Mexico: Desde Ciudad Sabinas, Coahuila
La marcha del coraje minero
06/03/2006
Corresponsales:Eric Hurtado y Mario Caballero
La marcha del coraje minero
¡Mineros unidos, jamás serán vencidos! ¡Queremos a nuestra gente! ¡Castigo a los culpables! Estas eran las consignas principales que martillaban durante la marcha en Nueva Rosita, Coahuila y que causó conmoción en esta apacible población minera.
Esta marcha fue algo inédito en la zona carbonífera en los últimos decenios (desde la marcha en 1951 de los trabajadores, esposas e hijos de los mineros hacia la capital del país, que impactó toda esta región minera). Aún así, juntó a más de 300 personas. Los familiares repartieron miles de volantes para convocarla y la gente de los poblados cercanos a la mina, como Palaú, San Juan y la Agujita, respondió al llamado. Poco a poco se iban juntando los familiares, mineros, amigos y pueblo en general. Ya eran ya pasadas las once de la mañana, y se tuvo que esperar un poco más, pues muchos venían en camino. El cambio repentino del trayecto de la marcha, retrasó a los asistentes pero se garantizó una manta en la carretera que anunciaba este cambio, y a fin de cuentas llegaron. Partiría de la simbólica placita donde está el Monumento al Minero (en recuerdo a los mineros muertos por la explosión 1939), ubicado enfrente a la Escuela de Minería de Nueva Rosita. Ahí empezaron a llegar desde la diez de la mañana los familiares, lo obreros, los amigos, conocidos y gente del pueblo. Todos llevaban en cartulinas con los nombres de los 65 mineros que están abajo: “Queremos a Eduardo Martínez”, “Queremos a José Isabel”, y así por el estilo. Ahí mismo se siguieron elaborando más cartulinas para que todos llevarán una, aunque no fuera de su familiar. De todos modos, los 65 mineros son de todos, así lo siente la gente. Doña Benita, robusta chaparrita, originaria de Palaú, se acerca y pide una cartulina. “¿Qué dice ahí?”- pregunta, pues no sabe leer. Toma la cartulina con seguridad y dice, “éste es de Palaú, yo me lo llevo”. Hay muchos niños participando y se comienzan a formar, Ana de nueve años, lleva su cartulina: “Quiero a mi tío”.
Comienza la caminata, algunos se ven cansados pues los días anteriores fueron de duro trabajo preparativo, yendo temprano por la mañana para meter los volantes en los periódicos o para alcanzar los autobuses que pasan por los trabajadores para llevarlos a las minas. Cuatro mantas grandes dan cuenta de las demandas principales “Castigo a los culpables”, “Familiares y mineros unidos, jamás serán vencidos”. Una más hace a alusión al pedido de familiares para que se apresuren las acciones de rescate “Queremos a nuestros seres queridos, YA!; y otra: “Rescatistas de IMMSA, MIMSA; MACARE: Solidaridad”. Julio tiene abajo a su compadre, y ha pintado las ventanas de su camioneta que acompaña la marcha “Nunca más otra “Pasta de Conchos”, “Queremos a José Eduardo”. Despedido hace un mes de Pasta de Conchos por exigir sus derechos, Julio sabe bien lo que es estar ahí abajo jalando en las minas, y por eso está apuntado como voluntario rescatista. “Si ellos no quieren bajar, nosotros bajamos y los sacamos”.
Durante el trayecto se van leyendo los nombres de los 65 mineros y la gente los va repitiendo, haciendo eco por las calles de Nueva Rosita. Por ahí alguien grita “Ya vamos llegando IMMSA está temblando”, pero no hay mucha respuesta, tal vez por que saben que el cordón de impunidad, tendido por los gobiernos federal y estatal, que rodea a los patrones es muy fuerte. Ahí queda claro que los verdaderos culpables son la empresa, los charros de la cúpula del sindicato minero, y las autoridades del gobierno. Los funcionarios sindicales aparecieron anteayer, después de 15 días, y sólo para prometer gestiones para el rescate y cubrir a la empresa. En la marcha, un familiar les cuestiona ¿A ti quien te eligió? Los mineros no! Seguro fue ese Gómez Urrata.
No deja de gritar, y llegando a IMMSA estalla el grito: ¡Asesinos! ¡Asesinos!, los niños empiezan a llorar y las esposas a sacudir las rejas. Una puerta cede a las sacudidas y se entra sin dudarlo; se rompen un par de vidrios y se patean las puertas de la oficina, empapados en llanto y gritando por sus seres queridos. Así es el enojo que crece, y más ante los informes mentirosos y manipuladores de los supuestos avances, y mucho más, cuando dicen que ya nadie quiere entrar a las labores de rescate. MIMOSA y otras empresas se han negado a prestar a sus escuadrones de rescate, por eso los familiares han formado un cuerpo de voluntarios. Empiezan a tomar el asunto en las manos ante la indiferencia de las autoridades y el propio gobierno estatal. No permitirán que se selle la mina con ellos abajo, mientras la empresa se lava las manos. Como ellos mismo dicen, dejan pasar el tiempo que hará difícil encontrar evidencias, y se desgaste el campamento de los familiares. Pero algunos atajan con seguridad, “la lucha, apenas empieza”.
Por su parte, la prensa y las “fuerzas vivas” de la región, alertan contra la “violencia” de la marcha.
Seguro recuerdan las grandes gestas que escenificaron los mineros de esta conocida zona minera en décadas pasadas.