Venezuela
Devaluación, inflación y crisis energética
21/01/2010
En el marco de la profunda recesión y alta inflación que vive Venezuela, el gobierno de Hugo Chávez anunció la devaluación de su moneda, el bolívar, y un plan de racionamiento energético que impacta en la economía y repercute directamente sobre el pueblo.
De esta manera, en la primera quincena de enero, una vez más para paliar la inestabilidad económica reinante el gobierno de Chávez no hace más que tomar medidas que benefician a pocos y golpean a millones de la clase trabajadora y del pueblo. Es decir, toma medidas de claro cuño capitalista tal como lo explicamos en el artículo “La política ‘anticrisis’ del gobierno es típicamente capitalista y antiobrera” (En Clave Obrera 23), para un gobierno que carga con la demagogia de hablar de “socialismo del siglo XXI”, pero que en verdad le da todas las posibilidades a la burguesía de seguir creciendo a costa de la clase trabajadora y del erario público. Si ya la inflación ha venido significando el cobro de un impuesto extremadamente pesado a las masas trabajadoras, el decretazo de la devaluación del bolívar viene a significar otro golpe al salario real producto de que a la automática depreciación se sumará más inflación. El recién publicado Convenio N° 14 el 8/01, estipula en el Artículo 2, que “la liquidación de las operaciones de venta de divisas efectuadas por el Banco Central de Venezuela destinadas a los pagos del sector público no petrolero, incluido el pago de la deuda pública externa, se efectuarán al tipo de cambio de dos bolívares con sesenta céntimos (Bs. 2,60) por dólar de los Estados Unidos de América”. Asimismo, el Artículo 3 establece que “la liquidación de las operaciones de venta de divisas previstas en los Convenios Cambiarios, distintas a las indicadas en los artículos 1 (importaciones para los sectores de alimentos, salud, educación, maquinarias y equipos, y ciencia y tecnología, así como remesas a familiares residenciados en el exterior, pagos por gastos de estudiantes y jubilados, etc.) y 2 (pagos del sector público no petrolero) del presente Convenio, se efectuará al tipo de cambio de cuatro bolívares con treinta céntimos (Bs. 4,30) por dólar de los Estados Unidos de América”. De esta manera, el dólar oficial pasó de BsF 2,15 a BsF 2,6 lo que significa un incremento del 20,9% en todos los rubros de primera necesidad, siendo que no todos están incluidos en el mismo, y se creó un dólar petrolero el cual se estableció en BsF 4,30 representando un incremento del 100% en el resto de las cosas, siendo que continúa existiendo el dólar "paralelo" que en el momento del anuncio de la nueva medida económica rondaba los BsF 6,5.
Y hasta el FMI felicitó al gobierno de Chávez por la medida devaluatoria. Jorge Guzmán, el jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional en el país, afirmó que “la reciente devaluación en la moneda de Venezuela es un importante primer paso para revertir una caída en las condiciones económicas del país en el último año” (Reuters, 13/01). De la misma manera, hasta periódicos voceros imperialistas salieron a saludar la medida, como el Financial Time que la calificó de “inevitable y necesaria”, sin dejar de mencionar que un grueso del empresariado nacional recibió con beneplácito los anuncios criticando solamente lo tardío de la medida.
Beneficiando a empresarios y banqueros y pechando a las mayorías populares
Con la nueva medida se coloca un nuevo piso para las operaciones cambiarias discriminadas para los importadores según los “tipos” de bien que estipula el gobierno (algunos bienes básicos no cuentan con la autorización para adquirirse a 2,6), pero también para la continuación de las operaciones de permuta, que seguirán empujando el dólar al alza y obligando a los asalariados y en general a quienes no tenemos acceso a las divisas a seguir pagando los iguales o mayores márgenes de ganancia del comercio y la industria. En principio es el mantenimiento del equilibrio en las cuentas externas lo que obliga al gobierno a tomar la medida en un año electoral, así como la reducción del gasto público, lo que al mismo tiempo le ayuda a presentar las medidas como “inevitables”. Una “inevitabilidad” que representará el fin de la “bonanza petrolera”, traducida en mayores sacrificios para los de abajo y que completa las medidas anticrisis que el gobierno implemento a finales del primer trimestre de 2009, en la que hubo una reducción significativa de lo presupuestado por el gobierno para ese año.
