Argentina: "el cambio recien comienza"
Tarifazos y palos
06/12/2007 La Verdad Obrera N° 262
"Ni palos, ni planes" dijo Kirchner al asumir, cuando los movimientos de desocupados cortaban rutas reclamando subsidios y la derecha le pedía “poner orden” en la Argentina de la crisis del 2001. Kirchner cumplió el 50% de lo prometido. “Planes” no dio más. Pero, ¿se dio cuenta que la derecha ya no necesita reclamar “mano dura”?
En el momento que confirmaban el tarifazo de un 20% al transporte público para el año nuevo, en Puerto Madero la Prefectura desalojaba violentamente a los trabajadores del Casino Flotante que quieren impedir 74 despidos. Días antes, en Mendoza, las obreras del ajo fueron apaleadas por reclamar terminar con el trabajo en negro. En San Luis, los de Textil Pagoda fueron desalojados de la planta con balas de goma. En la misma industria textil, los obreros de Mafissa en La Plata son despedidos con el objetivo de quebrar a su comisión interna combativa. Los fileteros del pescado en Mar del Plata fueron varias veces reprimidos por la policía. En Caleta Olivia, la provincia de los Kirchner, los trabajadores de la pesquera Conarpesa fueron desalojados brutalmente cuando ocupaban el sindicato contra los despidos. Los trabajadores del INDEC que denunciaron los índices truchos son trasladados y perseguidos. Hasta despidieron a siete integrantes del Ballet del Teatro San Martín, entre ellos dos delegados de ATE, en represalia por haberse organizado sindicalmente.
A los empresarios que hacen superganancias se los premia con subsidios, aumentos de tarifas, y hasta asumen directamente funciones de gobierno como el presidente de la Peugeot designado a la embajada de Francia y el de Fiat-Iveco como Secretario de Industria.
El 10 asume Cristina, “la abanderada de los empresarios”. El 20 de diciembre, en apoyo a las luchas de los trabajadores y contra el Pacto Social, vamos a Plaza de Mayo.
Mientras por arriba, los empresarios, el gobierno y las distintas facciones de la CGT y la CTA no se terminan de poner de acuerdo en cómo será el tan anunciado Pacto Social, el protagonismo de las luchas de los trabajadores ha crecido en las últimas semanas. Las que nombramos en tapa son sólo algunas. Podríamos agregar, entre tantas otras, los paros que protagonizan los obreros de Petrobras en el sur de Chubut, la de los trabajadores de la salud en Mendoza, la de los no-docentes de la Universidad de La Plata o de la alimentación en la planta de Vicente López de la norteamericana PepsiCo. Hasta el nuevo Ministro de Economía Martín Lousteau tuvo que retroceder, en carácter de director del Banco Provincia, en su intento de modificarles el régimen jubilatorio a los bancarios provinciales.
La presión desde abajo por un salario extra de fin de año es extendida en las ramas de la industria que sigue creciendo a récord históricos, mientras la inflación se comió los restringidos aumentos pactados este año por las centrales sindicales. Tanto es así que la burocracia sindical de varios gremios se vio obligada a reclamar en las últimas semanas, siguiendo el ejemplo del Smata, un “aguinaldo extra” o “adelantos de aumentos salariales previstos para el 2008” como en la industria del cuero, el calzado o la carne.
Esta situación más general del estado de ánimo de la clase trabajadora, se combina con la existencia de núcleos de vanguardia obrera que ha ganado posiciones en los últimos años tanto en la industria como en los servicios, desplazando a los viejos burócratas sindicales o al margen de ellos, y poniendo a su frente a nuevos delegados y comisiones internas que responden a las asambleas de base. Son los que más hicieron por romper los techos salariales de los sindicatos, enfrentar el empleo precario y las condiciones de superexplotación en las jornadas de trabajo. Especialmente contra ellos se ha desatado una verdadera caza de brujas que ha generado luchas duras de resistencia, ya sea contra despidos discriminatorios, persecuciones, intentos de desafuero gremial para los nuevos delegados, matonaje sindical y hasta represión policial abierta.
Ya no estamos ante simples luchas distributivas, relativamente pacíficas. Quieren despejar el camino para la asunción de Cristina Kirchner. Como hay más “continuidad” que “cambio”, temen que no goce de la “luna de miel” que suelen tener los primeros meses de todo nuevo gobierno. Quieren impedir que estas nuevas organizaciones y luchadores del “sindicalismo de base” empalmen con una oleada de reclamos masiva al inicio del segundo mandato de los Kirchner, porque temen que la burocracia sindical, desprestigiada ante la base obrera y dividida en violentas disputas fraccionales, no los pueda contener.
Así, el Ministerio de Trabajo se ha convertido en un verdadero “comando general antihuelgas”. Veamos sólo algunos ejemplos de la utilización de las “conciliaciones obligatorias”. En el caso de PepsiCo se apuraron a decretarla en las primeras 24 horas cuando vieron que la patronal estaba arrinconada ante los reclamos obreros con la contundente paralización de la planta; mientras en Casino Flotante el Ministerio se negó a decretarla con más de 20 días de huelga porque significaría la reincorporación de los despedidos. En este caso, incluso barajan aplicarla pero con la “nueva modalidad” de dejar a los despedidos afuera; lo mismo que acaba de hacer Tomada desde las oficinas de Buenos Aires contra los obreros del ajo mendocinos de Campo Grande. Esta claro que, así como años atrás se dieron el objetivo de “despejar las rutas de piqueteros”, hoy el blanco de la reacción empresarial son los luchadores y nuevos delegados obreros en fábricas y empresas. Ese el primer objetivo del Pacto Social, disciplinar a los trabajadores
Hay que prepararse
Las luchas serán más duras. Se requiere de mayor preparación para enfrentar la embestida de los empresarios, el matonaje sindical y al Estado que actúa tanto con los palos de las fuerzas represivas como con las trampas del ministerio de trabajo. En primer lugar hay que consolidar las asamblea como institución para tomar todas las decisiones, para no despegar a los nuevos delegados y activistas de la base trabajadora, pero también para luchar con firmeza, para no entrar en las provocaciones de un gobierno que asumirá refortalecido con millones de votos, pero también para no ceder a la prepotencia empresaria que buscará reforzar la autoridad en los lugares de trabajo. _ En segundo lugar, se necesita apelar a la solidaridad y ganar la simpatía de la población con la causa de los trabajadores preparando cada lucha con campañas públicas y masivas de esclarecimiento y denuncias de los atropellos de las patronales. En tercer lugar, necesitamos cerrar filas y coordinar entre todas las organizaciones combativas y en lucha para que los conflictos triunfen, defender las posiciones conquistadas, los nuevos cuerpos de delegados y comisiones internas, e impedir el despido de la militancia obrera que empezó a surgir y a ganar experiencia de lucha, apoyándonos en los organismos de derechos humanos, los estudiantes solidarios, los partidos de izquierda y las personalidades políticas que se reivindiquen democráticas.
Este 20 de diciembre es una primera oportunidad para reagrupar todas las fuerzas posibles en un frente único en apoyo a todas las luchas y contra el Pacto Social que se viene. Para exigir la cárcel a los genocidas que siguen integrando las fuerzas armadas y de seguridad con que hoy reprimen las luchas, y el castigo a los secuestradores que desaparecieron a Jorge Julio López y siguen en la completa impunidad.