Crisis económica internacional
Sobre economía, política, capitales y estados capitalistas
31/05/2010
Luego de que el FMI y la Unión Europea otorgaran a Grecia parte del dinero comprometido en el “rescate”, el foco de la crisis económica aunque también política, se trasladó a España. Su presidente José Luis Rodríguez Zapatero anuncia en el parlamento un plan de ajuste que incluye una rebaja del 5% de los salarios de los empleados públicos y el congelamiento de las jubilaciones. En un escándalo en la Cámara Alta, el derechista Partido Popular pedía su renuncia, mientras la popularidad del PSOE, cae abruptamente. El FMI por su parte le exige a Zapatero “medidas radicales” de reformas estructurales en el mercado de trabajo o, dicho de otro modo, una reforma laboral. El Banco de España intervino la caja de ahorro “Caja Sur” inyectando 550 millones de euros a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria para garantizar que la entidad continúe operativa. El gobierno español revela un plan de salvataje de la entidad controlada por la Iglesia que involucra la suma de 2.700 millones de euros.
El resultado fue un martes negro para las bolsas europeas que cayeron alrededor del 3% en promedio. En Tokio, el índice Nikkei cayó a su punto más bajo en seis meses. La tendencia era similar en la bolsa norteamericana, Wall Street, aunque su caída fue menor al cierre. El euro volvió a caer frente al dólar y el precio del oro, como refugio de valor, trepó aceleradamente.
A “nuevos” problemas, nuevas “soluciones”
Como hemos explicado en anteriores ediciones de La Verdad Obrera, las causas de la segunda ronda de la crisis económica mundial con epicentro en Europa, están estrechamente asociadas a la forma particular en la que los estados capitalistas lograron contener lo que amenazaba ser la segunda depresión desde los años 30. Si bien la depresión hasta ahora fue contenida, las políticas de intervención que profundizaron el endeudamiento de los Estados de los países centrales, tienen nuevas consecuencias y plantean severos cambios en su modalidad de intervención. Europa y la zona euro están allí para probarlo.
La primera etapa de rescates estatales que sucedió a la quiebra de Lehman Brothers a fines de 2008 y llevó a cabo la semi nacionalización de bancos, aseguradoras, financieras y algunas empresas, fue odiosa para los trabajadores y las masas. Lo fue porque salvaba al capital financiero (identificado como responsable de la crisis) con el dinero de los contribuyentes (en su gran mayoría trabajadores y sectores populares) y porque dejaba en la vía a millones de deudores hipotecarios. Aún cuando a causa de la recesión, el aumento de la desocupación fue significativo, alcanzando valores extraordinarios en el caso de España que se encuentra alrededor del 20%, no se trataba en lo esencial, de un ataque directo a los trabajadores y las masas dado que intentaba contener las fuerzas depresivas que amenazaban a la economía. En la segunda vuelta en cambio, empezando por el plan de “rescate” a Grecia y continuando por el mega rescate al euro anunciado hace apenas 15 días, se trata de “salvatajes” de las deudas públicas de países enteros que tienen como acreedores a los grandes bancos de los países europeos más fuertes como Alemania, Francia e Inglaterra. Esta segunda vuelta, que incrementaría en forma la deuda de los estados más fuertes, está claramente asociada a ataques directos sobre los trabajadores y sectores populares. Los estados más fuertes de la zona euro prometen un “rescate” de gigantes proporciones hacia las deudas públicas y privadas de los países denominados PIIGS pero a cambio, exigen ajustes excepcionales y los inducen claramente hacia una profunda recesión. Es el “plan B” de los rescates estatales que a diferencia de su versión original, exige una destrucción mayor y más clásica de capitales (en particular sobre los países más débiles de la zona euro) así como un mayor ataque directo a los trabajadores y sectores populares.
Economía y política
Las nuevas “soluciones” llegan con altos costos e incertidumbre. El movimiento oscilante de las bolsas y el clima general económico y político, dan cuenta de ello.
A las cuatro huelgas generales en Grecia y la caída en la popularidad del gobierno de Papandreu se suma ahora la crisis profunda del gobierno de Zapatero que intenta aplicar medidas de ajuste que no se tomaban desde la dictadura franquista, el desencanto popular con el gobierno, la derecha del PP que aprovecha la situación, el FMI que aprieta exigiendo profundización del ajuste y las calificadoras que amenazan rebajarle la nota a la deuda española.
En Italia que posee una deuda pública en porcentaje del PBI similar a la de Grecia, el presidente y amigo de la “Cosa Nostra”, Silvio Berlusconi, acaba de anunciar el congelamiento de los salarios de los más de tres millones de empleados públicos y el aumento de la edad de jubilación de las mujeres, entre otras medidas. El nuevo gobierno conservador de Cameron en Inglaterra, también acaba de anunciar un plan de ajuste que implicaría el despido de miles de empleados públicos.