Para contener el dólar paralelo el gobierno ha salido a vender bonos cambiarios con el objetivo de inyectar dólares en el mercado local. El martes 19/01 se convocó a la tercera subasta dirigida a "los bancos universales, bancos comerciales, entidades de ahorro y préstamo y casas de bolsas", totalizando 140 millones de dólares. Y los intermediarios financieros recibieron con beneplácito los primeros millones de dólares de la reserva de divisas del país, colocados por el Banco de Central de Venezuela a través de su mecanismo de intervención. A través de bonos cero cupón, es decir, que no contemplan el pago de intereses y a un plazo de 90 días, el Banco Central inyecta millones de dólares a un tipo de cambio, sin comisión, de 4,81 bolívares. Si se venden mil dólares en el mercado paralelo, donde la divisa se cotiza a 5,9 bolívares, se obtienen 5.900 bolívares. Acto seguido, con estos 5.900 bolívares se compran dólares a través de los bonos del BCV, donde cada divisa tiene un costo de 4,81 bolívares. El resultado es una ganancia de 22,6% en cuestión de muy pocas horas.
No olvidemos en ningún momento la particularidad de la economía nacional, netamente exportador petrolero, donde el ingreso de divisas norteamericanas por la exportación del petróleo representante más del 90% del total: de cada 10 dólares que ingresa, 9 son por exportación de petróleo. Y no olvidemos también que la fuerte presencia del Estado en sectores claves de la economía nacional, empezando por el petrolero pero incluyendo a otros sectores importantes económicos como el siderúrgico y hasta alimentos, que actúa como un sector burgués más vía sus empresas que se manejan con la misma lógica de empresas del sistema capitalista. En este sentido, la devaluación del bolívar y la aplicación de un sistema cambiario dual como el planteado, hará recaudar ingresos para el Fisco y la Industria Petrolera que ayudarán a aliviar las presiones financieras existentes sobre las tesorerías del Gobierno y PDVSA. Con la decisión de devaluación del signo monetario se da espacio para aminorar estas presiones, dando un respiro en las cuentas al gobierno en la situación.
¿Por qué la medida beneficia más a los sectores exportadores?
La clave del esquema devaluatorio consiste en mantener el dólar alto y los precios internos bajos (tanto de los salarios como de los costos en general). Esta relación permite una ventaja comparativa, tanto para los exportadores que reciben dólares por su producción y pagan “costos” bajos en bolívares como para quienes producen para el mercado interno, ya que el dólar alto los protege de la entrada de productos importados y sus costos en bolívares se mantienen devaluados. Si tomamos en cuenta que el Estado es un exportador, al tener en sus manos la producción petrolera y en sociedad con transnacionales importantes vía las empresas mixtas, un gran beneficiario es el propio Estado, que antes recibía por cada dólar que ingresaba por exportación 2,15 bolívares y ahora podrá recibir 4,30 bolívares, lo que ayuda a aliviar las presiones financieras de la propia petrolera estatal PDVSA, y por tanto al propio fisco. Pero el mismo beneficio es también para las transnacionales petroleras: no olvidemos que en el esquema de las empresas mixtas, las transnacionales son dueñas del 40% de cada sociedad, y por tanto conservan el mismo porcentaje del petróleo que exportan.
Pero el negocio es aún más redondo pues no olvidemos que las transnacionales petroleras tienen el derecho a repatriar netamente sus ganancias pero ahora, producto de la devaluación pagando a un 50% menos la mano de obra y todos los costos de producción local. Por eso no se debe pasar por alto que ahora los sectores exportadores, según el nuevo Convenio Cambiario N° 14, “podrán retener y administrar hasta el treinta por ciento (30%) del ingreso que perciban en divisas, en razón de las exportaciones realizadas”, cuando según el convenio cambiario Nro. 1 del 19/3/2003, autorizaba solamente retener el 10% de las divisas.
¿Por qué esta medida recae sobre los trabajadores?
Sabemos que toda devaluación produce una disparada inmediata de los precios, es decir, es inflacionaria, aunque si bien el nivel de inflación que se desata tiene mucho que ver con la situación en la que se encuentra la economía en la que se produce la devaluación. En primer lugar porque se incrementan los precios de los bienes finales importados. Todos los bienes que no se producen en el país son adquiridos a precios internacionales los cuales se vuelven más caros si la moneda nacional se devalúa. En segundo lugar, sucede lo mismo con los precios de los bienes intermedios importados, es decir de los insumos necesarios para la producción local de bienes finales. Los precios dolarizados de los insumos provocan un aumento de costos que los empresarios buscan recuperar incrementando el precio final de los bienes que producen. En tercer lugar, aumentan los precios de los bienes que se producen internamente pero que también se exportan. Y recordemos que nuestro país depende de la importación de la mayoría de los productos que consume, a excepción de energía, petróleo, siderúrgica y otros bienes menores de la industria y del agro.
