Venezuela - Mientras acuerda con el sector empresarial, golpea el bolsillo del pueblo trabajador
Los rumbos del gobierno de Chavez
13/10/2011
El aumento de los productos básicos está en carrera, la inflación se acelera y el pueblo trabajador sufre las consecuencias. Con el pretexto del aumento de las mercancías de origen agrícola a nivel mundial, y la queja de los empresarios que supuestamente “producen a pérdidas”, el gobierno de Chávez no ha dejado de venir aumentando toda aquella cantidad de rubros elementales en un hogar y que estarían regulados por el Estado. No se trata solamente de aumentos en las cadenas privadas de comercialización, sino también en los mercados subsidiados del gobierno y las cadenas de distribución estatal. Los industriales afirman que “aspiramos a un precio rentable y justo”, al mismo tiempo que desde la agroindustria saludan “lo que dijo el Presidente y coincide con lo conversado en las reuniones que hemos tenido… con los diferentes ministerios” refiriéndose a la nueva revisión de precios que anunciara Chávez el 29/109. De esta manera, solo en el 2011 se han venido anunciando una serie de aumentos por gaceta oficial: en abril se había aumentado en un 33% el precio de la leche cuando también se aumentaba el aceite en un 38%, en julio los aumentos del pollo y la carne fueron del 38% y 29% respectivamente, y nuevamente el 03/10 se anunciaron nuevos aumentos de 30% en la leche y el aceite comestible, aquí para solo tomar algunos ejemplos. Por su parte los empresarios e industriales continúan exigiendo más.
Pero mientras el gobierno y los empresarios coinciden en resolver un “precio justo” a gusto de las ganancias capitalistas, no responden de la misma manera al reclamo por un “salario justo” de los trabajadores y las trabajadoras. Los magros aumentos del lado del gobierno se los devora la inflación, los aumentos del salario mínimo caen en saco roto, y por su parte, en el sector privado, argumentando pérdidas, se niegan a dar aumentos y dificultan las negociaciones salariales; incluso los contratados de los ministerios públicos y empresas estatales no tienen derecho a los aumentos que anuncia el gobierno. Mientras esto acontece, se retrasan las discusiones de los contratos colectivos desde el gobierno y desde el sector empresarial golpeando de esta manera, junto con la inflación, al bolsillo de la familia trabajadora y al pueblo, donde el salario ya no tiene el mismo poder de compra produciéndose una fuerte caída en su valor real. Como siempre, quien continúa pagando los platos rotos es el pueblo trabajador, cayéndose la careta a un gobierno que habla de “socialismo” todos los días, pero que en vez de golpear a los empresarios prefiere acuerdo con ellos y pechar a las familias obreras y populares.
Chávez al gran empresariado: “vamos a aliarnos… con ustedes yo cuento”
Pero esto no es casual, ni obedece a una “concesión” coyuntural frente a los supuestos aumentos internacionales de las materias primas, es toda una orientación política de mayores entendimientos con el sector empresarial y los industriales. En el mes de julio del año en curso, el vicepresidente Elías Jaua se reunía con más de 300 empresarios nacionales, precisamente para tratar el tema de la ley de "costos y precio justo", exhortándolos sobre “la necesidad de la participación de todos los sectores productivos del país”. En dicha reunión Chávez tomaba la palabra vía telefónica, y dirigiéndose al empresariado le hizo un llamado: “Vamos a aliarnos. (…) Nosotros los necesitamos a ustedes y ustedes nos necesitan a nosotros. (…) Quiero que vayamos juntos para el 2021, con ustedes yo cuento”[1]. Y para que quedara más claro que el gobierno entiende los intereses capitalistas y los garantiza, Jaua les insistió en que "no es una ley para confrontar ni aniquilar al sector privado nacional", y en que "no vamos a someter a nadie a producir a pérdidas". Esta es una confesión más de que el tipo de "desarrollo nacional" y "justicia social" a los que aspira el gobierno son completamente capitalistas, es decir, subordinados a los intereses de la propiedad y las ganancias de la burguesía. Esta reunión se complementaba con la que había tenido el gobierno de Chávez con más de treinta grandes empresas transnacionales llamándolas a nuevas alianzas[2], mientras discutían los mecanismos de repatriación de las ganancias de las compañías extranjeras que operan en el país. “Pensamos en la ampliación de su capacidad productiva con apoyo del Gobierno nacional”, les señalaba Elías Jaua a las transnacionales, en búsqueda de una nueva asociación con el capital extranjero, acomodándose a las tendencias fundamentales impuestas por el mercado internacional, y agregaba que otra de las variantes es convertir las ganancias de las transnacionales “en acciones para constituir empresas mixtas con el Estado venezolano”.
Como vemos, Chávez habla mucho de “revolución” y “socialismo” pero en la realidad, acuerda con el empresariado, mantiene la explotación de los trabajadores, garantiza los negocios y ganancias de los empresarios, quiere una “alianza” del Estado y su gobierno con los capitalistas nacionales y extranjeros, mantiene a los ricos haciéndose más ricos, a los pobres dependiendo de una “ayuda” estatal, y como ya hemos venido denunciando, criminaliza a los trabajadores que hacen huelgas y movilizaciones por el salario y sus derechos. Pero también sabemos que la oposición con su MUD no puede ofrecer más que demagogia, más “libertad” de acción para los empresarios y terratenientes, y profundizar los negocios de los capitales transnacionales en el país.
