Argentina |Editorial LVO
La tormenta es natural, los muertos y el desastre no
04/04/2013
La historia de la Argentina de los años kirchneristas bien puede contarse a través de los crímenes sociales que se produjeron bajo sus gobiernos. Cromañón a fines de 2004, la Masacre de Once en febrero del año pasado o los muertos por el temporal, en la Semana Santa de hace exactamente un año.
La tormenta que acaba de conmover a gran parte de la Capital y la provincia de Buenos Aires, con epicentro en La Plata, volvió a mostrar la crisis estructural de la Argentina capitalista y dejó al desnudo la responsabilidad y el cinismo de los políticos patronales. La gravedad de los acontecimientos derribó el clima de reconciliación nacional pregonado por Cristina Fernández luego del abrazo con Bergoglio en el Vaticano. Ni CFK, ni Scioli, ni Macri movieron un dedo en todos sus años de gobierno para hacer las obras necesarias para paliar los efectos de la catástrofe. El resultado es, hasta ahora, más de 50 muertos y cientos de miles de afectados. Hubo, efectivamente, una cruda catástrofe natural, pero convertida por la desidia de empresarios y gobiernos en un nuevo crimen social: otra vez las víctimas las pone el pueblo trabajador.
Cínicos
No terminaban de informarse los hechos en la Ciudad de Buenos Aires, cuando flotaba no sólo la basura en las calles, sino también la inmundicia de los políticos patronales, oficialistas u opositores. Su única preocupación era desligar responsabilidades y aprovechar los acontecimientos para sus internas. Macri vacacionaba en Brasil y volvió de “urgencia” para ponerse al frente…de las cámaras y hacer politiquería sobre la tragedia popular. El gobierno nacional lanzó su contracampaña casi “festejando” porque Macri estaba en problemas, mientras aumentaba el número de muertos y damnificados.
El temporal siguió su violento recorrido hacia La Plata y alrededores, demostrando que el “aliado” de la coalición gubernamental, Daniel Scioli, tiene a la provincia de Buenos Aires en condiciones similares a la “derecha” macrista de la Capital. El intendente de La Plata, el kirchnerista Pablo Bruera, mintió descaradamente informando que había asistido a los evacuados la noche del 2 de abril cuando en realidad todavía “descansaba”, como Macri, en Brasil.
Cristina Kirchner también consideró que había que hacer demagogia y se fue hasta Tolosa a “recorrer los barrios” y recordarle a los desamparados que habían perdido a sus familiares, que cuando ella era chica le entró “agua en casa”. Los vecinos la increparon a los gritos. La fortuna personal de la Presidenta asciende a 8,4 millones de dólares con 28 propiedades. Cristina debió pasar rápido a hacer declaraciones en la TV con promesas y más promesas. Pero su respuesta concreta, más que la ayuda que nunca alcanza, es la convocatoria al Ejército y a la Gendarmería a cumplir su rol de control para evitar desbordes sociales frente a lo que llamó presencia de “caras extrañas”. El mismo Hugo Moyano expresó su solidaridad. Sin embargo, viene coqueteando con la posibilidad de armar una lista en Capital con Lavagna y Macri, o apoyando a Scioli, los responsables políticos directos de este desastre.
Por la tarde llegaban las noticias de los primeros saqueos y en la Capital comenzaron a escucharse cacerolazos y cortes de calle en los barrios más afectados. Ya en la noche del 2 de abril se habían producido saqueos y ocupaciones de vivienda en Villa Soldati. La noticia fue rápidamente ocultada por todos los medios.
Crecimiento para pocos
En diez años de crecimiento récord, los que “la juntaron con pala” fueron los grandes empresarios y banqueros, nacionales y extranjeros. Miles de millones de dólares fueron a pagar la deuda externa a los “buitres” mientras otros tantos se fugaron en concepto de remesas para las casas matrices de las multinacionales y las mineras que contaminan el medio ambiente y saquean nuestras riquezas. A confesión de parte, relevo de pruebas: en esos 10 años de crecimiento, la infraestructura del país es igual o peor que en los ’90, la década del “neoliberal” Carlos Menem. En la Ciudad de Buenos Aires la urbanización anárquica, a favor de la rápida ganancia capitalista, llevó a la pérdida de espacios verdes. La construcción de megatorres redujo drásticamente las tierras de absorción para lluvias y para darle mayores beneficios a las empresas se eliminó el pulmón de manzana en esos edificios. La absorción natural se redujo sensiblemente. Los cimientos de las megatorres actúan como verdaderos diques de contención del desagote subterráneo natural. Además, la pavimentación y repavimentación sucesivas de las calles, para “reducir costos”, están por encima de la línea establecida para el escurrimiento del agua. La Plata tiene los mismos problemas, construcción descontrolada de edificios sin desagües pluviales acordes, la ciudad “creció enormemente con la misma infraestructura de principios del siglo veinte” (Clarín 4/4).
