Yemen
Nueva escalada de movilización y represión
22/09/2011
A ocho meses de iniciado el proceso de movilización contra el presidente Saleh, y tras un prolongado impasse, el pasado 18 de septiembre una multitud que algunos medios calculan de más de 100.000 personas tomó nuevamente las calles de la capital de Yemen, Sanaa, e intentó avanzar sobre el palacio presidencial y tomar unidades de la Guardia Republicana, la fuerza de elite que se mantiene leal al gobierno.
La brutal represión lanzada por el hijo del presidente, a cargo del gobierno desde junio cuando Saleh se refugió en Arabia Saudita luego del atentado que casi le cuesta la vida, dejó un saldo de decenas de muertos y desató violentos enfrentamientos que se extendieron al menos por tres días. Las fuerzas progubernamentales ingresaron al campamento que mantienen los manifestantes en la Plaza del Cambio, quienes respondieron el ataque. Al cierre de esta edición, se habían reanudado los combates entre la Guardia Republicana y las tropas irregulares bajo la dirección de Ali Mohsen, exjefe militar de Saleh que desertó en marzo cuando comenzaron las movilizaciones.
Este nuevo estallido de la movilización popular expresa el enorme descontento provocado tanto por la continuidad del régimen como por las paupérrimas condiciones económicas, agravadas durante los últimos meses.
Según un informe de Oxfam publicado en diversos medios, un tercio de los yemeníes -7,5 millones- no tienen suficiente para comer y decenas de miles han perdido sus empleos, mientras que los precios de los alimentos básicos –como el arroz, el azúcar, la harina y el aceite- han aumentado alrededor del 46% en lo que va del año.
Un plan reaccionario
A pesar de estar fuera del país, Saleh retiene gran parte de su poder y está buscando una salida negociada con la oposición, hegemonizada por los sectores más poderosos de la sociedad y exfuncionarios del régimen, de la que participan activamente Estados Unidos, Arabia Saudita, las potencias europeas y el resto de las reaccionarias petromonarquías agrupadas en el Consejo de Cooperación del Golfo. Con el apoyo del imperialismo, el Consejo es el auspiciante oficial de un plan para formar un gobierno de “transición” compuesto por el actual partido gobernante y figuras de la principal fuerza de oposición burguesa, la Reunión Conjunta de Partidos. La aplicación de este plan que busca desactivar la movilización popular, alejar el fantasma de la guerra civil y establecer un gobierno cliente del imperialismo y las burguesías regionales, se viene postergando porque Saleh se viene negando a renunciar, esperando conseguir condiciones aún más ventajosas para él y su círculo íntimo.
¿Por el camino de Libia?
La oposición agrupada en la coalición conocida como Reunión Conjunta de Partidos está buscando reeditar en Yemen una política similar al CNT en Libia. Con el objetivo de marginar a los sectores de la juventud más radicalizada que venían protagonizando las movilizaciones y evitar que el proceso se salga de control, a mediados de agosto constituyeron el Consejo Nacional, un organismo que incluye representantes de la alta burguesía –como el millonario empresario de medios Hamid al Ahmar- exfuncionarios del régimen devenidos opositores, y partidos tradicionales como el islamista Islah y el Partido Socialista Yemení, colaboradores del régimen de Saleh. Este Consejo Nacional, al igual que su homólogo libio, llama a las potencias imperialistas y a las burguesías árabes a intervenir para lograr una salida ordenada.
Estados Unidos y Arabia Saudita vienen teniendo un rol fundamental en apuntalar esta salida, presionando discretamente a Saleh para que acepte esta transición. Su principal temor es que se genere un vacío de poder que sea aprovechado por grupos radicales, que actúan sobre todo en el sur del país, y que tanto Saleh como Estados Unidos acusan de pertenecer a Al Qaeda.
Yemen es uno de los escenarios de la “guerra contra el terrorismo” de Estados Unidos. Bajo el gobierno de Obama se han multiplicado los ataques con aviones no tripulados y la cooperación con fuerzas especiales del ejército yemení, entrenadas por agencias del imperialismo norteamericano. Además, por su ubicación, tiene una importancia estratégica como paso hacia el Mediterráneo, vía el Mar Rojo y el Canal de Suez, además de poseer reservas de petróleo.
Durante las décadas que duró su dictadura, Saleh fue un aliado fundamental de Estados Unidos y Arabia Saudita, primero contra la amenaza “comunista” de la República Popular de Yemen y luego de la reunificación del país en 1990, como un baluarte de la “guerra contra el terrorismo”. Con esta cobertura, Saleh atacó brutalmente a sus opositores, principalmente las milicias shiitas que lo enfrentaban en el norte y a los grupos separatistas en el sur.
La política de Estados Unidos, Arabia Saudita y las monarquías del Golfo es que en caso de que Saleh deba renunciar, sea sucedido por un régimen igualmente cliente, que preserve su colaboración y garantice sus intereses.
La burguesía yemení y los líderes de las grandes tribus que controlan los resortes del poder económico y político, hoy en la oposición, se postulan para encabezar ese nuevo régimen proimperialista, ahogando la movilización y las demandas populares.
21-09-2011