Argentina
Cristina le abre paso al capital financiero
03/09/2008
Desembolso al Club de París: un intento de garantizar el negocio de todos los capitalistas
Las propias bases que permitieron el “círculo virtuoso” que benefició a la economía en los últimos años de alto crecimiento, donde se articulaban en forma más o menos armónica los superávit gemelos (comercial y fiscal) con el crecimiento de las ganancias de todos los capitalistas, se empezaron a diluir bajo el efecto de la crisis mundial. La realidad comienza a mostrar cada vez más elementos de un “círculo vicioso”. En el marco de la crisis financiera mundial, con tendencias recesivas que se acentúan, se vieron más comprometidos los pagos de la deuda externa del año próximo. El gobierno respondió con gestos genuflexos, abstrayendo el problema de la deuda de una realidad económica cada vez más compleja.
Empresarios industriales, sindicalistas, gobernadores y funcionarios varios se pusieron de pie en el Salón Blanco de la Casa Rosada para ovacionar el anuncio de Cristina del pago de 6.700 millones de dólares al Club de París. El alcahuete de Moyano también defendió la medida. La oposición burguesa si bien se quejó de las formas, no cuestionó el contenido del pago. El gobierno de Cristina K tendió una mano al capital financiero mundial buscando reacondicionar el “esquema” económico.
Hasta llegar al ridículo de contorsionar su relato para pintar de nacionalista, progresista, industrialista y hasta redistribucionista el pago a las potencias imperialistas, Alfredo Zaiat confiesa: “Ese panorama más complejo abonó el terreno para la embestida de la ortodoxia y de bancos de Wall Street junto a calificadoras de riesgo. El pago al Club de París intenta aflojar la presión en el frente financiero, con el silencioso aval de los miembros de esa cofradía de países poderosos a través del BID y el Banco Mundial. Estos dos organismos internacionales han amenazado con obstruir el financiamiento al país, situación que se estaba verificando en estas semanas. Para sortear ese obstáculo el Gobierno ha traducido que el pago al Club de París va tras la meta de “ganar confianza”. Es decir, el capital financiero internacional embistió al gobierno, el gobierno lo recibió con un fuerte abrazo. Incluso, como gesto el gobierno anticipó la novedad a los “solidarios” gobiernos de Sarkozy, Merkel, Zapatero y Berlusconi. Ya la semana pasada el Subsecretario para Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Thomas Shannon, pasó por Buenos Aires donde dejó en claro que los países integrantes del Club de París estaban inflexibles con relación a una renegociación sin pasar por el FMI, en caso contrario había que hacer un pago total. El gobierno acató.
Meses atrás, en las vísperas del conflicto con la “patria sojera”, Cristina festejaba que las reservas llegaban a los 50.000 millones de dólares, un récord histórico. El “desacople” de la economía en relación a la crisis mundial era evidente (???). Este lunes Redrado planteaba que entre los pilares de su política, ante los avatares de la crisis financiera mundial, estaba la acumulación de reservas. El martes, Cristina anunciaba el uso de reservas para pagar deuda. Cuando se efectúe el pago al Club de París las reservas bajarán a 40.000 millones de dólares (una pérdida del 20% en sólo 6 meses). La retracción de las reservas va a tornar cada vez más complicado el sostenimiento del precio del dólar mediante la intervención del Banco Central. Algunos economistas (como Rofman del Plan Fénix) plantean la necesidad de recuperar rápidamente las reservas, pero este camino se hace cada vez más dificultoso. Ya no estamos en el “tranquilo” 2006 cuando las reservas pérdidas por el pago total al FMI se recuperaron inmediatamente superando los niveles previos gracias al superávit comercial que aportaba generosamente dólares.
La decisión del gobierno corre tras la perspectiva de que se reabran los canales de financiamiento para responder a un frente fiscal cada vez más complicado. Por su parte, el capital industrial más concentrado espera que esta medida le permita conseguir financiamiento vía los países integrantes del Club de París a menores tasas de interés.
