ELECCIONES MUNICIPALES EN ECUADOR
La Derecha se impuso en las principales ciudades del país
01/03/2014
Un golpe político para Correa…
Este domingo se llevaron a cabo las elecciones municipales, de prefecturas y cantonales en Ecuador. Es la primera vez que en el proceso de 10 elecciones consecutivas, el movimiento oficialista Alianza País sufre un duro revés, al perder en las tres principales ciudades: Quito, Guayaquil y Cuenca, consagrándose la victoria del neoliberal Mauricio Rodas, del movimiento SUMA, en la capital nacional. En Guayaquil, Jaime Nebot, del Partido Social Cristiano, se impuso holgadamente frente a la candidata oficialista Viviana Bonilla, logrando nuevamente mantener la alcaldía de la ciudad como bastión del socialcritianismo opositor a Correa. Mientras que en Cuenca, salió victorioso Marcelo Cabrera por “Igualdad”, un movimiento que guarda afinidades con el presidente, a pesar de haber ganado como contrincante a la figura elegida por el oficialismo para esa ciudad.
Respecto de las últimas elecciones locales, el gobierno está viviendo un importante retroceso, al ganar solamente 2 de las 24 alcaldías provinciales, cuando en 2009 había alcanzado 10, y perder el apoyo en las ciudades más numerosas del país tanto en la región costa como en la sierra, aún cuando mantuvo su peso relativo en las prefecturas. Es el derechista movimiento SUMA el que consolidó un buen desempeño electoral, al igual que AVANZA, partido compuesto por ex funcionarios del propio gobierno, que adoptan un perfil más puramente socialdemócrata.
Las señales de una posible pérdida en la ciudad capitalina, importante centro de poder para el oficialismo, llegaron unas semanas antes, obligando al propio Correa a volcarse personalmente a hacer campaña por Augusto Barrera y evitar perder la alcaldía, pero ni siquiera esto fue suficiente. Durante el discurso de aceptación de la derrota electoral, Correa señaló como problemas para su movimiento el exceso de confianza en el triunfo permanente e identificó además un supuesto “sectarismo” en el que habrían incurrido a la hora de formar alianzas políticas con otras fuerzas; si bien entendemos que en estas declaraciones se referían por sobre todo a grupos políticos afines, como el socialdemócrata “AVANZA”, amigo del PSOE Español y el PT brasilero, resulta paradójico escuchar a Correa hablar de “sectarismo” y apuntar - con razón - al pasado socialcristiano de Mauricio Rodas (ex vicepresidente de las juventudes socialcristianas) cuando algunos de sus más importantes funcionarios vienen esa misma y rancia tradición, como es el caso del Secretario Jurídico Alexis Mera, quien fuera el hombre de confianza de Febres Cordero.
SUMA, el reciclaje neoliberal con nuevo rostro
Mauricio Rodas, inició efectivamente su vida política como dirigente juvenil socialcristiano, partido que llevó a la presidencia a Febres Cordero quién dirigió una de las etapas más oscuras de persecución, tortura y desaparición de militantes de izquierda, trabajadores y activistas sociales en el país. Rodas, un neoliberal a ultranza, es fundador y representante de la organización Ethos, que cuenta con el pesado financiamiento de organizaciones como la USAID, El Foro Económico Mundial y la NED, a su vez, simpatiza y recibe asesoría de homólogos ideológicos internacionales como Álvaro Uribe Vélez, Enrique Capriles y J.J. Rendón.
Sin embargo, en su campaña política para la alcaldía de Quito, Rodas, no pudo mostrar su perfil más abiertamente de derecha y neoliberal, en un contexto social donde esas formulaciones generarían un profundo rechazo, y donde todavía el discurso de la “revolución ciudadana” explota una mística demagógica de “transformación y cambio” respecto de la vieja “partidocracia”. Rodas se presenta como una figura joven, con un discurso técnico y administrativo, con propuestas dirigidas sobretodo a sectores de clase media en ascenso, pero tomando también problemas estructurales más sentidos por el conjunto de la población como el tema del transporte y la movilidad urbana.
Desde ya, siendo un firme representante de la derecha nacional, uno de los ejes de su propuesta fue el tema de la inseguridad, donde se despacha prometiendo tecnología de punta para los sistemas de vigilancia, aumentar las unidades de policía por barrios y la creación de una fuerza represiva especializada para el municipio metropolitano. Lamentablemente en Ecuador, no solo la derecha se embandera del discurso contra la inseguridad y la necesidad de fortalecer a la policía - que sabemos siempre está al servicio de la represión y vinculada con las redes de trata, narcotráfico y el crimen organizado - ; sino también sectores que se reivindican de la izquierda como el MPD, no perdieron oportunidad para clamar nuevamente en esta campaña por “más seguridad para Quito”.
