Argentina
La generación del 2001
11/12/2008 La Verdad Obrera N° 307
“Como hijos del 19 y el 20 de diciembre (de 2001), sabíamos que en nuestro país la inclusión social, a partir de la educación y el trabajo, son la única forma de asegurarnos la continuidad de un sistema democrático de pleno respeto a las instituciones”. ¿Quién lo dijo? Fue el ministro de Trabajo Carlos Tomada durante un acto en la ciudad obrera de Villa Constitución, la misma ciudad que fue testigo hace pocas semanas de la movilización de los trabajadores metalúrgicos de Acindar, Paraná Metal y Tenaris (Techint) que pararon y cortaron la ruta tras el despido de contratados y ante la decisión de Acindar de dar vacaciones obligadas. La verdadera generación del 2001 está compuesta por los millones de jóvenes trabajadores que consiguieron su primer empleo en condiciones precarias heredadas de la década del ’90, el sector más vulnerable de la clase obrera, los que más horas laborales cumplen y los que menos cobran, una fuerza de trabajo que durante los años de crecimiento entraban y salían de las fábricas según el antojo de las patronales y ahora, cuando comienza la crisis, el destino que le eligieron los empresarios, con el permiso del gobierno y los burócratas sindicales, es la calle. Ninguna de las medidas del “plan anticrisis” los beneficia. La ley que permite la moratoria a las deudas impositivas de los empresarios que emplearon en negro, que acaba de obtener media sanción del Congreso, no sólo es un premio a los evasores de ayer sino que no frenará los despidos de contratados que ya se están produciendo bajo el amparo de las normas laborales impuestas por el menemismo y que este gobierno mantiene. Mientras esto sucede, Moyano y Yasky se reúnen para declarar que “Tenemos que buscar la forma de evitar que los especuladores de siempre aprovechen esta situación para despedir personal”. Y el abogado de la CGT y diputado Héctor Recalde que semanas atrás fomentaba una ley para multar a los empresarios que despiden, ahora defiende el blanqueo de capitales y las concesiones a las patronales.
El gobierno en la cornisa
El objetivo central de las medidas “anticrisis” de Cristina Kirchner se reduce a otorgar incentivos a las patronales a cambio de un vago compromiso de no provocar despidos masivos. Pero como desarrollamos en las páginas de este periódico (ver 14 y 15) no logran conformar del todo a los industriales, que las consideran “positivas” pero “insuficientes” y siguen reclamando un dólar a 4 pesos, mucho menos a las patronales del campo que han vuelto a movilizarse para reclamar el fin de las retenciones. Es decir que mientras el gobierno no logra recuperar la “confianza” de la clase dominante, enfrenta un 2009 donde la crisis capitalista internacional pondrá en juego el apoyo social que conserva en la clase trabajadora basado en la creación de 3 millones de puestos de trabajo. En tanto intenta conservar los aliados de su “flanco derecho” apoyándose en los “barones del conurbano”, desde los viejos intendentes del aparato de Duhalde hasta los radicales K de Vicente López y San Isidro pasando por Aldo Rico en San Miguel, empezó a perder lo que quedaba de sus aliados “transversales” que desde la renuncia de Alberto Fernández vienen desertando de las filas oficialistas. Este fue recientemente el caso de la ruptura de Libres del Sur que ante el definitivo giro “pejotista” de los Kirchner se inclinan a una nueva alianza con la centroizquierda junto a Pino Solanas. Aunque la oposición no pueda presentarle una alternativa unificada en la provincia de Buenos Aires, donde se definirá en gran medida la suerte del kirchnerismo, no es de descartar que las elecciones legislativas del año entrante, que se realizarán en medio de una situación convulsiva, no terminen arrojando una derrota política, la pérdida de mayoría parlamentaria que lo dejaría cualitativamente debilitado para los dos años que le restan de mandato.
Preparación
Pero más importante aún, la crisis acelerará la experiencia política de millones de trabajadores con el dique de contención que significa el peronismo y planteará la posibilidad de dar pasos en la independencia política de los trabajadores. Las principales reservas con que cuenta la Argentina para enfrentar esta crisis capitalista internacional no son las del Banco central ni el superávit fiscal o comercial, sino las experiencias de luchas que se acumularon contra el “neoliberalismo” que puede permitir un punto de apoyo para hacer frente para que las patronales no descarguen su crisis sobre los trabajadores. Muchos de los de esa generación del 2001 son los que se niegan a volver a la condición de desempleados. Muchos de los que entonces cobraban un Plan Trabajar años más tarde resistirían despidos en Jabón Federal de La Matanza y hoy, como mostramos en estas páginas, se plantan en General Motors de Santa Fe o en Iveco en Córdoba, entre los metalúrgicos de Dana en Rosario que tomaron su fábrica ante los primeros despidos, o en la autopartista cordobesa Gestamp donde esta juventud trabajadora logró con su lucha hacer retroceder más de 200 despidos hasta fin de marzo. Son apenas las primeras expresiones de resistencia a los inicios de la crisis en el país que se extenderán y darán lugar a nuevos fenómenos de lucha y organización, así como el 2001 dio lugar al control obrero de Cerámica Zanon donde se mantiene viva una solución a los cierres de fábrica, o en el cuerpo de delegados de subte que hoy se enfrenta a los intentos de control burocrático de la dirección sindical de la UTA.
La lucha de clases internacional está dando, con la huelga general en Grecia precedida por cuatro días de rebelión juvenil por el asesinato de un estudiante de 15 años, la primera respuesta de magnitud a la crisis capitalista (ver páginas centrales). “El asesinato de Alexis fue sólo la gota que colmó el vaso, pero ya había movilizaciones previas. El movimiento social de descontento se exacerbó además al conocer la inyección económica por cientos de millones de euros del gobierno griego al sistema financiero para evitar la crisis”, dicen los estudiantes griegos que enfrentan a la policía en las calles. En Grecia, como en toda Europa, el movimiento estudiantil viene siendo la avanzada que anticipa mayores enfrentamientos entre las clases. El PTS se propone agrupar fuerzas en la clase trabajadora y la juventud para esta perspectiva de acontecimientos revolucionarios.