Cuba y el régimen de Raúl Castro
¿Qué hay tras la muerte de Zapata Tamayo?
05/03/2010
El 23/2 falleció Zapata Tamayo en un hospital de La Habana, donde había sido trasladado por su delicado estado de salud, tras una huelga de hambre de 83 días en reclamo de mejores condiciones carcelarias y denunciando malos tratos.
Desde 1998 había sido detenido y liberado en varias ocasiones por delitos comunes. En 2003 se lo condenó por tres años y estando preso se le endilgaron diversos crímenes que fueron aumentando la pena hasta más de treinta años de cárcel. Al mismo tiempo, Tamayo se adhirió a la llamada disidencia interna.
Las cadenas informativas rápidamente se hicieron eco de su muerte y lanzaron una fuerte campaña por “los derechos humanos” en la isla. Es notable e indignante la parcialidad del poder mediático que apenas cubrió hace pocos días la aberrante noticia sobre el descubrimiento de una fosa común en Colombia que podría tener dos mil cadáveres enterrados por las fuerzas de elite del Ejército.
El imperialismo yanqui salió a condenar decididamente la actitud del gobierno cubano por “dejar morir a Tamayo”. La disidencia dentro y fuera de la isla ha salido de forma unánime a condenar el hecho y exigir la libertad de todos los presos políticos, en especial de la treintena que aún permanece encarcelada desde 2003.
El régimen castrista
La estrategia política de las organizaciones opositoras, en su mayoría financiadas por EE.UU., es establecer una democracia parlamentaria y restaurar la economía de mercado. Sin embargo, el régimen de la burocracia utiliza la amenaza de la restauración para imponer un Estado policíaco y de partido único, que mantiene disciplinadas a las masas. Las huelgas y movilizaciones por fuera del Partido Comunista Cubano (PCC) están prohibidas. No existe el derecho a agremiación por fuera de las instituciones reconocidas y controladas por el PCC. Hacia el interior del partido, las fracciones y tendencias no son admitidas, como demostró una vez más la destitución y posterior campaña de desprestigio de Carlos Lage y Pérez Roque (dirigentes de primera línea ligados a Fidel). O como demuestra la postergación indefinida del Congreso partidario hasta asegurarse un pleno control.
La burocracia castrista no necesitó imponer una dictadura sangrienta al estilo de algunos países del Este europeo, pues siempre contó con el apoyo de amplios sectores de masas y sobre todo con su fuerte conciencia antiimperialista. Pero el régimen está sufriendo un paulatino deterioro ante la insatisfacción de las necesidades obreras y populares, la diferenciación social, que agravan sus medidas restauracionistas y el curso de ataque a conquistas tradicionales (como la eliminación del seguro de desempleo), todo lo cual puede llevarlo a intensificar los métodos administrativos y de represión no sólo contra los elementos proimperialistas sino contra expresiones de cuestionamiento de sectores de trabajadores, jóvenes o intelectuales que quieren defender las conquistas de la revolución e incluso sectores descontentos del PCC.
Por eso, alertamos que los métodos abiertamente represivos de la Seguridad del Estado y demás fuerzas de control, así como los encarcelamientos y largas condenas, serán utilizados mañana contra los sectores que, defendiendo las conquistas sociales, cuestionen el dominio de la burocracia.
El gobierno cubano se apoya en Brasil
Frente a un acontecimiento casi inédito en Cuba, Raúl Castro “lamentó” la muerte de Tamayo y manifestó que “se lo atendió en los mejores hospitales”, pero descargó la responsabilidad en la política de EE.UU. y denunció “en realidad en Cuba se tortura, pero no es en el territorio gobernado por nosotros. Es en la base naval de Guantánamo”.
Castro hizo estas declaraciones en el marco del fuerte apoyo que acaba de recibir en la Cumbre de Cancún, donde se planteó la formación de “una OEA sin EE.UU.” (e incluyendo a Cuba) y de la nueva visita de Lula a La Habana. En franco apoyo a Castro, el mandatario brasileño apenas lamentó “que una persona se deje morir por una huelga de hambre” mientras que su asesor en asuntos internacionales, Marco Aurélio García, expresó que “hay problemas de derechos humanos en todo el mundo”. Cuba aprovecha de esta forma la disputa geopolítica que mantienen EE.UU. y Brasil en Latinoamérica. Sin embargo, la situación política del gobierno de Raúl es delicada. En un marco de crisis económica y malestar social, la política de apostar a la apertura de un diálogo “en igualdad de condiciones” con EE.UU. a partir de la nueva administración de Obama está, al menos por ahora, fracasada. En noviembre, Obama respaldó a la disidencia y la reconoció como actor en una eventual mesa de negociaciones, lo cual es inaceptable para La Habana y hasta una provocación. A principios de diciembre, fue apresado un ciudadano estadounidense en Cuba bajo la acusación de espionaje, y Castro volvió a referirse al actual gobierno de EE.UU. como “enemigo” de la revolución al igual que sus antecesores.
