Editorial La Izquierda Diario
La ubicación de la izquierda ante el fin de ciclo y la derecha que asoma
17/10/2014
¿Se viene el derechaje?, preguntarían las Mirtha Legrand del oficialismo.
El kirchnerismo, conciente de sus meses contados en el ejercicio pleno del poder, lanzó una campaña nacional, una vez más, contra “el peligro de la derecha” que viene para “hacernos retroceder de lo conquistado”. Con esto busca emblocar fuerzas contra “el enemigo principal”. La operación concierne, y mucho, a la izquierda. Porque se trata de dejarla ubicada entre dos males: ó en el campo de “la Corpo, los buitres y la derecha”; ó detrás del gobierno como “mal menor”.
Esta operación está basada en un fenómeno continental. "Me inquieta que la derecha pueda volver al poder en la región" declaró Evo Morales. Los dichos del fortalecido presidente de Bolivia refieren, antes que nada, a la segunda vuelta en el gigante Brasil, entre la desgastada Dilma Rouseff y el derechista reciclado Aecio Neves. El PT, aunque gane la segunda vuelta, ha perdido base social en las concentraciones obreras como la del cordón industrial del ABC de San Pablo. La derecha, aunque no triunfe, ha impuesto la derechización de la agenda nacional. Para “el poder detrás del trono”, los grandes capitales, la elección no tiene pierdes significativos. Pero seria un cambio político de magnitud para los gobiernos que asumieron en América Latina tras la catástrofe neoliberal.
En este clima general el gobierno nacional trata de imponer su campaña. ¿Van a derogar la Asignación por Hijo?, pregunta Scioli poniéndose el kirchnerismo al hombro. Y Macri responde que no, que no solo la va a mantener sino que además “vamos a echar a los buitres” y “lograr que YPF funcione bien para que haya más energía. No vamos a volver atrás porque el daño ya está hecho".
Más allá del ruido mediático, ¿cuales son las causas de este nuevo momento político?
Es que hay dos registros de la política nacional. Uno es el de las encuestas hacia el 2015 donde, ante el fin de ciclo de Cristina, aparecen liderando Macri, Massa y Scioli, este ultimo como versión de centroderecha del mismo kirchnerismo (o gobernando en coalición con él). El otro registro es de más largo plazo, como ya señalamos en La Izquierda Diario en torno a una encuesta que publicó el periódico Le Monde. Esto refiere a un “consenso histórico” que trasciende, por ahora, las coyunturas y surgió - como una “nueva forma de sentir y de pensar”, diría Gramsci - con la crisis del 2001.
Según la investigación de Flacso-Ibarómetro sobre las orientaciones ideológicas en el país “un porcentaje mayoritario de los argentinos se manifiesta a favor de una intervención activa del Estado en la economía (61,8 por ciento), prefiere las alianzas con los países de la región antes que con las potencias del primer mundo (53,6), apoya los juicios por violaciones a los derechos humanos (61,4) y asegura que la búsqueda de la igualdad debe ser, más que de la libertad, el principal objetivo de un Gobierno democrático (50,5 contra 32,8)”.
En fin, por arriba la situación parece tomar un rumbo a la derecha. Las encuestas dan ganador a Macri, Massa o Scioli. Las alianzas políticas son pensadas desde el objetivo de acumular poder en el régimen; el otrora centroizquierdista Juez se inclina al macrismo en Córdoba, o el radical Gerardo Morales patea el tablero en el FA-UNEN mostrándose junto a Massa en Jujuy. Inclusive, se celebra la cumbre entre Macri y la Mesa de Enlace agro-sojera, en pos de un programa liberal de “retenciones cero”, que presenta la cuadratura del círculo de la “derecha posible” ya que debe, al mismo tiempo, declarar que anulará el odioso impuesto al salario.
Por abajo, el fenómeno más importante es la desilusión en amplias franjas de sectores medios y de la clase trabajadora que se entusiasmaron con los primeros años del kirchnerismo. Ante ello, como en Brasil, lo viejos candidatos se ven obligados a disfrazarse de “nueva política” (o anti-política) de figuras sin partido. Macri se llegó a comparar con el fenómeno, pasajero, de Marina Silva. En otro extremo, de un partido sin una figura única convocante, la UCR pretende jugar el rol del PMDB brasilero, un partido de punteros en el control territorial que hace alianzas con el ganador y ayuda a garantizar gobernabilidad, y se debate entre Macri, Massa, Binner y hasta barrunta una alianza bonaerense con el mismísimo PJ de Scioli.