Además, los industriales se llevaron la tibia promesa de 200 millones del Banco de Desarrollo de Brasil, una ventanilla especial para Pymes en el Banco Nación y medidas antidumping que permiten proteger momentáneamente a la burguesía no-monopolista de las importaciones sin recurrir a la devaluación. Aunque, el presupuesto que está entrando al debate parlamentario para el año que viene prevé aumentar moderadamente el dólar para recuperar parte de la competitividad perdida con la caída de tipo de cambio.
Pero los capitalistas tienen claro que la cancelación es una medida limitada para reabrir el financiamiento. Incluso, varios de los gobernadores que el día martes aplaudieron la cancelación, por lo bajo reconocen que la medida no lleva directamente a descomprimir los problemas fiscales provinciales.
La cancelación lejos de mostrar la superación de los límites, pone en un nivel superior los condicionamientos y los acuerdos con el capital financiero. El gobierno de Bush, masacrador de iraquíes y “especialista” en crisis financiera, emitió un comunicado que considera “un importante paso” la cancelación de la deuda con el Club de París, aunque exige ir más allá: pagarles a los holdouts (bonistas que no entraron al canje).
Todas las señales de confianza no alcanzaron a impedir que la Bolsa de Buenos Aires cayera el mismo día del anuncio por el impacto de la crisis financiera mundial. Las voces se hicieron escuchar desde Wall Street: “Lo ideal hubiera sido llegar a algún acuerdo con los tenedores de bonos y con el FMI para obtener una refinanciación más barata y ahorrar reservas” decía el economista jefe de un banco; para Guillermo Mondino, de Lehman Brothers “Una resolución del tema del Club de París, si bien es un avance, hará poco por mejorar el acceso al mercado y atraer fondos frescos en el corto plazo”
Deuda externa, un mecanismo de expoliación imperialista
La crisis financiera mundial ha afectado profundamente el crédito en las principales potencias que se han visto obligadas a rescatar a varios de sus principales bancos. En un contexto de problemas crediticios generalizado es utópico pensar que fluyan ampliamente capitales hacia Argentina por más señales de “confianza” que se emitan. Históricamente la deuda externa actuó como un mecanismo de expoliación que permite la transferencia de riquezas a los países imperialistas. Aunque siguió actuando con fuerte intensidad, durante los últimos años se intentó ocultar parcialmente su contenido dado el descrédito en el que cayeron las instituciones como el FMI y la pérdida de hegemonía de los Estados Unidos. Este mecanismo se hará más ostensiblemente visible a medida que avance la crisis financiera mundial.
En el año 2006 se cancelaron 10 mil millones de dólares de deuda al FMI. Desde el conflicto del “campo” ya se fueron 8.000 millones de dólares como fuga de capitales lo cual llevó a una caída de las reservas de 3.000 millones de dólares. Durante el 2007 y hasta fines del 2008, los pagos totales de deuda sumarán unos 30 mil millones de dólares y otros 6.700 contando el anuncio de pago al Club de París. Sin embargo, estos fuertes pagos no impidieron que desde la renegociación del año 2005 la deuda se incrementara un 16,4%, pasando de 129 mil millones de dólares a casi 150 mil millones de dólares en Junio de 2008. Es más, descontando los dólares que vuelven en forma de crédito al gobierno, desde el 2003 se fueron 32 mil millones de dólares netos en deuda hacia el exterior. En la renegociación de la deuda Néstor Kirchner ofreció como un gran premio a los bonistas un ajuste en las rentas que se ataron a la inflación y al PBI. Como en el juego del “sube y baja”, lo que desciende por un lado mediante cancelación, asciende por el otro, vía bonos indexados y nuevo endeudamiento. Lo cierto es que el gobierno de los Kirchner viene honrando la deuda externa y esto no ha permitido desendeudar al país. Los gestos de buena voluntad de Cristina sólo sirvieron para envalentonar el capital financiero que ahora pide un acuerdo con el FMI y con los bonistas que no entraron al canje, unos 30.000 millones de dólares más.
La pesada mochila de la deuda que en el caso de Argentina alcanza a la mitad del producto nacional muestra que la sangría de riquezas que se van del país solo puede ser detenida mediante la intervención y la movilización de la clase trabajadora exigiendo el no pago de la fraudulenta deuda externa y la nacionalización de la banca contra la fuga de capitales y la opresión del capital extranjero.