PARA LA LUCHA Y LA ACCION POLITICA INDEPENDIENTE DE LA CLASE OBRERA, QUE PROMUEVA A LOS NUEVOS DIRIGENTES COMBATIVOS DE LOS TRABAJADORES

• Para hacer frente a los ataques de las patronales, el gobierno, los burócratas y punteros contra los luchadores y la izquierda.

• Para apoyar las luchas por el salario, contra la precarización laboral y coordinar a las organizaciones combativas en un Encuentro Obrero Nacional que promueva la elección de nuevas comisiones internas y delegados contra la burocracia sindical.

• Para luchar por la nacionalización sin pago, efectiva e integral del petróleo y el gas bajo gestión de los trabajadores en Argentina y en Latinoamérica.

• Para levantar una alternativa de independencia política de los trabajadores ante el gobierno de Kirchner, el PJ, todas las variantes patronales y de conciliación de clases; sosteniendo un programa que dé salida al conjunto de las necesidades de la población explotada y oprimida.

• Para promover a la nueva camada de dirigentes combativos de los trabajadores como voceros y también como candidatos, incluyendo la fórmula presidencial.

• Para luchar por un gobierno de los trabajadores y por una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina.

1 El gobierno de Kirchner utiliza la abultada “caja” estatal conseguida en estos cuatro años de fuerte crecimiento económico para subsidiar tanto a distintos grupos capitalistas que operan en el mercado local -en un intento senil de reconstruir una burguesía nacional- como para salvar del quebranto a distintas empresas privatizadas. La firma de una “alianza estratégica” con España (en primer lugar Repsol) y los llamados al capital imperialista francés muestran que es primordialmente a los imperialismos europeos a quienes busca enlazarse como socia menor nuestra burguesía “nacional”. En consonancia, lejos de una “causa nacional” las “estatizaciones” kirchneristas son verdaderos salvatajes para empresas que tenían enormes deudas con el estado y para quienes el negocio de la privatización ya estaba terminado, después de años de embolsarse una rentabilidad extraordinaria. En el mismo sentido va la compra de acciones de distintas empresas, como Aerolíneas Argentinas, un salvataje para el Grupo Marsans. En el caso de recursos estratégicos como el petróleo y el gas, Kirchner desestima aún gestos nacionalistas como la semi-nacionalización del gas realizada por Evo Morales y, más aún, como señala el embajador español en Argentina, trabajó en común con España para que en Bolivia sea preservada la “seguridad jurídica” de Repsol. Desde el PTS reiteramos el llamado que hicimos junto a organizaciones socialistas e internacionales de distintos países a realizar una gran campaña por la defensa del derecho de Bolivia a disponer de sus recursos naturales y estratégicos; por la nacionalización sin pago, efectiva e integral del petróleo y el gas bajo gestión de los trabajadores en todos nuestros países; fuera las transnacionales y el imperialismo de Bolivia y América Latina; por la unidad de los trabajadores, campesinos y sectores populares oprimidos en la lucha por terminar con la opresión y la expoliación imperialista.

2 Al calor de la recuperación económica, la clase trabajadora ha protagonizado, fundamentalmente desde fines del 2004, una importante oleada huelguística que le permitió, principalmente a los trabajadores “en blanco” del sector privado, recuperar algo de lo perdido con la devaluación. En el 2005 hubo 819 conflictos, un promedio mensual de 99 medidas de fuerza, mientras que en todo el 2004 hubo sólo 249 casos. Fue la cifra más alta desde 1990. Este año, sin embargo, el gobierno logró evitar una oleada de conflictos generalizados en la renovación de los salarios en los convenios colectivos, gracias a los dirigentes de la CGT que aceptaron una negociación separada gremio por gremio y el “tope” salarial del 19% impuesto por el gobierno.

3 Por su carácter predominantemente corporativo, esta oleada de luchas económicas no permitió superar la división que la clase obrera arrastra desde la década pasada entre ocupados y desocupados o entre trabajadores “en blanco” y los que sufren distintas formas de precarización laboral ( “en negro”, contratados, tercerizados, etc.). Esto pese a que desde principios de año, con el conflicto de los petroleros de Las Heras, son los tercerizados y distintos sectores precarizados, los protagonistas de los conflictos más importantes (tercerizados del subte, contratistas telefónicos y de los call centers como Atento, trabajadores de Cargo en Córdoba, etc.). Esta fragmentación posiblemente se incremente luego de la firma de los convenios por la mayoría de los gremios, comprometidos a no realizar nuevos reclamos salariales hasta el 2007, mientras los precarios y sectores estatales -así como los desocupados que cobran apenas los miserables $150-, no están incluidos en los nuevos aumentos del 19% y es posible que reclamen su parte en los próximos meses.

