración directa de los capitales transnacionales en la agricultura de la región, ya sea mediante la compra, la absorción o la fusión y/o asociación de las grandes haciendas o plantaciones, propiedad de la burguesía agraria o terrateniente.
Este proceso que surge en América Latina a comienzos de los ’70 y pega un salto durante los ’80, es una expresión de la crisis de acumulación capitalista que abarca a los países centrales, y que da origen a una nueva oleada de exportación de capitales a las semicolonias. Es el creciente peso en el campo de la región, de lo que se dio en llamar el agrobusiness. La introducción del mismo, fue parte, de los cambios estructurales a que se vio sometida América Latina como un subproducto más de la derrota del ascenso revolucionario de los ’70 y los golpes militares que le sucedieron.
Según el inventor del término agrobusiness, Ray Goldberg, de la Harvard Business School, se trata de : "Según lo hemos definido en la Harvard Business School (el agrobusiness), consta de todos los participantes en el sistema de alimentación vertical desde quien abastece al agricultor hasta el procesador, el distribuidor y el consumidor último... El agrobusiness comprende a todos los individuos y organizaciones que participan en la producción, procesamiento, transporte, almacenamiento, financiación, regulación y comercialización de los abastecimientos de alimentos y de fibras en todo el mundo. En efecto, el agrobusiness es un sistema de- la- semilla- al consumidor compuesto de una serie de actividades estrechamente relacionadas que, juntas, permiten que la producción agrícola circule desde el bancal hasta el mercado..." [16].
De lo que se trata, es de la inversión extranjera directa de los grandes monopolios en la agricultura, de la compra directa de tierras, de la extranjerización en manos de los grandes monopolios de la propiedad de la tierra, de la conformación de verdaderas estancias-fábricas, no solo para la producción de materias primas, sino también para la producción de insumos para la agroindustria.
Estos cambios, lejos de significar la liquidación de la vieja estructura latifundista, la refuerza: las inversiones de capitales, la aplicación de la tecnología desarrollada, etc, es más productiva en enormes extensiones de tierra, y a su vez, la extensividad requiere de menos desembolso de capital, lo que provoca nefastas consecuencias para el campesino: la expulsión masiva de sus tierras, la condena al pauperismo (ya que no puede ser absorbido por una industria dominada por los grandes monopolios con uso de capital intensivo y aumento en la intensidad del trabajo que desplaza mano de obra), el desplazamiento de los tradicionales cultivos de subsistencia por los que imponen los monopolios agroindustriales. Es así que, en Brasil la soja desplaza la producción de maíz y frijol, la horticultura en México al frijol y al maíz, la cría de ganado en Centroamérica al maíz; la dieta campesina básica -maíz, mandioca, frijol- tienda a ser sustituida por agroinsumos. La miseria campesina alcanza niveles inauditos: millones son condenados al hambre y a la muerte por inanición. Es así que la presencia del agrobusiness en los mercados internos produce un consumismo despilfarrador en los sectores medios más acomodados de las ciudades coexistiendo con la subalimentación y la desnutrición en el campo y en los pobres de las ciudades. El semanario británico The Economist, dice: "Las compañías alimenticias produjeron un desplazamiento de la producción masiva de alimentos hacia una de mayor valor agregado... Ellas contribuyeron a crear nuevos segmentos de esta industria, incluyendo la comida rápida, galletitas instantáneas para hacer en el microondas y bebidas y comidas de bajas calorías y grasas pero de alto precio" [17]. La innovación e introducción de productos por la industria alimentaria crece sin cesar desde los ’80.
Las nuevas condiciones de la penetración directa de las grandes corporaciones transnacionales de la agroindustria en el campo de A.L., produce un aumento de la dependencia, por dos vías: por un lado dependen de la exportación de agroinsumos reduciendo la producción para el mercado interno, y por otro, se transforma en importadora de algunos alimentos que las agroindustrias producen, elaboran y comercializan.
Esta mayor dependencia y subordinación al imperialismo se sellaría en pactos como el NAFTA/TLC en México, que reimpulsó la velada lucha entre las grandes corporaciones transnacionales, los terratenientes y los campesinos por la tierra, promoviendo- y obteniendo- la derogación del articulo 27 constitucional que aseguraba los ejidos y las tierras comunales para los campesinos. También con pactos politico-militares, como en Bolivia, que tras el manto de la DEA y la campaña por la erradicación de la coca relanza la "liberalización" de la compra-venta de tierra (es decir, nueva concentración en manos terratenientes y monopolios imperialistas) con la ley INRA. Así en Colombia, sin pacto alguno, con la misma campaña, se desarrolla una masacre para-militar contra el campesinado.
