México
Las contradicciones que enturbian la estabilidad foxista de fin de sexenio
25/07/2005
El gobierno de Fox entra a su último año, marcado por el descontento popular ante la antidemocracia, la miseria y el desempleo. Como plantearemos a continuación, los acontecimientos del último mes pueden generar polarización social y política en el país y enturbiar la transición al 2006. Y es que, como decimos en otras ediciones de EO, Fox y los partidos del Congreso (PRI, PAN, PRD) apuestan a desviar el descontento hacia el 2006, repitiendo lo logrado con la trampa electoral del 2000.
TURBULENCIAS EN LOS PARTIDOS
En ese marco, con las elecciones del Estado de México se abre una coyuntura electoral para desviar las aspiraciones de las masas. El triunfo del PRI, capitalizando sus enormes gastos de campaña, muestra que es aún, a pesar de su desprestigio, una opción de recambio para el régimen. La debacle del panismo mexiquense expresa la desilusión con el gobierno foxista, mientras que el magro resultado de la empresarial candidata perredista enseña las dificultades de este partido en constituirse como una alternativa nacional para el mantenimiento de la dominación burguesa. A pesar de que las elecciones fueron un mecanismo de contención social en el Edomex, hay que decir que no generaron entusiasmo y hubo un gran abstencionismo (58%), lo que mostró el desprestigio del régimen de partidos.
Mientras tanto, se acrecentaron las disputas al interior de los partidos. Las distintas alas del PRI buscan negociar una salida a la «sucesión» de su dirección partidaria. En el PAN, su segura debacle del 2006 alimenta pugnas entre los sectores representados por Barrio y Calderón, frente a Santiago Creel. Y en el PRD, el anuncio de Cárdenas de retirar su precandidatura provocó una mayor crisis, ante la pósibilidad de que presente su candidatura por fuera del PRD.
Estas pugnas se agudizan porque el gobierno de Fox agotó prematuramente su capital político (lo que golpea en el PAN), y porque no está claro cual de los partidos opositores llegará a Los Pinos (lo cual impacta al interior del PRD y el PRI), en un contexto donde el abstencionismo del Edomex parece indicar que las elecciones no generarán entusiasmo en la población.
MAYOR REPRESION Y MILITARIZACION PARA GARANTIZAR LA TRANSICION
En ese contexto, el gobierno descargó una ofensiva represiva. En semanas pasadas vimos nuevas provocaciones contra los indígenas y campesinos de Chiapas, con la movilización del ejército cerca de las zonas controladas por el EZLN y el supuesto hallazgo de plantaciones de marihuana. A la vez, con el Programa «Por un México Seguro» se militarizaron los estados de Sinaloa, Baja California y Tamaulipas. El argumento del «combate al narcotráfico» busca justificar la militarización y amenaza criminalizar los movimientos sociales. Este accionar represivo no es exclusivo del gobierno federal: también el perredista López Obrador ordenó la represión en Tlahuac contra cientos de pobladores y la represión a los trabajadores de la SEMARNAP.
El objetivo de esta ofensiva es imponer una transición estable en el 2006 y demostrarles a los trabajadores que para ello se apelará a la represión. Y es que la clase dominante teme que las rebeliones en América Latina impacten en México, y quiere evitar nuevas luchas contra los planes de austeridad.
Si el gobierno puede hacer esto, a pesar de la caída de su popularidad, es porque los «opositores» del PRI y el PRD han sido los garantes de la estabilidad del régimen. Esto lo vimos con el pacto Fox-AMLO, donde este último desactivó las movilizaciones que expresaban el descontento contra el régimen de la alternancia, y recientemente declaró su «agradecimiento» a Fox, demostrando que acuerdan en preservar la transición.
Sin embargo, el aumento de la antidemocracia y la represión pueden ser un boomerang contra la estabilidad política. Y es que el gobierno no tiene la fortaleza de antaño y sus medidas no gozan de gran consenso entre la población. Nuevas luchas podrían despertarse en el campo y en la ciudad.
LA REAPARICION DEL EZLN Y SUS CONSECUENCIAS
Con ese trasfondo de polarización política y social reapareció el EZLN con fuertes críticas al régimen de partidos y con un llamado a la «unidad de obreros y campesinos» que es un indicador del hartazgo existente entre las masas del campo. Las expectativas que genera muestran que las demandas de cientos de miles de trabajadores, campesinos y jóvenes no son satisfechas por el PRD (menos aún por el PAN y el PRI). Así, la gran preocupación del régimen es contener el desprestigio de las instituciones y evitar que se cuestione la alternancia. El consenso entre «los de arriba» es llamar a Marcos al «diálogo» e integrarlo al régimen, buscando que la dirección zapatista actúe para preservar la dominación burguesa.