Se cae la careta y avanzan los acuerdos
El gobierno de Chávez se ha venido reacomodando en el plano político regional, buscando reducir fricciones con el imperialismo norteamericano haciéndose más funcional a sus intereses (como lo observamos en el reconocimiento del presidente hondureño, Porfirio Lobo, surgido del propio golpismo, y la continua colaboración con el régimen colombiano en el cerco a las organizaciones guerrilleras y el control de luchadores de dicha nacionalidad en el país, con la entrega de combatientes colombianos a Santos). Recientemente giró la invitación al golpista y ahora presidente de Honduras, Porfirio Lobo, a visitar Venezuela y participar en la cumbre de países latinoamericanos en noviembre en Caracas. En consonancia con todo esto también opera un giro doméstico con la esperanza de lograr una suerte de acuerdo nacional más amplio con fuertes sectores empresariales. Por esto, Chávez ha decidido profundizar su giro en el plano interno, y de allí toda una serie de pactos y acuerdos con los sectores empresariales nacionales e internacionales. Incluso, a sectores de sus simpatizantes que le critican su orientación, Chávez los llama “dogmáticos” porque le “critican el acercamiento del gobierno a sectores privados y cuestionan los llamados que hace el Ejecutivo a incorporarse a Fedeindustria o la Asociación de Ganaderos”.
Es por todo esto que el gobierno de Chávez responde afirmativamente a los reclamos empresariales e industriales, cediéndoles para que puedan mantener sus márgenes de ganancias. Es toda una farsa la promulgación de la “Ley de costos y precios justos”. Como diría un empresario, “hay precios y punto”, pues las ganancias de la burguesía provienen de la propia explotación de los trabajadores y trabajadoras en este sistema capitalista, y esto no se detiene solo porque se intenten imponerles que “ganen” un poco menos; de lo que se trata, si se quiere hacer una revolución y justicia social verdaderas, es de abolir la propiedad privada capitalista que les permite robarse el trabajo ajeno, única manera de realmente tener un “precio justo”.
Por todas estas orientaciones del gobierno de Chávez, es que Jorge Botti, el nuevo presidente de Fedecámaras, se ha animado a afirmar que “ha llegado la hora (…) de trazar una raya definitiva (…) que permita superar lo ocurrido en 2002, a partir del reconocimiento mutuo”. Chávez les responde con hechos, más allá de su retórica de llamarlos “apátridas”, así para cubrir sus necesidades de dólares para sus grandes negocios, lanzando la mayor emisión de bonos de la historia del país, por 4.200 millones de dólares, con una elevada tasa de interés de 11,95%. Se trata de bonos comprados en bolívares y comerciables en dólares en el exterior como mecanismo de acceso de dólares directamente a los grandes sectores económicos. Esto -más allá de que al gobierno se le facilita la captación de bolívares de manera casi automática para hacer frente a sus necesidades locales- es a costa de altísimos pagos a los empresarios en forma de interés a futuro y aumentando el gran endeudamiento interno.
El declive estratégico del proyecto de Chávez
Este cuadro permite afirmar que hay un declive del proyecto de Chávez, un agotamiento de su proyecto político, y que se expresa en el creciente descontento, incluso desde la propia base social del chavismo. Es que el gobierno no está ampliando las conquistas sociales prometidas, ni haciéndole importantes concesiones al movimiento de masas. Hace tiempo que las misiones alcanzaron un techo, y muchas tienden a declinar, mientras hay un importante descontento social, y sobre todo se viene desarrollando una importante oleada de luchas por recomposición salarial. Es que hay un agotamiento político del gobierno en el marco de un declive general signado por el fracaso del proyecto del chavismo: su “socialismo con empresarios”. Los nuevos movimientos políticos del gobierno de Chávez no se pueden entender si no es bajo esta nueva configuración política, marcada por la crisis económica internacional, que del centro de Europa amenaza a extenderse a la principal potencia del mundo, Estados Unidos.
Es que, como afirmamos en el editorial de nuestro periódico En Clave Obrera: “En estos casi 13 años de gobierno ha dilapidado el apoyo de masas, no avanzó en romper con el capital extranjero ni fue capaz de industrializar el país tal como había prometido, tampoco acabó con uno solo de los males que había prometido remediar, y ahora, en su declive político, busca reconciliarse, adaptándose cada vez más a una estabilidad regional más funcional a los intereses imperialistas y a nuevas relaciones con las transnacionales y el empresariado nacional. Todo esto no hace más que demostrar una vez más los límites del nacionalismo burgués, su creciente agotamiento ante las contradicciones nacionales e internacionales. Chávez no ha hecho más que demostrar su naturaleza de clase, su sujeción y defensa del orden burgués y sus estrechas limitaciones ante los problemas democráticos más acuciantes”[3].
Notas
[1] Se trata de una reunión realizada el 27/7 con sectores empresariales para plantearles la nueva Ley de Costos y Precios, y dirigida por el vicepresidente de la República, Elías Jaua.
[2] En una reunión llevada a cabo el 29/6 con 33 empresas extranjeras que operan en el país, dirigida también por el vicepresidente.
[3] En Clave Obrera Nro. 26 – www.lts.org.ve
15-10-2011