Las consecuencias sociales de este proceso no significaron la liquidación del campesinado, sino que dio lugar al desarrollo de tres situaciones: el fenómeno de los campesinos sin tierra; el de mayor concentración y transformación de los campesinos en asalariados agrícolas; y el de mayor pauperización, que ha desatado la lucha por recuperar parcelas de tierra o poder cultivar productos que permitan la subsistencia de la familia campesina. Esto en parte porque el desarrollo desigual y combinado en estas regiones ha producido la industrialización parcial que impide absorber a la masa de campesinos que emigran a las ciudades y deben retornar al campo. Y también porque, como dijera Trotsky, todo desarrollo bajo el capitalismo no es más que un proceso híbrido, que no puede desarrollar ninguna de sus tendencias hasta el final; encontrándose el caso de que, por ejemplo, el capital necesita de una alimentación barata de su fuerza de trabajo para disminuir sus costos, por lo que se debe permitir que el proletario que no encuentra trabajo en las ciudades debe regresar al campo y sostener un cultivo de subsistencia que le permita sobrevivir.
En síntesis, la nueva división mundial del trabajo, que desplaza parcialmente la producción de subsistencia campesina, dominada por el aumento de productividad en los países centrales, aumenta desmedidamente la sobreproducción mundial, dándose el caso típico de la economía capitalista de que al lado de millones de hambrientos se genera una producción que no encuentra demanda solvente, lo que explica los subsidios multimillonarios a la producción de tipo "farmer" en Europa Occidental y Estados Unidos, para que los pequeños propietarios capitalistas de estas naciones imperialistas, base social de los regímenes imperiales, reduzcan su producción o directamente no produzcan [18]. Asimismo, condena a la desinversión a las nuevas cuencas agrícolas de Ucrania ( una de las regiones más fértiles del mundo, tanto como la de la Pampa húmeda en Argentina) o Europa Central, que luego de la liquidación del monopolio del comercio exterior y de la planificación de la economía en los ex Estados Obreros deformados y degenerados, se incorporan directamente al mercado capitalista mundial.
Es decir, una tendencia a la sobreproducción permanente; signo de la anarquía de la producción capitalista y la irracionalidad económica que no puede ser resuelta más que mediante la planificación consciente de la economía, aprovechando los recursos naturales como estas zonas de inmensa fertilidad sin tener que destinar miles de millones de dólares a... ¡detener la producción!
NOTASADICIONALES
[1] Aunque aquí debemos considerar que tanto Argentina como Uruguay son dos excepciones en su desarrollo con respecto al resto de las naciones de América Latina
[2] Milciades Peña señala el papel del imperialismo en la configuración del capitalismo en la era imperialista en las naciones semicoloniales: "la transformación del capitalismo en los grandes países industriales en capitalismo monopolista impide que los países atrasados repitan el ciclo histórico cumplido por aquellos en su evolución desde la pequeña producción capitalista hasta la gran industria moderna. El monopolio constituye en ultima instancia, un intento de frenar la tendencia al descenso de la tasa de ganancia. Para contrarrestar esta tendencia el monopolio debe impedir en el mercado local, el ascenso de nuevos competidores a las ramas monopolizadas, las más lucrativas, de la industria. En el mercado mundial el monopolio necesita mantener el atraso de las regiones atrasadas, porque precisamente extrae sus superganancias de ese atraso, de desnivel que el mismo implica entre las economías imperialistas superdesarrolladas, y las economías atrasadas y dependientes. El carácter parasitario y expoliador del capitalismo monopolista hace que los civilizadores cierren el paso a los que se civilizan" (M. Peña, " De Mitre a Roca"). Esta visión de M. Peña, aunque correcta en señalar el atraso al que el imperialismo condena a las semicolonias, no quita que produce al mismo tiempo un desarrollo parcial, limitado e inestable, pero desarrollo al fin, de las fuerzas productivas en estas naciones.
[3] L. Trotsky, Historia de la Revolución Rusa.
[4] K. Marx, "El Capital", t. III.
[5] Esto contra la versión deformada del stalinismo, que por la refracción particular en América Latina que asumió la renta agraria con la alianza entre terratenientes y monopolios imperialistas, presentaba la renta como un resabio de formas feudales, apoyados precisamente en el carácter latifundista de la propiedad de la tierra en esta región.
[6] Idem.
[7] Que no debe confundirse con la renta de regímenes de producción pre-capitalista, en que la renta se basaba, por ejemplo, en la entrega directa de los productos de la tierra.
[8] K. Marx, "El Capital", t. III.
[9] V. Lenin, "El programa agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905-1907"
[10] Recordemos que los precios de producción son los gastos de capital invertidos en la creación del producto más la ganancia media del capital.
[11] C. Katz, "Economía latinoamericana. De la década perdida a la nueva crisis."
[12] Y esta fue la base material que llevó al auge y decadencia del populismo burgués.
[13] Ver E. I. Número 7.
[14] E. Hobsbawm Historia del siglo XX
[15] La fuerza de este ascenso campesino que se va a sentir a nivel mundial, se va a materializar en el triunfo dela revolución china y cubana.
[16] A. Gunder Frank, "La crisis mundial, II".
[17] The Economist, "The food industry", 4-12-93.
[18] Subsidios que no producen un enriquecimiento de los farmers de los países centrales, sino que resulta prácticamente un costosísimo subsidio de desempleo para los mismos, dándose la situación de que en realidad aumenta su endeudamiento y empobrecimiento.