Mientras tanto se siguen destinando subsidios multimillonarios a las privatizadas, como los Roggio o los Cirigliano, los responsables de crímenes como los de Once. Pero hay más, al día siguiente del temporal la Corte de apelaciones de Nueva York dio curso a la oferta que el gobierno hizo a los bonistas especuladores. El Banco Central acaba de sacar 2300 milllones de dólares para pagar deuda externa a los organismos multilaterales. ¿Cuántas vidas podría haberse salvado si se invertía en infraestructura? Para los empresarios y sus políticos enriquecidos todo sigue igual en sus casas lujosas; para el pueblo trabajador estos fenómenos “naturales” se convierten en una tragedia con pérdida de vidas o de sus escasas pertenencias obtenidas con toda una vida de trabajo. La respuesta para los damnificados es la regimentación de las calles y la siempre exigua ayuda social y un saludo a la bandera del nuevo papa argentino que llamó a “mantener la esperanza”.
Solidaridad de clase y una clase de solidaridad
Mientras las inundaciones mostraban por arriba la podredumbre de la politiquería patronal, por abajo se desarrolló una enorme solidaridad. Uno de los ejemplos más importantes fue protagonizado por los trabajadores del subte, que pararon todas las líneas por la muerte de un compañero que falleció electrocutado. Como denunció el delegado de la línea B, Claudio Dellecarbonara: “El compañero murió por la negligencia y la falta de interés de la empresa y los gobiernos”. Son cientos los ejemplos de arrojo, de apoyo, que nacen en los barrios, en las fábricas, en las escuelas, en todo el país, con los damnificados. La Argentina obrera y popular demostró una vez más que la solidaridad de clase se impuso para enfrentar la situación.
Para una situación extraordinaria, una solución extraordinaria
Los militantes del PTS estamos desde primera hora trabajando en la ayuda y acompañamiento de las víctimas, colaborando para extender la solidaridad obrera, estudiantil y popular. Hay que exigir a los sindicatos, a los centros de estudiantes, a todas las organizaciones obreras y populares, empezando por las CGTs y las CTAs, que se pongan a disposición de los damnificados. La organización y distribución de la solidaridad debe estar en manos de las organizaciones de trabajadores y vecinos.
Ninguna represión contra los que reclaman respuestas a su precaria situación. Que las patronales paguen los días no trabajados a los trabajadores afectados y el Estado nacional, provincial y del gobierno de la Ciudad indemnicen de inmediato y sin condiciones a las familias golpeadas por el temporal, otorgando un subsidio para reparar las pérdidas. Empresas como Kraft, Nestlé, Kimberley, P&G, cadenas de supermercados como Carrefour, Coto, Jumbo, deberían estar entregando alimentos, colchones, frazadas, agua mineral, pañales, para paliar las necesidades. Y si estas empresas y cadenas de hipermercados no lo hacen por “las buenas” hay que pelear para que se confisquen las mercancías necesarias hasta resolver el drama que sufren las familias del pueblo.
Hay que implementar ya mismo un plan nacional de obras públicas controlado por las organizaciones obreras para hacer los emprendimientos que hicieran falta para prevenir estos desastres. Los recursos para tomar estas medidas se podrían conseguir rápidamente. La plata debe salir del no pago de la deuda externa e impuestos extraordinarios a los grandes capitalistas. Hay que terminar con los monopolios inmobiliarios que construyen anárquicamente guiados por su ganancia, sin tener en cuenta la infraestructura necesaria para evitar estas catástrofes.
Contra todos estos políticos patronales que muestran su desprecio por la vida obrera y popular, los trabajadores debemos desarrollar nuestra propia alternativa política. Impulsar la construcción de una izquierda de los trabajadores, partiendo de fortalecer el Frente de Izquierda, es una necesidad que esta nueva catástrofe pone a la orden del día.
Nacional