La lucha obrera en Sanitarios Maracay
Venezuela: Gestión obrera vs. “Socialismo con empresarios”
20/09/2007 JIR
Luego de diez meses de lucha, con ocupación y gestión obrera de la producción, soportando las dilaciones conscientes del Ministerio del Trabajo y demás instancias del gobierno nacional, la represión de la Guardia Nacional y la Policía del Estado de Aragua, la estrategia de desgaste fraguada desde el gobierno, en conjunción con los empresarios y los empleados traidores de la fábrica, ha logrado circunstancialmente un avance. El desgaste ha golpeado en un sector pequeño de los trabajadores en lucha, aprovechado por los empleados propatronales (que nunca participaron de la gestión obrera) para, después de meses de ausencia y reuniones secretas con el patrón y el gobierno, acudir en bloque a la empresa y obtener una circunstancial mayoría en una asamblea, con la que han cambiado a los compañeros que dirigían el Comité de Fábrica, asumiendo ellos la dirección.
La gestión obrera y la lucha por la estatización
Ante la negativa de los trabajadores y el sindicato de aceptar condiciones de trabajo de sobreexplotación, el patrón decide cerrar la fábrica y abandonarla, pero los trabajadores la tomaron y dieron inicio a la gestión obrera. Sin embargo, en estos largos nueve meses, la gestión de los trabajadores, sin respaldo material, económico ni legal oficial, con un funcionamiento al 30% de la capacidad instalada, logró enormes avances como un ingreso (entre salario y bolsa de comida) equivalente al salario mínimo, con una jornada de trabajo de 4 horas diarias, 2.500 salas de baño al mes, vendiendo a precios más bajos que los del mercado a los habitantes de los barrios y desarrollando incipiente planes de donaciones de sus productos a escuelas y hospitales.
Los trabajadores se dotaron de un Comité de Fábrica electo en asamblea y revocable en cualquier momento, junto a subcomités para llevar adelante la gestión obrera y la lucha. La expropiación de la fábrica sin indemnización al patrón, la estatización completa de la misma manteniendo la gestión obrera, fue la pelea que asumieron los más de 400 trabajadores y trabajadoras. Marchas regionales y a Caracas, reuniones con la Asamblea Nacional (el Congreso) y el Ministerio del Trabajo, cartas al Presidente Chávez y hasta un paro obrero regional en apoyo a la lucha y en repudio a la represión, recogen la lucha obrera de estos meses. Pero el gobierno, que se dice “revolucionario”, “obrerista” y hasta “socialista”, no movió un solo dedo para dar respuesta a estas demandas, sino todo lo contrario.
La conjura gobierno-empresario-burocracia
El gobierno tenía planes diametralmente opuestos a los de los trabajadores. Mientras viene garantizándole a miles de empresarios grandes facilidades de créditos, tecnología, mercados y hasta materia prima, no dio ninguna respuesta positiva ni apoyo a la gestión obrera de Sanitarios Maracay. Que la empresa no sería estatizada porque no era “estratégica”, dijo descaradamente el ministro del Trabajo, mientras el gobierno le adjudica un contrato a la empresa privada Vencerámica por 36.000 salas de baño. Que se limitaran a pedir sus prestaciones sociales y aceptaran los despidos que el patrón dispusiese, insistió el ministro que se llena la boca hablando del derecho al trabajo y de su pasado “sindicalista”.
Mientras tanto avanzaban las reuniones del gobierno con los capitalistas Branger-Pocaterra para planificar la derrota de la lucha y gestionarle al patrón el dinero suficiente para que pagase las prestaciones sociales a los trabajadores y sacarse de encima la situación planteada por los trabajadores en lucha. Convirtieron en los alfiles de su plan a un sector de los empleados que abandonó la fábrica apenas se dio inicio a la gestión obrera, y al quebrado y traidor dirigente del sindicato Humberto López, convertido ahora en agente de la patronal y el Estado.
Los enormes obstáculos que la economía y la legalidad capitalista imponen a esta experiencia hace que las conquistas obtenidas tengan límites temporales, haciendo inestables las mismas. El gobierno jugó al desgaste, con la perversa práctica de “dejar que el hambre pegue y los convenza de aceptar las condiciones patronales”. Esperaron el momento oportuno para cuadrar con los empleados esquiroles (pro patronales) su vuelta a la empresa, abanderando una propuesta demagógica: la empresa seguiría en funcionamiento, pero se prohibía vender la producción, que pasaría íntegramente a manos del empresario; a cambio de esto los trabajadores recibirían un salario más o menos equivalente al que percibían bajo la gestión obrera y se prometía el pronto pago de las prestaciones sociales. Con esta propuesta han atraído a un pequeño grupo de los obreros que mantenían la gestión obrera, que ante la rotunda negativa del gobierno a la estatización bajo control obrero, ven en esto una salida inmediata a su difícil situación económica y la de sus familias. Así han logrado los esquiroles una mayoría circunstancial.
