FT-CI

Argentina: Marchemos juntos este 1° de Mayo

Una Plaza de lucha y para que la crisis la paguen los capitalistas

23/04/2009 LVO 332

Este 1° de Mayo, organizaciones de los trabajadores y la izquierda marcharemos unitariamente a Plaza de Mayo. Será un acto que dirá, claramente, que la crisis la paguen los capitalistas; y por lo tanto será a contracorriente de un escenario nacional donde la clase dominante y sus partidos nos llevan la delantera política en sus preparativos.

Los industriales de la UIA hacen planteos por la devaluación del peso con que pagan los salarios e imponen junto al Ministerio de Trabajo despidos de precarizados, suspensiones y congelamientos de las paritarias, sin resistencia de las conducciones de la CGT y la CTA en defensa del empleo y el salario. Las multinacionales automotrices, a las que el gobierno beneficia con subsidios y con las que acuerdan los dirigentes del SMATA, retiran a su hombre en la Secretaría de Industria, Fraguío de FIAT-IVECO, y presionan por más apertura a la importación desde sus casas matrices en los países centrales; sin importarle si eso empuja al cierre de más autopartistas, donde la crisis ya se expresa con más despidos. Las patronales agrarias de la Mesa de Enlace reclaman la baja de las retenciones a las exportaciones y después de apelar al lock out y el bloqueo de alimentos, ahora colocan dirigentes regionales en las listas del “peronismo disidente” del empresario De Narváez y del Ministro de agricultura de Menem, Solá, como también en la de la UCR y la Coalición Cívica. Las patronales ruralistas hacen política, utilizando el intento de “reconstrucción de partidos” para conseguir poder de decisión en el próximo gobierno. Carrió se ha transformado –de la mano de Prat Gay, ex vocero de la banca JP Morgan– en una profeta del regreso a las políticas neoliberales. Siguiendo la consigna de “lomo a 80 pesos” que graficó el ruralista De Angeli para justificar hasta dónde podría llegar el precio con el fin de las retenciones a la carne, Carrió no sólo ha planteado “retenciones cero”, sino quitar todo tipo de impuestos a la clase empresaria, algo que sólo se atreven a proponer los republicanos de Bush en Estados Unidos, aún a la derecha de Obama.

Ni con el gobierno ni con sus opositores patronales: que la crisis la paguen los capitalistas

Ante esto, el gobierno quiere presentar la elección como una disputa entre “dos modelos”: “el de la alianza residual, neoliberal, y otro industrialista, de trabajo, producción e inclusión social”, como dijo Kirchner en un acto junto a Scioli. Para rematarla, Cristina, con total hipocresía, declaró que “la crisis no la tienen que pagar los trabajadores”. En el mismo momento, uno de estos “industrialistas”, el dueño de la papelera Massuh (quien fue jefe de la UIA), ha quedado al descubierto como un vaciador y declara estar al borde de la quiebra, mientras sus trabajadores de las plantas de Quilmes y de San Luis resisten por mantener los puestos de trabajo.

A pesar de 6 años de crecimiento, los desocupados reciben, como en el 2002, $150 mensuales para su “inclusión social”, mientras se pagó al FMI y al Banco Mundial alrededor de 25 mil millones de dólares, y pese a ello la deuda externa ronda los U$S150 mil millones. Kirchner quiere desempolvar ahora la retórica “antineoliberal”, justo cuando el gobierno, que le había dicho “chau al Fondo”, vuelve a las negociaciones con el FMI. Los cruces entre el gobierno y el Fondo, son parte de una negociación para volver a acceder al crédito después que éste ha sido reforzado con fondos en la cumbre del G20 para asistir a los países semicoloniales a condición de volver a imponer decisiones en sus economías.