Las luchas contra la precarización son expresión en nuestro país de un proceso internacional, que tuvo sus puntos más altos en la rebelión de los estudiantes y trabajadores franceses contra el Contrato del Primer Empleo y en las movilizaciones de los inmigrantes estadounidenses contra las reaccionarias leyes migratorias. Es tarea elemental de toda organización obrera y popular rodear de solidaridad cada lucha de los precarizados, tratados como trabajadores de segunda, privados de sus derechos laborales, sociales y sindicales, algunos trabajando en condiciones de semi-esclavitud, como los inmigrantes bolivianos en los talleres textiles. ¡Basta de trabajo “en negro! ¡Pase a planta permanente de todos los contratados y pasantes! ¡Iguales condiciones de trabajo y salario para todos! ¡Encuadramiento sindical en el convenio más favorable! ¡Terminemos con el trabajo precario! Este es el grito de guerra que tiene que levantar el conjunto de la clase trabajadora.

4 Junto a las luchas económicas, la clase trabajadora viene protagonizando un importante proceso de reorganización, que muy posiblemente continúe. Se organizaron comisiones internas donde no había y surgieron nuevos delegados, en muchos casos enfrentados a las direcciones burocráticas. Los tercerizados ya no aceptan sumisamente encuadramientos en convenios desfavorables y se organizan pese a que la mayoría de los sindicatos los dejan librados a su suerte. De conjunto, desde el 2001, los sectores vinculados a las distintas organizaciones de la izquierda política y sindical se han consolidado como una minoría significativa en la clase obrera, protagonizando algunas de las huelgas más importantes, ganando comisiones internas y algunas seccionales sindicales y teniendo distintos referentes públicos. Pese a la confluencia en la convocatoria a actos como los del 20 de diciembre y del 1° de mayo, la mayor debilidad de los sectores combativos es la ausencia de un espacio de coordinación permanente, como pudo haberse concretado luego del Encuentro de Trabajadores del 2 de abril de 2005. Aunque ante distintas luchas y ataques del gobierno se estableció una cierta coordinación de hecho, esto no estuvo a la altura de las circunstancias. Lamentablemente, las tendencias que tienen alguna influencia en el activismo obrero -como el MIC, PO o la CCC- se opusieron al reiterado llamado de los obreros de Zanon -que ya llevan cuatro años de una exitosa gestión obrera- y del Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de Neuquén (que apoyamos desde el PTS), de realizar un nuevo Encuentro Nacional de todo el activismo obrero y conformar una mesa de coordinación permanente, para constituir un polo frente a la burocracia sindical, apoyar las luchas, impulsar la elección de nuevos delegados, organizar listas antiburocráticas, etc. Máxime cuando la burocracia está en plena tregua con el gobierno, es imprescindible concretar esta iniciativa.

5 La vanguardia obrera y la izquierda socialista tenemos planteado no sólo consolidar y ampliar la influencia en el terreno sindical e intervenir en las distintas luchas sino presentar una alternativa clasista y socialista, que se prepare desde ahora para ganar el apoyo de los trabajadores frente a la futura crisis del proyecto “nacional y popular” kirchnerista.

El gobierno actual es parte de un proceso latinoamericano más general donde, como respuesta a las grandes acciones de masas que terminaron con varios gobiernos en Ecuador, Bolivia y Argentina, la burguesía se vio obligada a cambiar el personal político que dominó el panorama de los ’90 y a sostener un discurso de coqueteo con distintas aspiraciones del movimiento de masas. Donde no hubo grandes movilizaciones populares ni crisis agudas, como Chile o Brasil, el recambio de figuras (Bachelet por Lagos, Lula por Cardoso) fue más bien preventivo, implicando pocas modificaciones respecto a los gobiernos anteriores. En otros, como Argentina, la crisis fue resuelta en beneficio de la fracción “devaluadora” de la burguesía, produciéndose un reordenamiento al interior de la élite económica y favoreciendo el nuevo tipo de cambio, un proceso de relativa sustitución de importaciones que permitió el resurgir de ciertos sectores de la burguesía no monopolista. En Venezuela y Bolivia, es donde la situación provocó un mayor regateo de las burguesías locales con el imperialismo, como expresa la semi-nacionalización del gas y el petróleo bolivianos. De conjunto, estamos ante una situación donde amplios sectores de masas depositan expectativas en esta suerte de reedición senil del populismo, que resurge en el continente, aprovechando las brechas abiertas por la pérdida de hegemonía estadounidense y también como respuesta a las rebeliones de masas que cruzaron el continente con el inicio del nuevo siglo. Estos gobiernos se pudieron asentar relativamente gracias a una coyuntura económica favorable, que al calor del aumento de los precios y la demanda de las materias primas permitió un crecimiento importante en los últimos tres años. Sin embargo, las tendencias de la economía mundial desde hace dos meses parecen mostrar una reversión de esta situación. Después de la recuperación que siguió a la última crisis, que tuvo a Argentina y América Latina como uno de sus centros, la economía mundial parece encaminarse, con ritmos y alcances aún por delinear, hacia una nueva manifestación de las crisis que la atravesaron en la última década, del “tequila” en adelante.

