En la Argentina de los Kirchner
Siguen las privatizadas, siguen las penurias
23/05/2007 La Verdad Obrera N° 236
Millones que sufren los cortes del suministro de luz y gas en medio de la “ola polar”. Escuelas cerradas por falta de calefacción, suspensión de las clases en provincias como Tucumán y La Rioja. Desabastecimiento de GNC que perjudica a miles de peones de taxis en la Capital y a millones que usan este combustible más barato. Aumento de hasta el 20% para las garrafas que usan casi 5 millones de hogares, los de menores ingresos. Y en tan sólo dos días de intenso frío ya suman veinte los muertos por no contar con una vivienda y calefacción acordes a las necesidades básicas. Las dos familias que murieron calcinadas en un vagón abandonado en Córdoba, son parte de las escalofriantes cifras de personas sin vivienda en la Argentina de Kirchner. Mientras las privatizadas embolsan millones y los funcionarios se enriquecen con las coimas de la “obra pública”, las penurias las sufre el pueblo; sin calefacción ni vivienda.
Ni a Kirchner ni a las empresas les interesa el drama que vive la mayoría de la población. En cuatro años de gobierno se mantienen los privatizadores menemistas de los ’90 que, encima, quieren aprovechar la crisis para descargar un tarifazo de gas y luz sobre las espaldas del pueblo trabajador. Desde el PTS decimos: hay que expropiar a los privatizadores. Luchamos porque las empresas de gas, petróleo y electricidad sean reestatizadas sin pago y puestas a funcionar bajo gestión de los trabajadores y los usuarios, los únicos que pueden ponerlas al servicio de las necesidades de las mayorías populares.
Tan sólo pasaron dos días de ola de frío y por lo menos ya son veinte los muertos por no contar con una vivienda y calefacción acordes a las necesidades básicas.
Las calamidades siempre azotan más a los desprotegidos. Las dos familias que murieron calcinadas en un vagón abandonado en Córdoba, son parte de la escalofriantes cifras de personas sin vivienda en la Argentina de Kirchner: sólo en la Ciudad de Buenos Aires, la más rica del país, 175.800 familias pueblan las villas y los asentamientos precarios excluidos de los beneficios brindados por la ciudad. A esto hay que sumar 12.000 personas que directamente viven en la calle donde el frío es inhumano.
Pero como si las penurias para el pueblo trabajador fueran pocas, hay que agregar la falta de gas y electricidad provocada por la crisis energética.
Ya el 18 de mayo (y sin tanto frío) se incendió un Transformador de Transener, ubicado en Ezeiza, por la falta de mantenimiento y la sobreexigencia del servicio eléctrico. El siniestro provocó apagones en casi todo el sur del conurbano y de la Ciudad de Buenos Aires afectando a 5 millones de usuarios. Pero ahora con la “ola polar”, hay cortes en el suministro eléctrico, se restringe el servicio de gas para las industrias y las casas particulares en toda la zona metropolitana y se ha interrumpido la venta de GNC. Los peones de 38.000 taxis que circulan por la Ciudad pierden su jornal.
Más de 100 escuelas de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano sufren la falta de gas. En Tucumán y La Rioja directamente se suspendieron las clases. Y la bronca popular ya se hace sentir con los cortes de calles de los alumnos, padres y maestros reclamando indignados al gobierno.
El presidente Kirchner ni siquiera dio la cara y se niega a reconocer la crisis. Uno de sus funcionarios, el Subsecretario de Combustibles, Cristian Folgar, salió a decir que “la oferta de gas respondió bien a la demanda. La oferta eléctrica ayer superó un récord pues se entregaron 18.200 MW, cuando el último récord había sido de 17.800 MW” (La Nación 29/5). Con estas palabras quiso ocultar las restricciones en gas y energía que señalábamos anteriormente, cuando ya las mismas generadoras están calculando que el sistema podría alcanzar cómodamente los 19.000 MW, una demanda que es imposible de suplir en las actuales condiciones.
Mientras Kirchner se enorgullece del “quinto año de crecimiento de la economía” la realidad es que las empresas privatizadas no han realizado inversiones en función de los intereses del país y lo único que han hecho es llenarse los bolsillos.
En el caso del petróleo el 92% de la explotación está en manos de 8 multinacionales petroleras. Entre ellas Repsol (la preferida del gobierno y del neuquino Sobisch) concentra el 40%, porcentaje similar al que maneja en refinamiento. Esta empresa en 2005 tuvo utilidades por 2.512 millones de dólares y exportó 1.351 millones. A ellos la plata les sobra pero los 9 gasoductos que se construyeron sólo se hicieron para exportar a Chile, y ni uno sólo para la red troncal de gas cuando el 50% de la población no tiene gas natural. La falta de inversión hace que al día de hoy las reservas de hidrocarburos hayan retrocedido en un año con respecto a las cifras de 2005. Hay petróleo tan solo para 8 años. Con respecto al gas, éste disminuyó en relación a doce meses atrás 1,6 años y solo hay para 8,6 años más. En los ‘90 había para 35 años.
Debido a la falta de inversión en exploración y por los ritmos de extracción cada vez mayores -que el Estado ni siquiera controla- hay que agregar que el rendimiento por pozo en la última década cayó un 40%.
En el caso de las distribuidoras de electricidad los empresarios afirman que la salida de servicio de las máquinas es algo “absolutamente normal”. Pero hasta el mismo gobierno tuvo que reconocer que hoy se trabaja con unos 5000 MW menos en el país y el diario La Nación afirma que un funcionario del área energética ha dicho que en la Central Costanera “Tienen menos disponibilidad que en la época de Segba”.
El saqueo, la nula inversión y el acaparamiento de ganancias multimillonarias es el denominador común de la política llevada a cabo por las empresas privatizadas. Y encima desde la Bolsa de Comercio estos empresarios presionan abiertamente por el aumento de tarifas.
Una vez más, el discurso de Néstor Kirchner diciendo que va a “combatir la pobreza” se ha revelado una mentira. Ni al gobierno, ni a los entes reguladores, como el ENRE, cómplice de las privatizadas, les importan los millones de pobres que pasan frío, las pérdidas de los comerciantes por los cortes de luz, los miles de niños que sufren en escuelas heladas y no pueden tener clases. En cuatro años de gobierno, Kirchner mantiene las privatizaciones de la década neoliberal.
Hace pocos días, el escándalo del caso Skanska mostró la continuidad de la “patria contratista”, comandada por Julio De Vido con anuencia presidencial. Es evidente que la obra pública que podría servir para responder a las necesidades urgentes de vastos sectores populares está orientada a las coimas de los funcionarios y a los intereses de las grandes cámaras constructoras.
La única salida realmente progresiva para acabar con los cortes de luz y la falta de gas, es acabar con las privatizaciones. Desde el PTS luchamos porque estas empresas sean reestatizadas sin pago y por ponerlas a funcionar bajo gestión de los trabajadores y los usuarios, los únicos que pueden ponerlas al servicio de las necesidades de las mayorías populares. Hay que expropiar a los privatizadores. Con fuertes impuestos a los grandes empresarios hay que financiar un plan de obras públicas controlado por las organizaciones obreras.