En ese contexto, a partir del posicionamiento político de AMLO (y sus declaraciones donde afirmaba ser de «centro»), se abrió una discusión entre analistas y políticos, como Marcos Rascón, el mismo sub Marcos, L.J.Garrido, y otros. El trasfondo de este debate es que el sol azteca, a pesar de su fortalecimiento (derivado de la popularidad de López Obrador), tiene una profunda contradicción. El PRD, actuando como garante de los negocios capitalistas allí donde gobierna (como en el DF), avalando los planes imperialistas y presentándose como «moderado» ante la patronal, ha abandonado su tradicional perfil de «centroizquierda». Y es que aunque AMLO aparezca como su ala moderada, fue el mismo Cárdenas quien inició la derechización del PRD. No es casual que sectores de la burguesía y partidos como Convergencia y el Verde encuentren coincidencias con Cárdenas.
Aunque un gobierno de AMLO difícilmente seria continuidad absoluta del proyecto económico neoliberal del salinismo, debido a que se montaría sobre las ilusiones de las masas y sobre el repudio a los planes neoliberales, es seguro que querrá conciliar los intereses de la burguesía nativa con los dictados del imperialismo, a los que se alineará. Continuando el camino de Lula en Brasil o Kirchner en Argentina, no cuestionará ningún aspecto de fondo de este sistema de explotación y miseria. Y esto no se debe a las «malas influencias» de los salinistas, sino a que el carácter del PRD es netamente burgués y su perspectiva es administrar los planes de la burguesía.
INDEPENDENCIA DE CLASE SIGNIFICA INDEPENDENCIA POlà TICA DEL PRD
Las organizaciones obreras y la izquierda socialista tenemos un desafío: impulsar una política independiente basada en la movilización y opuesta a toda confianza en los «opositores» burgueses.
Lamentablemente, sectores de la izquierda van a la cola del PRD y llaman al «voto útil» por este partido. Votar por el PRD diciendo que un gobierno de AMLO podría evolucionar a la izquierda, es lisa y llanamente subordinar a los trabajadores a una dirección burguesa.
Otros, como el PRT, impulsan una unidad incluyente con sectores «socialistas» del PRD, como la REDIR de Camilo Valenzuela, y consideran que llamar a los trabajadores a romper con el PRD reproduce el sectarismo que llevó a la izquierda al «aislamiento». Pero si la izquierda es «débil» no se debe al sectarismo, sino a que, durante años, la mayoría de sus organizaciones (empezando por el PRT) fueron a la cola de los «opositores» burgueses. En 1988, muchos socialistas se integraron al PRD (como Gilly o Pascoe), y otros tantos, durante los siguientes años apoyaron al PRD y obtuvieron diputaciones y puestos públicos, como Edgar Sánchez, dirigente del PRT, quien fue diputado por las listas del PRD. Lejos de sacar alguna conclusión progresiva, después de haber transformado a sus organizaciones en apéndices del PRD y de provocar la desmoralización de cientos de militantes, quieren reeditar esa lamentable experiencia.
Políticas oportunistas como las del PRT y otros «socialistas», embellecen a este partido soporte de la transición, y se transforman en cómplices de quienes atan a los trabajadores al carro de la política burguesa, esperando posibles alianzsas con AMLO o con Cárdenas. Cualquier alianza de estas caracteristicas únicamente construirá nuevos obstáculos a la independencia de clase. Una alternativa socialista y revolucionaria sólo surgirá sobre la base de una política alternativa al PRD. ¡Ninguna confianza en el PRD, ni en AMLO ni en Cárdenas!
POR UNA POlà TICA OBRERA INDEPENDIENTE
Los trabajadores no debemos caer en la trampa que busca llevar nuestro descontento hacia la farsa electoral y la confianza en votar a los «opositores». Debemos luchar por nuestras demandas y movilizarnos con independencia de clase, superando la política de los dirigentes que subordinan nuestras organizaciones al PRD y al PRI.
Debemos luchar contra la represión y la antidemocracia. Por la desmilitarización del país y la disolución de las fuerzas de represión, la liberación de los presos políticos y el encarcelamiento de los asesinos de la guerra sucia. Por el retiro inmediato del ejército de Chiapas y la defensa incondicional del EZLN del ataque de las fuerzas del estado. Impulsando la movilización contra el feminicidio en Ciudad Juárez.
Junto a ello, enfrentemos la recolonización y la entrega del país al imperialismo, para echar abajo el TLC y los acuerdos de seguridad y por el No pago de la Deuda Externa. Por el derecho a la autonomía de los pueblos indígenas, y para imponer una verdadera reforma agraria que entregue la tierra a los campesinos pobres.
Ante quienes llaman a confiar en «humanizar» el capitalismo, hay que privilegiar la movilización en las calles contra este sistema explotador. Para ello, frente a los partidos de la burguesía, la clase trabajadora debe construir su propio partido, que ofrezca una salida obrera y revolucionaria a la explotación y la antidemocracia del capitalismo.