6 La reconstrucción de la “burguesía nacional” pregonada por Kirchner no está ligada siquiera a gestos o tibias medidas nacionalistas, como ocurre en Venezuela o Bolivia, sino a la asociación subordinada al capital imperialista. En el caso de los gobiernos de Chávez y Evo Morales, es una experiencia mucho más limitada que la protagonizada en los ’40 y los ’50 por Lázaro Cárdenas en México, Perón en Argentina, el MNR en la revolución boliviana del ’52 o el segundo período de Vargas en Brasil. Un intento, basado en la obtención de recursos provenientes de los altos precios del petróleo y el gas, de reedición “senil” del nacionalismo burgués que se desarrolló durante el siglo XX en la región en el período de entre guerras. En los ’90, estos partidos y movimientos, aplicaron rabiosamente las políticas neoliberales, acrecentando las deudas externas, privatizando los recursos estratégicos y atacando las conquistas obreras. En el pasado, los movimientos nacionalistas burgueses mostraron su incapacidad para enfrentar decididamente al imperialismo y las oligarquías locales. Hoy, cuando las economías latinoamericanas están bajo mayor control de los capitales imperialistas, la tendencia de los nuevos movimientos nacionalistas no será muy diferente que la que sus antecesores tuvieron frente a cada enfrentamiento decisivo. Los únicos que pueden llevar hasta el final el enfrentamiento contra las oligarquías locales y el imperialismo son los trabajadores, acaudillando en esta lucha a los campesinos y al conjunto del pueblo pobre. La real unidad económica y política de la región sólo será posible de la mano de gobiernos obreros y campesinos en el marco de una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina.

7 En nuestro país, como en toda la región, se trata de llegar preparados para las futuras crisis y nuevos acontecimientos revolucionarios, que mostrarán los límites del actual intento de reconstruir la burguesía “nacional”. La tarea de poner en pie un Frente Clasista y de la Izquierda Socialista busca responder a la necesidad de que la clase trabajadora se presente como dirección política del conjunto de los sectores oprimidos, a su emergencia como clase hegemónica. Para ello es imperioso que el peso social logrado por la izquierda y los sectores combativos en el terreno sindical se exprese en el terreno político, incluyendo la intervención electoral. Existen importantes emblemas y referentes que expresan lo conquistado en los últimos años por los sectores combativos y antiburocráticos del movimiento obrero. Está Zanon, en cuya gran experiencia de gestión obrera vive lo mejor del proceso de recuperación de fábricas desarrollado como respuesta a la crisis del 2001, con los dirigentes del sindicato ceramista Alejandro López y Raúl Godoy. Están los ferroviarios opositores a Pedraza, con el “Pollo” Sobrero como referente. El cuerpo de delegados del subte, con Beto Pianelli, Charly Pérez, Néstor Segovia, Andrés Fonte o Claudio Dellecarbonara, entre los más conocidos. La Junta Interna del Garrahan, con Gustavo Lerer. La comisión interna del Hospital Francés. Los aeronáuticos, con Charly Platkowsky y Gastón Laigle. El ala izquierda del cuerpo de delegados del Astillero Río Santiago, entre ellos José Montes, Sergio Escobar y Miguel Lagos. La oposición antiburocrática en la Alimentación, con Catalina Balaguer y Leandro Norniella de Pepsico, y los delegados de Stani y Terrabusi. Los delegados combativos de FOETRA Buenos Aires y los que luchan por pasar al convenio telefónico, como en Atento o en las contratistas. Los dirigentes de AMSAFE Rosario, SUTEBA La Plata y otras seccionales docentes opositoras. Los referentes de los movimientos de desocupados combativos, como Néstor Pitrola del Polo Obrero o Gustavo Giménez del “Teresa Vive”. Son sólo algunos de una lista más extensa.