Poco después, EE.UU. incluyó a Cuba entre los países cuyos turistas serán sometidos a controles especiales para acceder a territorio norteamericano porque la isla sigue entre los países “terroristas”, lo que La Habana consideró “una nueva acción hostil”.
En las citadas declaraciones por la muerte de Tamayo, Raúl dijo: “Ellos dicen que pretenden discutir todo y nosotros estamos dispuestos a debatir todos los problemas que ellos quieran. Que se entienda bien: todo, todo, todo. Pero debe ser en un pie de igualdad”. Por el momento esto es sólo intención, como demostró la última reunión bilateral realizada en La Habana el 19/2 sobre migración que terminó en un fracaso total según informaron ambas partes. Asimismo, han quedado resentidas las relaciones con España y la Unión Europea, que atravesaban un buen momento.
Descargando la crisis sobre los trabajadores
Esta difícil situación económica y política, y el fracaso en el diálogo con EE.UU., decidió a Raúl a profundizar una política de ajuste interno. En los últimos meses se eliminaron los comedores obreros, que garantizaban a todos los trabajadores una comida diaria casi gratuita (aunque de mala calidad). Se recortaron los presupuestos en salud, educación y construcción de viviendas. La libreta de racionamiento, que cubre una porción de las necesidades básicas, sufrió un fuerte recorte a fin de año.
Los recursos han sido volcados estrictamente a aquellos sectores que “atraen divisas” y “sustituyen importaciones”, esto es en esencia a las ramas y empresas ligadas al capital internacional a través de las empresas mixtas controladas por las FAR, como la minería y el turismo o la incipiente producción petrolera.
De esta manera, la burocracia continúa degradando las conquistas que se mantienen de la revolución. El debilitamiento de la salud y educación gratuitas y universales así como de otros tantos subsidios, gratuidades, de la propiedad estatal de los resortes fundamentales de la economía y el aumento de la estratificación social (aunque no hay aún clases sociales definidas) fortalecen cada vez más fuerzas sociales pro capitalistas que pugnan por más y mayores reformas de mercado. Es el caso de los sectores que tienen fuertes ingresos en dólares y los llamados “nuevos ricos” formados por los sectores más acomodados de la burocracia gobernante y aquellos que pueden vender parte de su producción en el mercado libre y presionan por más libertades económicas.
El proletariado debe imponer su propia salida
Esta política de la burocracia es parte de su proyecto más general de apertura “a la vietnamita”, es decir, manteniendo el poder político, por lo que tendrá su correlato en una política más represiva del régimen para evitar cuestionamientos a todo nivel. La falta de libertades y el sistema represivo es utilizado en forma reaccionaria por la oposición afín al capital internacional y a los gobiernos imperialistas.
Levantando demagógicamente la bandera de la defensa de los DD.HH. y la libertad de expresión, pretenden hacer retroceder a Cuba a una “democracia parlamentaria” que encubra la recolonización capitalista de la isla. Pero el gobierno utiliza esto para justificar la regimentación de las organizaciones de masas bajo el “partido único” e impedir que desde sectores obreros y populares se cuestione su programa restauracionista.
Denunciamos la demagogia de los “derechos humanos” del imperialismo y sus agentes, pero no nos subordinamos a la política de represión de la burocracia.
Es necesaria una salida independiente. Enfrentar al imperialismo junto a los trabajadores y campesinos pobres de toda Latinoamérica y derrotar el criminal bloqueo económico. Fortalecer las conquistas de la revolución y barrer a la burocracia gobernante. La clase trabajadora tiene que oponer a la dictadura policial y a la democracia burguesa, la democracia de los consejos obreros y campesinos. ¡Derecho a huelga y plena libertad de organización para los trabajadores y el pueblo!
Legalización de todos los partidos que defiendan las conquistas de la revolución. ¡Abajo el monopolio del Partido Comunista y su tutela sobre las organizaciones de masas! Por un régimen de democracia obrera basado en organismos de autodeterminación de las masas, con delegados mandatados por la base, revocables en cualquier momento y que ganen lo mismo que un obrero.
Las masas deben discutir y decidir democráticamente los destinos del país y la marcha de la economía. Revisar radicalmente la política económica y las concesiones al capital extranjero. Aumento de salario y combate a las desigualdades. Esto puede hacerse en base al recorte drástico y masivo de los ingresos de los altos funcionarios y los “nuevos ricos”. La política económica debe apuntar al fortalecimiento de la economía nacionalizada y la planificación democrática. Restablecimiento del monopolio del comercio exterior que ha sido muy deteriorado.
Sólo las masas trabajadoras movilizadas y autoorganizadas pueden ser una alternativa contra retroceso al capitalismo y las que dirigidas por un partido obrero revolucionario lleven a Cuba nuevamente al camino de la revolución internacional.