Un voto castigo…
Augusto Barrera, en un principio se limitó a defender su gestión administrativa, confiado en que el sello de Alianza País, sería suficiente para protegerse contra los cuestionamientos por su falta de respuesta frente al problema del transporte y el cobro excesivo de impuestos. Sin embargo, cuando el oficialismo sintió el descenso, tuvo que invertir todo su aparato político y mediático, y volcar al propio Correa en persona para hacer campaña. Frente al peligro de perder uno de los centros políticos más importantes del país, donde como reconoce Correa se juega parte de la estabilidad y gobernabilidad de su modelo; el presidente termina apelando al voto por Barrera en Quito por ser esta ciudad “el corazón de la revolución”, donde se juega su “proyecto de izquierda”; es decir frente al perfil neoliberal de derecha que Rodas no pudo explotar, el oficialismo revivió la demagogia de “proyecto revolucionario”. Sin embargo, esta apuesta de último minuto terminó jugando en contra para Alianza País, pues la figura omnipotente de Correa y el uso absoluto que hace de los medios y el aparato electoral a su favor viene generando un rechazo más generalizado en la población, este voto “en contra” expresa parte de ese desgaste.
El recurso que interpuso el oficialismo de “enfrentemos a la derecha”, no resulta suficiente para un gobierno claramente reformista, que surgió como forma de desvío y mediador de la lucha de clases, en medio de una década de levantamientos y crisis profundas, caracterizadas por el cuestionamiento al régimen neoliberal, a los partidos burgueses y las instituciones del Estado. Desde un inicio, Correa y Alianza País tuvieron que dar algunas concesiones parciales para evitar nuevos estallidos y recomponer el régimen. Sin embargo, ni aún en el período en el que el oficialismo hizo mayor propaganda de su supuesto “progresismo” dejó nunca de garantizar los negocios de los capitalistas, ni resolvió ningún problema estructural de la sociedad ecuatoriana, no retrocedió ni un ápice de una economía dolarizada, y los supuestos roces con el imperialismo, no pasaron de ser maniobras para reacomodarse.
Después de 7 año el gobierno no solo no avanzó sobre ninguno de estos temas, sino que viene girando cada vez más a derecha e intentando avanzar en consolidar su proyecto de mayor modernización del capitalismo, con un relativo fortalecimiento estatal y la creación de una burocracia propia; para lo cual necesita disciplinar a la organización política que está por fuera del control del Estado y de su movimiento, sobretodo se trata de disciplinar a la clase trabajadora para asegurar a los empresarios vía libre para sus negocios con la menor cantidad de conflictos posible. Por esta razón en el último tiempo se viene expresando de forma más contundente el giro antiobrero de Correa (despidos masivos a trabajadores del sector público, recortes de beneficios como trasporte y alimentación, sistema de vigilancia en los lugares de trabajo, ataques a los docentes y a los trabajadores de la salud, criminalización de la protesta), combinado con ataques contra las organizaciones indígenas y estudiantiles, la vía libre a la explotación del Yasuní, y las escandalosas posiciones de Correa respecto de los derechos de las mujeres, ridiculizando la lucha por la igualdad de género y tirándose en contra del derecho al aborto aún en casos de violación.
Esta clara avanzada contra los trabajadores, estudiantes, mujeres y organizaciones indígenas, tiene que ver con la necesidad de ofrecer un país “estable” para el empresariado local y la inversión externa; el gobierno toma nota del descontento que se empieza a expresar por abajo. Así el pasado 27 de enero cerca de 5 mil médicos y trabajadores de la salud se movilizaron en rechazo a un artículo del Nuevo Código Penal que caracteriza de forma ambigua la “mala práctica médica”, como toda acción que provoque daño o muerte por “acciones innecesarias, peligrosas e ilegítimas". En caso de que la justicia así lo interprete, los médicos y trabajadores de la salud pueden ser sancionados con 3 a 5 años de prisión. Los médicos, personal de la salud y estudiantes de medicina movilizados, cuestionan que se considere la denominada mala práctica - que en muchísimos casos tiene que ver con la falta de insumos y de las pésimas condiciones en que se encuentra el sistema de salud, que sufren tanto los trabajadores como los usuarios -, como un delito penal, tipificado junto con los homicidios, feminicidios y la trata de personas.