Más allá de la retórica “nacional y popular” las petroleras, mineras y pesqueras de capital extranjero fueron aliadas estratégicas del gobierno. El poder de las 7 grandes exportadoras cerealeras, como Cargill o Dreyfuss, no fue afectado ni tampoco modificada la concentrada propiedad de la tierra: 4.000 grandes propietarios capitalistas del campo son dueños de 84 millones de hectáreas, la mitad de todas las tierras utilizables para agricultura y ganadería. Los trabajadores rurales, lejos de cualquier semejanza al “estatuto del peón” del primer peronismo, se cuentan entre los más explotados del país, la mayoría trabajando con leyes de empleo que datan de la dictadura de Videla y Martínez de Hoz. Los millones de nuevos puestos de trabajo de los últimos años, fueron a engrosar al trabajo precario: más del 40% de la clase obrera trabaja en negro y con salarios cuatro veces inferiores a la canasta familiar, calculada en $4.300. Ahora, este “modelo del trabajo” está permitiendo desde el Ministerio de Tomada que las patronales realicen miles de despidos de esos trabajadores precarios y el mecanismo de masivas suspensiones con rebaja salarial en toda la industria, al mismo tiempo que congelan las negociaciones salariales paritarias.

El apoyo que millones de trabajadores dieron a este gobierno con la expectativa de mejorar sus condiciones de vida al calor del crecimiento capitalista, y que todavía pueden votarlo, está basado en condiciones del pasado. El adelanto de las elecciones y la maniobra de las listas “testimoniales” en la provincia de Buenos Aires son recursos de un gobierno en retirada y que, de perder las elecciones, podría desencadenar una crisis política y el adelantamiento de las presidenciales. De una u otra manera, los trabajadores chocarán después del 28 de junio con un gobierno que, gane quien gane, será aún más concesivo con los grupos de poder empresarios y más duro con los trabajadores y sectores populares.

Por eso es que la consigna central del acto unitario entre las organizaciones de trabajadores y la izquierda es lo que tiene futuro: que la crisis la paguen los capitalistas. La prohibición de despidos y suspensiones con rebaja salarial; el reparto de las horas de trabajo entre todos sin tocar el salario y la reapertura de las paritarias; un plan de obras de viviendas, escuelas y hospitales que incorporen al trabajo a todas las manos disponibles; todo en detrimento de las ganancias acumuladas por la clase empresaria; tienen que comenzar a ganar simpatía en los lugares de trabajo, al interior de los sindicatos y en los barrios populares.

Una política de la clase trabajadora

Hugo Moyano de la CGT acaba de dar muestras de exceso oficialista al “respaldar las medidas que está tomando el Gobierno para mantener la productividad y el mantenimiento de los puestos de trabajo”. La concentración que la CGT prepara para el 30 de abril, además de ser un acto de apoyo al gobierno, más o menos encubierto, es un abandono del reclamo salarial y de sus proyectos de limitar la libertad patronal para despedir como le de la gana. Ahora solo terminan pidiendo “un aumento de las asignaciones familiares y del subsidio de desempleo”.

La jornada nacional convocada por la CTA el 22 de abril tuvo los límites impuestos por su dirección. Ni hubo un paro unificado de ATE, CTERA y todos los gremios de la central que hiciera sentir la fuerza de la huelga de un sector importante de la clase trabajadora, ni tampoco una gran concentración en Plaza de Mayo, dada la política de dispersión de marchas y actos en distintos puntos. De fondo, las limitaciones de la jornada están estrechamente ligadas a que la dirección de la CTA le huye a la intervención independiente de la clase trabajadora y, en consecuencia, promueve el apoyo a las variantes de centroizquierda como Pino Solanas o Sabatella. Los dirigentes de la CTA le lavan la cara a quienes, como Proyecto Sur de Solanas y Lozano, se alinearon con las patronales agrarias en el conflicto entre el gobierno y el “campo”, y al mismo tiempo le da una vía de escape a los que huyen en desbandada del oficialismo, como Libres del Sur, hoy aliados al intendente de Morón.