El "consenso derechista" de los de arriba es coyuntural porque aún no ha logrado revertir un consenso de masas producido por la crisis capitalista marcada a fuego en la vivencia de millones y por la lucha en las calles en el 2001. “Familias en la calle, nunca mas” es la creativa consigna que la izquierda ha hecho popular desde las batallas de la Panamericana contra los despidos en Lear y Donnelley, porque responde al hecho que el desempleo masivo no es socialmente aceptable luego de la experiencia de catástrofe de los 90. (Después algunos dicen que la izquierda no crea nada nuevo: sin pasar por alto la innovación de los piquetes móviles de las caravanas solidarias que volvieron loca a la Gendarmería).
Cuidado, porque otros “consensos históricos” han sido rotos, cuando se producen crisis que vuelven a moldear los modos de pensar, que son una expresión de experiencias históricas y relaciones de fuerzas entre las clases. El poder dominante rompe y reconstruye los equilibrios con que domina, manipulando las aspiraciones de masas. El “Nunca Más” a los golpes militares que fue el sentido común a la caída de la dictadura, fue usado por Alfonsín en los años 80 para ensayar una reconciliación con las fuerzas armadas. Menem utilizó el “consenso” de masas contra la hiperinflación para imponer la “estabilidad monetaria” con la economía atada al dólar y las privatizaciones de "las empresas estatales que no funcionan”, como repetía la clase media.
El kirchnerismo esta utilizando el “nunca menos” para hacer pasar –“contra el peligro de la derecha”- su propia derechización. En el terreno de las libertades democráticas, no solo erigió personajes como el genocida Milani o el ex -carapintada Sergio Berni donde antes profesaba “no reprimir la protesta social”. También se recostó en el reaccionario poder del Vaticano como se vio en la cláusula papal al nuevo Código Civil, como el artículo 19 contra la posibilidad de establecer una ley de aborto seguro y gratuito que tienen multiplicidad de países capitalistas. De la conquista de nuevos “derechos civiles” como significó el matrimonio igualitario, el gobierno de Cristina pasó a ser el mejor cancerbero de la Iglesia, oponiéndose a este derecho fundamental para las mujeres. De conjunto, el kirchnerismo es parte de un “nuevo consenso derechista” que hace pie en sectores de clase media y tiene como eje el reaccionario pedido de poner "orden", en particular contra los cortes de ruta e incluso con un poco de represión, y que los delitos menores se resuelvan con más penas y cárceles. Hasta La Cámpora jugó con la idea de alguna candidatura para Sergio Berni en la provincia de Buenos Aires.
El kirchnerismo se sostiene con apoyo de sus gobernadores. Los gobernadores piden deuda para sostener a sus estados provinciales, y les darán deuda. En última instancia, todas las alternativas de poder burgués están basadas detrás de la nueva “oportunidad histórica” de iniciar un nuevo ciclo de endeudamiento del país. Pero las expectativas de amplias masas son más altas de lo que pueden dar el gobierno y oposición.
Ante esto no puede pensarse un nucleamiento de la izquierda limitado al terreno electoral, como ya ha conquistado el FIT centralizando las banderas de la independencia política de la clase trabajadora en las pasadas elecciones. Se trata de ser un polo político cotidiano y en la acción. Así lo mostró la numerosa delegación de Pan y Rosas y el PTS en el reciente Encuentro de Mujeres en Salta, rechazando las imposiciones de la Comisión Organizadora y el kirchnerismo de enchalecar al movimiento de mujeres y no manifestar frente a la Catedral ni en el centro político del poder oficial, que abrió un debate en la izquierda.
Así también lo hacemos proponiendo un congreso unificado del movimiento obrero combativo y la izquierda donde pueda expresarse la nueva generación obrera de la Panamericana, evitando la división de encuentros sindicales parciales o actos sectarios . La principal batalla está en derrotar los intentos del empresariado y la burocracia sindical de expulsar de los lugares de trabajo y los sindicatos al activismo obrero relacionado con la izquierda, como en Lear y Donnelley, en Liliana en Rosario, en Volkswagen o en Valeo de Córdoba.
Expresamos consecuentemente las banderas del Frente de Izquierda en las elecciones universitarias, aún en disidencia con nuestros aliados del FIT que, como los compañeros del Partido Obrero, suelen participar de armados con sectores de centroizquierda.
En esa política independiente, de la derecha y del gobierno, estamos empeñados quienes impulsamos La Izquierda Diario que cumple apenas un mes de su lanzamiento y ya se ubica entre los primeros 280 portales más visitados de la Argentina, llegando con estas ideas mucho más allá del radio de influencia que teníamos anteriormente los partidos de izquierda.