Sumado a esto viene una gran ventaja adicional para los empresarios y contra las masas laboriosas, que es en realidad la clave de este “juego”, y que recae sobre los trabajadores. Hay un “precio” fundamental que se abarata y que beneficia altamente al capitalista. Ese “precio” es el salario de los trabajadores y las trabajadoras que muy lejos está de elevarse automáticamente según los aumentos de precios. Ese “precio” tan particular siempre pierde una enorme tajada en todos los procesos devaluatorios convirtiéndose en un factor fundamental de la ventaja capitalista de la devaluación y de lo que burguesmente llaman la “competitividad” internacional. De esta manera, los salarios desde el punto de vista de su poder de compra, son condenados a una nueva caída real (además de las que ya viene sufriendo por la fuerte inflación de los últimos años, que solo entre 2008 y 2009 acumula casi 60%: 31% y 25% respectivamente) para garantizar la recuperación de las ganancias empresariales. Así tenemos que tanto los sectores exportadores como aquellos que producen para el mercado interno, son altamente beneficiados no sólo por el tipo de cambio, sino también por políticas de contención salarial que el gobierno ya ha venido imponiendo vía durante el último período.
Y el gobierno continúa con la política de contención salarial
Como afirmamos recientemente, “el gobierno de Chávez no solo garantiza la continuidad de la lógica capitalista en tiempos “normales”, sino que más aún en tiempos de crisis, como la actual profunda crisis de la economía capitalista internacional más allá de los signos de recuperación que se observan pero sin ninguna base estructural. El gobierno, ni corto ni perezoso, está siguiendo a pie juntillas la receta de la lógica capitalista para que la crisis sea descargada sobre los hombros de la clase obrera y el pueblo pobre. Por eso ha declarado una verdadera guerra de baja intensidad contra las luchas más importantes de la clase obrera, tanto del sector público como privado” (ECO 23). Y en múltiples artículos hemos demostrado toda la falacia del discurso “redistribucionista” del gobierno nacional. En los días posteriores al anuncio de la medida, fue portada de una gran mayoría de los periódicos nacionales e internacionales cómo el gobierno salió a hacerle “frente” a los especuladores por la fuerte remarcación de precios. Evidentemente al gobierno no le conviene una escalada de aumentos de productos –a ningún gobierno le conviene por lo impopular del impacto-, pero la verdad es que el gobierno ha desregulado una amplia mayoría de los productos básicos prácticamente abandonando su política de control de precios, en respuesta a las exigencias de los empresarios y en detrimento del pueblo. Y recordemos que los empresarios venezolanos, sobre todo los del sector comercial, son unos eternos especuladores, que compran sus productos al dólar oficial y venden los mismos al dólar paralelo, alcanzando ganancias exorbitantes en una simple jugada financiera a cara descubierta y con la vista gorda del Estado.
Pero las políticas contra los aumentos de precios tienen por objeto mitigar aumentos en los costos y, muy particularmente, en lo que los economistas burgueses denominan “costos salariales”. Es por ello que el interés central está en evitar una escalada de demandas salariales, que son las que han venido primando en los últimos dos años. Chávez viene enfrentando una oleada de luchas por salario y mejores convenios colectivos, con una clara política de contención salarial y una escalada de precios, en esta situación, incrementará automáticamente las demandas salariales.
En esto se enmarca la reciente medida del gobierno de Chávez de “expropiar”, es decir, “adquisición forzosa” (compra), de la cadena de Hipermercados Éxito, con un claro mensaje a otras cadenas importantes si continúan con la remarcación como el caso de amenaza de “expropiar” automercados CADA. No se trata de ninguna medida “radical” del gobierno contra los empresarios, sino más bien es una medida preventiva, tanto para contener el impacto inflacionario como una aceleración de las demandas salariales que ya comienzan a extenderse en algunos sectores sindicales.
El aumento salarial de un pírrico 25% solo a quienes cobran los que devengan el mínimo y de paso dividido en dos partes, una en marzo y otra en septiembre, no es más que una burla del gobierno, aún más si consideramos que “el 80% de las remuneraciones se sitúan entre el 967,50 /SM y 1450 bs. F., tan sólo un 15% de la población tiene poder adquisitivo pleno para la compra de la canasta básica de alimentos, bienes y servicios”. De ser el salario mínimo más alto del continente con 450 dólares cayó abruptamente, ya que la devaluación a 4.30 Bs. por dólar lo deja en el quinto lugar del continente con 300 dólares, porque también tenemos la inflación más alta América Latina.
Hay que hacerle frente a las medidas antiobreras y antipopulares del gobierno
Continua autorización de aumentos y liberación de precios de los productos básicos regulados, contención salarial mediante maniobras o represión directa, y ahora encima esta devaluación, solo implican una sistemática orientación de complacencia con los capitalistas y descargar sobre la clase obrera y el pueblo pobre la crisis. ¡Capitalismo puro y duro!