Contra estas variantes es que venimos planteando, dentro de los sindicatos de la CTA, abrir una discusión amplia y democrática sobre la necesidad de construir un partido propio de la clase trabajadora, basado en la fuerza de sus propias organizaciones de lucha y con un programa para que la crisis la paguen los capitalistas.

El PTS propone al resto de los convocantes a la marcha del 1° de mayo darle continuidad a esta acción unitaria, acordando una campaña común en todos los sindicatos para reclamar un paro nacional y un plan de lucha a la CGT y la CTA en defensa del empleo y el salario; es decir, la ruptura de las organizaciones sindicales con la política de subordinación al gobierno que impone la dirección de la CGT o las medias tintas de la dirección de la CTA. Por ello, este 1° de Mayo debe ser una tribuna de los principales voceros de las luchas de resistencia y reorganización sindical que se están dando en el país; en la búsqueda de unificar todas las expresiones de los sectores combativos de la clase trabajadora, el Cuerpo de Delegados del Subte, los papeleros de Massuh, los obreros de las automotrices de IVECO de Córdoba, entre otras.

El PTS viene debatiendo con los compañeros de Izquierda Socialista y el MAS un acuerdo unitario, antes las próximas elecciones, para formar un frente de la izquierda y los trabajadores, anticapitalista y socialista, con independencia política tanto del gobierno como de la oposición de la Mesa de Enlace en sus variantes peronista disidente o pan-radical. Lamentablemente el Partido Obrero, que se había manifestado por “una coalición anticapitalista”, se ha negado a cualquier posibilidad de frente, al poner como condición encabezar todas las principales candidaturas. Esta posición, que expresa un anticapitalismo “testimonial”, fue rechazada por los representantes del PTS, IS y el MAS.

Para estas tareas es que llamamos a nuestros lectores a marchar el 1° de Mayo con el PTS, para fortalecer nuestra corriente política, de obreros y estudiantes revolucionarios, que interviene en los grandes sindicatos y centrales sindicales, en las comisiones internas y los cuerpos de delegados, para pelear por el frente único de lucha, por un programa para que la crisis la paguen los capitalistas y por la construcción de un partido propio de la clase trabajadora hacia la conquista de su gobierno.


Los peligrosos son ellos

Marchamos este 1° de mayo, con un programa contrapuesto a la tramposa campaña para culpar a los “menores peligrosos” de los barrios pobres de “la inseguridad”, que está haciendo todo el viejo régimen político con el objetivo de bajar la edad de imputabilidad a los 14 años. Una operación política y mediática que no tiene ningún fundamento: si sólo una décima parte de los 500 mil jóvenes que no estudian ni trabajan –porque ni el derecho a ser explotados les da el régimen capitalista- salieran a matar aunque sea una vez, producirían al menos 50 mil crímenes, y no el puñado de casos con que machacan los medios.

El giro a la derecha de este gobierno es evidente, con sólo comparar al Kirchner de “los derechos humanos” de los primeros años, con el que acaba de decir que “La ley debe permitir que se sancione a un menor si es peligroso”. No casualmente pone al ex –menemista Scioli como “el mejor candidato” a la sucesión.

Los primeros Kirchner señalaban que lo peligroso estaba en las bandas de genocidas sueltos, como en la policía bonaerense entrenada por Camps y Etchecolatz, y ahora dicen que “lo peligroso” es la mano de obra infantil de esa policía que maneja el negocio de los desarmaderos de autos. Mientras las mafias del gran delito actuarán cada vez con más impunidad en los barrios populares tras el reclamo de más presencia en las calles, con miles de exonerados de la bonaerense que vuelven a ponerse uniforme para cuidarnos de la “inseguridad”; refuerzan el control social del Estado sobre las capas más bajas de la población desempleada. Ahora, podrán tener “derecho” a ir presos y seguir poblando el sistema carcelario. Ese es todo el futuro que tiene para ofrecer la Argentina capitalista.

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