Las movilizaciones de los trabajadores de la salud, se suman al que emprendieron en su momento docentes y estudiantes frente a la nueva ley de Educación, y al que vienen adhiriendo otros gremios en respuesta a distintos ataques. En 2013 la mayor cantidad de conflictos sociales, se produjo justamente en relación al entorno laboral, con un notable aumento en el caso de los trabajadores públicos respecto de años pasados (44 conflictos fueron protagonizados por trabajadores del sector público, del total de 182 conflictos sociales registrados entre 2012 y 2013) [1]
En este contexto, no se puede interpretar los resultados electorales, mecánicamente como un giro de la situación a derecha. Si bien este revés para el gobierno de Correa se inscribe de forma más general en el proceso de desgaste que vienen mostrando los modelos latinoamericanos denominados “posneoliberales”; a diferencia de Venezuela, no existen por el momento movilizaciones masivas con programas reaccionarios como los que levantan sectores del movimiento estudiantil venezolano, ni tampoco la “partidocracia” tradicional ecuatoriana ha logrado reconsolidarse como proyecto político, sino que intenta reciclarse a través de jóvenes figuras a las que debe mostrar más “lavadas” de contenido.
En este sentido, el voto opositor resulta más bien contradictorio, pues objetivamente lo capitalizan representantes de la derecha neoliberal, pero sin embargo no logran consolidar un apoyo ideológico a su proyecto, sino más bien cosechar el resultado de un “voto castigo” de importantes franjas de la población que rechazan el carácter unipersonal del modelo de Alianza País, el autoritarismo y el control excesivo sobre los recursos y medios para hacer permanente campaña. Esto no significa que en perspectiva, la derecha no tenga posibilidad de ir acumulando la capitalización del desgaste de Correa, y termine recomponiéndose como proyecto.
Por una organización independiente de los trabajadores y el pueblo pobre para enfrentar a la derecha neoliberal de SUMA, el PSC y a la falsa “revolución” de Correa y sus ataques antiobreros.
Es claro que ninguno de estos proyectos representa los verdaderos intereses de los trabajadores ni de los sectores más empobrecidos de la sociedad ecuatoriana, mientras la derecha reciclada de SUMA y proyectos afines representan a la burguesía banquera, y directamente a los intereses transnacionales e imperialistas en la región, Correa busca la emergencia de nuevos sectores empresarios locales, sin dejar de otorgar a su vez, réditos a las multinacionales y grandes capitales Europeos, Estadounidenses y Chinos.
Ambos modelos buscan imponerse sobre la base de ataques contra la clase trabajadora y sectores populares, el constante giro a derecha del gobierno nacional durante estos 7 años de “revolución ciudadana” muestra claramente que no ha constituido la tan pregonada alternativa de trasformación frente a los más rancios modelos impulsados por el reaccionario partido socialcristiano, los empresarios multimillonarios como los Noboa, o los responsables del feriado bancario como el ex candidato a la presidencia Guillermo Lasso, solo la organización de los trabajadores independiente de todo el conjunto de los partidos políticos patronales, puede luchar por arrancar e imponer todas sus conquistas.
Para evitar que la derecha del país empiece a capitalizar el desgaste de Correa es necesario emprender la lucha por la independencia de clase y política de la clase obrera. Son los trabajadores [2] , quienes mueven los hilos de funcionamiento de la economía ecuatoriana, cumpliendo un lugar estratégico en la producción y en el corazón mismo del sistema capitalista, por lo tanto es la clase trabajadora la única que con la movilización obrera y popular y desde la organización independiente de cualquier bando burgués o proburgués, para dar respuesta a los problemas de fondo de la realidad del país y pelear hasta el final por la transformación revolucionaria de la sociedad.
NOTASADICIONALES
[2] Muchas corrientes de la izquierda del propio campo marxista, han terminado por considerar a la clase trabajadora como una más dentro del amplio espectro de los denominados movimientos sociales, diluyendo así su perspectiva estratégica como única clase capaz atacar el núcleo central del capital y dar una verdadera salida al conjunto de las necesidades de los sectores populares, argumentando que en países como Ecuador el peso obrero es sumamente débil, sin embargo, las estadísticas con relación a la cantidad de trabajadores empleados actualmente, bajo contrato o por prestación de servicios, reflejan la existencia de una clase trabajadora ecuatoriana, industrial y de servicios importante, muchas veces negada en la intervención de la propia izquierda, así por ejemplo, actualmente hay 607 mil trabajadores de la industria manufacturera, 235.00 trabajadores de la industria forestal, 26 mil trabajadores de la industria automotriz, 25 mil textiles, etc., sin hablar de los trabajadores petroleros y el área de servicios, docentes y trabajadores de la salud)