En este contexto, la coordinación por la base entre los sectores que salen a pelear, la unidad en la lucha para plantear una salida de fondo desde el punto de vista de los trabajadores y la necesidad de una respuesta obrera para que no descarguen la crisis sobre los trabajadores es clave. Cuando la crisis golpea es indispensable luchar por trabajo para todos en condiciones dignas y con salarios decentes, al mismo tiempo luchar por la más plena democracia sindical y por la irrestricta independencia de los sindicatos con respecto al Estado, que defiende las relaciones de propiedad y explotación.
Ante la devaluación, el incremento en los precios y la inflación, es necesario luchar por la escala móvil de salarios, es decir, que el salario aumente igual o en mayor proporción que la inflación. “Ni la inflación ni la estabilización monetaria pueden servir de consignas al proletariado porque son las dos caras de una misma moneda. Contra la carestía de la vida que…sólo es posible luchar con una consigna: la escala móvil de los salarios. Los contratos colectivos de trabajo deben asegurar el aumento automático de los salarios correlativamente con la elevación del precio de los artículos de consumo” (Programa de Transición). El derecho al trabajo es el único derecho que tiene el obrero en una sociedad fundada sobre la explotación. No obstante se le quita ese derecho a cada instante. Contra la desocupación, tanto “estructural” como “coyuntural” es preciso lanzar la consigna de la escala móvil de las horas de trabajo. El trabajo existente es repartido entre todas las manos obreras existentes y es así como se determina la duración de la semana de trabajo. ¡Ni un desempleado más! ¡Luchemos por la repartición del trabajo existente entre todos los trabajadores y trabajadoras!
La medida más efectiva para controlar los precios sólo puede ser llevada adelante por los trabajadores de las empresas que los fijan, exigiendo que se abran sus libros de contabilidad para ponerlos bajo la lupa de todo el pueblo. Frente al desabastecimiento y la especulación, que justamente se hace con los productos básicos y más sensibles para la población, es necesario que los sectores populares tomen en sus manos la distribución de alimentos y bienes básicos que están en los almacenes de los acaparadores, intermediarios y grandes comerciantes. Para esto, es necesario construir los órganos para imponer este control, luchando por la creación de “Comités de control de precios”, formados por delegados de las fábricas, los sindicatos, las cooperativas, las organizaciones de campesinos, el pueblo pobre de las comunidades, de los trabajadores y trabajadoras del servicio doméstico, etc. Contra la escasez de alimentos y productos de primera necesidad, impongamos “Comités de vigilancia contra el desabastecimiento” por barrio, tarea que puede ser llevada por los trabajadores, los campesinos, junto a los pequeños comerciantes, también víctimas de los capitalistas formadores de precios.
Los compañeros de la corriente sindical CCURA hacen un llamado a la constitución de una “Coordinadora Nacional” para que “nos unamos y conformemos un gran frente de lucha”. Manos a la obra, convoquemos ya un Encuentro Nacional de las organizaciones obreras, sindicales y políticas de la clase, para coordinar y discutir un plan de lucha y una gran movilización nacional. Hoy más que nunca es clave la más amplia coordinación y centralización de las luchas obreras y populares para golpear con un solo puño. Este encuentro puede realizarse en lo inmediato en lugares como Aragua o Guayana, donde los trabajadores y las trabajadoras vienen arreciando con sus luchas. No hay tiempo que perder.
Hay que hacerle frente al gobierno y las demagogias de la oposición empresarial y de la derecha. Ninguna burguesía nacional, ningún gobierno “progresista”, ningún "estado regulador" del capitalismo nacional podrá ir más allá de sus propios intereses de clase ni puede encontrar una base social propia para acometer la empresa de la liberación mucho menos ir contra el capitalismo que es ir contra sus propios intereses. Porque la experiencia histórica enseña que para encarar seriamente las tareas anticapitalistas y antiimperialistas se hace imprescindible afectar cada vez más severamente el derecho de propiedad, y en consecuencia es la clase trabajadora como dirigente de toda la nación pobre la única capaz de asegurar dicho objetivo.
El planteo de la independencia política de los trabajadores es en consecuencia el único punto de apoyo para asegurar que la lucha anticapitalista y antiimperialista pueda ser llevada hasta su conclusión definitiva. Si el capitalismo ya no es capaz de generar más fuentes de empleo para los trabajadores, es claro que su hora final ha llegado. Se necesita de la fuerza y movilización organizada de millones para derribarlo y de la construcción de una dirección conscientemente revolucionaria, un partido revolucionario de trabajadores, que le haga frente tanto a los planes de la farsa del chavismo y su “socialismo del siglo XX” como de la oposición derechista.