El contexto de inestabilidad política hace que los capitales teman que los gobiernos no sean capaces de implementar los planes de ajuste o que el intento de efectivizarlos desarrolle una escalada de lucha de clases que amenace la zona euro desde otro ángulo. Por otra parte, en el caso de que lograran imponer los planes contra la resistencia de los trabajadores, los “salvatajes” acompañados de planes de ajuste recesivos, provocarían una recaída en la crisis de los países en cuestión que probablemente duraría años, haciendo muy difícil una recuperación de la zona euro. Más aún en un contexto en el que las relaciones comerciales internacionales se complican, como lo demuestran las tensiones entre Estados Unidos y China, y al que se agregan nuevos elementos de tensión geopolítica como la escalada militar de Corea del Norte y Corea del Sur (ver artículo) así como las dificultades de Estados Unidos para lograr el voto de condena a Corea del Norte por parte de China en el Consejo de Seguridad de la ONU.
“Reformas financieras” y crisis de la “globalización”
En este contexto de inestabilidad económica y política profunda, los grandes capitales aprovechan para realizar ganancias rápidas apelando a los mismos mecanismos de “financierización” de la economía que se pusieron en práctica durante las últimas décadas y que jugaron un rol central en el crecimiento económico que se produjo a pesar de la crisis de acumulación del capital comenzada a fines del boom de posguerra, en las postrimerías de la década del 60. Los hedge funds (fondos de alto riesgo) o la banca de inversión que presta servicios financieros para fusiones, adquisiciones y comercio o colocación a futuro de ingresos, deudas, acciones o commodities, operan junto a los bancos comerciales y con paquetes que incluyen importantes componentes de deudas de mala calidad (subprime). Estas instituciones fueron durante las décadas pasadas instrumentos que, asociados al gran capital industrial y de servicios, estimularon el desarrollo de burbujas financieras que enmascararon las dificultades del capital para su acumulación ampliada. Estas masas de dinero que se expandieron por todas las venas de la economía capitalista estimularon el proceso de la llamada “globalización” económica y financiera. Las instituciones que realizaron estafas millonarias a sus propios clientes con la vista gorda de organismos reguladores como la SEC norteamericana, que ayudaron a dibujar estadísticas de naciones enteras como fue el caso de Grecia con la connivencia y por conveniencia de Alemania y Francia, las mismas instituciones que fueron salvadas por los estados (es decir con los impuestos de los trabajadores y los sectores populares), se están convirtiendo hoy en un factor de profunda inestabilidad para esos mismos Estados nacionales. Por tomar un ejemplo, la ex banca de inversión, hoy banca comercial Goldman Sachs que fue salvada por el Estado norteamericano, la misma que diseñó el dibujo de las estadísticas para facilitar la entrada de Grecia a la Eurozona, la misma que estafó a sus propios clientes en Estados Unidos, hoy está entre las instituciones financieras que hacen apuestas contra el euro y por la revalorización del dólar, contra la política comercial de Norteamérica que busca la depreciación de su moneda para incrementar su competitividad comercial. A su vez, más del 80% de los fondos de inversión que circulan por la zona euro y que apuestan a la caída de los bonos de la deuda pública de los distintos países, son gestionados desde la plaza financiera de Londres y tienen asiento en paraísos fiscales. Todas estas instituciones son parte del organismo actual del capital. No existe un capital “bueno”, productivo y de servicios separado de un capital “malo”, especulativo. El capital no es una cosa, es una relación social que vive del robo de trabajo humano y lleva en su naturaleza la especulación. En períodos de crisis profunda como el que estamos transitando, no obstante, esa especulación llevada al extremo (como sucedió en las últimas décadas) amenaza la existencia misma del sistema. Recientemente, la mayoría del senado norteamericano aprobó una reforma financiera que consta de 1500 páginas y muy poco contenido, que más bien parece responder a las necesidades políticas de Obama y el partido Demócrata. La Unión Europea acaba de imponer una limitación a la operatoria de los fondos especulativos, con el voto contrario de Inglaterra y el ejecutivo alemán prohibió, sin consulta previa al resto de los miembros de la UE, las posiciones cortas al descubierto sobre bonos soberanos de la eurozona. Estas medidas que parecen ser de corte netamente político en el caso de EEUU, asociadas al odio popular contra Wall Street y aparentan responder más a la inestabilidad y al apremio financiero del momento en Europa, son sintomáticas. La financierización, tan funcional durante las pasadas décadas, se está volviendo una seria amenaza para las políticas estatales de “rescate” de la propia economía capitalista que la gestó.