Creemos que un verdadero Frente Clasista y de la Izquierda Socialista debe tener como principales voceros, a esta nueva camada de dirigentes combativos de los trabajadores. Ellos deben ser también, en las elecciones, los principales candidatos. No es que desconozcamos que existen diferentes representantes políticos de la izquierda que se reclama socialista, como Vilma Ripoll del MST “Alternativa”, Jorge Altamira del Partido Obrero, Christian Castillo del PTS, Liliana Olivero del MST “El Socialista”, etc. que también pueden jugar un importante rol. Pero entendemos que la predominancia de los portavoces y candidatos obreros sería un símbolo de la clase que debe ponerse de pie para comenzar a desafiar al gobierno de la cobarde “burguesía nacional”.

8 Programáticamente, las distintas fuerzas de la izquierda socialista hemos acordado documentos que fueron la base a la convocatoria de los actos del 20 de diciembre, del 24 de marzo y del 1° de mayo, donde se plantea una clara delimitación del gobierno de Kirchner y de los gobiernos “antineoliberales” latinoamericanos. Son un punto de partida muy importante para los planteos que tendría que sostener un Frente Clasista y de la Izquierda Socialista, que junto a los puntos señalados en estas tesis debería postular sin ambigüedades el objetivo de la lucha por un gobierno de los trabajadores y el socialismo. Es una perspectiva opuesta a la de quienes quieren subordinar a los trabajadores combativos y a la izquierda a distintos figurones provenientes de la centroizquierda o de los partidos burgueses, como propuso históricamente el Partido Comunista y sostiene más abiertamente hoy el MST “Alternativa” al proponer un frente y hasta un partido común con un ex funcionario y diputado del PJ como Mario Cafiero. Este frente tendría que buscar una intervención común tanto en la lucha de clases como en las próximas elecciones del 2007, levantando una fórmula presidencial integrada por algunos de las referencias más importantes de la vanguardia obrera (como Zanon, el cuerpo de delegados del subte o la oposición ferroviaria). Así mismo, otros de los compañeros mencionados deberían jugar un papel central como cabezas de las listas en los distintos distritos, junto a los principales referentes de los partidos de la izquierda obrera y socialista, representantes de los sectores combativos del movimiento estudiantil y miembros de los organismos de derechos humanos enfrentados a la política gubernamental. Si bien la prioridad tiene que ser intervenir en los procesos de la lucha de clases, cuando toda la burguesía discute sobre sus variantes de intervención electoral, no vemos por qué la izquierda y la vanguardia obrera debe contentarse con una discusión a último momento y en malas condiciones. Se trata de avanzar en la constitución de este Frente para actuar como un polo político contra el gobierno de Kirchner y las distintas variantes de la oposición burguesa (Lavagna, Macri) y de centroizquierda (ARI y el proyecto político que propone la CTA). Desde el PTS llamamos a los partidos de la izquierda obrera y socialista y a los luchadores obreros a dar pasos concretos en la realización de este Frente, proponiendo asambleas comunes para debatir el programa y la elección de candidatos. Ponemos, además, las páginas de La Verdad Obrera a disposición para realizar este debate, con la propuesta de intercambio de notas entre los distintos periódicos de izquierda.

9 Un frente de estas características sería un paso importante para que la actual vanguardia obrera se eleve a la lucha política y se plantee la tarea estratégica clave de poner en pie un verdadero partido revolucionario de la clase trabajadora, que es lo que tenemos planteado construir tanto en nuestro país como a nivel internacional. Sin un partido revolucionario que consiga dirigir a la vanguardia obrera, y por su intermedio impulse una alianza obrera y popular revolucionaria, crisis agudas del dominio burgués como la de diciembre de 2001 o, más aún, procesos revolucionarios como el que vivió nuestro país entre el Cordobazo de mayo de 1969 y el golpe de estado de 1976, serán contenidos o directamente aplastados por la contrarrevolución. Insistimos, se trata de orientar nuestros esfuerzos para que la clase obrera supere su actual estadio y avance en postularse como alternativa de dirección revolucionaria para el conjunto de la nación oprimida.