Sin embargo, pronto se ha develado la farsa y el engaño: han desatendido completamente la producción y no han cumplido con el salario prometido; tampoco se ha concretado el pago de las prestaciones sociales. Obviamente, sólo preparan el terreno para la vuelta del patrón y el despido oficial de los dirigentes y los trabajadores identificados más directamente con la lucha.
Sanitarios Maracay: una “piedra en el zapato” para la “revolución bolivariana”
Como vemos, el hablar una y otra vez de “revolución” y “socialismo” no ha sido ningún impedimento para que el gobierno encabece una santa alianza con la patronal y la burocracia sindical, poniendo todo su peso para aplastar la experiencia de nueve meses de producción bajo gestión obrera (así como también hoy se alía con burócratas golpistas contra las bases de los trabajadores en la industria petrolera y el sector público). Pero no se trata de “contradicciones del proceso” ni políticas aisladas de algún ministro, sino de una política consciente para detener esta experiencia, la más avanzada de un conjunto de luchas obreras y procesos antiburocráticos que desde hace más de un año vienen recorriendo el país.
La experiencia de los trabajadores de Sanitarios Maracay mostraba al conjunto de los trabajadores que era posible avanzar con sus propios métodos en la lucha para vencer la explotación capitalista. Se trata nada más y nada menos que de una fábrica sin patrón. No por casualidad fueron el eje organizador y razón de ser del paro obrero regional del 22/5 pasado, el primero en muchos años. No por casualidad se han convertido en referencia obligada en Aragua y el resto del país, interviniendo incluso con la solidaridad activa en conflictos obreros, como el caso de Cativen -propiedad del golpista Cisneros, que hoy convive placenteramente con el gobierno-, donde su acción y apoyo fueron fundamentales para lograr el reenganche de 15 compañeros despedidos y el pago de 4 días de salarios caídos. El objetivo claro del gobierno y el patrón -que forma parte del grupo selecto que el gobierno ha designado para exportar a Cuba y otros países- es frenar esta experiencia que se opone por el vértice al “socialismo con empresarios” que propone Chávez y su gobierno, es intentar demostrar que los trabajadores no tienen la capacidad para dirigir las fábricas y distribuir el excedente que ellos mismos producen, es enviar un mensaje a éstos y al conjunto de la clase trabajadora de que no es posible que ésta, con su propios métodos y por fuera de la tutela del proyecto del gobierno, ponga fin a su explotación, sino que sólo es posible conseguir sus reivindicaciones de la mano del gobierno, sus políticas y sus alianzas con sectores del empresariado.
La acción directa de los trabajadores y sectores en lucha es un estorbo para quienes promueven un gran bloque social “nacionalista” y “patriótico” donde los trabajadores subordinen sus luchas e intereses al “desarrollo nacional”, del cual se sirven hoy los grandes capitalistas, la “boliburguesía” emergente, y hasta las transnacionales del petróleo y el gas. Es que mientras el gobierno sigue hablando de “poder popular” y de “revolución”, estrecha cada vez más sus lazos con el empresariado nacional y foráneo, y esa demagogia no se puede sostener sólo con discursos encendidos y una que otra reforma progresiva.
Ya sectores de la clase trabajadora vienen, aunque a ritmos y grados bastantes desiguales, haciendo una experiencia con el que consideran su gobierno, chocando con estas “contradicciones” que evidencian el verdadero carácter del proyecto que encabeza Chávez. Por eso el gobierno necesita controlar estas expresiones avanzadas de lucha, pues aunque el objetivo concreto ahora es derrotar esta experiencia de gestión obrera directa, a largo plazo lo que se busca es evitar que triunfen en este sentido, verdaderamente clasista y revolucionario, antipatronal pero también antigubernamental, una serie de procesos de lucha reivindicativos y antiburocráticos que hoy recorren sectores del movimiento obrero venezolano.
Debemos profundizar la solidaridad que votó el I Congreso de la UNT-Aragua, empezando por que ésta, la C-CURA como corriente nacional de la UNT y todas las organizaciones obreras combativas se propongan luchar y movilizar para imponerle al gobierno la expropiación de la fábrica, incorporándola en la cadena de los planes de vivienda gubernamentales como proveedora de las salas de baño.
Desde la JIR insistimos en el llamado a redoblar esfuerzos para revertir la situación actual, y seguimos con nuestras modestas fuerzas al servicio de esta lucha, que ya se inscribe en una tradición de lucha de la clase obrera venezolana que hay que rescatar y recrear en los combates por venir.